martes, 26 de junio de 2007

Villarrica

Historia y Arqueología Militar de la Antigua Villarrica
del Siglo XVI

LA GUERRA DE ARAUCO
EN EL CORREGIMIENTO DE LA VILLA RICA COLONIAL
1551 - 1649


"...Vino a perecer la Villa Rica al cabo de tres años de amargamente sufrir, la gente más valerosa y constante que ha tenido Chile y que puede ser ejemplo de tolerancia, fidelidad y heroísmo a muchos siglos y Reinos..."

(Cronista colonial y misionero jesuita don Diego de Rosales, año1627: "Historia General del Reino de Chile"; Flandes Indiano, Tomo II. Pág. 382).

“Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
De remotas naciones respetada
por fuerte principal y poderosa.
La gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda, belicosa,
que no ha sido por Rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida..."

(Capitán y escritor español don Alonso de Ercilla y Zúñiga: "La Araucana”; Año 1554. )

Este texto titulado "HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA MILITAR DEL SIGLO XVI: La Guerra de Arauco en el Corregimiento de la Villa Rica Colonial. 1551 - 1602 " tiene como propósito presentar una breve compilación histórico-arqueológica correspondiente a la primera etapa de la Guerra de Arauco del periodo de la Conquista de Chile, también denominada “Guerra Vieja”. Se ha elegido como centro de estudio e investigación el antiguo Corregimiento de la Villa Rica colonial, una extensa área geográfica, del otrora Reino de Chile; centro urbano de importancia que se presentó como eje neurálgico de vías de tránsito que involucraba la comunicación entre el norte y sur del Reino, a través del obligado vadeo del rio Toltén; desde la precordilera y el valle central hacia la costa; y finalmente, el acceso de las “7 ciudades de arriba” del Reino hacia las pampas patagónicas y la mar del norte (océano Atlántico.) El privilegiado aspecto geográfico de Villa Rica gestó una intensa dinámica poblaciónal y espacial civil y militar que, sin duda, también fue ancestralmente aprovechada por los grupos étnicos prehispánicos que habitaron el área lacustre precordillarana de la actual Región de la Araucanía.

Es triste declarar que, al parecer, algunos autores consideran que el caminar de la historia nacional comienza sólo en el año 1810, dejando en segundo plano los acontecimientos acaecidos antes de esta fecha, como si estos hechos se hubiesen desarrollado en otra tierra y bajo otro cielo. No obstabte, la fecha histórica anterior, el concepto y desarrollo del siempre indeseable fenómeno de la Guerra, en los suelos de la Araucanía, presenta antecedentes etnográficos anteriores al siglo XVI como lo fueron la Invasión Moluche, la Invasión Inca y las Guerras internas entre Lonkos; aspectos bélicos que se remontan al periodo prehispánico comprendido entre los siglos XI, y XV; es decir a los años 1.200 y 1450 a. de C. Faltan aún muchos esfuerzos en el campo arqueológico y antropológico para tratar de establecer, aunque sea aproximadamente, las hipotéticas circunstancias que rodearon la existencia humana, de carácter bélico, de épocas precolombinas en esta área del centro sur de Chile.

Afortunadamente las extensas y variadas fuentes históricas tempranas nos presentan un contexto más menos definido de la situación de los acontecimientos bélicos del área lacustre cordillerana de la Novena región. Los antecedentes históricos tempranos y tardíos destacan dos periodos de ocupación militar hispana desarrollados en el área de la Villa Rica: El primero entre 1551 y 1602, que involucra la fundación, desarrollo y destrucción de la antigua ciudad. Y un segundo periodo de avance español registrado entre los años 1608 y 1655, en que las huestes de la Corona se desplazaron al área geográfica del antiguo corregimiento lacustre efectuando patrullajes, levantando algunas fortificaciones, pero sin concretar la entonces tan anhelada refundación de la Villa Rica.


Toda la recién aludida actividad de soberanía de la Corona Española, en del Reino de Chile, a través del nutrido despliegue militar castellano, tuvo como contraparte la férrea manifestación armada de contención-disuasión de algunos grupos indígenas beligerantes, principalmente puelche-williche, que desarrollaron intensas campañas bélicas de asedio y destrucción de centros españoles, urbanos y rurales, pertenecientes a los territorios situados al sur del Kagténleufu o río Cautín. En el desarrollo táctico y estratégico militar, desplegado por ambos bandos se recurrió, como elemento esencial de guerra, al establecimiento de emplazamientos o asentamientos fortificados que ocuparon, preferentemente, sitios geográficos que presentaban un terreno apto para la defensa; que ostentaban un alto grado de dominio visual del entorno; cercanos a vías de tránsito permanente; zonas densamente pobladas y, de preferencia, a territorios de interés económico minerológico.

La lejana historia de la Conquista de Chile se presenta aquí, materializada y palpable, en existencia de fosos dobles y simples de antiguas y olvidadas fortificaciónes hispanas y mapuches que, en definitiva, constituyen una importante área de investigación arqueológica que podría dilucidar la difícil definición de la, a veces, incompleta información histórica oficial que en estas áreas de estudio presenta recurrentes enormes lagunas. Del mismo modo, la numerosa y precaria información histórica documental y la referencia oral, rescatada del inconciente colectivo, viene a auxiliar y complementar las respuestas a las a veces infranqueables preguntas y cuestionamientos de la ciencia arqueológica que estudia esta tipología de asentamientos humanos.

En el aspecto material, la ubicación geográfica y descripción de más de medio centenar de fortificaciones, con sus distintas formas geométricas, probables disposiciones arquitectónicas espaciales y el estratégico aprovechamiento militar del terreno, nos aportan hoy un referente arqueológico de la centenaria Guerra de Arauco que, además de su importancia histórica arquelógica, se presentan hoy como un atractivo foco de interés económico de desarrollo sustentable turístico cultural que las comunas del área lacustre deben aprovechar, sin pérdida de tiempo, incorporando en sus proyectos estos atractivos, invaluables e inexplotados factores de interes turístico especializado.

En el plano intrínseco o espiritual la etnografía mapuche y la historia colonial representan un invaluable neocapital, o recurso intangible, que podría beneficiar a las distintas comunas de la Araucanía lacustre precordillerana a través de la difusión del conocimiento histórico referente al olvidado periodo colonial del Reino de Chile y del Antiguo Estado de Arauco, desarrollos conceptuales que se traducen en un alimento intelectual que potencia la identidad nacional y el amor a nuestras raíces autóctonas; factores que sumados y difundidos, respetuosamente, nos llevan a identificar una filiación u origen común de todos quienes habitamos la actual Novena Región de la Araucanía logrando, de este modo, ver la a veces difusa huella existencial humana de un camino que como chilenos, sea del otrora Reino o la actual República, estamos recorriendo ya hace ya más de cinco siglos; peregrinaje-convivencia que, finalmente , se transforma en historia: nuestra propia historia.





Marco Aguilera Oliva.
Villa Rica, Marzo de 2006.



CAPITULO I

ANTECEDENTES GENERALES DE LA GUERRA DE ARAUCO:

Conflictos bélicos prehispánicos de carácter externo e interno.



ORÍGENES DE UNA RAZA INDÓMITA:
Difuso y extensamente discutido es el origen del Pueblo Mapuche, Mapunche o mal denominado “Pueblo Araucano.” Para alcanzar una tentativa explicación a un aspecto esencial, aún no plenamente resuelto, debemos remitirnos a las explicaciones técnicas generales más menos aceptadas, aspecto que se remonta incluso hasta las más arcaicas épocas del poblamiento americano. Las recientes teorías científicas en torno al poblamiento del continente americano exponen que los primeros habitantes de América arribaron desde Siberia, alcanzando el territorio de Alaska a través del Estrecho de Bering, hace unos 26.000 años; para ese periodo el océano adyacente al área oeste norteamericana de Bering estaba cubierto de hielo, lo que habría facilitado el desplazamiento migratorio humano motivado por el factor de seguimiento y caza de grandes manadas de animales.
Los grupos humanos que conformaron esta primera corriente migratoria prehistórica eran dolicocéfalos de aspecto físico Australoide que constituían tribus nómadas cazadoras-recolectoras con precario conocimiento técnico lítico. Para el año 18.000 a. de C. estos grupos ya se presentaban diseminados por ambas laderas de la Cordillera de los Andes de la actual región chileno-argentina, originando la aparición de las primeras culturas paleolíticas australes: los Comechingones, Puelches, Pewenches, Onas y Tewelches.
Una segunda corriente migratoria prehistórica se habría producido alrededor del año 9.000 a. de C. originando en tierras americanas la aparición de la cultura Mesolítica. Estos grupos humanos eran braquicéfalos que provenían del norte de Asia; se establecieron preferentemente en las zonas costeras del continente. En lo que respecta a Chile estos asentamientos originaron finalmente la aparición de las etnias canoeras como Chonos, Alacalufes y Yaghanes.
Finalmente, una tercera corriente migratoria prehistórica se presentó hace unos 5.000 años, iniciando el establecimiento de la cultura de las piedras horadadas o “piedras tacita”. Los componentes de estos grupos se identifican como braquicéfalos de rasgos mongoloides acentuados que poseían conocimientos rudimentarios en agricultura y alfarería. Estos grupos se instalaron en la región chileno-argentina mezclándose con los grupos anteriores por medio de una transculturización que se desarrolló y materializó solo con el correr de los milenios.
Durante el inicio de la Era Cristiana, el Centro Sur de Chile recibió influencias de culturas asentadas en otras latitudes; la primera intervención cultural local la efectuó la cultura Chavin, establecida al interior de Perú y que ya había irradiado su influencia a las culturas Chimu y Nazca en las costas de Perú, proyectándose y alcanzando, desde ahí, a los vecinos pueblos originarios chilenos derivando en un aporte materializado en conocimientos generales de confección básica de tejidos y cestería.
Teoría del poblamiento de América y ruta de las principales emigraciones arcaicas.
Ya en el siglo V de la era Cristiana, año 400 d. de C, las etnias chilenas reciben de lleno la influencia del pueblo Aymará o Colla que expandía la cultura Tiahuanaco, originada a orillas del lago Titicaca, la que aportó conocimientos en las áreas de agricultura confección de alfarería utilitaria.
Entre los siglos XI y XII, es decir, entre los años 1000 y 1100, la etnia del sur de Chile denominada Chinchas comienza a interrelacionarse y mezclarse con Atacameños y Diaguitas; la cultura de estos dos pueblos se extendería con fuerza, alcanzando e influyendo hasta el Golfo de Reloncaví; aspecto que se evidencia en los restos culturales correspondientes a elaborados y hermosos cerámicos con características decorativas nortinas. En este periodo se habría presentado una intespectiva invasión que afectó a las étnias del centro sur de Chile; hipotéticamente, esta irrupción violenta la habría efectuado un pueblo amazónico del área Tupi-Guaraní, grupo humano de comportamiento agresivo y belicoso que con su presencia disturbó profundamente a las tribus originarias locales y finalmente, con el transcurso de los siglos, terminó fusionándose culturalmente con ellas.

Teoría del poblamiento del área Centro Sur de Chile:
Con relación al poblamiento general del área austral americana, como exponíamos recientemente, se establece que el hombre primitivo arribó al continente americano desde Asia vía Estrecho de Bering, aproximadamente unos 26.000 a 15.000 años antes de Cristo. Estas agrupaciones prehistóricas, movilizándose de norte a sur, subsistieron de la caza y la recolección de vegetales y frutos alcanzando las llanuras patagónicas hace unos 10.000 a 8.000 años antes de Cristo. Entre unos 9.000 y 6000 años a. de C., algunas bandas o grupos migratorios se abrían trasladado desde la Patagonia hasta tierras orientales allende a los andes, utilizando para esto los pasos cordilleranos del centro sur de Chile. De esta manera las tribus nómades, en oleadas permanentes, franquearon la gran cordillera en busca de un territorio menos hostil para la supervivencia. En el contexto de sobre vivencia y subsistencia étnico migratorio el sitio geográfico de la gran laguna de Mallowelafkén o lago Villa Rica, una vez establecido definitivamente en todos sus términos geomorfológicos, se presentó como un lugar de características optimas para el desarrollo de grupos humanos arcaicos de distintos tipos y complejos culturales correspondientes, primeramente, a bandas nómadas recolectoras y cazadoras y, posteriormente, a grupos aldeanos habitantes, permanentes o semipermanentes, de pueblos o asentamientos preagroalfareros o agroalfareros.
Como señalábamos anteriormente, se estima que el poblamiento del área costera centro y cordillerana del paralelo 39 de la Villa Rica se produjo aproximadamente hace unos 9.000 a 6.000 años antes de Cristo. Sin embargo, nuevas teorías científicas relacionadas al poblamiento prehistórico del área de la Novena y Décima regiones establece que los primeros indicios de vida humana en este punto de América se habrían registrado en un tiempo intermedio estimado entre unos 12.500 a 13.000 años; no obstante, a fines del siglo XX algunas comisiones científicas realizaron estudios arqueológicos que indicarían que el poblamiento de esta área se habría registrado hace unos 14.000 años; teoría sustentada sobre la base del análisis de las pruebas de radio carbono efectuadas el año 1998 a restos orgánicos prehistóricos hallados en el sitio cultural de Monte Verde, ubicado a 35 kilómetros al suroeste de Puerto Montt, en la Décima Región de los Lagos. Sin embargo, un posterior estudio científico efectuado el año 2001 por Tom Dillehay, denominado “Monteverde I “ arrojó una data de presencia humana en el área que fluctúa entre los 33.370 y 33.020 años; antecedentes que, sin duda, llevarán al replanteamiento de la actual teoría general de poblamiento del continente americano.
El antecedente científico oficial más difundido expone que los primeros indicios de grupos humanos arcaicos en el área centro sur de Chile se generaron hace unos 9.000 a 6.000 años antes de Cristo. El advenimiento de la presencia humana se habría efectuado, teóricamente, desde la región amazónica Tupi-Guaraní, desde la cual grupos nómades de cazadores y recolectores se habrían trasladado a través de las pampas patagónicas llegando al actual territorio chileno franqueando los pasos cordilleranos entre los que se contaba principalmente el del área de Villa Rica, actual paso Mamül Malal o Tromen y sus variantes adyacentes. (Tom Dillehay: "Observaciones y Consideraciones sobre la Prehistoria y la Temprana Época Histórica de la Región Centro Sur." Artículo: Estudio Antropológico sobre los Mapuches de Chile Sur Central - Página 12.)
En cuanto se refiere al área cordillerana de Villa Rica, el sitio de interés cultural de ocupación humana arcaica de mayor antigüedad se encontraría en la localidad de Pukura Alto, al noreste del Kalafkén, comuna de Panguipulli. El año 1999 los arqueólogos Leonor Adán y Rodrigo Mera excavaron el sitio “Marifilo I”. El estudio de restos culturales arcaicos arrojó una data aproximada que fluctúa alrededor de 9.700 años (Cal B P 9490-9295, BETA 138919.), siendo oficialmente el depósito de registro científico de vestigios humanos prehistóricos, o de ocupación humana arcaica, de más antigüedad en el área precordillerana correspondiente a las comunas de Villa Rica y Panguipulli.



PRIMEROS EPISODIOS BELICOS EN EL CENTRO SUR DE CHILE:
LA INVASIÓN MOLUCHE.

Siglos XII, XIII y XIV, años 1100 - 1250 y 1380 d. de C:
Los siglos XII, XIII y XIV -entre los años 1100, 1250 y 1380 d. de C.- se presentan como un periodo cronólogico de rápida definición social y consolidación cultural arcaica, precipitada por la violenta irrupción de tribus moluches, suscitándose conflictos por el dominio de áreas de interés geográfico vital. Una vez que comenzaron a aparecer las primeras interacciones y diferenciaciones étnicas, sobrevino la fijación territorial por parte de los grandes grupos humanos que convivían en una determinada extensión geográfica y que, además, compartían las mismas costumbres; hecho que conllevó al constante roce y encuentros violentos librados por la competencia y disputa natural del dominio de privilegiadas áreas de seguridad y subsistencia colectivas. Esto habría generado la aparición de la estrategia bélica de construcción y sustentación de precarios puestos defensivos que ejercercían control permanente sobre territorios de interés general, aspecto cultural que exponemos a continuación.
La etnohistoria militar chilena, propiamente tal, no comienza con la invasión española a las tierras mapuches a mediados del siglo XVI. Los hechos de armas en nuestros suelos patrios poseen antecedentes prehispánicos bien establecidos. La memoria etnografía y las crónicas más antiguas, que relatan los sucesos belicos acaecidos en las tierras australes de “Tchilli”, “Chilli”, “Chili”,” o “Chili-Mapu”, registran y establecen que los primeros en materializar una invasión armada a gran escala fueron los Moluches y que esta arrolladora oleada, solo dos siglos después, fue precedida por la fracasada gran campaña de dominio territorial desplegada por los ejércitos Incas.
Los remotos antecedentes de interacción violenta, en tierras del sur de Chile, comienza a definirse, como ya decíamos, con la aparición e invasión de una tribu de carácter altamente belicoso denominada Moluches, que corresponderían a grandes núcleos de tribus peregrinas, cazadoras y recolectoras, provenientes del Amazonas, las cuales una vez terminado su vagabundaje y travesía por las inhóspitas y semidesérticas llanuras patagónicas, y tras franquear la fría cordillera hacia su vertiente oriental se encontraron con bosques templados, un clima y territorio relativamente generoso en condiciones, alimentos y recursos dulceacuícolas, instalándose, primeramente, en el área de los grandes lagos, prosiguiendo con la gradual invasión-colonización de los valles centrales, grandes ríos y zona costera.
Esta tribu proveniente del área noroeste de las pampas patagónicas habría penetrado violentamente hasta el centro sur de Chile entre los siglos XII y XIII, es decir, alrededor de los años 1100 y 1250 después de Cristo; aproximadamente unos dos siglos antes de la invasión incaica. Los moluches conocidos también como Ngulluches o “gente del oeste”, eran invasores que arribaron al territorio de Tchilli en sucesivas oleadas desalojando gran parte de la población encontrada y que correspondían a miembros de un pueblo bastante culto y autor de la lengua “araucana”, que llegado del norte, se había fusionado con los pescadores autóctonos.
Los moluches, tras disturbar violentamente a las tribus originarias del centro sur de Tchilli y una vez asentados definitivamente en este territorio, interactuaron con las restantes etnias adoptando su lengua; por su parte, los moluches, aportaron a las tribus originarias, sus técnicas de guerra y dominio, experiencia combativa que les había generado su denominación étnica arcaica conocida por una gran parte de las tribus del cono sur amerindio: Molun: guerrear; Che: gente; Molunche o Moluche:“Gente de Guerra o Guerreros”. Posteriormente, el enfrentamiento particular de núcleos pertenecientes a esta belicosa tribu con huestes invasoras incaicas les llevó, por parte de estos, a denominarlos Aucaes o rebeldes. (Ricardo E. Latcham: “El Problema de los Araucanos. Sus Orígenes y su Lengua.” Revista Atenea, Año IV, Nº 06, Santiago. 1927.)
Hipotéticamente, los fuertes o recintos guarnecidos prehispanicos, o anteriores al descubrimiento de América, habrían sido construidos por los indígenas originarios de la zona centro sur de Chile. Estos asentamientos defensivos se habrían presentado como ejes o núcleos de segurdad colectiva y factor natural de reacción, contención y protección ante una precolombina invasión moluche proveniente desde las pampas patagónicas desarrollada por los años 1100 y 1250 d. de C. No obstante lo anterior, existen fundamentadas tesis que aseguran que los Pukarás o Epukuras habrían sido asimilados por la cultura mapuche durante una hipotética incursión incásica o quechua anterior a la irrupción efectuada entre los años 1470 a 1536; tesis planteada a la luz de los testimonios etnohistóricos y etnográficos de los antiguos habitantes de pueblos originarios que indicarían una temprana expansión hacia el área suroriental de américa desarrollada por parte de un bien constituido pueblo migratorio conocido ancestralmente como Purun Runa, como los denomina Huamán Poma de Ayala, y que habría influenciado a los antiguos habitantes de Tchilli o Chili en las áreas de la cerámica, textilería, cultivo, vestimenta, construcción de viviendas y asentamientos de carácter bélico:

“...La cuarta edad de indios Aucaruna. Allí vino la guerra. Salieron de sus pueblos de tierra baja, se fueron a poblar los cerros, hicieron fortalezas que ellos llamaban Pukará. Mucha muerte y guerra, peleaban con armas, se quitaban a sus mujeres, se quitaban sus hijos, fueron crueles, robaban sus animales, ropa, plata, oro. Entonces allí vino el Inca Rey...” (José Bengoa: Cita de Huamán Poma de Ayala. “Historia de los Antiguos Mapuches del Sur”. Pág. 35.)

Otra tesis, de gran aprobación, indica que el levantamiento de los sitios de seguridad prehispánicos son el resultado de la urgente reacción o respuesta estratégica de determinados grupos etnicos ante la permanente situación de sangrientos conflictos bélicos tribales internos acaecidos en la temprana edad del recién conformado pueblo mapuche, según lo indica don Leonardo León en su estudio intitulado "La Guerra de los Lonkos, 1536 - 1545" (Revista Chungará, Número 14; 1985, Pág. 91 a 114, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.)

Algunos vestigios de antiguas fortificaciones corresponderían a asentamientos de defensa permanentes y semipermanentes levantados por los indígenas locales autodenominados Chinchas, originarios de la zona centro sur de Chile. La estrategia de fortificación habría sido desarrollada como respuesta ante la irrupción o invasión de tribus Moluches o Ngulluches que provenientes desde las pampas patagonicas, como ya expusimos, mediante sucesivas y masivas “olas humanas” arribaron al área territorial de Tchili o Chili. La invasión moluche se habría efectuado durante un el periodo establecido, aproximadamente, entre los siglos XII y XIII.

La inesperada irrupción moluche generó una reacción colectiva que desmbocó en una organización armada y resistencia por parte de los indígenas locales; oposición que se materializó en la construcción de Pukarás, Pucaraes, Epukuras o recintos defensivos que consistían en rústicos emplazamientos fortificados que contaban con una privilegiada ubicación estratégica que facilitaba el desarrollo de acciones de defensa, de ataque y repliegue táctico hacia los mismos; manteniendo, a través de estos centros de resguardo, una costumbre y táctica militar arcaica que habría sido, primeramente, ideada e implementada por los moluches, quienes de este modo sometían a las tribus que encontraban en su avance y expansión étnica iniciada, según algunos autores, en el área Tupi Guaraní situada al oeste del Amazonas. La invasión moluche al area geografica de la actual Araucanía, o ancestral Wellmapuche, se habría generado a través de los pasos cordilleranos más expeditos, entre los cuales se presentaba privilegiadamente el paso cordillerano de Villa Rica, actual Mamül Malal, y sus restantes boquetes o variantes informales; de ser así, los moluches nos habrían legado innumerables vestigios arquelógicos de asentamientos defensivos a ambos dos extremos de las cumbres cordilleranas andinas, a saber, en el valle del río Malleo Prov. de Neuquén, Argentina; y en los valles de los ríos Trankura y Elikura en la actual Reg. de la Araucanía, Chile. Igualmente, la respuesta de reacción violenta étnica originaria para contener la escaramuza o avance moluche también debió generar vestigios de las mismas características bélicas defensivas. Creemos que esto explica en parte la existencia de algunos específicos enclaves fortificados denominados “Malar” o “Malalkuras” (Malal: corral, cerco; Kura: piedra : “Corral o cerco de piedra”) que carecen de registros históricos y técnicos científicos en las actuales zonas cordilleranas de Malleo, Aluminé, Turquinko, Chosmalal; Provincia de Neuquén -por el sector argentino- y algunos de los ya mencionados fortines existentes al interior de Kurarrewe, Köñaripe y Likiñe, por el área andina chilena. (Félix San Martín: “Neuquén”, Pág. 31.- y Mera, Lucero y Archa. “Fortificaciones en la Localidad de Curarrehue, Sector Oriental de Villa Rica, IX Región, Chile.)

Las bandas moluches en su despliege hacia el valle central habrían sido contenidas, provisoriamente, en los márgenes de los contrafuertes cordilleranos oriental y occidental; no obstante el dilatado esfuerzo autóctono enfocado en combates o enfrentamientos con base en el despliege de una línea de fortificaciones rústicas establecidas en las distintas localidades que presentaban características geográficas estrategicas de paso, y después de una fiera resistencia local de parte de organizados grupos humanos beligerantes, las tribus moluches rompen la cadena de contención autóctona de los Andes y acceden a su vertiente occidental. Una vez situados en la precordillera y valles de la actual “Araucanía” inician una cruenta guerra por el control cultural-territorial; los moluches, amparados en su experiencia guerrera, logran el desalojo o interacción forzada de la población originaria correspondiente a los Chinchas, un pueblo bastante culto y autor de la lengua ”araucana.” Los moluches, después de un prolongado periodo de tiempo, finalmente, adoptarían la lengua originaria o mapud’ungu o mapudugu, aportando por su parte un alto grado belicoso y desarrollado arte de la guerra, originando de este modo, la aparición de una raza indómita e ingeniosa: El Pueblo Mapuche o Mapunche. (Ricardo E. Latcham: ”El Problema de los Araucanos. Sus Orígenes y su Lengua.”Revista Atenea, Año IV. Nº 06, Santiago, 1927.)


Diferenciación étnica definitiva como resultado de la invasión moluche:
Las tribus moluches, al desembocar violentamente a la zona comprendida entre los ríos Itata y Bio Bio, enfrentaron salvajemente a las poblaciones originarias que se auto denominaban Chinchas dividiendo en dos, étnica y territorialmente, a este basto grupo humano originario: Las agrupaciones chinchas que quedaron al norte de la agresiva tribu moluche se denominaron Pikunches, o gente del norte (de Pikun: norte) y a los grupos humanos dispersados hacia el sur se les llamó simplemente Wiliches (de willin: sur.)
Por su parte, los moluches, una vez asentados, formaron una estrecha relación con algunas tribus locales que se auto denominaron Mapuches o “Gente de la Tierra”; los moluches finalmente, por transculturación, asimilaron la lengua y costumbres de los habitantes originarios formando junto a los pickunches y Williches una especie de confederación que a través de los siglos dio origen al gran e indómito Pueblo Mapuche, cuyos componentes se consideraban Reche, es decir, “El Hombre Verdadero y Autentico”, y a los que el poeta y conquistador de Chile Alonso de Ercilla bautizaría para la posteridad como “Araucanos.” (Tomás Falkner: “Descripción de la Patagonia” Pág. 71.- Y Esteban Erize: “Diccionario Comentado Mapuche - Español”; léase “Moluche”)
Hace unos 9.000 a 6.000 años, tribus patagónicas de carácter belicoso franquearon la Cordillera de los Andes y se asentaron en la región Centro Sur de Chile.Uno de los pasos cordilleranos utilizados habría sido el “Boquete” o “Abra” de la Villa Rica; actual paso Mamül Malal o Tromen.

Grupos humanos precolombinos del área del Mallowelafkén:
Entre los grupos humanos arcáicos del área del Mallowelafkén -actual lago Villa Rica- o anteriores al Descubrimiento de América o Conquista Española, se reconocen tres tipos de etnias interrelacionadas y pertenecientes a la gran familia mapuche: Los Williches (Gente del Sur) diseminados entre la costa, centro y precordillera; y los Pewenches (Gente de los Piñones) que abarcaron el área subcordillerana y cordillerana propiamente tal. Sin embargo, históricamente, se registra que las tribus que mantenían un dominio permanente del área circundante a la laguna de Mallowelafkén, habrían correspondido a la temida y belicosa étnia de los Poelches o Puelches (Gente del Este), grupo humano que aprovechando los boquetes o pasos cordilleranos habría habitado parte de los valles y zonas lacustres precordilleranas orientales, intervenido culturalmente a las etnias originarias. La existencia de componentes de la étnia puelche en el área geográfica en la que se emplazaría la futura Villa Rica la rescatamos de una fuente histórica temprana del contacto hispano-indígena, crónica que da cuenta de la orden que diera Pedro de Valdivia a su adelantado Gerónimo Alderete con relación a la primera fundación de Villa Rica:
“...Y por que envió a Alderete a poblar una ciudad en el valle de los Poelches, que es donde le dijeron que estaban las minas de plata, trazando en su predio, que si era verdad el tiempo las descubriría y se ennoblecería el Reyno, llevó consigo a Villagra...” (Alonso Góngora Marmolejo: “Historia de Chile. Desde su Descubrimiento Hasta los Años de 1575.” Cap. XIII. En CDC. Tomo II.)
Posteriormente, una vez fundada e instalada la Villa Rica, y durante el gobierno de García Hurtado de Mendoza, un documento escrito por Juan de Matienzo, registra que el área de la Villa Rica estaba poblada por tribus de la temeraria étnia Puelche:
“...Los términos de estas tres ciudades, Valdivia, Osorno y Villa Rica, consisten entre la costa del mar y la gran sierra nevada en anchura de quince o veinte leguas del norte al sur. Comenzose este alzamiento cuando el terremoto en la falda de la dicha cordillera por ser tierra áspera y vivir allí los indios puelches que no han servido, para recogerse allí en los casos adversos y fueron prosiguiendo poco a poco sacando los unos consejo de los sucesos de otros...” (Juan de Matienzo. Carta al Virrey del Perú. Sin Fecha. ”Alzamiento y Rebelión de los Indios Araucanos. Varios Tocantes al Gobierno de las Indias.” Colección de Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la Historia Nacional. Tomo II. Documentos. Pág. 260.)
Ya para fines del siglo XVI, la historia continúa corroborando la tesis anterior, señalando en variados textos coloniales, que los puelches en manifestación de repudio a la ocupación wingka del área de Mallowelafkén, con la consecuente usurpación de sus parcialidades territoriales y disturbación del inmemorial orden social o Admapu, habrían desarrollado un papel bélico relevante que repercutió en la intervención y disturbación de la estabilidad y paz de la Villa Rica española. Los puelches asociados militarmente con sus peñis williches o hermanos del sur, formaron con estos, una poderosa alianza militar que iniciaría infatigables y efectivas hostilidades contra fortificaciones, encomiendas y ciudades hispanas entre los años 1552 y 1587; siendo los vecinos del distrito de la Villa Rica los más afectados por esta estratégica, organizada y efectiva Alianza Puelche-Williche. (Leonardo León: “ La Alianza Puelche - Huilliche y las Fortificaciones Indígenas de Libén, Riñihue y Villa Rica.” Revista Chungará Nº 10. Año 1985, Pág.42.)

LA INVASIÓN INCA Y RESISTENCIA MAPUCHE:
Fines de los siglos XV y principios del XVI, años 1470 - 1485 - 1536:







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