lunes, 30 de agosto de 2010

Villarrica, Chile: Historia, Arqueología y Tradición.-


LA ANTIGUA VILLA RICA
Historia, Arqueología y Tradición.-
Estudio Prehistórico, Etnocultural Mapuche, Histórico Colonial, Histórico Republicano y Folklórico del Área de Villa Rica.
Marco Aguilera Oliva. 2006.-
“...Por Abril en adelante poblé la Villa Rica, que es por donde se ha de descubrir la mar del norte: Hice cincuenta vecinos, todos tienen indios; y así iré conquistando y poblando hasta ponerme en boca del estrecho y siendo su majestad servido y habiendo oportunidad de sitio donde se pueda fundar una fortaleza se hará, para que así ningún adversario entre ni salga sin licencia de vuestra Majestad...”

Extracto de la carta
enviada por Pedro de Valdivia
al Emperador Carlos V.
-26 de Octubre de 1552. -
(Claudio Gay: “Historia Física y Política de Chile.” Documentos: Tomo I, Dcto. Nº 11, Pág. 242.)


PRESENTACIÓN:

Desarrollo y estructura del texto:
Este texto, intitulado “La Antigua Villa Rica. Historia, Arqueología y Tradición”, es un manual basado en la recopilación de antecedentes históricos-bibliográficos debidamente documentados, conjugados estos, con la relación e identificación oficial y extraoficial de sitios arqueológicos actuales, más el rescate de la información de la tradición oral y cultura popular local ; para así, con estos tres factores poder establecer una parte del interesante pasado de nuestra Villa Rica; historia, relatos y sitios de interés patrimonial que en su mayoría aún duermen en el desconocimiento público.
Para logro y materialización de este trabajo se contó con la valiosa y fundamental participación de vecinos urbanos y rurales, mapuches y chilenos, que suman más de 130 fuentes orales que aportaron su particular experiencia de la tradición, historia, relatos y leyendas locales. Como resultado de estas entrevistas se rescató la valiosa ubicación de más de 150 sitios de interés cultural de origen o filiación mapuche e hispano colonial del área de Villa Rica. Acompaña y sustenta a este trabajo el soporte histórico, bibliográfico y documental de más de 100 textos nacionales y extranjeros que, directa o indirectamente, se refieren a la existencia de la Villa Rica colonial y republicana. Destacamos también que varios de los sitios de interés cultural aludidos en este texto han sido reconocidos por profesionales del ámbito arqueológico y antropológico; entre estos especialistas podemos mencionar a Ximena Navarro (U. Católica de Temuko.), José Saavedra (Ministerio de Obras Públicas), Arturo Rojas (Monumentos Nacionales), Leonor Adán, Layla Harcha, Víctor Lucero, Rodrigo Mera (U. Austral de Puerto Montt); además del recordado arqueólogo don Américo Górdon.
Los capítulos primero y segundo de este trabajo están destinados a presentar de forma breve los antecedentes correspondientes al “Patrimonio Histórico, Cultural y Arqueológico de Villa Rica”: Legado de incalculable tasación intrínseca y patrimonial afectada actualmente por un triste desconocimiento público. La historia y arqueología local es el mayor tesoro de la Villa Rica; testimonio de un pasado que registra una existencia colonial de ya casi 500 años de historia; pasado de innumerables hazañas, reseñas históricas e incalculables sitios culturales centenarios correspondientes a la “legendaria, dilatada y sangrienta Guerra de Arauco”, que este texto presenta a las nuevas generaciones de la comunidad lacustre para su futuro conocimiento público, reconocimiento oficial como patrimonio nacional y el igualmente posible futuro rescate de estos sitios como lugares de interés turístico cultural. La mayoría de los sitios arqueológicos descritos en este trabajo corresponden a vestigios de fortificaciones hispanas, encomiendas hispanas rurales y edificios coloniales urbanos. Se incluye también la mención de algunas fortificaciones de procedencia mapuche del periodo prehispánico e histórico temprano, como igualmente aspectos relevantes de la tradición indígena ancestral local.
El tercer capítulo de este trabajo rescata la fascinante y desconocida actividad mineralógica de la Villa Rica española; actividad que siempre ha sido comúnmente cuestionada, quedando este antecedente en el mundo de la mera especulación, la leyenda y la sola fantasía popular. Por medio de este trabajo se logra demostrar que el pasado mineralógico de la Villa Rica fue verídico, amplio y fructífero. Para fundamentar la anterior declaración el autor indaga, en lo posible, los textos de los cronistas coloniales, cartas, probanzas de mérito, informaciones de servicios, relaciones, memoriales e instrucciones administrativas; redescubriendo de esta manera parte del contexto social y económico de la antigua Villa Rica hispana. No existe otro recurso, ya que la documentación oficial y oficiosa del cabildo, de la real hacienda y escribanías publicas de “La Rica”, se perdieron irremediablemente al ser destruida esta por los mapuches el 07 de febrero de 1602.
Se efectuó, además, una recopilación histórica mineralógica correspondiente a bibliografía posterior al siglo XVI que presenta oficialmente la información de yacimientos auríferos (oro) y argentíferos (plata) del área de las ruinas de la destruida y abandonada Villa Rica colonial. También este texto se avoca a la actual exploración, reconocimiento y estudio en terreno de los testimonios referentes a la indicación de sitios que según las crónicas, historia, la tradición y cultura popular señalan como áreas que presentaron labores y sondeos de minería de antaño; sean estos de data colonial o republicana contemporánea.
Los antecedentes mineralógicos mencionados por la historia, e igualmente, la información rescatada de la tradición oral local, cobran veracidad a la luz de los actuales registros del Notario y Conservador de Minas de Villa Rica, don Daniel Mondaca Pedreros, quien en sus archivos guarda tres extensos repertorios o carpetas públicas con expedientes de Manifestaciones Mineras o “Pedimentos Mineros” que contienen la inscripción y adscripción de presunción de existencia de minas que registran alrededor de 100 sitios mineralógicos vigentes situados en la comuna de Villa Rica y sus alrededores; áreas de interés particular que presentan e indican yacimientos de Oro, Plata y otros minerales metálicos y no metálicos; constatándose la primera inscripción oficial en marzo de 1967 y las dos últimas en agosto de 2005.
El cuarto capítulo de esta recopilación trata acerca de la legendaria existencia de tesoros y entierros ocultos por los habitantes hispanos coloniales, mapuches y colonos chilenos del área la antigua Villa Rica. En este capítulo al autor se centra, principalmente, en la presunta existencia de tesoros o fortunas hispanas coloniales amparados y fundamentados en la realidad histórica irrefutable que establece la explotación sistemática y organizada de oro y plata en la Villa Rica colonial, deduciendo de este modo la riqueza, prosperidad y bienestar de sus antiguos pobladores españoles; se suma, además, a esta información el inesperado y sorpresivo cerco o sitio mapuche y posterior destrucción de la ciudad y el casi total aniquilamiento de sus habitantes; se logra establecer, sin dudas, que estos antecedentes arrastran inevitablemente a la formación y acuñamiento de antiguas leyendas y relatos referentes a la existencia de valores, fortunas y riquezas ocultas por los anónimos y desesperados conquistadores hispanos previo al gran asalto y cerco mapuche de fines del siglo XVI.
La tradición y creencia popular referente a estos entierros y tesoros coloniales se presenta como una constante popular que se registra en todos los sitios que ocuparon las antiguas ciudades hispanas o “ciudades de arriba” destruidas por los mapuches entre los años 1599 y 1602. En las áreas correspondientes a las desoladas antiguas ciudades, generalmente, las personas al encontrar vestigios de antiguos emplazamientos hispanos, e incluso mapuches arcaicos, identifican y catalogan a estos como “entierros.” La hipotética correspondencia y designación de lugares o sitios de “tesoros o entierros” y la eventual concordancia de este distorsionado reconocimiento popular, con lo que verdaderamente corresponde a sitios de interés cultural de tipo histórico arqueológico, podría ser eventualmente utilizada en el estudio e identificación de los mismos. Para la elaboración de este capítulo el autor investigó y recopiló las crónicas coloniales y diversas fuentes históricas-bibliográficas en que se menciona este curioso tema. Se efectuó, además, el urgente rescate de los ya escasos antecedentes orales de creencias locales referentes a la hipotética existencia y especulativa ubicación de estos valores y riquezas ocultas; tema de especial atractivo e interés popular que el autor no a querido pasar por alto, para así satisfacer la siempre despierta curiosidad de niños y adultos en cuanto a estos antiguos e inmemoriales relatos se refiere.
Finalmente, queremos declarar que solo se puede llegar al conocimiento de una historia tan lejana mediante la equivalencia o recepción de esta en analogía e igual conocimiento de los sitios que fueron de data mapuche arcaica o hispánica colonial y que son identificados en este trabajo en el plano actual de la ciudad, sus inmediaciones y localidades adyacentes; solo así, con esta forma de "Traer la historia hasta nuestros días", el habitante cotidiano puede sopesar, aquilatar y comprender la trayectoria temporal de su ciudad, que es su propia historia; incentivando con esto el amor a sus raíces y la valoración del esfuerzo y entrega de hombres y mujeres mapuches e hispanos que en otros tiempos vivieron y soñaron junto al río Toltén, frente al hermoso lago e imponente volcán; hermosa geografía que hoy continuamos contemplando, nueve mil años después del primer asentamiento mapuche y a cuatro siglos y medio de la presencia hispana colonial.
Queda a tu disposición, y como aporte a la comunidad del área lacustre en general, este trabajo: un verdadero regalo para los amantes de la etnocultura, la tradición oral y la memoria histórica regional y local.




Grupo Histórico - Arqueológico de Villa Rica.
Villa Rica, Abril de 2006.













INTRODUCCION:

Pasado, Presente y Futuro de Villa Rica:
A orillas de la gran laguna de Mallowelafkén, en Abril de 1552 -en plena mitad del siglo XVI-, durante el reinado ibérico del Emperador Carlos V, y bajo el gobierno de don Pedro de Valdivia en Chile, emergió a la vida de la época de la conquista el asentamiento hispánico del periodo histórico temprano denominado “LA RICA”; colonia española que fue fundada con la calidad urbana de villa, ostentando el título y nombre de Villa Rica durante sus primeros años; no obstante lo anterior, con el correr del tiempo, en enero de 1559, contando y cumpliendo con los requisitos y formalidades, logró ser elevada a la categoría de ciudad de los antiguos Reinos de España. Desde entonces sería conocida y señalada en el contexto social administrativo de la época como la “Ciudad Rica.” (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. Primera Serie. Tomo XXVIII; Dcts. Nº XLVIII, LXII y LXV.)
”La Rica” logró posesionarse, en menos de una década, como una de las más pujantes y florecientes fundaciones del Reino de Chile del siglo XVI. La “Ciudad Rica” en su breve medio siglo de existencia, entre abril de 1552 y febrero de 1602, dejó amplios legados de historia y arqueología colonial poco difundidos y valorados en nuestra historia y cultura nacional; estos sitios de interés patrimonial aludidos corresponden al desarrollo de la primera etapa de la Conquista de Chile y por ende son un testimonio de la universalmente conocida, dilatada y sangrienta “Guerra de Arauco.”
A la Villa Rica del siglo XXI se le presenta un reto complejo y difícil: Compaginar la inmutabilidad de sus raíces étnicas e históricas con su proyección de futuro a la luz de las tendencias turístico culturales actuales; no es casualidad que un grueso contingente turístico internacional de alto poder económico adquisitivo se pose cada año sobre “los suelos americanos“ que presentan vestigios culturales del pasado reciente y remoto indistintamente. Las autoridades locales, profesionales del área y comunidad en general deberán, sí o sí, descubrir y proyectar las formas de optimizar y proteger los diversos sitios histórico-culturales circundantes a los lagos Mallowelafkén o Villa Rica, Koliko, Kaburgua, Kalafkén y sus respectivas áreas precordillerana y cordillerana propiamente tal: ¿Qué sitio de interés etnográfico arcaico, o histórico cultural posee hoy Villa Rica para ofrecer a esa gran masa turística holística-filantrópica y amante de conocer el remoto origen de las sociedades de otros pueblos? La triste respuesta descansa en la existencia de un solo sitio de interés actualmente disturbado, descuidado, abandonado y sin ningún tipo de señalética que lo identifique como tal. A esta interrogante, forzosamente, se agrega una segunda interpelación: ¿Cómo podemos lograr dar, igualmente, a conocer este riquísimo legado cultural a nuestra gente, al habitante cotidiano de estas zonas lacustres? La respuesta se presenta aquí simple y sencilla: Un solo sitio de interés cultural que haga referencia a estos hechos de antaño vale más que mil páginas de historia, apologética y difusión intangible de los mismos.
Hasta hoy -y es muy de lamentar- mediante el necesario desarrollo y progreso local, se han perdido ya varios sitios de interés histórico cultural rurales y urbanos de Villa Rica, y en cuya triste, inevitable y definitiva pérdida no existe otro responsable que el completo desconocimiento público de los mismos. Urge aquí rescatar, del olvido y desconocimiento, los mentados sitios de interés mapuches y coloniales locales; este es el primer paso para el afianzamiento de una herencia histórica fundamental, que sin duda, con el tiempo, demostrará sus frutos como impacto positivo en la ciudadanía local, puesto que asumir nuestra identidad arcaica e histórica conscientemente y solo en la medida en que seamos capaces de asumir y establecer esa identidad histórica común, será posible progresar en el camino de una amplia gama de nuevas vetas etnoturísticas e histórico arqueológicas que hagan más grande, interesante y atractivo el triangulo turístico del sur de Chile conformado por Villa Rica, Pukön y Köñaripe.
Este trabajo nace como un intento dirigido a satisfacer la carencia de información anteriormente descrita y para esto expone a los habitantes de la Villa Rica del siglo XXI más de 150 sitios de interés histórico-cultural con eventuales potenciales científico-arqueológicos y etnoturísticos; además, por medio de estas páginas pretendemos exponer y plantear conceptos de interés que impulsen al conocimiento de aquella atractiva e interesante historia, arqueología, tradiciones y leyendas de la antigua Villa Rica; intentando de esta manera generar diálogos en las diversas realidades culturales y sociales que conforman nuestra comunidad lacustre. Deseamos que las ideas, temas, tesis, hipótesis, conjeturas, especulaciones y conceptos aquí expuestos lleven a interpretaciones propias, generando intercambios que introduzcan a una valorización de los potenciales recursos patrimoniales culturales que existen actualmente en la zona y alrededores del área turística-etnográfica y turística-histórica de la gran laguna de Mallowelafkén y volcán Rukapillán.
El patrimonio cultural es el resultado espontáneo e inevitable de las relaciones humanas, sean estas espirituales o tangibles; esta manifestación de la “producción humana” es el retrato de una sociedad, pasada o presente, que se materializa e impregna en la identidad de una comunidad específica, otorgando a esta un legado de importancia etnográfica, histórica y social; resaltando de esta manera al grupo humano que la crea dando a sus futuros componentes, herederos de aquel patrimonio, un factor de identidad propio y exclusivo. El legado de un patrimonio cultural llega inevitablemente hasta nosotros, lo deseemos o no, implicancia que induce a quienes lo recibimos a buscar las maneras de valorar y difundir el esfuerzo, entrega e historia de aquellos que nos precedieron y eligieron siglos atrás vivir e interactuar donde ahora nosotros lo hacemos.
¿Cómo incorpora una ciudad su historia y tradiciones al contexto económico empresarial y comercial actual? Para el logro de este objetivo, queda a los hijos de esta tierra aledaña al lago Mallowelafkén, la imperiosa tarea del rescate local de la tradición ancestral mapuche y memoria histórica colonial; aspectos valiosos que en el futuro serán la clave para el desarrollo del turismo cultural de Villa Rica. Dentro de este ámbito, nos atrevemos a plantear que este texto tiene además el objetivo de indicar los sitios de interés cultural hasta hoy conocidos e identificados, sirviendo este trabajo como guía práctica para el futuro aprovechamiento de estos lugares arqueológicos en una modalidad de empresa desconocida aún en Villa Rica y toda el área lacustre: El TURISMO ETNOCULTURAL E HISTORICO. Esta nueva forma de empresa, ya aplicada en otras regiones, reporta cada año considerables ingresos a los particulares, comunidades y localidades que se atreven a invertir en ella; beneficiándose finalmente el aspecto económico empresarial turístico y el histórico cultural local. Ojalá que en un futuro no muy lejano existan en Villa Rica, Pukön, Kurarewe, Likán Ray y Köñaripe mentes, corazones, voluntades, recursos más amplios y auspiciosos que permitan de una vez por todas que en el área lacustre y precordillerana de los lagos Mallowelafkén y Kalafkén exista un sitio etnocultural mapuche o hispano colonial que sea alcanzado oficialmente por la siempre escasa luz del esquivo reconocimiento turístico patrimonial nacional y valorización histórica cristalizada en un real aprecio y mantención digna de estos sitios culturales; para así preservar, desarrollar y acrecentar la imagen turística local más allá del bien ponderado, simple y atractivo aprovechamiento de las bellezas naturales de nuestra zona.
Con el conocido y ya descrito incremento del turismo etnocultural e histórico en todo nuestro país y Latinoamérica en general, podemos asegurar que Villa Rica posee en esta área un rico potencial de capital comercial y turístico prácticamente aún inexplorado; Área Turística Cultural que finalmente es el mayor tesoro empresarial que a futuro podría reportar grandes ingresos económicos a sus habitantes; siempre y cuando estos sitios de interés cultural sean reconocidos y protegidos como tales. Desde el punto de vista de la investigación y conservación del patrimonio nacional resulta más que sugerente este hecho; solo el paso del tiempo permitirá que más habitantes de Villa Rica se den cuenta del enorme potencial turístico etnográfico, turístico arqueológico y turístico histórico que tiene bajo sus pies y ante sus ojos cada día.
Aquí esta, entre tus manos, la posibilidad de conocer un poco más de la ya olvidada etnohistoria del antiguo Estado de Arauco correspondiente al área del lago Mallowelafkén; como también de la historia de la Villa Rica española del Reino de Chile del siglo XVI, y republicana de los siglos XIX y XX. Esperamos que disfrutes de estas líneas, como nosotros igualmente lo hicimos durante la elaboración de este trabajo, indagando entre viejos libros y archivos de bibliotecas, la frecuente aventurada exploración en terreno y el amistoso e interesante diálogo con la gente sencilla pero sabia en antecedentes inéditos y secretos del ámbito rural y urbano, mapuche e hispano, de esta nuestra cuatro veces centenaria Villa Rica.




Marco Aguilera Oliva.
Villa Rica, Abril de 2006.


Verba Volant Scripta Manent!
Las Palabras Vuelan, lo Escrito Permanece!




CAPITULO I
SÍNTESIS ETNOCULTURAL E HISTORICA DE LA VILLA RICA
Conociendo un poco más a nuestros antiguos coterráneos.

ANTECEDENTES GENERALES DEL ÁREA ADYACENTE AL LAGO MALLOWELAFKÉN Y VOLCÁN RUKAPILLÁN:
-El patrimonio cultural: ¿Cómo se forman las culturas? ¿Cómo progresan y se consolidan los pueblos? Estas dos sencillas preguntas manifiestan el lúcido intento por establecer el pasado de un grupo humano o comunidad determinada; aspectos que reflejan la permanente inquietud de saber quienes somos y que lugar ocupamos en el contexto global de la evolución y desarrollo de la humanidad. Analizando la prehistoria sudamericana y la historia de nuestra patria, podemos decir que el área de Villa Rica se nos presenta con un patrimonio cultural privilegiado: El suelo de la Villa Rica cobija el oculto mensaje de un pasado prehistórico, etnocultural mapuche e histórico hispano colonial de importantísimo valor; aspectos de interés actualmente desconocidos, olvidados o simplemente ignorados; información que hemos querido re-descubrir prevaleciendo, con esto, la tradición ancestral y la memoria histórica local.
Existen ciudades emplazadas en territorios estériles históricamente y que se presentan, además, como centros urbanos que cuentan con reducidos antecedentes prehistóricos, históricos y etnoculturales. Afortunadamente este no es el caso de nuestra Villa Rica, que constituye una de las más antiguas ciudades fundadas en América, y por ende, uno de los primeros centros urbanos de Chile; aspecto de verdadera importancia patrimonial cultural, si consideramos que los hispanos conquistadores, generalmente, establecieron sus colonias en los mismos lugares en que existieron asentamientos prehistóricos o antiquísimos pueblos o poblados indígenas; así, podemos descubrir que los suelos de Villa Rica fueron de estratégico interés en la subsistencia vital arcaica durante el Periodo Precolombino; económico-militar durante la Conquista de Chile, y de consolidación del dominio-anexión en el desarrollo de la “Pacificación de la Araucanía” a fines del siglo XIX. Considerando estos tres factores anteriores, nuestra ciudad se nos presenta con un amplio horizonte inmemorial que, hasta nuestros días, aún continúa descubriéndose y estructurando. Una parte resumida de aquellos antecedentes prehistóricos, cultura etnográfica, e historia colonial y republicana de Villa Rica, es la que exponemos en este capítulo.
Por último, debemos destacar que para el desarrollo de los aspectos etnográficos mapuches transcribimos el mapud’ungu, o lengua mapuche, observando la toponimia local a la luz de los textos filológicos oficiales. Por tanto, no es de extrañar, que el área de Mallolafquén o Mallohuelafquén en estas líneas sea citada, en su contexto arcaico, como Mallowelafkén, o Huincacara como Wingkakara; Putúe como Wampotue; Calfutúe como Kallfutuwe, o Curarrehue como Kurarewe; etc. obedeciendo con esto al verdadero sentido etimológico - estructural de la palabra autóctona, siendo fieles a los actuales procesos de escrituración de la fonética mapuche originaria vigente, como lo son el Sistema Unificado y el Grafemario Raguileo. En el contexto de la lengua castellana, escribiremos “mapuche” en singular y “los mapuches” en plural; evitando con esto el tratamiento del término “Los Mapuche” citado y difundido en otros trabajos de investigación. Igualmente, en cuanto al nombre de nuestra ciudad, nos referiremos a esta, indistintamente, como La Villa Rica, La Ciudad Rica o simplemente La Rica; adhiriéndonos, con esto, a las denominaciones históricas coloniales utilizadas en el ámbito social, político-administrativo, eclesial y militar registradas en la documentación oficial y oficiosa del Reino de Chile del siglo XVI.

PREHISTORIA DE LA VILLA RICA:
-El remoto pasado en el área del lago Mallowelafkén y volcán Rukapillán:
Geología terrestre:
La historia de la geología terrestre posee una data científica que registra una edad aproximada de 4.600 millones de años. Durante este extenso periodo cronológico nuestro planeta registró innumerables procesos geomorfológicos como resultado de distintos desarrollos de etapas de tiempos geológicos.
La remoción de la primaria corteza Protenozoica, causada por movimientos Chánicos y Godwánicos, generaron la separación de los continentes hace unos 1.165 y 1.907 millones de años, dando forma a la Cordillera de los Andes durante el periodo Devónico; es decir, hace unos 420 a 380 millones de años. La formación de la Cordillera de los Andes habría tardado, aproximadamente, unos 100 millones de años, presentando su ultima adhesión de corteza durante el periodo Paleozoico, hace unos 300 a 280 millones de años.
En lo que respecta al marco geológico del relieve montañoso del territorio de la Araucanía y Centro Sur de Chile, podemos destacar que la orografía de la Cordillera de la Costa y las cadenas montañosas que existen entre los paralelos 34º y 45º presentan registros de vestigios de la Edad Carbonífera, lo que hace especular que su formación se generó a raíz de movimientos geotectónicos, registrados hace unos 300 a 250 millones de años durante el contexto geológico del Triásico Medio y el Terciario Inferior de la era Paleozoico. La consolidación definitiva del relieve montañoso regional local se establece entre 250 y 210 millones de años de la escala geológica.
Como ultima gran etapa de conformación y definición geográfica terrestre se distingue el Periodo Glacial, que se originó planetariamente hace unos 3 millones de años. Posteriormente, hace unos 27.000 y 12.000 años, debido al paulatino retiro de los hielos, la superficie terrestre local comenzaría a definirse lentamente en un proceso que duraría decenas de milenios. Medidos en unidades de tiempo geológico estas etapas de consolidación de geomorfosis se incluyen dentro del periodo Cuaternario de la era Cenozoico; es decir, entre 1,6 y 00,1 millones de años.
Volcán Rukapillán; Periodo Geológico Pleistoceno:
La incipiente actividad dinámica del núcleo planetario, manifestado a través de actividades geotectónicas, generó el constante roce o fricción de las placas terrestres en el periodo Pleistoceno. La fricción de placas causó una enorme liberación de energía de fuerzas centrífugas internas que elevaron porciones de la superficie terrestre, generando procesos de alteración del relieve que estructuraron las cadenas montañosas adyacentes a la ya presente Cordillera de los Andes. A fines del caótico Periodo Pleistoceno se registra la aparición de la chimenea y cono del volcán Rukapillán o Villa Rica, los cuales se habrían generado y estructurado hace aproximadamente unos 500.000 años.
El Volcán Rukapillán se formó a través de la subducción de la Placa de Nazca con la Placa Sudamericana o Continental, por medio de un movimiento llamado “de convección”, originado en el centro de la tierra; estas placas se friccionaron provocando fisuras o grietas en la placa Sudamericana, las cuales fueron aprovechadas por la fuerza cientrífuga del magma que emanó a la superficie por dos estructuras caldéricas traslapadas, ambas con cráteres. Junto a la conformación inicial del volcán Rukapillán, aparecieron también otras calderas traslapadas que finalmente derivaron en la existencia de los volcanes Llayma (3.125 mts.) ; Lonkimay (2.890 mts.) ; Ketropillán (2360 mts.) ; Lanín (3.117 mts.) y Choswengko (2.415 mts.)
El magma emanado por las dos calderas traslapadas del naciente Rukapillán se solidificó permanentemente, formando estratos o “capas” que finalmente estructuraron el edificio de un pequeño cono que presentaba un tipo de erupción denominada Estromboliana; es decir, que se manifestó con bastante fluido de lava de tipo basáltica, rica en hierro y níquel; material ígneo que al solidificarse una capa sobre otra, a través de milenios, conformaron finalmente un macizo activo correspondiente a un gran edificio cónico compuesto o estrato volcán, formado por capas geológicas magmáticas solidificadas superpuestas que alcanzaron 2.847 mts de altura sobre el nivel del mar.
El imponente volcán Rukapillán, además de sus 2.847 mts de altura, posee un cráter de 200 mts de ancho que presenta un lago de lava de 1.250 ºC con exposición de fumarolas permanentes; la base de su edificio cónico es de, aproximadamente, unos 35 a 40 kms. de diámetro, extructura que presenta un glaciar de 40 kms. cuadrados (8 kms. cúbicos) que constituyen una superficie total general de 400 kms. cuadrados. La vida activa de un volcán se estima entre 2,5 y 3 millones de años, considerándose al gran Rukapillán o cono activo del Villa Rica, de solo 500. 000 años, como un volcán relativamente joven.
El volcán Rukapillán, o Villa Rica, es un cono compuesto o estrato volcán activo que se generó y estructuró hace, aproximadamente, unos 500.000 años, durante el Periodo Geológico Pleistoceno.
El cono del Villa Rica actualmente es considerado como el segundo volcán más activo de América -después del volcán Lascar, situado en el norte de Chile- y es catalogado técnicamente como una chimenea central o “ventana” que conecta a la cámara magmática con la superficie a través de la fractura de la corteza terrestre denominada “Cinturón de Fuego del Pacifico”, corteza que integra a los volcanes existentes desde Alaska hasta Tierra del Fuego y desde las Aleutianas a Nueva Zelanda, pasando por Japón e Insulandia. El Volcán Villa Rica cuenta con 59 erupciones históricas registradas; las más importantes se desarrollaron durante los años 1558, 1575, 1640, 1647, 1675, 1751, 1775, 1822, 1869, 1874, 1876, 1883, 1894, 1908, 1929, 1948-49 (con 50 víctimas), 1963-64 (25 víctimas), 1971-72 (30 víctimas) y 1984-85. Las últimas manifestaciones de actividades de alto riesgo se desarrollaron entre 1997 y 1998 las cuales, gracias a la liberación de energía de otros volcanes de la región del Pacifico Sur, finalmente no desembocaron en una actividad eruptiva propiamente tal.
El volcán Rukapillán, o volcán Villa Rica, ejerció un enorme magnetismo e incidencia espiritual-cosmológica sobre la arcaica etnocultura local. La palabra mapuche Pilláñ o Pillán identifica el AM o energía vital de un pariente o familiar difunto, “espíritu”, “ánima” -Am, Pëllü, Alwe o Alhue- que en su trayecto al Wenumapu, o cielo mapuche, se deposita en algunos elementos de la naturaleza o vaga por el espacio de manera incorpórea, constituyendo esta creencia un importante concepto en la cosmovisión mapuche. En el área de Challupén - Pukura se rescatan antiguas leyendas que describen y reconocen a este volcán como morada transitoria de las almas de los antepasados mapuches, de ahí su nombre originario: Ruka: casa; Pillán: espíritu, espíritus, ánima; Rukapillán: “Casa de los Espíritus”.

Conformación geográfica definitiva; Periodo Geológico Pleistoceno - Holoceno:
La geografía del área cordillerana de la actual Novena Región comienza su formación en el periodo pleistoceno. Para esta era de hielo, iniciada hace unos 3 a 2,5 millones de años, el área de Villa Rica estaba cubierta por extensos glaciares, que posteriormente, con el transcurso de los milenios, darían origen a un solo gran lago o mar interior que estaba compuesto por las actuales cuencas de los lagos Mallowelafkén o Villa Rica, Kaburgua, Koliko, Willipilún, Kalafkén, Panguipulli y Pelleifa. La finalización del último gran periodo glacial o era de hielo se inició alrededor de 27.000 a 25.000 años y finalizó hace unos 12.000 años, periodo en que se desarrolló un paulatino retiro de los glaciares. El retiro permanente de los gruesos casquetes de hielo glaciar generó un trabajo de erosión y meteorización, conocido técnicamente como Gelifracción, provocando un efecto deposicional masivo de sedimentos, teniendo estos un profundo efecto sobre la temprana orografía local presentando, a través de miles de años, continuos lentos cambios geográficos a medida que los hielos de los glaciares avanzaban o retrocedían. El dinamismo, cambios y retiro permanente del hielo, en las denominadas Zonas de Desgaste, establecieron la conformación erosiva o accidentes geográficos de cadenas montañosas ya existentes; seguidamente, el pausado aumento de temperatura planetaria provocó un creciente masivo deshielo que origino el aislamiento definitivo de los grandes lagos, generándose, al mismo tiempo, una rica red hidrográfica tributaria de estos mismos configurándose, de esta manera, nuestra actual geografía y paisaje.
Los enormes cantos rodados, el limo arenoso, partículas arcillosas y otros sedimentos materiales transportados por las aguas corrientes de los grandes deshielos fueron deposicionados en el lecho del lago. Las acumulaciones permanentes de materiales arrastrados hasta la cuenca hidrográfica conformaron depósitos sedimentarios que generaron los actuales abundantes estratos y bancos de arcillas existentes en el Mallowelafkén o lago Villa Rica. Finalmente, con el definitivo retiro y ausencia de los hielos, o casquete glaciar, la capa superficial comenzó a manifestar una mayor abundancia de factores bióticos como las monocotiledóneas, abundante flora, asociación de microalgas, líquenes y musgos que se incrementaron gradualmente, dando paso a la aparición de plantas herbáceas y leñosas menores como madis, quínoas, tucas, quilas y chilcos; hasta posesionarse los grandes árboles como la araucaria o pehuén, coihues, notros, lengas, chauras, nirres y radales; especies que finalmente conformaron extensos bosques templados. La frondosa vegetación aumentó la presencia del hábitat animal que incluía carpinteros negros, choroyes, patos, traros y cóndores; además de lagartos, culebras y lagartijas de cola corta; coipos, chingues, vizcachas, liebres, pudúes, huemules, llamas y guanacos que provocaron la presencia de depredadores como el zorro culpeo y el puma o león americano. La simbiosis y sistema ecológico arcaicos aún perduran hasta nuestros días, presentando reducidas alteraciones debidas a la ausencia de algunas especies que emigraron o se extinguieron.
Lago Mallowelafkén; Periodo Geológico Holoceno, fín de la última etapa Glacial:
En el Periodo Geológico Holoceno, hace unos 12.000 y 11.000 años, el milenario e irreversible derretimiento de los casquetes glaciares generaron el definitivo aislamiento de los lagos, que en un principio formaban una sola gran cuenca hidrográfica o mar interior que abarcaba la zona sureste de la IX región y noroeste de la X región. El último gran glaciar del área de Villa Rica se retiró hacia la cordillera por lo que es el actual valle del río Trankura. La acción de expansión-contracción de los antiguos milenarios glaciares provocó la excavación de amplias cuencas al pulir el lecho de roca y redistribuir los materiales arrancados; posteriormente el derretimiento de los hielos del casquete glaciar del contrafuerte cordillerano generó la existencia de una gran cantidad de agua corriente dispersa que constituyó una rica red fluvial tributaria que fue recepcionada por la cuenca hidrográfica ya existente, la que gracias al limo arenoso y a la impermeabilidad de los depositos o estratos de los abundantes, extensos y uniformes bancos de arcillas presentes en su lecho, generaron el establecimiento definitivo de un gran lago al cual los primeros habitantes llamaron Mallowelafkén, vocablo que en lengua mapuche significa “Lago donde hay greda blanca”. (Mallo: Greda blanca; We, Hue: Lugar donde hay; Lafkén: Lago.)
Hace 12.000 años, en Periodo Holoceno, el último gran glaciar del área de Villa Rica se retiró por el actual valle del río Trankura; sus deshielos consolidaron la masa hidrográfica de la cuenca del lago Mallowelafkén o Villa Rica.
El Mallowelafkén es un lago de origen glaciar cuyas aguas, ante la posterior total ausencia de los hielos, subieron paulatinamente su temperatura aportando a su entorno una agradable condición de microclima templado; cuenta con una superficie de 170 kms. cuadrados, es decir, 17.300 hectáreas de superficie. Se encuentra a una altura de 230 metros sobre el nivel del mar; su profundidad máxima aproximada es de 236 mts. Posee una pequeña isla o “Pichi Wapi” que los antiguos mapuches llamaron Ayllaküllem, cuya traducción corresponde a “Nueve Lágrimas”, término que finalmente fue difundido como “Aillaquillén”; no obstante, e indistintamente, los actuales habitantes de Villa Rica identifican popularmente a esta isla con el nombre de “El Morro”. Según la tradición mapuche arcaica el lago Mallowelafkén contaría con un Weküfü o entidad protectora identificada como un Ngenko o “Dueño de las Aguas”, espectro o elemental de la naturaleza que es representado como un gnomo anfibio con aspecto de Trauko, de largos cabellos rizados y conocido con el nombre de Shompalwe o Chompawe. (de Chompü: Crespo, rizado; y Alwe: Ánima, espíritu o fantasma.)

Formación del río Toltén:
El gran río Toltén se presentó como desaguadero o drenaje natural del lago Mallowelafkén conformándose su modelado fluvial al mismo tiempo que este, hace unos 12.000 años. Su hoya hidrográfica es de 839.200 metros cuadrados, es decir, unos 8.040 kms. cuadrados. Posee un curso fluvial que recorre 123 kms. de la Araucanía, tributando finalmente sus aguas al Océano Pacífico. Los principales afluentes del Toltén son los causes de los ríos Pedregoso y Allipén, en su ribera norte; y Voipir y Donguil por el sur.
Los antiguos habitantes mapuches conocieron a este río con el nombre de Trolténleufu o Trolténweleufu, que significa “Río en cuya ribera hay cardos”. (Troltén: Especie de Cardo autóctono; We, Hue: Lugar donde hay; Leufu: Río.)
El topónimo Trolténleufu, con el tiempo, sufrió una contracción y deformación, conociéndose finalmente a este río con el simple y españolizado vocablo de Toltén. Las riberas, lecho y torrentes del gran río Toltén, junto a las aguas y playas del lago Mallowelafkén, con el transcurso de los siglos, se manifestarían como una gran fuente de alimentos a través de la pesca y la caza de avifauna; aspecto que se presentaría como factor decisivo en el futuro poblamiento de esta área geográfica. El cause de este río constituiría, en la época de diferenciación étnica, la frontera cultural entre mapuches y williches: Los mapuches se instalarían entre los ríos Cautín -o Kagtén- y río Toltén; por otra parte los williches dominarían el territorio comprendido desde la ribera sur del Toltén hasta el Golfo de Reloncaví.

Teoría del poblamiento del continente americano:
Los estudios científicos actuales afirman que los primeros habitantes de América arribaron desde Siberia, alcanzando el territorio de Alaska a través del Estrecho de Bering, hace unos 26.000 años; para ese periodo el océano adyacente al área oeste norteamericana de Bering estaba cubierto de hielo, lo que habría facilitado el desplazamiento migratorio humano motivado por el factor de seguimiento y caza de grandes manadas de animales.
Los grupos humanos que conformaron esta primera corriente migratoria prehistórica eran dolicocéfalos de aspecto físico Australoide que constituían tribus nómadas cazadoras-recolectoras con precario conocimiento técnico lítico. Para el año 18.000 a. de C. estos grupos ya se presentaban diseminados por ambas laderas de la Cordillera de los Andes de la actual región chileno-argentina, originando la aparición de las primeras culturas paleolíticas australes: los Comechingones, Puelches, Pewenches, Onas y Tewelches.
Una segunda corriente migratoria prehistórica se habría producido alrededor del año 9.000 a. de C. originando en tierras americanas la aparición de la cultura Mesolítica. Estos grupos humanos eran braquicéfalos que provenían del norte de Asia; se establecieron preferentemente en las zonas costeras del continente. En lo que respecta a Chile estos asentamientos originaron finalmente la aparición de las etnias canoeras como Chonos, Alacalufes y Yaghanes.
Finalmente, una tercera corriente migratoria prehistórica se presentó hace unos 5.000 años, iniciando el establecimiento de la cultura de las piedras horadadas o “piedras tacita”. Los componentes de estos grupos se identifican como braquicéfalos de rasgos mongoloides acentuados que poseían conocimientos rudimentarios en agricultura y alfarería. Estos grupos se instalaron en la región chileno-argentina mezclándose con los grupos anteriores por medio de una transculturización que se desarrolló y materializó solo con el correr de los milenios.
Para el inicio de la Era Cristiana el Centro Sur de Chile recibió influencias de culturas asentadas en otras latitudes; la primera intervención cultural local la efectuó la cultura Chavin, establecida al interior de Perú y que ya había irradiado su influencia a las culturas Chimu y Nazca en las costas de Perú, proyectándose y alcanzando, desde ahí, a los vecinos pueblos originarios chilenos derivando en un aporte materializado en conocimientos generales de confección básica de tejidos y cestería.
Teoría del poblamiento de América y ruta de las principales emigraciones arcaicas.
Ya en el siglo V de la era Cristiana, año 400 d. de C, las etnias chilenas reciben de lleno la influencia del pueblo Aymará o Colla que expandía la cultura Tiahuanaco, originada a orillas del lago Titicaca, la que aportó conocimientos en las áreas de agricultura confección de alfarería utilitaria.
Entre los siglos XI y XII, es decir, entre los años 1000 y 1100, la etnia del sur de Chile denominada Chinchas comienza a interrelacionarse y mezclarse con Atacameños y Diaguitas; la cultura de estos dos pueblos se extendería con fuerza, alcanzando e influyendo hasta el Golfo de Reloncaví; aspecto que se evidencia en los restos culturales correspondientes a elaborados y hermosos cerámicos con características decorativas nortinas. En este periodo se habría presentado una intespectiva invasión que afectó a las étnias del centro sur de Chile; hipotéticamente, esta irrupción violenta la habría efectuado un pueblo amazónico del área Tupi-Guaraní, grupo humano de comportamiento agresivo y belicoso que con su presencia disturbó profundamente a las tribus originarias locales y finalmente, con el transcurso de los siglos, terminó fusionándose culturalmente con ellas.
Entre los siglos XI y XII el pueblo Quechua crea el Imperio Tahuantinsuyu o Imperio Inca, que tenía por capital al Cuzco, y que dominó culturalmente el área andina oriental sudamericana. En el año 1460 d. de C., esta cultura dominaba ya todo el norte de Chile; el año 1485, en su expansión a tierras australes se encontró con algunas tribus originarias del centro sur de Chile, las que opusieron tenaz resistencia, manteniendo el río Maule como limite territorial y cultural de aquel poderoso imperio del norte. Los invasores del imperio Tahuantinsuyu reconocerían el valor y organización militar de este indómito pueblo bautizándolos con el nombre de Aucaes o Aucas, vocablo quechua que significa “Rebeldes o Libres”. Por su parte los denominados “Aucaes” o componentes de los pueblos del sur de Tchili o Chili se consideraban así mismos e individualmente como Reche, es decir, “El Hombre Verdadero y Autentico” aspecto que los llevaba a reconocerse como únicos “Dueños de la Tierra”; amplio concepto que los indujo a autodenominarse colectivamente como Mapuches o “La Gente de la Tierra”. Finalmente, con el descubrimiento de América y el arribo de la cultura hispana a tierras mapuches, a mediados del siglo XVI, este pueblo de lanzas, cultrunes y trapelacuchas sería inmortalizado por la cultura occidental que los denominó y dio a conocer universalmente como “Araucanos.”

Teoría del poblamiento del área Centro Sur de Chile:
Con relación al poblamiento general del área austral americana, como exponíamos recientemente, se establece que el hombre primitivo arribó al continente americano desde Asia vía Estrecho de Bering, aproximadamente unos 26.000 a 15.000 años antes de Cristo. Estas agrupaciones prehistóricas, movilizándose de norte a sur, subsistieron de la caza y la recolección de vegetales y frutos alcanzando las llanuras patagónicas hace unos 10.000 a 8.000 años a. de C. Entre unos 9.000 y 6000 años a. de C., algunas bandas o grupos migratorios se abrían trasladado desde la Patagonia hasta tierras orientales allende a los andes, utilizando para esto los pasos cordilleranos del centro sur de Chile. De esta manera las tribus nómades, en oleadas permanentes, franquearon la gran cordillera en busca de un territorio menos hostil para la supervivencia. En el contexto de sobre vivencia y subsistencia étnico migratorio el sitio geográfico de la gran laguna de Mallowelafkén o lago Villa Rica, una vez establecido definitivamente en todos sus términos geomorfológicos, se presentó como un lugar de características optimas para el desarrollo de grupos humanos arcaicos de distintos tipos y complejos culturales correspondientes, primeramente, a bandas nómadas recolectoras y cazadoras y, posteriormente, a grupos aldeanos habitantes de pueblos o asentamientos preagroalfareros o agroalfareros.
Como señalábamos anteriormente, se estima que el poblamiento del área costera centro y cordillerana del paralelo 39 de la Villa Rica se produjo aproximadamente hace unos 9.000 a 6.000 años antes de Cristo. Sin embargo, nuevas teorías científicas relacionadas al poblamiento prehistórico del área de la Novena y Décima regiones establece que los primeros indicios de vida humana en este punto de América se habrían registrado en un tiempo intermedio estimado entre unos 12.500 a 13.000 años, no obstante, a fines del siglo XX algunas comisiones científicas realizaron estudios arqueológicos que indicarían que el poblamiento de esta área se habría registrado hace unos 14.000 años; teoría sustentada sobre la base del análisis de las pruebas de radio carbono efectuadas el año 1998 a restos orgánicos prehistóricos hallados en el sitio cultural de Monte Verde, ubicado a 35 kilómetros al suroeste de Puerto Montt, en la Décima Región de los Lagos. Sin embargo, un posterior estudio científico efectuado el año 2001 por Tom Dillehay, denominado “Monteverde I “ arrojó una data de presencia humana en el área que fluctúa entre los 33.370 y 33.020 años; antecedentes que, sin duda, llevarán al replanteamiento de la actual teoría general de poblamiento del continente americano.
En cuanto se refiere al área cordillerana de Villa Rica, el sitio de interés cultural de ocupación humana arcaica de mayor antigüedad se encontraría en la localidad de Pukura Alto, al noreste del Kalafkén, comuna de Panguipulli. El sitio prehistórico identificado como “Marifilo 1”, registraría una data científica que fluctúa, aproximadamente, entre 9.500 a 9.700 años de antigüedad.

ANTECEDENTES GEOGRÁFICOS GENERALES Y PRIMEROS POBLADORES
DEL ÁREA DEL MALLOWELAFKÉN:

-Geografía óptima para la subsistencia humana.
La estratégica localización del sitio existente en el ángulo formado por el nacimiento del río Toltén y la ribera sur del lago Mallowelafkén y áreas circundantes, se distingue por la existencia de una meseta o terraza lacustre un poco levantada poseedora de un fértil suelo para la agricultura; además del extenso lago, varios esteros, arroyos y la presencia del gran río Toltén ofrecieron recusos dulceacuícolas que en conjunto fueron aprovechados como fuentes permanentes de alimentación primaria a través de la pesca y caza de abundante y variada población avifauna. Así, esta área ribereña, rodeada de un frondoso bosque templado se presentó, igualmente, como un sitio de entornos geográficos privilegiados para la seguridad y control territorial tribal que provocaron, finalmente, el asentamiento permanente de grupos humanos arcaicos.
Otros factores de interés que afianzaron la presencia humana arcaica permanente, fueron la existencia de recursos líticos o explotación de yacimientos volcánicos de magma cristalizada u obsidiana y también de yacimientos de cuarzo que facilitaron la confección de armas de caza y herramientas de uso cotidiano. No obstante el interés de los recursos líticos anteriores, el principal factor que provocó la habitación y asentamiento definitivo del área del lago Mallowelafkén, o Villa Rica, fue la existencia de ricos y extensos bancos de arcilla o greda de gran plasticidad que fue utilizada como materia prima en la confección de artículos de alfarería. La existencia de extensos bancos de arcilla o caolín en el área de Villa Rica correspondería a la deposición milenaria de sedimentos de origen glacial provocada por la gelifracción o desgaste de la superficie geológica por parte de la dinámica de expansión y contracción de los hielos de casquetes glaciares durante el Periodo Pleistoceno.
La arcilla blanca o caolín denominada “mallo” por los habitantes originarios daría nombre a este sitio geográfico de habitación prehistórica, denominación que perdura hasta nuestros días: Mallowelafkén, que, como ya sabemos, en lengua mapuche significa: “Lago Donde hay Greda Blanca” reconociendo así el único paraje ribereño de la Araucanía que posee, “a flor de piso y a la vista” innumerables bancos o yacimientos de este mineral no metálico, materia prima en la industria de porcelana y cerámica actuales. Cabe destacar que a la greda gris o arcilla común, con menos plasticidad que la blanca, era conocida por los mapuches con el nombre de Ragko.
Sin duda, estos factores de interés arcaico expuestos fueron de especial determinación para el asentamiento esporádico, transitorio o semi-permanente de bandas o grupos humanos prehistóricos de comportamiento y vida nómada, como tribus recolectoras, cazadoras y pescadoras en el período arcaico; y lo que es más importante arqueológicamente: La posterior existencia de tribus sedentarias o de asentamiento permanente de los períodos preagroalfarero y agroalfarero, las que sin duda ocuparon el antiguo sitio de la Villa Rica y el área adyacente al lago Mallowelafkén aprovechando el microclima templado generado por la condición de área lacustre, generoso aspecto climático que era potenciado por los permanentes vientos orientales o “puelches” provenientes de las semiáridas pampas patagónicas. Estas tribus sedentarias arcaicas fueron las que finalmente darían origen a los vestigios culturales o arqueológicos que aún hoy son palpables científicamente, siendo estos mismos objeto de minuciosos estudios.
El antecedente científico oficial registra que los primeros indicios de grupos humanos arcaicos en el área centro sur de Chile se generaron hace unos 9.000 a 6.000 años antes de Cristo. El advenimiento de la presencia humana se habría efectuado, teóricamente, desde la región amazónica Tupi-Guaraní, desde la cual grupos nómades de cazadores y recolectores se habrían trasladado a través de las pampas patagónicas llegando al actual territorio chileno franqueando los pasos cordilleranos entre los que se contaba principalmente el del área de Villa Rica, actual paso Mamül Malal o Tromen. (Tom Dillehay: "Observaciones y Consideraciones sobre la Prehistoria y la Temprana Época Histórica de la Región Centro Sur." Artículo: Estudio Antropológico sobre los Mapuches de Chile Sur Central - Página 12.)
Así, las tribus peregrinas provenientes del Amazonas, una vez terminado su vagabundaje y travesía por las inhóspitas y semidesérticas llanuras patagónicas, y tras franquear la fría cordillera se encontraron con bosques templados, un clima y territorio relativamente generoso en condiciones, alimentos y recursos dulceacuícolas, instalándose, primeramente, en el área de los grandes lagos, prosiguiendo con el gradual poblamiento de los valles centrales, grandes ríos y zona costera. El año 1999 los arqueólogos Leonor Adán y Rodrigo Mera descubrieron el sitio arqueológico “Marifilo I”, ubicado entre Likán Ray y Köñaripe, en el sector de Pukura Alto. En aquel lugar los profesionales de la Universidad Austral de Valdivia, efectuaron un estudio de restos culturales arcaicos arrojando estos una data aproximada que supera ampliamente los 9.500 años (Cal B P 9490-9295, BETA 138919.), siendo oficialmente el depósito de registro científico de vestigios humanos prehistóricos o de ocupación humana arcaica, de más antigüedad en el área precordillerana correspondiente a las comunas de Villa Rica y Panguipulli.

Hace unos 9.000 a 6.000 años, tribus patagónicas franquearon la Cordillera de los Andes y se asentaron en la región Centro Sur de Chile. Uno de los pasos cordilleranos utilizados habría sido el “Boquete” o “Abra” de la Villa Rica; actual paso Mamül Malal o Tromen.

Complejos Culturales:
El Complejo Cultural, indica la pertenencia temporal y étnica de un grupo humano antiguo, señalando sus particulares rasgos y costumbres que distinguen a una colectividad determinada de sus demás contemporáneos culturales. La distinción de grupos étnicos locales, en tierras del sur de Chile, comienza a definirse con la aparición e invasión de una tribu de carácter altamente belicoso denominada Moluches. Esta tribu proveniente del área noroeste de las pampas patagónicas habría penetrado hasta el centro sur de Chile entre los siglos XII y XIII, es decir, alrededor de los años 1100 y 1250 después de Cristo, aproximadamente unos dos siglos antes de la invasión incaica. Los moluches conocidos también como Ngulluches o “gente del oeste”, eran invasores que arribaron al territorio de Tchilli en sucesivas oleadas desalojando gran parte de la población encontrada: un pueblo bastante culto y autor de la lengua “araucana”, que llegado del norte, se había fusionado con los pescadores autóctonos.
Los moluches, una vez asentados en territorio chileno, interactuaron con las restantes etnias adoptando su lengua; por su parte, los moluches, aportaron a las tribus originarias, sus técnicas de guerra y dominio, experiencia combativa que les había generado su denominación étnica arcaica: Molun: guerrear; Che: gente; “Gente de guerra o guerreros”, posteriormente el enfrentamiento particular de núcleos pertenecientes a esta tribu con huestes invasoras incaicas les llevó, por parte de estos, a la denominación de Aucaes o rebeldes. (Ricardo E. Latcham: “El Problema de los Araucanos. Sus Orígenes y su Lengua.” Revista Atenea, Año IV, Nº 06, Santiago. 1927.)

Diferenciación étnica definitiva:
Las tribus moluches, al desembocar violentamente a la zona comprendida entre los ríos Itata y Bio Bio, enfrentaron salvajemente a las poblaciones originarias que se auto denominaban Chinchas dividiendo en dos, étnica y territorialmente, a este basto grupo humano originario: Las agrupaciones chinchas que quedaron al norte de la agresiva tribu moluche se denominaron Pikunches, - gente del norte- y a los grupos humanos dispersados hacia el sur se les llamó simplemente Wiliches (de willín: sur.)
Por su parte, los moluches, una vez asentados, formaron una estrecha relación con algunas tribus locales y finalmente se auto denominaron Mapuches o “Gente de la Tierra”; los moluches finalmente, por transculturación, asimilaron la lengua y costumbres de los habitantes originarios formando junto a los pickunches y Williches una especie de confederación que a través de los siglos dio origen al gran e indómito Pueblo Mapuche, cuyos componentes se consideraban Reche, es decir, “El Hombre Verdadero y Autentico”, y a los que el poeta y conquistador de Chile Alonso de Ercilla bautizaría para la posteridad como “Araucanos.” (Tomás Falkner: “Descripción de la Patagonia” Pág. 71.- Y Esteban Erize: “Diccionario Comentado Mapuche - Español”; léase “Moluche”)
La distinción e identificación basada en la existencia de grupos humanos arcaicos que ocuparon el área de la actual región de la Araucanía se divide, según su mayor a menor antigüedad, en diversas etapas denominadas complejos culturales. El criterio científico utilizado para catalogar las diferencias entre uno y otro periodo cultural humano radica fundamentalmente en los rasgos y costumbres referentes a la elaboración de alfarería y la manera de sepultar a sus muertos.
El inicio de la más temprana edad calculada entre los 8.000 y 6.000 años a. de C. se denomina período paleoindio (paleo: antiguo), el que con el transcurso de los siglos evolucionaría dando origen al período preagroalfarero de los cuales arqueológicamente existen innumerables piezas y elementos líticos (piedras) labradas y pulimentadas; sin embargo, el antecedente humano prehistórico que más vestigios culturales presenta es el periodo posterior, periodo humano evolutivo denominado agroalfarero, que gracias a la técnica de elaboración de artefactos y piezas utilitarias de greda o arcilla cocida, nos legaron un amplio y riquísimo testimonio de la existencia de un pasado que es posible conocer y admirar por medio de la fascinante alfarería de aquel trascendental período.
En el desarrollo del señalado periodo agroalfarero se distinguen dos subperiodos bien definidos: El paleoaraucano y el neoaraucano (Monsty Grete: "Prehistoria de Chile", Pág. 136 a 142.)
1. -El período cultural paleoaraucano abarca toda la época anterior a la llegada del conquistador español; ubicándose en el contexto cultural global del periodo conocido como precolombino o prehispánico.
2. -El segundo período denominado neoaraucano corresponde al desarrollo humano étnico en convivencia e interacción forzada con la presencia occidental hispana y posteriormente también chilena; periodo que se extendería, incluso, hasta principios el siglo XX. En el desarrollo de este ultimo periodo neoaraucano se destacan dos fuentes de estudio histórico, antropológico y arqueológico:
- a.- El período histórico temprano, también conocido como periodo de contacto temprano mapuche-español, que abarca la conquista del Reino de Chile entre los años 1541 y 1602.
- b.- Y el período histórico tardío de contacto mapuche-español con fecha posterior al año 1602, abarcando todo el siglo XVII.
En Villa Rica los mapuches interactuaron directamente con los hispanos por un lapso de medio siglo, periodo comprendido entre abril de 1552 y febrero de 1602.
Cementerio Indígena o “Eltun” con las típicas figuras de madera funerarias llamadas Chemamül o “Gente de Madera”. Las diferencias entre los periodos culturales radican, principalmente, en los rasgos o técnicas de alfarería y manera de sepultar a sus muertos..
Grupos humanos precolombinos del área del Mallowelafkén:
Entre los grupos humanos arcáicos del área del Mallowelafkén -actual lago Villa Rica- o anteriores al Descubrimiento de América o Conquista Española, se reconocen tres tipos de etnias interrelacionadas y pertenecientes a la gran familia mapuche: Los Williches (Gente del Sur) diseminados entre la costa, centro y precordillera; y los Pewenches (Gente de los Piñones) que abarcaron el área subcordillerana y cordillerana propiamente tal. Sin embargo, históricamente, se registra que las tribus que mantenían un dominio permanente del área circundante a la laguna de Mallowelafkén, habrían correspondido a la temida y belicosa étnia de los Poelches o Puelches (Gente del Este), grupo humano que aprovechando los boquetes o pasos cordilleranos habría habitado parte de los valles y zonas lacustres precordilleranas orientales, intervenido culturalmente a las etnias originarias. La existencia de componentes de la étnia puelche en el área geográfica en la que se emplazaría la futura Villa Rica la rescatamos de una fuente histórica temprana del contacto hispano-indígena, crónica que da cuenta de la orden que diera Pedro de Valdivia a su adelantado Gerónimo Alderete con relación a la primera fundación de Villa Rica:
“...Y por que envió a Alderete a poblar una ciudad en el valle de los Poelches, que es donde le dijeron que estaban las minas de plata, trazando en su predio, que si era verdad el tiempo las descubriría y se ennoblecería el Reyno, llevó consigo a Villagra...” (Alonso Góngora Marmolejo: “Historia de Chile. Desde su Descubrimiento Hasta los Años de 1575.” Cap. XIII. En CDC. Tomo II.)
Posteriormente, una vez fundada e instalada la Villa Rica, y durante el gobierno de García Hurtado de Mendoza, un documento escrito por Juan de Matienzo, registra que el área de la Villa Rica estaba poblada por tribus de la étnia Puelche:
“...Los términos de estas tres ciudades, Valdivia, Osorno y Villa Rica, consisten entre la costa del mar y la gran sierra nevada en anchura de quince o veinte leguas del norte al sur. Comenzose este alzamiento cuando el terremoto en la falda de la dicha cordillera por ser tierra áspera y vivir allí los indios puelches que no han servido, para recogerse allí en los casos adversos y fueron prosiguiendo poco a poco sacando los unos consejo de los sucesos de otros...” (Juan de Matienzo. Carta al Virrey del Perú. Sin Fecha. ”Alzamiento y Rebelión de los Indios Araucanos. Varios Tocantes al Gobierno de las Indias.” Colección de Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la Historia Nacional. Tomo II. Documentos. Pág. 260.)
Ya para fines del siglo XVI, la historia continúa corroborando esta tesis, señalando en variados textos coloniales, que los puelches en manifestación de repudio a la ocupación wingka del área de Mallowelafkén, con la consecuente usurpación de sus parcialidades territoriales y disturbación del inmemorial orden social o Admapu, habrían desarrollado un papel bélico relevante que repercutió en la intervención y disturbación de la estabilidad y paz de la Villa Rica española. Los puelches asociados militarmente con sus peñis williches o hermanos del sur, formaron con estos, una poderosa alianza militar que iniciaría infatigables y efectivas hostilidades contra fortificaciones, encomiendas y ciudades hispanas entre los años 1552 y 1587; siendo los vecinos del distrito de la Villa Rica los más afectados por esta estratégica, organizada y efectiva Alianza Puelche-Williche. (Leonardo León: “ La Alianza Puelche - Huilliche y las Fortificaciones Indígenas de Libén, Riñihue y Villa Rica.” Revista Chungará Nº 10. Año 1985, Pág.42.)

Vida y sociedad Indígena precolombina del área del Mallowelafkén:

Sociedad ribereña mapuche del lago Mallowelafkén:
La organización arcaica mapuche del Mallowelafkén descansaba en una estructurada sociedad compuesta por las étnias puelche, huilliche y en menor grado pehuenche; grupos humanos que poseían una numerosa población inalafkén que vivía y se desarrollaba cotidianamente “frente al lago” (Ina: frente; Lafkén: lago.); este aspecto cultural también se extendía a otros centros lacustres precordilleranos de alta confluencia y densidad poblacional, entre los que se identifican los lagos Kalafkén, Kaburgua, Koliko, Willipilún y Panguipulli. Las anteriores agrupaciones de etnias interrelacionadas se auto denominaban Lafkenches o “la gente de los lagos”, conformando de este modo una sociedad de carácter ribereño; es decir, los ríos y lagos eran los centros de confluencia, desplazamiento e interacción económica política y social. Las tribus o agrupaciones por tanto eran establecidas, preferentemente, en las riberas de estos o sus inmediaciones y frente a los mismos desarrollaban un estilo de vida apacible, ordenado y generalmente pacífico que se sustentaba en la chacarería y cultivo extensivo, la ganadería menor de especies lanares autóctonas, la recolección, la caza y la pesca. Finalmente, debemos puntualizar, que la característica étnico-social y denominación correspondiente a lafkenche igualmente era extensiva, preferentemente, a las tribus costeras del Océano Pacífico. (Louis Faron: “Estructura Social Mapuche.” Instituto Indigenista Interamericano. 1961, Pág. 18.)
Área de máxima expansión territorial y dispersión cultural arcaica del Pueblo Mapuche. Tomado de la obra “Diccionario Comentado Mapuche - Español “ de Esteban Erize.

Organización y linaje ancestral:
La estructura político-social mapuche-lafkenche del Mallowelafkén se encuadra dentro de la organización general de la gran familia mapuche: el principal núcleo era el Levo, o Aillarewe, compuesto por una agrupación de 2.000 a 3.000 personas que estaban dividido en Regüas o Cavis, a su vez estos grupos menores se dividían en Machullas que abarcaban el vínculo sanguíneo o parentesco; los Machullas estaban compuestos por Katanes o agrupaciones de Rukas o viviendas de una familia; familia que era amplia, compleja, poligámica y patriarcal. Cada Machulla presentaba un linaje o apellido denominado Kuga que constituía una hermandad totémica bajo una representación simbólica o identificación de origen ancestral propia y exclusiva, como lo son Antü o Anti (Sol); Wenu (Cielo); Kuri (Negro); Kura (Piedra), etc. que a su vez conforman los actuales apellidos Antinao, Antüfil, Antilef; Wenupi, Wenumán, Wenulpán; Kurinao, Kurimanke, Kuripe; etc.
A continuación presentamos una nomina de algunos de los principales Kugas, es decir, los clanes, linajes o actuales apellidos, generalmente compuestos, que poblaron y dieron existencia a los inmemoriales Kavis que conformaron los Aillarewes del área lacustre precordillerana de los lagos Mallowelafkén y Kalafkén:
Antiwala: pato del sol; Antinao o Antünao : tigre del sol; Aukapán: puma revoltoso, puma alzado; Ankamilla: cuerpo de oro; -Alkapán: puma macho; Anchiu: el que brilla como el sol; Aillapán: nueve pumas; -Antileo o Antüleo: sol del río; Antilef: carrera del sol; Antiñanko: aguilucho del sol; Atiñam: sol del aguila; Antriao: brilla como tigre; Antikura: piedra del sol; Antimilla o Antümilla: sol de oro; Aukañir: zorro rebelde; Epulef: dos carreras, o dos que corren; Cheuke: avestruz; Cheukepán: avestruz -puma; Chanleufu o Changleufu: pierna de un río; Chañapi: pluma hechada al suelo; Chospi: pluma amarilla; Chuñil: marchitado; Chiwaipán: león de la niebla; Cheukewala: avestruz guala; -Chiwaikura: roca en la niebla; Chiwailaf: neblina del mar o lagos; Kalfunao o Kallfunao: tigre azul; Kollinao: tigre colorado; -Katriano: tigre lastimado; Katripan: puma atacado; Kuminao: león rojo; Kuminawel: tigre rojo; Kuripán: puma negro; Kolipi: pluma roja o colorada; Kolipán: puma pardo; Kalfikura o Kallfukura: piedra azul; Kaniullán: cresta de la piedra; Katrín: herido, cortado;. Katrikura: piedra partida; Kollinawel: tigre colorado; Kurillanka: joya negra; Koñoepán: cachorro de puma; Kayupi: seis vokis; Kurinao: tigre rojo; -Kayupai: llegaron seis hijos; Kanin: cresta, plimaje, moño; Kayulef: seis ríos; Kurilen: selva negra; Karimán: condór verde; Kurilef: río o corrida negra; Koliñir: zorro colorado; -Kayikul: piedra sola; Kuriñanko: aguilucho negro; -Kurimanke: condor negro; Katrilaf: lago atrapado o cortado; Kaniupán: moño de león; Kalfipán: puma azul; Kalfual o Kallfwal: guala azul; Kopallante: llegó el sol; Karileo: río detenido; Kayupán: seis pumas; Kaikeo: seis pedernales; Kallfukao: gaviota azul; Katricheo: avestruz cortada; Kalfiñir: zorro azul; Kaniukura: cresta de la piedra; Kolikoy: aguas rojas o coloradas; Koliñanko: aguilucho de color; Kawinpán: fiesta de león; Kayul: son seis; Kaulipán: puma de color blanco; Karikeo: pedernal verde; Katrikir: zorro capturado o cortado; Katriwala: guala cortada o atrapada; Katrian: sol cortado; katrileo: río dividido o cortado; Kolimán: condor rojo; Kurin: tigre negro; Lepileo: río emplumado; Lefinao: río del tigre, corrida del tigre; Lipiante: pluma del sol; Lipayante: plumas al sol; Lefinao: río o corrida del león; Lepilén: estar con plumaje, usar plumaje; Lienlaf: mar de plata; Longkoñanko: cabeza de aguilucho; Longkopan: cabeza de león; Linkocheo: ejército de avestruces; Lemunao: tigre de la selva o tigre del bosque; Lefinawel: huyó el tigre, tigre escapado; Lefian: río del sol, corrida del sol; Likankura: piedra balnca, cuarzo; Llankapán: joya del león; Llankafilu o Llancafilo: joya de la culebra; Lleufumán o Leufumán: condor del río; Lonkon o longkon: ser jefe, pelear agarrandose los cabellos; Lonkopán: cabeza de león; Lankinao: tigre escapado; Llanquimán: condor escapado; Llankapi: joya de la pluma, pluma preciosa; Llinkimán: rana -condor; Mankepán: condor-león; Mankeche: condor-avestruz; Marifilo o Marifilu: diez culebras; Mankecoy: agua del condor; Mankekura: piedra del condor; Manke: condor; Mariluán: diez guanacos; Melinao: cuatro leones; Millaweke: carnero de oro; Mariñanko: diez aguiluchos; Millanguir: zorro de oro; Millanao: león de oro; Millafilo o Millafilu: culebra de oro; Melillán: cuatro pedernales; Marillanka: diez joyas; Marikeo: diez pedernales; Marileo: diez ríos, Millakeo: oro colorado; Malikeo: cuatro pedernales; Marilef: diez ríos; Ñankulef: río del aguilucho, corrida del aguilucho; Ñankulipe: pluma de aguilucho; Ñanko: aguilucho; Nawel: tigre; Nawelñir: zorro-tigre; Nawelpán: tigre-león; Nawelmán: condor-tigre; Nahuelhual: tigre -guala; Natulpán: habitante del bajo, que vive en el bajo; Nekufilu o Necufilo: culebra veloz; Nekulmán: cóndor velóz; Namunkura: pie de piedra; Nail: bajar; Naguil: que ha bajado; Nekul: veloz; Neipán: bajo el puma; Nielaf: tiene lago o mar; Naguilef: el que correen el llano; Pichipillán: espíritu chico, alma pequeña; Puelpán: león cordillerano; Pailakura: piedra dada vuelta, piedra de paz; Punulaf: lago o mar profundo; Punulef: río profundo; Paineguir: zorro azul; Pain: Azul celeste; Painén: adquiriendo el matiz celeste azulado; Pangui: nalca; Painemán: pluma azul-celeste; Paillamán: condor tranquilo; Paillal: río tranquilo; Punoi: adentro, pisar; Pailaweke: llama, especie de auquenido; Paillalafkén: lago tranquilo; Puñoñanko: señales de aguiluchos, o aguilucho de agua; Paillán: estar pacifico, tranquilo; Pichinao: tigre o león pequeño; Pilkimán: condor como flecha; Pichumilla: poco oro; Painekura: piedra celeste; Pilkiante: flecha del sol; Paineñanko: aguilucho azul; Paillakán: plumaje caído al suelo; Puelmán: condor del este; Puelpán: león del este; Keupumil: pedernal dorado; Keipul: escabar, escarbador; Kilakeo: tres pedernales; Kechupán: cinco pumas; Kipainao: llegó el león; Kilapi: tres espíritus; Kollinao: león o tigre colorado; Kurimil o Kurimilla: oro negro; Reinawel: tigre florido; Raín: flor, florido; Trureo: ola de la ceniza; Truitrui: alegrarse estar contento; Tripayante: salida del sol; Trekanawel: tigre que camina; Treulén: acuerdo de palabra, llegar a acuerdo, estar maduro; Trekañanko: aguilucho que se posa en tierra; Raimán: condor vistoso como flor; Epullanka: dos joyas; Rayenpán: flor de la nalca. Wenuñir: zorro del cielo: Weuchenao: tigre fuerte; Wirinao: tigre rayado; Wenteñanko: aguilucho de lo alto; Weicha: guerrero malo; Wenchuanka: cuerpo de hombre; Wenullán: piedra del cielo; Wilkamán: condor-zorzal; Wilipán: uña de león; Wichakeo: pedernal unido o piedra aliada; Wentelaf: altura plana; Weitra: guera; Waikipán: lanza del león; Waikinao: lanzadle tigre; Wechunao: cumbre del tigre; Wenuman: condor del cielo; Wenchumil: hombre de oro; Wenuñanko: aguilucho del cielo; Waikiñir: lanza del zorro; Wenuán: cuerpo del cielo; Wirimán: condor con listas de color; Wichamán: condor de pie o posado en el suelo; Wenchul: ser hombre, ser valiente; Waikil: flecha, lanza, aguijón; Werke: mensaje, mensajero; Wenu: cielo, alto, firmamento; Wenui: luz de lo alto; Wichalaf: mar grueso, mar bravo; Wichulef: río solo, corrida sola; Welipán: puma agorero; Wenún: estar arriba. Wenupi: pluma del cielo.
Estos Kugas, linajes ancestrales o clanes familiares, anteriormente traducidos, obedecían únicamente a su jefe conocido como Longko o Ülmen, generalmente hombres sabios y ricos, que durante la época arcaica transmitían su autoridad o mando a través de la sucesión de liderazgo natural que recaía en el más apto; posteriormente, ante la presencia e imposiciones hispanas de la época colonial , el régimen y sus ordenanzas dispusieron la instauración de una nueva forma del traspaso del mando y autoridad, transformándose esta en una sucesión de carácter consanguínea; aspecto que perdura hasta nuestros días.

Admapu o derecho de la costumbre mapuche:

El longko o ülmen, que tenía el derecho de juzgar, era el encargado de velar por la reparación o composición del quebrantamiento del Admapu, o “Ley de la Tierra”. El Admapu estaba constituido por costumbres y disposiciones orales de carácter consensual general que perseguían el bien común y la paz social a través del desarrollo de una cultura de la cortesía y respeto mutuo. El cumplimiento del Admapu descansaba en cada uno de los miembros de la sociedad mapuche, siendo ellos mismos los únicos responsables de mantener una vida pacífica; dando con esto, un sobrado ejemplo de empatía, sentido común y una alta calidad en las relaciones interpersonales, puesto que el Admapu carecía de un ente social que lo tutelara o exigiese su cumplimiento y ante el cual, como ya dijimos, el Longko o Ülmen solo se presentaba como un amable componedor en caso de provocarse un conflicto de intereses debido a una grave transgresión del mismo.
El juicio desarrollado por el longko era de carácter público, y en el se oía atentamente a las partes involucradas; una vez dictada la sentencia “el monto exigido” se consideraba según la dignidad de la persona agraviada, pudiendo ser el doble, el triple o hasta diez veces más, equiparando la ofensa o el daño obrado, generalmente con Kullín, (especies de ganado autóctono) o Llankas (piedras semipreciosas) evitando de este modo excesos de venganza, rencillas pendientes o ajustes de cuentas particulares. El anterior concepto y aspecto de “amistosa composición” lleva a destacar la inexistencia del concepto de cárcel, centros de reclusión o castigo corporal en la Araucanía, al menos hasta antes de la Conquista Española. El fracaso de la composición, reparo o indemnización del daño causado por una de las partes, otorgaba el derecho colectivo a la exigencia del resarcimiento de lo obrado o castigo de una acción nociva por la vía de la coacción o aplicación de la fuerza comunitaria, nunca individual; nacía así el acto de reparación familiar o tribal violenta de nominado Malón, el que estaba sujeto a reglas básicas que establecían los limites de acción donde él o los afectados cobraban lo adeudado o autocomponían la ofensa a conciencia y libre acción.

Jefes de una tribu ribereña Sudamericana en una fogata, e indígenas asando pescado. Grabados de la obra “Grandes y Pequeños Viajes” de Teodoro de Brys. Publicada a fines del siglo XVI.

Aspectos religiosos:
En cuanto a la religión o cosmología mapuche del área del Mallowelafkén, los primeros cronistas hispanos se encargan de especificar que las tribus circundantes a la gran laguna “No adoraban ni al sol ni a luna...”, presentándose la cosmología lacustre local dentro del mismo tenor del contexto general mapuche; es decir, su fe era de carácter monoteísta que reconocía a Nguenechen como ser divino creador de todo lo existente: de la Mapu-tierra, mundo o Nagmapu, el cielo o Wenumapu y el Minchemapu o mundo infraterreno. Nguenechen también era conocido como Wenuchau o “padre del cielo”, y como Nguemapun o “Padre dominador de los hombres y la tierra.” Dentro del vasto universo metafísico mapuche se consideraba a una numerosa estela de espíritus o entidades Weküfü que ejercían una gran influencia en el desarrollo cotidiano de la vida terrestre; el weküfü generalmente sancionaba con enfermedades o desgracias los comportamientos Huedalu o actitudes nocivas-prohibidas individuales y colectivas.
La Machi era la intermediaria entre el mundo espiritual y el terrestre, ocupación que incluía además el desempeño auxiliar de terapeuta o curandero. El oficio de Machi o chamán mapuche podía recaer en personas de ambos sexos. Las principales ceremonias que celebraba el machi eran la rogativa solemne espiritual del Nguillatun en que se pide y agradece por el bienestar de la tierra, de todos los que la habitan y la familia en particular; de importancia es también la ejecución del Machitun o ceremonia de tratamiento y curación de enfermedades mediante perfeccionadas técnicas de homeopatía que integran una forma ritual mágico-holística.
El mapuche creía firmemente en la supervivencia espiritual y consciente del alma o psiquis más allá del la experiencia de la muerte, fenómeno que se ve corroborado arqueológicamente en los numerosos estudios de enterratorios arcaicos y postcolombinos; este arraigado concepto integraba al desarrollo de la vida terrena la participación de los espíritus de los muertos o antepasados identificados como Amches, Alweküfüs, Pëllüs o Pillañes. Para el mapuche común las almas de los muertos merecían una permanente cuota de memoria y profundo respeto. El mapuche igualmente consideraba el concepto de reencarnación sucesiva de etapas de perfeccionamiento humano terrestre, hecho que los hacía despreciar la muerte y reconocer a esta misma como un paso a una nueva dimensión más bella y perfecta.
En lo que respecta a este ultimo concepto de reencarnación, el área del lago Mallowelafkén, o actual Villa Rica, se presenta como un factor determinante en la creencia del desarrollo de un proceso de perfeccionamiento global colectivo de los componentes de la nación mapuche actual. Según la antigua tradición mapuche el famoso Toki Kallfukura, un líder militar y político, un ülmén y poderoso kalku , conocido en el siglo XIX como “El Emperador de la Pampa” debería reencarnarse por segunda vez y nacer nuevamente en el área lacustre precordillerana de Villa Rica.
Según la tradición etnográfica Kallfukura volvería en ayuda de los mapuches, a conducirlos a la victoria final: “Kallfukura estará de vuelta sobre la tierra como un gran soberano mapuche o como blanco- wingka”. El espíritu del gran Kallfukura regresaría al mundo nagmapu a compensar las derrotas y humillaciones de su pueblo por medio de sus “trabajos” y solo se lo podrá reconocer por el uso de una poderosa y mágica piedra azul que estará en su poder:
“...Kallfukura era un AMCHE, ‘un alma de los antiguos’. Un Amche es la encarnación en un hombre de un gran espíritu anterior, de un antepasado. Kallfukura entonces al nacer estará volviendo; habra vuelto para auxiliar y combatir por su pueblo, volverá como ayuda justa en una época de incertidumbre. Volverá para contactarse con los últimos de su pueblo, con los más jóvenes, con aquellos que no tienen rango para adquirir sabiduría. Y como era un espíritu anterior sabía de antes la ruta para llegar a los lugares secretos. Ese hombre que sube, baja; y ese es el Amche del principio; el espíritu del antiguo antepasado que volverá en el rostro del guerrero Kallfukura para revitalizar el ánimo de su pueblo.
Según la tradición, y ciertos cálculos históricos, Kallfukura nació en las faldas del volcán Llayma alrededor de 1760. Luego, dicen, aparecerá en las faldas del volcán Villa Rica. Correspondería esta, a su segunda encarnación histórica. Y quizás, el desplazarse de su automóvil lo este ya aproximando al centro de una importante ciudad de Chile, porque en la tercera encarnación el Inche será su volcán...” (Berta Koessler: “Las Tradiciones Araucanas.” Pág. 87.- Ziley Mora Penroz: “Araucanía Mística.” Pág. 120. Relato sobre la base del informe de la tradición mapuche aportado Leonel Lienlaf de Alepúe, en referencia a los relatos de su abuela doña Marcelina Pichún.)
El Aliwén o centro de convergencia social de los lafkenches:
En la sociedad ribereña mapuche-lafkenche se destaca un punto geográfico eje de las actividades sociales denominado Aliwén o Alihuén; vocablo que identifica el un lugar de reuniones, ferias, diversiones, donde se hacía justicia, arribaban las canoas cargadas de productos, se desarrollaba el comercio, trueque o Trafkintun; los jóvenes se casaban, se jugaba el Palín o chueca. En el centro del Aliwén los Weipines o historiadores rememoraban, relataban y recitaban las hazañas de “los antiguos” acompañados de cantos y danzas; mientras los más pudientes conversaban y degustaban el muday acompañado de “Katuto”, Miltrín o cofke-pan ‘untado’ en apetecibles ‘cauceos’. Para los mapuches de menores recursos había numerosas pilguas con piñones tostados y pescados asados o cocidos ofrecidos para consumo libre y general, alimentos que complementaban el Rokiñ o colación que era traída desde sus rukas; de esta manera nadie quedaba fuera de la alegría comunitaria. Mientras toda esta atractiva y fluida convivencia social transcurría, los longkos o jefes velaban por el bienestar de todos los que frecuentaban el Aliwén; así mientras los peñis y sus familias se entregaban a sus quehaceres, descanso y diversión, existía un lugar privilegiado en el cual, “...los caciques se sentaban en grandes tarimas de tablones de madera a observar la multitud...” (José Bengoa: “Historia de los Antiguos Mapuches del Sur.” Pág. 29.)

El Longko o Cacique: Jefe Político-Social. La Machi: Líder Religioso - Terapéutico. Referentes naturales y ejes rectores de la cultura mapuche arcaica y actual. Fotografías de fines del siglo XIX.

En diciembre de 1551, antes de la fundación de las ciudades de Valdivia y la Villa Rica, durante la primera exploración de Pedro de Valdivia y Gerónimo de Alderete al área del gran lago Mallowelafkén, los conquistadores hispanos miraron esta sociedad y quedaron asombrados; quisieron dominarla y al tratar de hacerlo la destruyeron. La hermosa y amena calidad de sociedad ribereña inalafken de los antiguos habitantes lafkenches del área del lago Mallowelafkén es rescatada, escasamente, por la temprana historia colonial y la, casi ya olvidada, etnocultura local:
“...Pasamos el río Cavtén, y caminamos hacia la cordillera, y dimos con una laguna muy grande. De esta laguna procede el río Toltén, y esta una isla en medio de esta laguna que es muy poblada de gente, de donde salieron los naturales en canoa hacia nosotros. Aquí vio el Gobernador un asiento donde poblar una villa, diez y seis leguas de la mar del sur. Y aquí dimos vuelta hasta la costa y asentamos cuartel en un valle que se dice Mariquina muy poblado...” (Gerónimo de Vivar: "Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile, 1558." Cáp. XVIII: Pág. 189.)
“...De allí a poco llegó a la gran laguna; donde nace este río Toltén que habemos tratado, a donde concurrieron muchos indios de paz con grandes presentes de pescado, y mayor deseo de pescar a los presentes para hacer en ellos carnicería y comerlos más afilados aceros que ellos comían peces (Sic.) Estos indios anduvieron en nuestro ejército espiándolo todo fingidamente y en viniendo la noche se escabulleron a dar relación a los demás que los esperaban ...” (Pedro Mariño de Lobera: “Crónica del Reino de Chile -1595-. Del Descubrimiento de la Provincia del Río Toltén y la Batalla de la Gran Laguna.” Cáp. XXXV: 127-129-130. “Colección de Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la Historia Nacional, Cáp. XVIII, Pág. 189.)
Principales tribus o Kavis del Mallowelafkén o lago Villa Rica en el siglo XVIII. Detalle del “Mapa Manuscrito de los Territorios donde pasaron los Famosos Hechos entre Españoles y Araucanos.” Levantado por los Geógrafos Dominicos de la Real Academia de San Fernando de Bascongada y de las Buenas Letras de Sevilla.España 1777.

Antecedentes cartográficos y etnográficos:
La cartografía de los siglos XVII, XVIII y XIX correspondiente al área de la arruinada Villa Rica y la actual etnografía o tradición mapuche local rescata interesantes aspectos ancestrales que conllevan a dilucidar y establecer la existencia de una sociedad ribereña local en torno al río Toltén, el lago Mallowelafkén, lago Kalafkén y cursos fluviales adyacentes; indicando que los principales centros de convergencia social los constituían los Rewas-Kavis y sus respectivos Aliwénes entre los que se cuentan el de Huichill- Huichill, emplazado en el actual radio urbano de Villa Rica y que limitaba al oriente con el Kavi-Aliwén de Putue o Wamputue y cuya división territorial la constituía el estero entubado bajo la actual calle Gral. Carrera; el Kavi-Aliwén de Mallalafquén o Mallowelafkén situado en el área de la actual “Puntilla del Sueño”; el Guenpive o Voipire, existente en el punto de nacimiento del rio Voipir, en la actual área de Wingkakara Sur - Voipir Seco; Cheske Alto y Bajo a orillas del río homónimo; el Liumalla el Wallapulli y el Mitarucawe en las medianías de río Cruces; el Kolliko, situado en el ángulo norte de la confluencia o “Junta” de los ríos Kolliko y Voipir; y el “Punulef” que abarcaba el ángulo noroeste de la confluencia o de los ríos Voipir y Lau Llau. (Actual sector “Cancha de Aviación.”camino a Licán Ray.)
Más al oriente se destacan los Kavis-Aliwenes de Pukön a orillas del Mallowelafkén; Keule, Meñetuwe, Trankura, Wampowe y Palguín aledaños al río Trankura. Hacia el noreste se destacan los Kavis-Aliwenes de Lilko -actual Neltume-, Lolkén, Llollewe, Koipuwe Viejo, Peñewe, Katriko Viejo y Guilko en la ribera y márgenes del área norte del Toltén, y el Kavi-Aliwén de Allipén, situado en las riberas del río homónimo. Por la ribera sur del Toltén se cuentan los Kavis-Aliwénes de Putue o Wampotue, ya mencionado, y los de Chinkive, Kolga, Purakina, Koipuwe, Millavín, Karilafkén y el de Pitrufkén.
Por otra parte, el lago Kalafkén también poseía importantes centros de convergencia e interacción social de los cuales se destacan las parcialidades cuyos principales Kavis-Aliwénes los constituían Likán Viejo, Pukura Viejo, Koñaripe, Trailafkén -actual balneario Kalafkén-, Futronwe, Kalafkén Viejo, Witagh y Witach. Entre los Kavis-Aliwénes correspondientes a territorios y parcialidades más distantes al área del lago Mallowelafkén o Villa Rica, se destacan los centros de habitación mapuche denominados Kupe, Kitratuwe, Ninpuwe, Keskechan, Pichi Makewa, Mukén, Niguén y Longkoche correspondientes a los ríos Donguil y Cruces. Más al sur en los márgenes y riberas del río Leufucade o Leufucawe figuran los Kavis-Aliwénes de Manguisewe, Chinguil, Pelewe, Chaingal, Malalwe y Kulche y Pelekawín. (Identificación efectuada sobre la base de la cartografía de los siglos XVII, XVIII y XIX, documentos que reproducidos detallados en este trabajo; y documentación bibliográfica de referencia.)
Quizás el antecedente local más certero que aporta un fidedigno y colectivo testimonio referente a la existencia de una arcaica sociedad ribereña, es el aportado por la comunidad mapuche de Putue, “Pedro Ancalaf ”, de la cual varios componentes declaran que el Rewa o Kavi de aquel territorio poseía un Aliwén que contaba con un embarcadero natural donde los antiguos mapuches atracaban sus canoas, denominadas Dalkas o Wampo; de este último término se habría generado el topónimo de aquella ancestral área mapuche aledaña al río Toltén: Wampotue o Wamputue: “El lugar de las Canoas”, o “El Lugar donde hay Canoas”. (“La Comunidad de Putue Cuenta su Historia.” Pág. 08.)

Principales asentamientos mapuches del área de la Villa Rica:
Antecedentes históricos coloniales:
Un testimonio documental del siglo XVIII respecto a la existencia de poblaciones indígenas de carácter ribereño en el área geográfica que corresponde al antiguo corregimiento de la Villa Rica, la encontramos en un informe remitido a la Corte de España por el Gobernador de Chile don Manuel Amat y Juniet el año 1756. (Revista Chilena de Historia y Geografía, Tomo 53; Págs. 427 y Sgtes.)
Amat y Juniet visitó personalmente el área de la Villa Rica, en el mismo año 1756, con el afán de recabar antecedentes para fundamentar un futuro repoblamiento de la entonces arruinada ciudad colonial. Durante la incursión el Gobernador elaboró un completo informe geográfico, hidrográfico y demográfico en el cual describe los principales asentamientos mapuches que figuran entre los paralelos 38º y 39º que corresponden a la zona del Mallowelafkén o antigua Villa Rica. Amat y Juniet en su informe oficial a la Corte de España destaca las siguientes reducciones o Kavis mapuches con sus correspondientes coordenadas cartográficas que indican su ubicación geográfica exacta:
-Reducción Kolliko, a 38º 47’ - 309º 13’.
-Reducción Kinkoke, a 38º 51’ - 309º 31’.
-Reducción río Konilafkén, a 38º 45’ - 309º 32’.
-Reducción Pukullán, es pequeña, a 38º 55’ - 309º 39’.
-Reducción Metemkén, a 38º 41’ - 309º 48’.
-Reducción Likám, es pequeña y esta en la parte norte del Toltén a 38º 41’ - 309º 52’.
-Reducción de Kugui, a 38º 52’ - 309º 53’.
-Reducción Danguill o Donghill, está en un plano alto superior al resto de las vegas del río Toltén, a 38º 53’ - 310º 11’.
-Reducción Kitatúe o Kitratúwe, esta en la parte hacia el sur del río Danguill, a 38º 57’ - 310º 14’.
-Reducción Piñewe, esta en la parte norte del río Toltén, a 38º 42’ - 319º 08 ’.
-Reducción Llollewe, a 38º 43’ - 310º 14’.
-Reducción Lolkén, es pequeña y de poca gente y esta a la banda del norte del río Toltén, a 38º 43’ - 310º 17’.
-Reducción Guillko, a 38º 41’ - 310º 24’.
-Reducción Lilko, está a la parte norte del río Toltén, a 38º 41’ - 310º 24’.
-Reducción Nigue o Niguén, 39º 08’ - 308º 48’.
-Reducción Keuli, ubicada a la parte sur del río, a 39º 13’ - 308º 40’.
Principales tribus y Kavis del área de los lagos Mallowelafkén y Kalafkén a mediados del siglo XIX. Detalle del “Mapa de Arauco y Valdivia y la Antigua y Nueva Línea de la Frontera.” Levantado por J. M. Olascoaga durante la ocupación de la Araucanía en la campaña de Cornelio Saavedra. 1862.

Antecedentes históricos republicanos del siglo XIX:
Al margen de la tradición oral y memoria colectiva, la historia oficial se encarga de clarificar la identificación los principales asentamientos indígenas existentes entre el Toltén y el río Leufucade, a mediados del siglo XIX. En el contexto de la “Campaña de Arauco”, dirigida por el Coronel Cornelio Saavedra, el Intendente de Valdivia, don Rafael García, efectuó un cuadro estadístico de la población mapuche y sus representantes. El documento fue remitido al Comandante en Jefe de la Baja Frontera, con fecha 1º de Abril de 1868. el informe abarcaba el área suroriental de las Ruinas de la antigua ciudad de Villa Rica y la zona situada al nororiente de la ciudad de Valdivia. El documento de marras corre inserto en la pagina Nº 100 de la obra “Ocupación de Arauco” del Coronel Cornelio Saavedra, Comandante de la Baja Frontera.
El importante registro histórico establece la diferencia entre los mapuches “que viven en la playa” es decir ríos y lagos y “los que habitan la costa” o zona marítima propiamente tal; aspecto que confirma el carácter ribereño o lafkenche de los antiguos habitantes indígenas del área de la antigua Villa Rica. El cuadro estadístico del Intendente de Valdivia, don Rafael García, presenta la siguiente información:
*1º.- Reducciones que habitan en la playa: (Léase Ribereñas de Ríos y Lagos.)
a.- Reducciones de la ribera sur del Toltén, desde Pukoyam a Villa Rica:
Kumuy, Donghill, Molko, Pitrufquén, Villa Rica.
b.-Reducciones entre San José de la Mariquina y Villa Rica:
Marilef, Kudiko, Rankawe, Koiwe, Chapako, Longkoche, Niguén,
Mulkén, Puriñe, Malloko.
c.- Reducciones del boquete cordillerano de Villa Rica:
Pukön, Palguín, Wampowe, Trankura.
*2º .- Reducciones de la costa: (Léase Litorales o Marítimas.)
Mehuín, Keule, Toltén.
* 3º.- Reducciones diseminadas al sureste de Villa Rica y noreste de
San José de la Mariquina:
a.- Reducciones situadas al pie de la cordillera:
Choroy, Antilwe, Kenchuén, Komawe, Trailafkén, Huanewe, Futronwe,
Huitagh, Kayumapu, Tralkalpulli, Pullingue, Challupén, Köñaripe, Rehuinko,
Pullinke, Choztawengko.
b.- Reducciones entre San José de la Mariquina y Kupe:
Nilkahín, Pinsapulli, Pufusi, Ligleufu, Trumpén, Liemalla, Konkil, Voipire, Likón,
Cheske Alto, Kitratúwe, Kupe.
c.-Reducciones entre Kudiko y Panguipulli:
Kudiko, Puleufu, Puralón, La Rosa, Kilchi, Nilalwe, Malalwe, Pelewe, Chinkil,
Manesewe, Koskos, Panguipulli.
Antecedentes republicanos de principios del siglo XX:
En cuanto al área de Villa Rica, propiamente tal, existen antecedentes que registran la existencia de antiguos asentamientos ribereños mapuches que se descubren y conocen gracias a los registros misionales de los hermanos capuchinos de Villa Rica, los cuales exponen la existencia de una “Junta”, acaecida 31 de marzo de 1902, en la cual se denunciaron varias irregularidades y actitudes nocivas de parte de los colonos hacia los indígenas locales. La sencilla reunión con el tiempo dio paso a un importante parlamento que fue celebrado en la misma Misión el 04 de octubre de 1903. Gracias a la celebración de esta trascendental ceremonia se pueden conocer los principales núcleos o parcialidades mapuches de la zona lacustre precordillerana del Mallowelafkén y el Kalafkén de fines del siglo XIX y principios del XX. La crónica capuchina establece que a la concurrida reunión asistieron los caciques y cortejos de los asentamientos y reducciones de Putue, Voipire, Kitratúwe, Ciruelos, Mukén, Konkil, Kiñelelfún, Leltume, Los Chilcos, Pukön, Melwi, Kilentúe, Koyam, Foikemallín, Tralkawe, Dalkako, Pinowe, Nomekuikui, Ketrún, Pilinwe, Traiguén, Liumalla, Copiwelpi, Cheske, Trapel, Konkilko, Peleko, Challupén, Pukura, Trailafkén, Kolga y Purakina. (Araucanía Misional. Edición Especial Nº 67. Mosaico Histórico de la Villa Rica. 75 años de la Parroquia el Sagrario. Pág. 07.)

Desarrollo cultural y densidad poblacional del área del Mallowelafkén:
Las primeras crónicas coloniales, que registran el contacto hispano - indígena, manifiestan expresamente, que el área lacustre y precordillerana del Mallowelafkén se presentaba a los conquistadores como un territorio “fértil, abundante de gente, ganado y mantenimiento”; igualmente describen que “la gran laguna era muy poblada y en sus márgenes los aborígenes mantenían extensas sementeras, animales de sustento y sus aldeas”; señalando, además, que para una fluida comunicación entre los poblados y aldeas indígenas, los antiguos habitantes del Malowelafkén contaban con una amplia distribución de redes de caminos principales y vías de tránsito menores; extensos senderos mantenidos y frecuentados por los nativos y a través de los cuales se comunicaban e interactuaban socialmente por medio de “trajines cotidianos y el comercio”.
También se encuentran testimonios históricos de la existencia de descampes para siembras de gramíneas como el madi, quínoa, tuca, brumus mango, maíz, ajíes y otros cultivos; además de claros y llanuras destinados a la crianza de lanares auquenidos autóctonos como la llama y el "Chilliweke" o guanaco doméstico, la crianza de aves de corral autóctonas, además de la destinación de áreas montañosas con abundante bosque nativo o Mahuidas para el aprovisionamiento comunitario de leña y madera para la construcción de viviendas, artefactos y utensilios domésticos. (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile: “De aquí en Adelante”: Tomo II, Cáp. VII, Pág. 171 "Pedro de Valdivia y sus Compañeros " y Ob. Cit. Tomo XV, Cáp. XVIII, Pág. 192, "Pedro de Valdivia y sus Compañeros ": - Ricardo Latcham: “La Agricultura Precolombina” Pág. 304. - Otto Berninger: “Bosque y Tierra Despejada en el Sur de Chile, desde la Conquista Española”. Pág. 211- 212. - Louis Faron: “Estructura Social Mapuche.” Instituto Indigenista Interamericano. 1961, Pág. 18 - 23.)
Entre las primeras crónicas que registran el cuadro básico de la población y geografía adyacente al lago Mallowelafkén figura un documento oficial que emitió Rodrigo de Quiroga al Rey dando cuenta de algunos aspectos generales referentes a la fundación de la Villa Rica y sus comarcas:

"...En este tiempo fue término de Alderete, de orden de Valdivia, a reconocer las tierras confirmantes a la nueva cordillera, a distancia de treinta leguas de la ciudad de Valdivia, hacia el este, y halló grandes sementeras y muchos indios junto al lago, cuyas aguas destila el encumbrado cerro del volcán, que constando su interior de muchos metales conocidos por las aguas de varios colores que del morían, es su exterior en la cumbre fuego, en el medio nieve y en la base una verde esmeralda tejida de infinitas yerbas medicinales...” (Rodrigo de Quiroga: "Compendio Histórico de los más Principales Sucesos de la Conquista. Guerra del Reino de Chile hasta el día de 1659. Fundación de la Villa Rica. Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. Pág. 234.)

El anterior escrito de don Rodrigo de Quiroga, como los demás antecedentes históricos y documentos oficiales, dan cuenta de la existencia de grandes sementeras; es decir, extensos sembradíos o tierras cultivadas y “muchos indios junto al lago...” Dentro del contexto de este último aspecto que trata Quiroga, una idea aproximada de la densidad poblacional indígena del Mallowelafkén nos la entrega el historiador benedictino don Gabriel Guarda, en su “Historia Urbana del Reino de Chile”, en la cual expone, citando el censo que registra López de Velasco de 1575, que la ciudad de Villa Rica, una vez establecida contó con 120 vecinos, más de 12.000 indígenas tributarios y unos 6.000 a 7.000 indígenas de guerra, todos pertenecientes a tribus del distrito del corregimiento; se colige con esto, que la población natural precolombina de este territorio fue ampliamente superior a los 19.000 habitantes que registra la historia oficial, puesto que el área de la ciudad Imperial, que era tan poblada de indígenas como las tierras de la Villa Rica, habría contado, inicialmente, con una población natural de más de 80.000 almas. (Alonso de Ovalle: “Histórica Relación del Reino de Chile”, Cáp. XVI, Pág. 280.)

La drástica disminución de la otrora “numerosa” población indígena del área de la Villa Rica se debe observar bajo los antecedentes de la época que registran una notable disminución de la población originararia debido, primeramente, a la precipitada evacuación y dispersión forzada de indígenas ante la presencia hispana, como también las numerosas bajas causadas por la incipiente Guerra de Arauco, los trabajos forzados “de sol a sol ” del sistema de mita encomendera y la masiva e incontrolable muerte a raíz de las wingka küchran, o enfermedades occidentales, que avasallaron el sistema inmunológico del individuo mapuche, como lo fueron el tifus, la gripe, la viruela, la peste negra y la sífilis; nocivos y mortales factores epidiemológicos que finalmente diezmaron la población indígena a la mitad en menos de un cuarto de siglo. (Gerónimo de Quiroga: “Memoria de los Sucesos de la Guerra de Chile”. Pág. 121.)

Es digno destacar que los padres misioneros se esforzaron por tratar de revertir esta horrorosa situación humana denunciando el exceso de los hechos ante las autoridades europeas. Por su parte algunas autoridades militares-administrativas también dejaron constancia de este etnocidio con la finalidad de excusarse de futuras responsabilidades ante la administración de la Corona y la rectoría de las autoridades eclesiásticas. El Gobernador García Hurtado de Mendoza escribe de esta tragedia a Felipe II en el año 1558: “...Durante los años de guerra con los Indios, estos se redujeron tanto que en lugares donde había mil, hoy sólo se encuentran cincuenta...”

La alta densidad poblacional de la antigua área del lago Mallowelafkén, que expone alrededor de 80.000 individuos lafkenches pertenecientes a las etnias puelche, williche y pewenche, se ve confirmada por los últimos estudios efectuados por historiadores, antropólogos y araucanistas, cuyas investigaciones indican que para el momento de la Conquista de Chile la gran familia mapuche, asentada entre el río Bio Bio y la Isla de Chiloé, estaba constituida por una población de aproximadamente un millón de habitantes. (José Bengoa: “Historia del Pueblo Mapuche”. Pág. 21.)

Principales Tribus o Kavis y redes de caminos del área de los lagos Mallowelafkén y Kalafkén a mediados del siglo XIX. Detalle del mapa intitulado “Plano del Territorio entre los Ríos Toltén y Calle Calle en la Provincia de Valdivia.” Levantado por Pablo Treutler el año 1860.

Estampa doméstica de la sociedad ribereña del lago Mallowelafkén:

Una descripción de la vida indígena del área de la gran laguna Mallowelafkén del periodo histórico temprano de contacto mapuche-español y que nos da una idea general y aproximada de la organización, actividad social y subsistencia de los habitantes prehispánicos del área lacustre, nos la entrega don Gerónimo de Bibar en el capítulo CIX de su obra “Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile”, páginas 159 y 160:
“...En esta provincia de Mallalavquén no adoran ni al sol ni a la luna, ni tienen ídolos, ni casa de adoración. Difieren un poco en la lengua a las demás provincias que tengo dichas. Estos indios de esta provincia tienen esta orden: Que tienen un señor que es un Lebo, siete u ocho Cabis que son principales, y estos obedecen al señor principal. Ciertas veces al año se ajuntan en una parte que ellos tienen señalada para aquel efecto que se llama Regüa, que es tanto como decir “parte donde ayuntan“ y sitio señalado como en nuestra España tienen donde hacen cabildo. Este ayuntamiento es para averiguar pleitos y muertes, y allí se casan y beben largo. Es como cuando van a cortes, porque van todos los grandes señores. Todo lo que allí se acuerda y hace es guardado y tenido y no quebrantado. Estando allí todos juntos estos principales, pide cada uno su justicia... Si tiene guerra con otro señor todos estos Cabis y señores son obligados a salir con sus armas y gente a favorecer aquella parcialidad según y como allí se ordena. El que falta de salir tiene pena de muerte y perdida toda su hacienda. Si entre estos principales tienen alguna diferencia u otros particulares, allí los conciertan y averiguan, y allí venden y compran en mercado y trajín los días que aquel cabildo y junta dura (...)
La madera desta tierra de Mallalavquén tiene una propiedad que no hace ceniza y en todo el año en una casa se recogerá un almud de ella. Hay buena madera para casas y aún para navíos. Tiene hierba que es como avena. Hay otra que es a manera de linaza, y de esta semilla se saca un licor que suple por aceite y se guisa con el y es razonable... Siembran los indios maíz y frísoles y papas y tienen extensas sementeras. Llueve mucho, más que en ninguna parte de las provincias que tengo dicho. El año que se pobló esta ciudad fue de 1552 (...) A espaldas de la Villa Rica hay muy grandes minas de sal. Son trabajosas de ir a ellas por causa de la cordillera nevada que en medio esta. Hay muy grandes minas de oro y plata y de otros metales, y aún yo ví unas minas de oro junto a la Villa Rica en un pueblo de un cacique que se decía Pucorco bien ricas. Es tierra templada la desta provincia, no hace demasiado frío salvo llover como tengo dicho. Está la Villa Rica de la Imperial doce leguas...” (Gerónimo de Bibar: “Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile.” Pág. 159 y 160.)
Conscientes del valor cultural del pueblo mapuche y su importancia en el quehacer y convivencia nacional, podemos destacar, que actualmente tenemos en preparación un texto que hemos intitulado "Asentamientos Prehistóricos e Históricos Tempranos del Área del Mallowelafkén y el Kalafkén". Trabajo que consiste en la recopilación de información técnica referente a todos los antecedentes de estudios arqueológicos y antropológicos de esta área del sur de Chile y del antiguo Estado de Arauco; proyecto que incluye, además, rescate etnográfico de la tradición oral existente en las áreas lacustres ya mencionadas.
No podemos dejar de manifestar, en estas líneas, la gran deuda moral, cultural, histórica y jurídico-patrimonial que la sociedad chilena actualmente mantiene con el Pueblo Mapuche; aspectos que con firme esperanza deseamos en que un futuro próximo sean revindicados para bien general de todas las actuales comunidades de los hijos de la raza de la “Gente de la Tierra”; reivindicación que tiene como base, y primer paso, el definitivo reconocimiento legislativo-constitucional de “Pueblos Originarios” de la totalidad de las etnias existentes en nuestro territorio nacional.
Nos corresponde ahora desarrollar el periodo histórico del área del lago Mallowelafkén; es decir, el periodo en que la cultura occidental española se instaló en esta parte del territorio del pueblo mapuche. Con el arribo del wingka español a mediados del siglo XVI, los mapuches locales pertenecientes a la zona ribereña de los lagos Mallowelafken y Kalafkén se vieron forzados a sostener una interacción social permanente con los vecinos coloniales de la Villa Rica.
En este aspecto etnográfico nos extenderemos, igualmente, en el desarrollo de algunas temáticas y conceptos de la cultura mapuche lafkenche local, ahora ya en el contexto del periodo hispánico de la Conquista de Chile; factor de interrelación social histórico-temprana en que analizaremos a los peñis del pueblo mapuche que se integraron a la cultura occidental-cristiana y, por otra parte, también conoceremos a los mapuches disidentes que se opusieron tenazmente al dominio extranjero: grupo altamente belicoso, fundamentalmente puelche-williche, que finalmente terminó con la destrucción de la antigua Villa Rica y la expulsión definitiva del yugo español del área del volcán Rukapillán y el lago Mallowelafkén; poderosa, incontenible y triunfal arremetida bélica indígena que arrasó con las colonias hispanas conocidas como “Las Siete Ciudades de Arriba” emplazadas en la indómita Araucanía; organizada y violenta campaña militar o “Alzamiento General” desarrollado entre los años 1598 y 1602 que devolvió al Pueblo Mapuche, temporalmente, el dominio del extenso territorio comprendido entre el río Bio Bio y la Isla Grande de Chiloé; soberanía y autonomía indígena que en el área del lago Mallowelafkén o lago Villa Rica se extendió hasta el 01 de enero de 1883.

Actualmente, en pleno siglo XXI, la sociedad chilena aun mantiene una deuda moral, cultural, histórica y jurídico-patrimonial con los hijos de la ancestral Nación Mapuche o pueblo originario de “La Gente de la Tierra”, grupo humano que actualmente esta conformado por 980.000 individuos; es decir, un 08 % de la población nacional, de los cuales 300.000 residen en la Región de la Araucanía y el resto en la Región Metropolitana y las VIII y X regiones.








PERIODO HISTÓRICO DEL ÁREA DEL LAGO MALLOWELAFKÉN Y VOLCÁN RUKAPILLÁN:

-Fundación de la Villa Rica o asentamiento hispano en el territorio de “la gran laguna” Mallowelafkén. Abril de 1552:
Antecedentes históricos preliminares:
Desde que América fue descubierta por Cristóbal Colón, el 12 de octubre de 1492, los Reyes Católicos de España impulsaron la empresa de evangelización, dominio y conquista de las nuevas tierras que fueron conocidas, inicialmente, como “Las Indias Occidentales”.
Las tierras de Chile fueron descubiertas por el marinero Hernando de Magallanes en el año 1520. Desde esa fecha nacería el interés de la Corona Española por poblar el área Austral de Sudamérica. Posteriormente, el año 1535, Diego de Almagro sale del Perú hacia la recién descubierta zona Austral y explora las tierras de Chile en su área norte por mediados de 1536. Este reconocimiento geográfico llegaría hasta los ríos Ñuble e Itata, lugar en que debió regresar por la feroz resistencia que encontró entre los indígenas de la región. Los descubrimientos de Magallanes y la expedición de Almagro incentivaron al Rey de España, Carlos V, quien en 1537 autorizó la conquista de las tierras ubicadas al sur del Virreinato del Perú. La empresa de la conquista de Chile fue encomendada a don Pedro de Valdivia, quien el año 1540 logró reclutar 150 soldados entre los cuales figuraban hombres como Jerónimo de Alderete, Francisco de Aguirre, Francisco de Villagra y Rodrigo González Marmolejo.

La historia de la Villa Rica se inicia junto al establecimiento del Reino de Chile, a mediados del siglo XVI; para aquella época América aún continuaba siendo explorada y colonizada.

Pedro de Valdivia dio a la tierra de Chilli o Tchilli el nombre de "Nueva Extremadura", fundando la ciudad de "Santiago del Nuevo Extremo" el 12 de Febrero de 1541; hecho con el cual se inicia el periodo histórico de la conquista de Chile. Con el tiempo, la “Nueva Extremadura” pasaría a denominarse "Capitanía General del Reino de Chile.”
Alonso de Ercilla seria el primer occidental en describir la geografía de la nueva tierra austral chilena descubierta y por conquistar:

“...Es Chile, norte sur de gran longura,
Costa del nuevo Mar del Sur llamado;
Tendrá del este a oeste de angostura
Cien millas por lo más ancho tomado;
Bajo del polo antártico en altura
De veinte y siete grados, prolongado
Hasta do el mar océano y Chileno
Mezclan sus aguas por angosto seno...”

Por mediados del siglo XVI los territorios del naciente Reino de Chile comenzaban a ser dominados y colonizados por los hombres de la Corona Española, quienes fundaron por toda la nueva tierra austral, ciudades, villas, fuertes y fortines. Los Mapuches, organizados militarmente, se oponían de forma tenaz al extranjero o wingka que invadía sus tierras ancestrales. En esta legendaria época de “choque de culturas” la Guerra de Arauco escribiría sus más bellas, trágicas y heroicas páginas. La rápida expansión de las huestes ibéricas llevó a que la soberanía de la Corona Española, en solo 50 años, se extendiera desde el norte de la “Nueva España” o México, hasta el austral paralelo 39º del “Reino de Chile” ; es decir, hasta el área geográfica del lago Mallowelafkén y volcán Rukapillán, extenso, fértil, poblado y bello territorio mineralógico en que los conquistadores fundaron una nueva colonia a la que llamaron “Villa Rica”.
Primeros antecedentes históricos referentes a la Villa Rica:
El primer antecedente histórico oficial de la existencia de Villa Rica se encuentra en una carta enviada por Pedro de Valdivia al emperador Carlos V, fechada en Santiago del Nuevo Extremo, el 26 de octubre de 1552:
“...Por abril en adelante poblé la Villa Rica, que es por donde se ha de descubrir la mar del norte: Hice cincuenta vecinos todos tienen indios. Y así iré conquistando y poblando hasta ponerme en boca del estrecho; y siendo su majestad servido y habiendo oportunidad de sitio donde pueda fundar una fortaleza se hará, para que así ningún adversario entre ni salga sin permiso de vuestra majestad...” (Claudio Gay: “Historia Física y Política de Chile.” Documentos: Tomo I, Dcto. Nº 11, Pág. 242.)

Era el mes de abril de 1552, el gobernador Pedro de Valdivia y sus lugartenientes el adelantado Gerónimo de Alderete y don Francisco de Villagra, acababan de fundar las ciudades Imperial, en octubre de 1551, y Valdivia, en febrero de 1552. Los hispanos buscaban erigir otra colonia que sirviera de soporte a las dos recientes fundaciones creando así un triangulo urbano de apoyo y colaboración estratégicas para un mayor desempeño en la planificación y desarrollo del proyecto de colonización. Este nuevo asentamiento español debía además facilitar el acceso a los territorios allende a la cordillera y al océano Atlántico, vía el actual paso internacional Mamül - Malal. Nacía así, en la mente del hidalgo conquistador, el proyecto que daría nacimiento a una nueva ciudad para el Reino de Chile: Villa Rica, y el encargado de la materialización de esta empresa fundacional sería su lugar teniente y adelantado Gerónimo de Alderete quien para el exitoso desarrollo de la empresa se hizo acompañar por el entonces experimentado capitán don Francisco de Villagra.

Pedro de Valdivia, Francisco de Villagra y Gerónimo de Alderete.
Fundadores del Reino de Chile y de la Antigua Villa Rica, en Abril de 1552.

Debemos dejar bien claro que la ciudad nunca ostentó el nombre de “Santa María Magdalena de la Villa Rica” como muchos hoy erróneamente postulan; al menos en ningún documento oficial u oficioso de carácter administrativo civil o militar; tampoco en registros económicos comerciales; ni en crónicas históricas de la época colonial se menciona a la Villa Rica en aquellos términos. Esta denominación solo se descubre en la identificación y alusión de la Parroquia o Casa Matriz eclesiástica local, que estaba bajo la advocación de “Santa María Magdalena”, registrándose esta denominación solo en escritos y documentos de carácter cristiano que solo hacen referencia a las actividades pastorales de la “Parroquia Santa María Magdalena de la Villa Rica”; más no a la ciudad propiamente tal, que siempre recibió el tratamiento político-social de La Villa Rica, La Ciudad Rica o simplemente La Rica; nombres y títulos que fueron vigentes, respectivamente, desde el primer mes de su fundación en Abril de 1552 hasta ser arrasada por los mapuches en Febrero de 1602. Por tanto, la denominación “Santa María Magdalena de la Villa Rica” solo hace referencia a la parroquia local, institución católica que dependía del Obispado de La Imperial y estaba a cargo de los hermanos franciscanos en cuanto a obras pías, doctrinas y oficios religiosos. La afirmación anterior se confirma más aún, al descubrir que la antigua Villa Rica, al igual que la ciudad de la Imperial, se fundaron al amparo de la Virgen María bajo la advocación de “Santa María de las Nieves”, siendo esta su patrona y protectora para todos los efectos oficiales; aspecto sacro que perduró, sin modificaciones, durante todo el siglo XVI. (Araucanía Misional. Edición Nº 67. “Mosaico Histórico de la Villa Rica”. Pág. 22.- Pérez García. Protocolo Eclesiástico de la Imperial. Archivos de Concepción.- Hugo Günckel. “Vida Eclesiástica de Villa Rica, La Antigua”. 1942.)
Las crónicas coloniales del temprano contacto hispano-indígena del área del Mallowelafkén registran el emplazamiento de la Villa Rica de la siguiente manera, en referencia a las órdenes que el gobernador Pedro de Valdivia dispusiera para la fiel ejecución de su fundación:

“...Y por que envió a Alderete a poblar una ciudad en el valle de los Poelches, que es donde le dijeron que estaban las minas de plata, trazando en su predio, que si era verdad el tiempo las descubriría y se ennoblecería el Reyno, llevó consigo a Villagra...”(Alonso Góngora Marmolejo: “Historia de Chile. Desde su Descubrimiento Hasta los Años de 1575.” Cáp. XIII. En CDC. Tomo II.)

El Gobernador Pedro de Valdivia, además de ordenar a Alderete la fundación de una nueva colonia, le encomendó además la importante misión de descubrir un paso cordillerano con el objeto de establecer comunicaciones con "la otra parte de la sierra nevada" o las gobernaciones de Córdoba y Buenos Aires; por último Valdivia instó a Alderete a identificar, lo más pronto posible, las riquezas mineralógicas que en el área lacustre precordillerana existían, según información de los naturales que habitaban aquellas inmediaciones:

“...En este tiempo fue término de Alderete, de orden de Valdivia, a reconocer las tierras confirmantes a la nueva cordillera, a distancia de treinta leguas de la ciudad de Valdivia, hacia el este, y hallo grandes sementeras y muchos indios junto al lago, cuyas aguas destila el encumbrado cerro del volcán, que constando su interior de muchos metales conocidos por las aguas de varios colores que del morían, es su exterior en la cumbre fuego, en el medio nieve y en la base una verde esmeralda tejida de infinitas yerbas medicinales...”(Rodrigo de Quiroga: "Compendio Histórico de los más Principales Sucesos de la Conquista. Guerra del Reino de Chile hasta el día de 1659. Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. Pág. 234.)

El Gobernador Pedro de Valdivia, y sus lugartenientes Gerónimo de Alderete y Francisco de Villagra; fundadores de la Villa Rica abril de 1552. Retratos tomados de la obra “Histórica Relación del Reino de Chile” del cronista Alonso de Ovalle.


Otro antecedente importante referente a los primeros indicios históricos oficiales de la Villa Rica española los aporta el cronista don Vicente Carvallo Goyeneche en su obra "Descripción Histórica y Geográfica del Reino de Chile", Tomo XVIII, Cáp. XVIII, Pág.63:

“...Antes de salir de este descubrimiento, envió al Adelantado Gerónimo de Alderete con 60 soldados para que reconociese el país por la cordillera al noroeste de la ciudad de Valdivia. Y por las buenas noticias que adquirió el adelantado y tocó por su personal reconocimiento, resolvió se estableciese otra colonia, sobre la ribera meridional de un lago situado en los 39 grados y 5 de latitud Austral al suroeste de la ciudad Imperial, en la falda occidental de la cordillera. Le dio el título y nombre de Villa Rica, que por su amenidad y fertilidad de su territorio y por sus riquísimas minas de oro, plata y otros metales, le viene muy bien el titulo...”

Primeros vecinos fundadores:

“Por Abril en adelante poblé la Villa Rica, que es por donde se ha de descubrir la mar del norte; hice 50 vecinos todos tienen indios...” (Pedro de Valdivia, Octubre de 1552.Claudio Gay: Documentos.)

Entre los 50 vecinos fundadores de la Villa Rica, que menciona Pedro de Valdivia en carta al Rey, figuran los siguientes religiosos, soldados y civiles -hispanocriollos e hispanopeninsulares- que una vez trazado el plano urbano protocolar y repartidas las haciendas y solares pasarían a ser vecinos permanentes de la floreciente colonia lacustre:

“Rodrigo Alonso, Pedro Castillo, Pedro Córdoba,
Alonso Corona, Juan Bautista Chavarri,
Francisco Eslava, Juan Fernández Puerto Carrero,
Juan Galiano, Juan Gueldo, Juan López,
Juana Paz, Juan Lázaro de Placencia,
Diego Pérez Payan, Francisco Román,
Pedro Salcedo, Gonzalo Sánchez,
Antonio de Torres Y Alonso Vélez.”
(Juan Luis Espejo: "Nobiliario de la Capitanía General de Chile." Pág. 860 - 861.)


“Juan de Almonacid, Pedro Aranda de Valdivia,
Hernando de Belmonte, El Cura Antonio Rodríguez
Y Fray Diego de Valdenegro.”
(Padre Miguel de Olivares: "Historia Militar Civil y Sagrada del Reino de Chile." Pág. 137.)


“Martín de Avendaño, Juan Cereceda,
Juan de Oviedo, Justo Téllez Y Miguel de Velasco.
Además de otros muchos soldados
que quedaron allí para la
defensa del pueblo.”
(Pedro Mariño de Lobera: "Crónica del Reino de Chile" Pág. 141.)


Fundación de la Villa Rica, abril de 1552. Dibujo del vecino Alcibíades Manriquez Meza. Tomado del libro “400 años de la Villa Rica, 1552-1952” de Julio Soto y José Muñoz.


Primer cabildo, 1552:

Con la población hispana ya asentada y los vecinos con sus solares y encomiendas repartidas e indicadas, se procedió a constituir el primer Cabildo de la Villa Rica. La institución del cabildo era la base administrativa fundamental colonial que establecía las decisiones locales y efectuaba el enlace protocolar de conducto regular, con las autoridades superiores de Santiago, Lima y España respectivamente. En La Rica este organismo administrativo se estableció entre abril y julio del mismo año 1552; su primera composición fue integrada por connotados vecinos que ostentaron los siguientes cargos:

-Corregidor: Pedro de Aguayo.

-Alcaldes Ordinarios: Francisco Dávila.
Hipólito Camargo.

-Regidores: Francisco Cornejo.
Juan de Aro.
Juan de Vega.

-Escribano del Concejo: Fernando Morán.

("Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile.” Primera Serie, Tomo IX, Págs. 431 a 435.)



Primer documento oficial del cabildo:

El Cabildo de la Villa Rica emite su primer documento oficial el día 20 de julio de 1552. Este documento consistía en la evacuación de un informe de servicios materializado en una extensa carta enviada al Rey, en cuyas líneas relataba las actividades del gobernador Pedro de Valdivia, sus meritos y esfuerzos por hacer más grande la soberanía de la Corona Española. Además, como anexo, la misiva oficial contenía la especificación de otras materias de interés general para los vecinos de la recién constituida población hispana. (Fuente: Ibidem. Ob.Cit. Pág. 135.)

Plano de las ruinas de la antigua Villa Rica. Levantado por Tomás Guevara en 1902. Tomado de la obra “Historia de la Civilización de la Araucanía”.


Primer abandono o desalojo, 1553:

La existencia de la recién fundada Villa Rica, se vería gravemente alterada con la sorpresiva muerte del Gobernador Pedro de Valdivia en el desastre de Tukapel, el 23 de diciembre de 1553. Aquella total derrota militar hispana, a mano de los mapuches de las ciénagas de Purén, tuvo como consecuencia el primer levantamiento general indígena, que fuera estratégicamente dirigido por el gran toki Lautaro. Ante la inesperada muerte del gobernador Valdivia, don Francisco de Villagra se posesionó del mando interino del Gobierno; reunió toda la gente que pudo y que estuviera en condición de cargar armas y fue en venganza de lo sucedido con Valdivia, sus soldados y tropa auxiliar. El enfrentamiento se efectuó en Arauco y las fuerzas hispanas fueron nuevamente derrotadas por un compacto y disciplinado ejército de 10.000 konas o guerreros mapuches. Luego de esta tragedia, y como medida precautoria, Villagra ordena despoblar las “ciudades de arriba” entre las cuales estaba la Villa Rica. La orden de Villagra disponía que las mujeres y los niños serían evacuados hacia Concepción y Santiago; los hombres, soldados y vecinos con capacidad de tomar armas, debían quedarse en la Araucanía para defensa del territorio, debiendo concentrar todas las fuerzas posibles en centros de seguridad taxativamente designados.

Así, después de los desastres hispanos de Tukapel y Arauco, en breve tiempo, la Villa Rica se imponía de las trágicas noticias y situación que afectaba al sur del Reino. Ante tan grave hecho que conllevó la perdida del Gobernador Valdivia, y por ende del control militar de toda la zona de la Araucanía; el entonces Corregidor de La Rica, don Pedro de Aguayo, en enero de 1554, en pleno acuerdo del cabildo con los vecinos de la villa, acatan la orden de Villagra y disponen el urgente abandono de esta, ejecutándose una inmediata evacuación hacia los centros de seguridad dispuestos por la administración central y que eran los fuertes de las ciudades de la Imperial y la Santísima Concepción, amparándose los hombres Villarricanos en la primera fortaleza, al mismo tiempo que las mujeres y niños eran trasladados al norte del río Bio-Bio.

Repoblamiento de La Villa Rica, 1554 - 1555:

Una vez pasada la aflicción del alzamiento general mapuche, provocado por la sorpresiva muerte del Gobernador Valdivia, se determinó el urgente repoblamiento de La Rica. La refundación fue ordenada por el Tribunal de la Real Audiencia de Lima, disposición que se materializó entre octubre de 1554 y enero de 1555.
La historia señala que una orden emananada desde el Virreinato del Perú disponía la repoblación de todas las ciudades abandonadas al sur del Bio Bio. Desde la capital del Reino de Chile, el Gobernador interino don Francisco de Villagra, acatando la orden del virrey del Perú, ordena repoblar “las abandonadas ciudades y villas de arriba.” El mandato de repoblación no dejaba de ser temerario, a la luz de la agresividad y triunfos presentados por los mapuches; así lo expuso el Gobernador interino Villagra; sin embargo, el impulso de colonización y la ya adquirida titularidad de tierras se impuso al riesgo eventual:

“...Ya se hallaban con el verano a la vista y meditaban la sujeción de los araucanos, pero como la jurisdicción que tenia cada uno de los ayuntamientos era limitada a los distritos de cada ciudad, nada podían hacer que fuese bastante aun para contenerlos. y para que el mal no fuese mayor, se resolvió en el ayuntamiento de la capital dar cumplimiento a la real provisión de la misma audiencia determinando que se volviesen a poblar las colonias que dejó Villagra, y el 11 de octubre de 1554, expidió un auto mandando que los vecinos de Concepción, de la imperial, Valdivia, Villa Rica y Confines, que se hallaban presente, saliesen a sus antiguos establecimientos dentro de 22 días, los ocho primeros para salir de la capital, y los restantes para ponerse fuera de sus distritos en la parte meridional del río Maula, y se les dio todo lo necesario para ello...”(Vicente Carvallo Goyeneche: Documento XXI. “Regresa de la Capital el Adelantado.” Pág. 94.)

Con la dictación y cumplimiento de la real provisión anterior, el repoblamiento de la Villa Rica ya era un hecho. De esta manera vuelven a recobrar sus derechos y propiedades los vecinos originarios y se suman otros tantos nuevos vecinos y soldados a la repartición de tierras y deberes:

“...Sucedió pues lo que debía preverse: desde Santiago fueron resueltos los vecinos de las ciudades australes a no tomar las ordenes de la audiencia, empero los vecinos de la Villa Rica iban preparados a repoblarla. El viaje no presentó inconvenientes ni contratiempos...”
“...Los vecinos de la imperial llevaron a ella oportuno refuerzo; los de Valdivia siguieron a su destino; los de Villa Rica, ayudados de amigos y soldados deseosos de tener repartimientos e indios, no tardaron en ir a la repoblación..” (Crescente Errazuriz: “Historia de Chile sin Gobernador.” Pág. 284-285.)

Escudo de armas para la Villa Rica:

El Adelantado, don Gerónimo de Alderete, durante su primer viaje a las altas cortes españolas, por el año 1554, expuso los méritos y esfuerzos de los vecinos de la Villa Rica, haciendo valer los antecedentes y formalidades pertinentes, para que la ciudad ostentara un escudo. Privilegio de armas que Alderete como emisario de Pedro de Valdivia solicitó al Rey vía Consejo de Indias para el dignísimo otorgamiento de este reconocimiento y designación real. Debemos aclarar que don Pedro de Valdivia perdió la vida mientras Alderete estaba España, quien se enteró del trágico deceso cuando aún estaba en su madre patria. Alderete fue inmediatamente investido como Gobernador, pero de regreso a América perdió la vida debido a su débil estado salud que se vio agravado por la rigurosidad del viaje.


Escudo de armas otorgado por la Corona Española a la Villa Rica, el 18 de marzo de 1554.

Como respuesta a esta petición del Adelantado Alderete, el Príncipe Felipe, a nombre del Emperador Carlos V, dispuso por medio de una Real Cédula, firmada y emitida el 18 de Marzo de 1554, el otorgamiento perpetuo del privilegio de armas para la Ciudad Rica del Reino de Chile en los siguientes términos oficiales:

“...E nos acatando lo susodicho, tuvimoslo por bien e por la presente facemos Merced y queremos e mandamos que agora e aquí adelante la dicha Ciudad Rica haya e tenga por sus armas conocidas un escudo:
El campo de oro y en el una alguna y en medio de ella una isla y en la isla un pino verde e un león de su color puesto en dos pies, la una mano puesta en lo alto del pino y la otra mas baja y por orla del dicho escudo, seis flores de lis, de oro en campo azul, y encima del escudo un yelmo cerrado con dependencias e follajes de oro y azul, e por divisa sobre el yelmo un león de oro de medio cuerpo arriba, según que aquí se ha pintado e signado en un escudo a tal como esta, los cuales dichas armas damos a la dicha Ciudad Rica por sus armas e divisa señaladas para que las pueda traer e poner, y traiga y ponga en sus pendones, sellos, escudos, banderas y estandartes y en las otras partes y lugares que quisieren y por bien tuvieren según e como es de la forma e manera que las ponen e traen las otras ciudades de nuestros reyes a quien tenemos dadas armas e diversas...” (Colección de Documentos, Registros y Memorias. Archivo Nacional, Tomo XIII, Documento Número XLIII.)

De este modo, los habitantes de la Villa Rica colonial recibieron con regocijo el privilegio de armas materializado en un flamante escudo, lo que dio espíritu de identidad y cohesión a todos ellos como súbditos de la corona en tierras tan alejadas de su madre patria. Así, desde el día 18 de marzo de 1554, el emblema oficial de la ciudad fue presentado y destacado en estandartes, gallardetes, sellos, timbres o cargos, pendones y escudos de edificios públicos.

Hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI, es posible ver flamear la bandera que porta este escudo en el frontis del edificio municipal cuando los acontecimientos oficiales lo requieren. Aun hoy, después de más de 450 años de haber sido otorgado este a La Rica colonial, el principal edificio administrativo de nuestra comuna, exhibe como antaño dos escudos en vitrales dispuestos a cada lado de la entrada principal la casa edilicia.


Monumentos Coloniales:

En cuanto a la información de monumentos erigidos en la Villa Rica, tan comunes y numerosos en aquella época rica en simbolismos, existen antecedentes históricos que testimonian la existencia de solo dos de estos. El primero corresponde a una base o monolito que portó una placa que señalaba a un edificio de carácter eclesiástico correspondiente al convento de los franciscanos y que identificó Vicente Carvallo y Goyeneche en su visita a las ruinas de la ciudad en el siglo XVIII. El recordatorio indicaba que la fecha de la fundación de este era el 03 de junio de 1571, además incluía que su primer prior fue fray Francisco Salcedo y que el convento estaba bajo la advocación de “Nuestra Señora de las Nieves.” (Vicente Carvallo Goyeneche: “Descripción Histórica y Geográfica del Reino de Chile.” Tomo III, Pág. 186.)

El segundo antecedente destaca el hallazgo de lo que podría corresponder, hipotéticamente, a un antiguo monumento conmemorativo de la fundación de la ciudad, escudo de armas de la misma, escudo de armas de la Corona, o hasta inclusive, la conmemoración de la entronización del Rey Felipe II; hechos e insignias dignas de ser recordadas y destacadas por los habitantes villarricanos de aquel tiempo. El histórico hallazgo de una roca que especulativamente fue la base de un antiguo monumento hispano, lo efectuó el Teniente Coronel don Ignacio Agüero, cuando junto al profesor Guillermo Döll, y una comitiva oficial proveniente de la ciudad de Valdivia, efectuó una incursión que buscaba realizar una “toma simbólica de las ruinas de la ciudad”. La toma simbólica se materializó el 14 de marzo del año 1848, fecha en que Agüero y su comitiva se internó en las ruinas de la ciudad desde el lugar ribereño que hoy se conoce como "Muelle Viejo", al noroeste de la intersección de calles Anfión Muñoz y Arturo Prat. La comitiva de Agüero subió a las ruinas de la ciudad avanzando de este a oeste, llegando al área que hemos reconocido como la plaza colonial que abarcaba la mitad de las dos manzanas que actualmente ocupan el gimnasio de la Universidad Católica y la casa-hogar estudiantil de la misma universidad, en calle Anfión Muñoz. esquina San Martín:

“...El día 18 de marzo, a temprana hora, el grupo siguiendo una línea este - oeste paralela al lago Villa Rica, ingresaba a las inmediaciones de la población; fragmentos de tejas y ladrillos diseminados por la orilla y una piedra de ciertas dimensiones que les pareció pudo emplearse para el amarre de embarcaciones (-Actual roca del “Muelle Viejo” detrás del Colegio Alemán-); emergieron como mudos testimonios de un pasado (-Ahora subiendo a las ruinas de la ciudad con dirección hacia el actual Colegio Santa Cruz con dirección este-oeste-); ya en el asiento mismo de la urbe, los vestigios se multiplicaron: gruesas paredes de hasta tres varas de altura, expresivas de la posición y dimensiones de las construcciones que sustentaron, totalmente cubiertas por frondosos y centenarios árboles salieron al paso como así mismo el hallazgo de una mole de granito que por su forma y volumen dejó la impresión de haber sido la base o pedestal de algún monumento...” (Visita Ordenada por la Intendencia de Valdivia al Tte. Crl. Ignacio Agüero; Ministerio del Interior; Intendencia de Valdivia; Volumen 250; año 1848-1853.- Carta del Profesor del Colegio Alemán de Valdivia, don Guillermo Döll, 18 de marzo de 1848. Fojas 31 a 32.)

La única roca con las características detalladas por el profesor Guillermo Döll, es la que actualmente se encuentra en la avenida costanera, en la playa Pukara, frente al acceso norte del Estadio Municipal de Villa Rica. Esta piedra se encuentra en posición vertical y tiene una dimensión visible de casi dos metros de altura por un metro de ancho por lado; presenta cinco caras de proporciones aproximadas. En la cara noreste presenta cinco perforaciones de unos tres cms. de diámetro que al parecer sostuvo una antigua placa de bronce por los restos de este metal y una especie de adhesivo dentro de los mismos orificios; la mezcla que especulativamente habría sostenido la placa metálica correspondería a una pasta similar a la que producen la cal y el huevo, mezcla común en la época colonial; sin embargo, lamentamos aclarar que esta piedra corresponde a un bloque de andesita más bien de relieves naturales y no a un bloque de granito berroqueño o con intervención humana evidente.

La procedencia de la roca o mole de granito -conformado por fedespalto, cuarzo y mica- y que observó la comitiva de Agüero y Döll el siglo XIX, lamentablemente y a pesar de todos nuestros esfuerzos no hemos podido precisar su ubicación, ni su probable antigua existencia en el recuerdo de los habitantes más antiguos. La roca que se nos presenta más probable como base de un monumento colonial, en cuanto a su forma, es la anteriormente descrita existente en Playa Pukara, aunque no corresponda a una conformación de granito, no deja de presentar cierto natural interés. Esta pieza lítica permaneció por mucho tiempo en el área del embarcadero municipal, cerca de la intersección de calles Körner y Arturo Prat, frente a los columpios; posteriormente fue trasladada hasta Playa Pukara, en donde, reutilizando los orificios que ya presentaba, se empotró una placa de bronce, con la cual la comunidad lacustre de mediados de siglo XX, rendía sentido homenaje a don Bernardo Letamendía, por su permante apoyo al deporte náutico local. (Fuentes: Sra. Rosa Etcheverría, su esposo don Bruno Hugo Machtig; y don René Muñoz. Villa Rica. Noviembre de 2005.)

Indagando la antigua y original ubicación de “la roca histórica” de playa Pukara, dimos con otro dato de interés que corresponde a una piedra fracturada en su parte superior y que presenta una forma geométrica interesante; esta piedra esta ubicada frente a la capilla Sagrada Familia, en Avenida Pedro de Valdivia esquina calle J.M. Carrera; tal vez, esta roca también podría corresponder a un mudo y anónimo testimonio de la vida colonial de la antigua Ciudad Rica.
El abogado e historiador don Guillermo González Díaz, nos señaló que por la década de 1960 se encontró una lapida mortuoria esculpida en piedra que hacía referencia a la existencia del lecho funerario de un fraile franciscano. El hallazgo se efectuó en el área de la actual oficinas de Correos de Chile, sitio que en la época colonial ocupó la iglesia matriz o parroquia “Santa María Magdalena” a cargo de la orden franciscana; según la costumbre colonial, los muros y sacristías de los templos servían de nicho o tumbas para algunos personajes públicos de interés.

Por ultimo, mencionamos la existencia de una placa conmemorativa de la visita de fiscalización eclesiástica de un obispo de la Imperial a la Ciudad Rica, pieza que fue hallada a fines de la década de 1930 en el predio del huerto de los hermanos franciscanos capuchinos ubicado en la actual salida a Pukön, en el área comprendida entre el Consultorio de la Población Diego Portales y el centro comercial “Sodimac Constructor.” El recordatorio esta escrito en latín, bajo relieve, sobre una pizarra de caliza; y contiene la siguiente información: “ Rex Philippo II. Frater Antonio Eps, Imperialis. Anu 1577.” La pieza fue exhibida al público general por el Museo local, hasta que sus propietarios, el Vicariato Apostólico de la Araucanía -actual Diócesis de Villa Rica- solicitó su devolución por fines de la década de 1990; se desconoce su actual ubicación. La visita eclesial a que hace referencia la pieza arqueológica, esta sustentada con sólidos antecedentes históricos coloniales, que corroboran que tal visita la efectuó el obispo titular de la Imperial, fray Antonio de San Miguel, quién subió a fiscalizar el estado misionero y doctrinario de las parroquias y conventos de los distritos de La Rica y Valdivia, a fines del año 1577.


Lapida colonial encontrada a la salida del camino a Pukön: ”Rex Philippo II, Frater Antonio, Imperialis Eps. Anu 1577.” : “Rey Felipe II, Hermano Antonio, Obispo de la Imperial, año 1577.”

Extensión jurisdiccional del distrito y corregimiento de la Ciudad Rica hispana:
Entramos aquí a un tema no resuelto directamente por la historia, pero que a través de la utilización de los escasos antecedentes se puede lograr un hipotético establecimiento de los límites coloniales de la antigua Ciudad Rica.
A saber, las ciudades más próximas a la Villa Rica eran la Imperial por el norte y Valdivia por el sur. Estos serían los únicos antecedentes irrefutables históricamente. Ahora, para establecer el límite jurisdiccional solo nos queda acudir al aspecto militar en cuanto a la distribución y despliegue estratégico de contingente militar y guarniciones fortificadas dependientes del corregimiento y distrito de La Rica, factores de vigilancia y seguridad que eran sustentados por el Cabildo y Real Hacienda de la ciudad:
-La primera gran guarnición dependiente de La Rica y la Imperial era el fuerte Makewa o Maquegua, ubicado al noroeste de La Rica. Esta fortificación había sido erigida en pleno corazón de los poblados indígenas del valle de Makewa, situado entre los ríos Quepe y Cautín. Este fuerte estaba emplazado, principalmente, con oficiales y soldados de la Ciudad Rica. El ultimo caudillo de este baluarte, por el año 1598, fue el capitán y vecino de La Rica don Juan Beltrán, apodado “el Mulato”. Para fines del año 1598, el Corregidor de La Rica, don Pedro de Maluenda, pierde la vida mientras se trasladaba junto a una patrulla militar que tenía a intención de auxiliar el fuerte de Makewa, que para esa fecha estaba sitiado por los mapuches. Por tanto se podría establecer, especulativamente, que el limite norte del distrito y corregimiento colonial de La Rica era el río Quepe, curso fluvial en cuyos márgenes estaba emplazada la fortificación de Makewa.
-Hacia el oeste, el distrito o corregimiento alcanzaba hasta las cercanías de la zona costera de Keule. No obstante nuestra aseveración anterior, existen autores que aseguran que si bien la jurisdicción de La Rica colonial abarcaba todo el valle central, esta no alcanzaba hasta a la zona costera propiamente tal; postulando que esta área ribereña de “La Mar del Sur” pertenecía a los corregimientos de la Imperial y Valdivia. A contrario sensu, basamos nuestra tesis de mediterraneidad del corregimiento de La Rica en el antecedente histórico que señala que una de las primeras insurrecciones mapuches en el distrito de La Rica se manifestaron, el año 1570, entre los indígenas tributarios del vecino y capitán de la Villa Rica don Pedro Fernández de Córdoba, titular de una encomienda del área colonial de Pukoreo, situada en la ribera norte del Toltén, cercana al actual pueblo de Barros Arana, al noroeste de Pitrufquén y próximas a la zona costera de las actuales comunas de Keule y Toltén. Además, el primer asalto a militares de La Rica, por diciembre de 1598, recayó en una patrulla militar de vigilancia perteneciente a la guarnición de La Rica compuesto por cinco soldados y un oficial de caballería, capitán don Felipe Cisternas, vecino de La Rica. Esta patrulla fue completamente aniquilada mientras ejercía un patrullaje de rutina en el área costera de Keule. Por último un informe remitido a Corte por el Gobernador Amat y Juniet, en 1716, registra que el corregimiento de La Rica colonial se extendía hasta la zona costera de Keule, ya que en los estudios geográficos y demográficos para la repoblación de la arruinada ciudad se incluyen las parcialidades mapuches de Mewin, Keule y Toltén como pertenecientes al antiguo Corregimiento colonial de la Villa Rica. (Revista Chilena de Historia y Geografía, Tomo 53; Págs. 427 y Sgtes.)
-Hacia el área este, el establecimiento no impone mayores inconvenientes y claro esta, que el distrito, gracias al paso cordillerano, se extendía allende a los Andes; hecho históricamente corroborado que y que señala que el corregimiento de La Rica mantenía jurisdicción económica y administrativa sobre las minas de sal existentes en la actual área trasandina de Truquiko, Chos Malal, y hasta el área de Norquinko, República Argentina. Los patrullajes de control militar de efectivos de La Rica y actividades misioneras doctrinarias de la iglesia local se extendían frecuentemente hasta las pobladas áreas indígenas de Neuquén, llegando algunas, incluso, hasta el austral lago Nahuelhuapi o Nawelwapi, área en que los padres franciscanos provenientes del convento y parroquia de La Rica fundaron una misión el año 1576. (Lleana Lascaray: “Estado Actual de las Investigaciones Arqueológicas de la Provincia del Neuquén.” Tomo III, Págs. 15 - 19.)
-Por el sur, el limite se podría establecer, teóricamente, con la ayuda de los aún existentes restos de fortines de vigilancia, seguridad y contención existentes a orillas del río Leufucawe o Leufucade y del río Cruces, hacia el oriente; plazas fuertes que eran sostenidas con efectivos de las ciudades de La Rica y Valdivia, indistintamente. Más al oriente se encuentra la línea defensiva de fortines ubicados inmediatamente al sur de la ribera del lago Kalafkén, dependientes de la guarnición militar de La Rica. Este antecedente nos lleva a especular que la zona inmediata a la ribera sur del Kalafkén y las cuencas del los ríos Leufucade y Cruces señalaban el austral limite colonial de La Rica.
No hay más recursos históricos que los anteriormente expuestos; sin embargo, ofrecemos este especulativo establecimiento de los limites coloniales del antiguo distrito de la Ciudad Rica.

LA PRESENCIA ECLESIÁSTICA EN LA ANTIGUA VILLA RICA:

Primeras órdenes religiosas:
Tres fueron las órdenes religiosas que tuvieron presencia en la existencia colonial de Villa Rica. Estas órdenes contaron con una nutrida y fructífera vida cristiana además de un gran número de almas a su cargo; comenzando estas sus funciones inmediatamente después de la refundación o repoblamiento de la ciudad el año 1555.
La iglesia local comienza a cobrar vida con el emplazamiento de la parroquia o iglesia matriz a cargo de la orden franciscana a mediados del año 1555. La iglesia se fundó bajo la advocación de Santa María Magdalena. Primeramente la parroquia cobijo a padres y frailes de distintas ordenes; fue de estructura muy humilde y sencilla, construida de adobe y paja; pero con el correr el tiempo, contó con un templo que tuvo una sacristía perpendicular construida de ladrillo y tejas, la construcción se levantó “en lo mejor del frente y fondo de la plaza”(Córdoba y Figueroa: “Historia de Chile”, Pág. 63)

El templo de la parroquia colonial existió en el área que hoy ocupa la oficina de correos de Chile en la intersección de calles V. Letelier y G. Urrutia.
Su primer párroco fue el cura Diego Jaimes, siendo titular del cargo entre los años 1556 y 1557, quien por fines de 1557 fue trasladado a Castro y lo reemplazó en su cargo su compañero y amigo el cura Antonio Rondón. Sucesivamente ocuparon el cargo de párroco los siguientes sacerdotes, Alonso García 1567, Martín Moreno de Velasco 1577, García Torres de Vivero 1585 -1595, Diego Ordóñez Delgadillo 1596, Andrés de Vivero 1600 - 1601. Este último sacerdote y párroco de la Villa Rica, fue martirizado durante el sitio de la ciudad, fue azotado, traspasado con una vara y quemado cuando aún estaba con vida.
La actividad cristiana de Villa Rica contó con un templo correspondiente a la iglesia parroquial o templo matriz a cargo de los Franciscanos; tres templos mayores a cargo de los Mercedarios y Dominicos y Franciscanos e igualmente tres conventos de Franciscanos, Mercedarios y Dominicos; todos dependientes del entonces obispado de la Imperial.

La comunidad eclesiástica urbana de las tres ordenes cubrió igualmente todo el radio rural el distrito de la Villa Rica española, ya que además, se ocupaban en atender las capillas levantadas en las encomiendas dispersas a grandes distancias, debiendo encargarse de la educación cristiana de los "indios tributarios" dependientes de los feudatarios o vecinos encomenderos, esto por directa disposición de los Reyes Católicos mediante las capitulaciones de Santa Fe proveídas desde un comienzo de la evangelización como bases sociales rectoras en las nuevas tierras descubiertas por Colón. Muchos fueron los esfuerzos y también aún mayormente los positivos resultados de los ministerios misioneros. Un antecedente que revela la magnitud de este trabajo evangelizador es lo acaecido en Semana Santa de 1587, en que se reunieron en la plaza de Ciudad Rica más de 12.000 almas oyendo misa el día de pascua de resurrección.
La primera visita eclesiástica la realizó el obispo de la Imperial fray Antonio de San Miguel en 1557, quien bajó a fiscalizar y orientar las obras católicas en todo el distrito de La Rica, de este hecho hay una valiosa pieza arqueológica correspondiente a una lapida recordatoria de esta visita y que pertenece hoy a la actual Diócesis de Villa Rica.

Grabados que presentan fachadas típicas de templos hispanos de la época colonial. Tomados de la “Histórica Relación del Reino de Chile” del cronista Alonso de Ovalle.

Los Franciscanos:

La orden de San Francisco fue la primera en asentarse en la ciudad, y por lo mismo, y como ya mencionamos, se ocupó del servicio del templo matriz o iglesia parroquial, la que fue favorecida con una ubicación privilegiada frente a la plaza, compartiendo el perímetro de esta junto al cabildo y demás edificios de importancia como casas de escribano público y de número.

Aquella cuadra en que estuvo emplazado el templo parroquial corresponde hoy a la manzana que ocupa la oficina de Correos de Chile. Sin embargo, el templo franciscano propiamente tal, se edificó junto al convento de la orden, cuyos sacros edificios estuvieron emplazados hacia el sector oeste, a una cuadra de la plaza colonial, en la actual manzana comprendida entre las calles Korner, Segers, Urrutia y Letelier; área que hoy ocupa las dependencias del Colegio Altas Cumbres.

El primer convento en levantarse fue el de los franciscanos en el año 1568, la fundación estuvo a cargo de fray Francisco Salcedo, quien terminó la construcción del edificio el año 1570; comenzando su vida como institución eclesiástica religiosa el 3 de Junio de 1571 bajo la advocación de “Nuestra Señora de las Nieves.”

Al parecer, el edificio del convento franciscano, fue el de mayor dimensión entre las construcciones coloniales, según relatos de expedicionarios coloniales que visitaron las ruinas de la Villa Rica: "sus escombros eran los de mayor consideración de toda la ciudad...” (Vicente Carvallo Goyeneche: Descripción Histórica y Geográfica del Reino de Chile, Tomo III, Pág. 186) Entre los últimos comendadores de este convento se encuentra el sacerdote Juan de Ocampo que prestó sus servicios y dirección el año de 1598. El padre Ocampo quien cautivado en el sitio de la ciudad y logró salvar a su presidio liberándose de las manos mapuches después de dos años y dos meses de sacrificada vida: “...Apareciendo este en Concepción sano y salvo, después de haberlo todos creído muerto...” (Vicente Carvallo Goyeneche. Ob. Cit.)
Los Mercedarios:

El segundo templo mayor fue fundado y sustentado por la sacra Orden de la Merced a principios de la década de 1570; posteriormente la orden emplaza también un convento el que fue fundado a fines del año 1575.
Los mercedarios recibieron terrenos que existían en el límite urbano colonial de la ciudad; la ubicación retirada del centro cívico o plaza, especulativamente, fue por la tardía fecha de su fundación, en que las cuadras principales de la ciudad ya contaban con solares de vecinos particulares y edificios públicos, ubicándose los aposentos de la orden hacia el oeste de la plaza, exactamente a dos cuadras de ella. El templo parroquial tuvo cierta importancia y belleza arquitectónica. Como ya indicamos, los segundos en levantar su convento fueron los mismos padres de la orden mercedaria en el año 1575, siendo su fundador conventual el padre Alonso de Traña, iniciando y concluyendo este la obra material y siendo, por lo mismo, su primer comendador.

El templo y convento mercedario ocuparon, entre los años 1575 y 1602, un lugar ubicado en la periferia de la ciudad en un sector que quedaba a la salida del camino a Valdivia al oeste de la ciudad y que cobijaba a una nutrida población o arrabal de indios amigos:

“...Se facilitó esas tareas por su relativo aislamiento...” (Gabriel Guarda, OSB. “Historia Urbana del Reino de Chile”, Pág. 47.)

El templo y convento no contó con ningún tipo bienes patrimoniales activos, ni rentas públicas, ni eclesiales, sosteniéndose este enclave mercedario “...Solo por medio de la gracia divina y la escueta vital caridad y limosna de los reducidos fieles benefactores, padeciendo sus miembros seculares grandes trabajos, mortificación y necesidades...” (Fray Policarpo Gazulla: ”Los Primeros Mercedarios de Chile”, Pág. 357.)

El último comendador del convento Mercedario fue el padre Juan Lezcano, quien cayó en manos mapuches durante el sitio de la cuidad, por el año 1601. El padre Lezcano logró escapar con vida al cautiverio solo después de padecer más de dos años de duros trabajos y pesares. Al momento de recobrar su libertad se reintegró nuevamente al cumplimiento de sus servicios religiosos instalándose al norte del Bio Bio:

“...Llamóse este religioso Fray Juan Lezcano, quien después de 25 meses, con asombro de los que le habían llorado muerto, le salvó Dios libre...” (Fray Policarpo Gazulla: "Los Primeros Mercedarios en Chile”, Pág. 406.)

Por medio del análisis del mapa de Tomás Guevara -1902- y Körner -1903- podemos concluir que este convento cobijó además el cementerio de la ciudad. El convento y templo mayor de la orden mercedaria, existieron en el lugar que hoy ocupan los sitios particulares Nº 146, 164, 170, y 220, en la actual calle Isabel Riquelme.

En octubre del año 2004, visitamos el área de este sitio arqueológico junto a un curso de Antropología de la Universidad Católica de Temuko. El grupo de alumnos estaba a cargo de la Arqueóloga Sra. Ximena Navarro Harriet; constatando todos los presentes la apreciación de los vestigios de ladrillos tejas y restos de cerámicas fraccionadas como también de vestigios orgánicos calcinados.



Los Dominicos:

En cuanto a la orden de Santo Domingo, podemos decir, que fue la última institución religiosa en establecerse en la ciudad por fines de la década de 1570, y por lo mismo, le correspondió un lugar aun más retirado del centro cívico, pero encuadrado dentro del radio urbano de la ciudad colonial. La orden se instaló a la salida del camino que llevaba hacia el boquete cordillerano y que nacía en la ribera del lago, al este de la ciudad, a cinco cuadras de la plaza colonial.

Igualmente, los terceros en emplazar su convento fueron los padres Dominicos; esta fundación se comenzó a principios del año 1580. La iglesia y convento se terminaron de construir definitivamente con la rectoría del padre Pedro Beltrán, por fines del año de 1580, siendo este su primer prior. Para los años en que fue arrasada la ciudad prestaban sus servicios en el convento el padre Bustamente, fray Diego de Obando y el hermano lego Sebastián de Villalobos; los dos últimos murieron de hambre en el sitio de la ciudad. Fray Pedro Bustamante murió trágicamente en un enfrentamiento contra los mapuches. (José Eyzaguirre: “Historia Eclesiástica, Política y Literaria de Chile”, Tomo I, Pág. 110.)
El convento de la orden de los Dominicos ocupó el área del sitio en que en la actualidad cobija el Balneario del Banco Estado de Chile, a 80 mts al suroeste de las esquinas de calle Aviador Acevedo y la Avenida Costanera.Según las crónicas la construcción tuvo cierto carácter arquitectónico de grandes proporciones, artísticas líneas y hermosa opulencia. Además, el testimonio de fray Pedro de Salvatierra, provincial de la orden de los Dominicos por el año 1607, agrega que “...El templo era de gran belleza y líneas muy sinuosas...” (José Toribio Medina: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, Primera Serie, Tomo XXVII, Documento Nº V.)

Todo indica que el primer religioso que pereció en lo que fuera el prolongado sitio y destrucción de la Ciudad Rica fue un clérigo llamado Cristóbal Coronel, perteneciente a la orden de los dominicos, cuyo convento, según los mapas coloniales, correspondía a una importante construcción o edificio ubicado al suroeste de la ciudad y que figura un poco apartado de la Cuadra Fuerte que construyera el capitán Bastidas frente a la plaza de armas:

“ ...Quedaron los contrarios por señores
de la ciudad haciendas y campaña
soberbios, iracundos vencedores
humildes y vencidos los de España.
Robaron ¡OH sacrílegos traidores!
los templos, y con grande furia y saña
a fray Cristóbal Coronel mataron...”
(Diego Arias de Saavedra: “Purén Indómito.” Canto XII.)

Diego de Rosales también hace referencia a la muerte de este fraile de Santo Domingo y la señala como una de las primeras bajas hispanas en el primer asalto a la ciudad el 25 de noviembre de 1598:

“...Saquearon la ciudad sin contradicción y luego le pegaron fuego, llorando las pobres señoras de ver abrasarse sus casas y al enemigo hecho señor de sus haciendas y alhajas. Mataron en esta ocasión los enemigos a un Fraile de Santo Domingo, que aunque el Capitán había mandado, que toda la gente se retirara al fuerte dio en estarse orando en su convento...” (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile.” Tomo I, Pág.701)


Martirio de Eliucura, en que perecieron de los padres misioneros Diego de Montalbán, Horacio de Vechi y Martín Aranda de Valdivia; este último, sacerdote beato de la Iglesia Católica, nació en Villa Rica el año 1560, su padre fue el corregidor y encomendero de La Rica, don Pedro Aranda de Valdivia. Tomado de la obra “Histórica Relación del Reino de Chile”, de Alonso de Ovalle.

-Actividad eclesiástica rural en la Villa Rica:

Las Doctrinas: Las doctrinas tenían como objetivo el auxilio religioso y la conversión del aborigen a la vida cristiana; además de inculcarle a este, “los valores éticos y morales civilizados.” En esta gran cruzada evangelizadora colonial tomaron parte activa las autoridades eclesiásticas en conjunto con las autoridades públicas de la corona.
Las doctrinas consistían en capillas dispuestas en las zonas rurales y que tenían por objetivo impartir en ellas la catequesis y formación moral de los indígenas tributarios. Las tareas de evangelización eran encomendadas a un religioso denominado "Padre Doctrinero" quien debía rendir cuentas de su apostolado al obispo correspondiente a su jurisdicción.

En Villa Rica, la primera doctrina se organizó en 1557, bajo el gobierno eclesiástico de fray Antonio de San Miguel, obispo de la Imperial. Los titulares o encargados de realizar la misión doctrinaria fueron los padres mercedarios bajo la dirección de fray Tomás de Mayorga. Los mercedarios estuvieron a cargo de las doctrinas de La Rica hasta mediados de 1589, año en que el entonces obispo de la Imperial, fray Agustín de Cisneros, reemplazó a los religiosos por clérigos a cargo de la catequesis y formación moral. (Fray Pedro Nolasco Pérez: "Historia de las Misiones Mercedarias en América". Pág. 434 a 438.)


Fachada típica de un templo colonial del siglo XVI.

En 1576 los padres franciscanos de la Villa Rica fundan una nueva doctrina en las proximidades del lago Nawelwapi -actual Bariloche, República Argentina-, para lo cual se enviaron tres misioneros franciscanos villarricanos para su sustentación. (Roberto Lagos O.F.M: "Historia de las Misiones del Colegio de Chillán". Págs. 42 a 44.)

Para el año 1590 la Villa Rica contaba con 5 doctrinas distribuidas en la extensión geográfica de su corregimiento; doctrinas que eran asistidas por un religioso dominico y cuatro sacerdotes misioneros.

Los encomenderos también se vieron vinculados activa y directamente en el mantenimiento de la labor de las doctrinas y la educación de los indígenas a su cargo. Un testimonio arqueológico de esta responsabilidad misionera de los encomenderos de la Villa Rica, lo representa el estudio realizado en el año 1991 por el arqueólogo don Américo Górdon en la encomienda fortificada denominada “Casa Fuerte Santa Sylvia", en el sector Kaburgua - Wife, al interior de Pukön. En este sitio histórico, la capilla de la encomienda ocupó un lugar privilegiado en la disposición del asentamiento hispano colonial estudiado. Los vestigios arqueológicos indicaron que las capillas de encomiendas o doctrinas, en la época colonial, eran utilizadas como mausoleos familiares. Bajo los vestigios de la capilla de la encomienda fortificada “Santa Sylvia”, objeto del estudio, se hallaron vestigios de enterratorios tanto de hispanocriollos como de indígenas, supuestamente de mapuches preeminentes, longkos o lideres de los denominados “indios amigos” o ”indígenas tributarios”.

El estudio final desarrollado por Górdon, arrojo la existencia 5 enterratorios dentro de la capilla de la encomienda, de los cuales, cuatro osamentas correspondían a españoles y la restante a una mujer Indígena. (Américo Górdon: “La Casa Fuerte Santa Sylvia. Excavación de Sondeo.1991.)

Los Jesuitas y su incursión misionera a la Ciudad Rica:

La orden de la compañía de Jesús, fundada por el capitán de caballería don Ignacio de Loyola, llegó a Chile a solo fines de la conquista, en abril de 1593, fundando su casa matriz en Santiago la que también contó con un colegio. Los jesuitas no efectuaron ninguna otra fundación en el Reino de Chile, siendo su casa matriz de Santiago el punto neurálgico desde el cual se proyectaban todas sus actividades misioneras. Los jesuitas arribaron al área de la Villa Rica entre los años 1595 y 1597, durante el desarrollo de una incursión evangelizadora de importancia proyectada por la orden hacia el sur del territorio del Reino de Chile, que por aquella época incluía las pampas patagónicas. La incursión evangelizadora jesuita al área de la Ciudad Rica fue dirigida por el padre Hernán de Aguilera y el hermano Miguel de Teleña.

Los religiosos jesuitas destacaron positivamente entre los indígenas, quienes los acogieron afectuosamente manifestándoles su confianza, respeto, aprecio y amistad; empatía mutua que finalmente llevó a descubrir, a los misioneros, un profundo resentimiento de los naturales ante las actividades abusivas de los cristianos españoles. En retribución a las atenciones materiales y auxilios espirituales, el mapuche denominó cariñosamente a los padres jesuitas con el término “Kuripatiru”, por su hábito de color negro que los distinguía de las demás ordenes coloniales.
Así, los jesuitas en La Rica, también se transformaron en la voz de los reprimidos denunciando, los misioneros de esta orden, las actitudes irreverentes y prácticas nocivas al gobierno central y a la cúpula episcopal. Denuncias sociales que finalmente terminarían precipitando la expulsión de los “Kuripatiru” o “padres de negro” de los territorios de Chile en el siglo XVII.

INTERACCION SOCIOCULTURAL EN LA VILLA RICA:
Como ya mencionamos, con la fundación hispana de la Villa Rica en el área del lago Mallowelafkén, en abril de 1552, se da origen al período histórico local del cual emergen tres principales tipos de habitación de grupos humanos con sus posteriores legados y testimonios de carácter histórico culturales que podemos encontrar en la Villa Rica actual:
a) Los asentamientos hispanos conformados por la ciudad, encomiendas, fuertes y fortines.
b) Los asentamientos de indios amigos consistentes en aldeas, arrabales, fuertes, fortines y "pueblos de indios".
c) Finalmente, los reducidos sitios de los denominados "indios de guerra" o alzados; materializados en reductos de tipo bélico correspondientes a fuertes y fortines; emplazamientos que fueron erigidos durante el período bélico colonial de Villa Rica que se extendió por medio siglo, entre 1552 y 1602.
Tipos de interacción socio-cultural colonial: Los naturales del área de La Rica colonial interactuaron con los españoles de dos maneras:
a) La forma de interacción cultural integrada y amistosa manifestada en el mantenimiento de vínculos sociales de carácter comercial, laboral y religioso. Este tipo de interacción amistosa dio origen a un tipo social denominado "indios amigos o de paz"
b) La interacción hispano - mapuche violenta o bélica que se originó por la resistencia al sometimiento extranjero que dio origen al hostigamiento militar permanente o esporádico dirigidos a centros y focos de origen español y llevados a efecto por los mapuches beligerantes o sublevados, los que dieron origen al tipo social colonial disidente denominado "indios de guerra o alzados”.

RADIO URBANO Y DENSIDAD DE LA RICA COLONIAL:

"...Por abril en adelante poblé la Villa Rica, que es por donde se ha de descubrir la mar del norte: Hice cincuenta vecinos, todos tienen indios...” (Pedro de Valdivia al Emperador Carlos V; 26 de Octubre de 1552.)

De los 50 vecinos que instalara Pedro de Valdivia en la nueva fundación denominada "La Rica”, en abril de 1552; podemos afirmar que este número de vecinos se vio más que triplicado con el correr del tiempo. Afirmamos este antecedente citando a López de Velasco, quien en el censo de 1575 registra a la Ciudad Rica con la asignación de 120 vecinos y 12.000 "indios tributarios" (Gabriel Guarda: "Historia Urbana del Reino de Chile". Pág. 35. y Patricia Cerda Hegerl: ”Las Fronteras del Sur.” Pág. 34.)

La antigua Ciudad Rica contó inicialmente con doce cuadras en su planta urbana, las que al igual que su población, se vieron acrecentadas con el paso de los años. Así, la ciudad y sus habitantes, al correr medio siglo de fundada, logró ser un centro urbano de gran importancia en el Reino de Chile de la conquista.

Diego Arias de Saavedra:

La primera descripción del entorno geográfico y extensión urbana de la antigua Ciudad Rica la encontramos, de manera poética y sucinta, en la obra épica “Purén Indómito” del capitán y escritor colonial don Diego Arias de Saavedra; quien fuera vecino de la Villa Rica por algunos años y que posteriormente se traslado con su hacienda a la ciudad de La Imperial, de donde prevenidamente evacuó a los suyos hacia el norte; acertada decisión que efectuó a la luz de los primeros atisbos y rumores del eminente alzamiento mapuche de fines de 1598.
La calidad de vecino de La Rica del aludido literato hispano, lo sitúa como contemporáneo de los últimos años de la ciudad, y por tanto, esto nos induce a considerar su información como de primera fuente, y por ende, su breve descripción es un valioso testimonio que podría aproximarse a un antecedente de razonable veracidad:

“...Aquesta Ciudad Rica esta poblada
cerca de una laguna caudalosa,
de montes altos y árboles cercada,
Que fuera della apenas se ve cosa;
Esta una casa de otra algo apartada,
La ciudad prolongada y espaciosa,
Y ciento veinte y dos vecinos no cabían
En cuarenta y tres cuadras que tenían...”
(Diego Arias de Saavedra: “Purén Indómito.” Canto XII, Estrofa 918.)

A la luz de la información, aportada por la estrofa anterior, se rescata el detalle en que Arias de Saavedra atribuye a la ciudad 122 vecinos; ahora, considerando una familia promedio, por parte baja, de 5 o más integrantes, nos evidencia a priori, una hipotética población hispanocriolla fácilmente superior a las 600 almas que dieron vida a la ciudad colonial. El autor indica, igualmente, la existencia de 43 cuadras que divididas, según la ordenanza legal de la época, en cuatro solares cada una podríamos atribuir, teóricamente, la existencia de una infraestructura de más de 80 casas o edificios de carácter urbano que dieron forma y extensión a la antigua Villa Rica.
Consideramos la información de Arias de Saavedra de indiscutible importancia; sin embargo, las crónicas y descripciones referentes a las ruinas y restos de equipamientos urbanos posteriores al siglo XVI, igualmente, arrojan más detalles para así dar estructura al planteamiento de la tesis correspondiente a la densidad y urbanismo de la antigua población; detalles e hipótesis que expondremos y evaluaremos metódicamente en las páginas siguientes.


Mapa de Villa Rica colonial levantado de las ruinas de la ciudad por el general Emilio Körner y don Otto Gudenschwager; 1903. Tomado del libro “Villa Rica, Historia Inédita” de Guillermo González.

Guillermo Döll:

El profesor don Guillermo Döll, que fue parte de la comitiva que acompaño al Teniente Coronel de las Guardias Nacionales don Ignacio Agüero, que el 18 marzo de 1848, y por orden del Ministerio del Interior, llevo a cabo la “Toma de posesión simbólica de las ruinas coloniales de La Rica”. Durante la materialización de este histórico acontecimiento, Guillermo Döll, efectuó una relación de los hechos y una descripción de las ruinas de La Rica; el profesor Döll es quien nos entrega la primera importante descripción de la planta urbana de la antigua población colonial en lo que respecta al periodo republicano:

“...El examen de la planta les permitió verificar que sus calles habían corrido de norte a sur y de oriente a poniente y que una arteria se alargaba por espacio de unas 8 cuadras, debió ser la principal; también dieron con dos recintos con todas las trazas de haber sido antiguas fortificaciones; una en el sector sur, cruzada por un estero; y la otra, en el sector oeste, con restos de un edificio que talvez correspondió a una iglesia...” (Carta del Profesor Guillermo Döll: Fojas 29 y 30 documento citado por don Guillermo González Díaz en su obra “Villa Rica, Historia Inédita”. Pág. 232.)

-Documentos cartográficos:

Guevara, Körner y Subercaseaux::

A la luz del mapa de las ruinas de la planta colonial de la Ciudad Rica, levantado por Tomás Guevara el año 1902, la ciudad contaba con seis cuadras de largo por ocho de ancho. Según el mapa levantado por orden del coronel Emilio Körner y materializado por Otto Gudenschwager en 1903, la ciudad contaba con seis cuadras de largo por siete de ancho.

Los antecedentes de Guevara y Körner adolecen de la notable desventaja de haber sido levantados después de ser impactado y removido el suelo por parte de los colonos de principios del siglo XX. Por esto mismo, en nuestra apreciación particular, creemos que el antecedente de expansión urbana más fiable nos la entrega el Sargento Mayor, don Francisco Antonio Subercaseaux, que fuera parte presencial del primer arribo a las ruinas, previo a la tercera refundación de Villa Rica en enero de 1883.

Francisco Antonio Subercaseaux, al observar el suelo que cobijaba las ruinas, sin presentar este ninguna alteración de parte de los colonos, nos entrega una visión más amplia y fidedigna de la verdadera extensión urbana de la población colonial. Subercaseaux expone en su texto “Memorias de la Campaña de Villa Rica” que la ciudad tenía una dimensión que correspondía exactamente a 16 cuadras de largo por 10 de ancho:

“... Algunas calles abriéndose; una de las cuales, extendiéndose de oriente a poniente, mide 16 cuadras y 10 metros de ancho. Otra transversal tiene menos dimensiones contando con otras 10 cuadras...” (Francisco Subercaseaux: ” Memorias de la Campaña de la Villa Rica.” Pág.36.)

La disposición de medidas urbanas de la época colonial consideraba como base la “traza”, que equivalía a una manzana de 138 varas castellanas por lado, “sin incluir calle y vereda”, cuya longitud actual aproximada equivale a unos 120 a 125 metros por cuadra. Cada manzana se dividía en cuatro terrenos de aproximadamente 60 a 65 metros por lado y que cobijaban un solar particular cada uno. Finalmente, las arterias o calles correspondían a dimensiones aproximadas de 8 a 10 metros de ancho.

Con toda la observación de las disposiciones de protocolo de fundación y ordenanzas urbanas castellanas de la época, que Pedro de Valdivia y sus lugartenientes aplicaron en la conquista de Chile, nos atrevemos a señalar que, la ciudad habría contado, aproximadamente, con la siguiente extensión o radio urbano:

-10 cuadras de norte a sur más 5 calles, que corresponden, aproximadamente, a 1.250 metros de ancho.
-16 cuadras de este a oeste, más 8 calles, equivalentes, aproximadamente, a 2.064 metros de largo.

Las medidas anteriores, analizadas y proyectadas hoy en día, ocuparían la actual ciudad, aproximadamente, desde la ribera del lago hasta calle Pedro León Gallo, de norte a sur. De oriente a poniente, desde calle J.M.Carrera, hasta las dependencias del Balneario del Banco Estado de Chile, ubicado en Avenida Pedro de Valdivia esquina calle Colo Colo.



Fachadas típicas de casas coloniales o solares hispanocriollos del siglo XVI. Su construcción se efectuaba con adobe o con ladrillos y tejas, que eran fijados o
fraguados con una mezcla de cal, arena y huevos.

-Extensión urbana extraoficial:

Sin embargo, los vestigios arqueológicos indican una proyección extensa hacia el oriente y poniente, alcanzando, incluso, hasta las dependencias del actual Hotel Kolping en calle Isabel Riquelme por el oeste y de manera más uniforme y continua hacia el actual camino a Pukön, por el este; pues incluso, hemos identificado cimientos y restos de construcciones coloniales en el sector de calle Saturnino Epulef en los sitios pertenecientes al Sr. Eduardo Negroni y Sr. Washington López. También en la ex ”pampa del lago”, en el área que actualmente ocupa la tienda "Sodimac Constructor", sitio ubicado igualmente en calle Saturnino Epulef: En este lugar se encontró una placa conmemorativa escrita en latín y que recordaba la visita del obispo de La Imperial, Antonio de San Miguel en 1577, pieza arqueológica que pertenece hoy a la Diócesis de la Araucanía; y en octubre del año 2003, por medio de un estudio arqueológico preliminar de la Comisión Técnica de Monumentos Nacionales, se estableció que el “Sitio Sodimac” correspondía al lugar en que funcionó la antigua fabrica española de cerámicos, ladrillos y tejas. (Arqueólogo José Saavedra: “Informe Técnico del Sitio Arqueológico ‘Sodimac Constructor`, Villa Rica - Octubre de 2003.”)
Referente a los vestigios arqueológicos españoles que existen en las inmediaciones del área que cobijara el antiguo emplazamiento urbano colonial, presumimos que estas construcciones que estuvieron situadas tan alejadas del centro cívico de la ciudad, debieron comprender un conjunto de casas quintas de particulares o probablemente arrabales de Indios Amigos, o bien a emplazamientos habitacionales de auxiliares domésticos, como lo eran los negros y los sambos.
La proyección extraoficial anterior, se aproxima a las medidas de extensión urbana que señala don Juan Antonio Subercaseaux, en su texto “Memorias de la Campaña de la Vila Rica” a fines del siglo XIX; información historica, a la luz de las ruinas coloniales, que indica que la ciudad hispana contó con “16 cuadras de largo por 10 de ancho”.

DESCRIPCION GEOGRAFICA Y ARQUITECTONICA DE LA RICA COLONIAL:

Padre Miguel de Olivares:

El padre jesuita Miguel de Olivares, visitó el área de la Villa Rica por fines del siglo XVIII. Olivares inspeccionó con sumo detalle las ruinas de la planta de la ciudad, destacando además la imponente belleza del entorno natural: Comienza su descripción admirando la naturaleza, el lago y su isla, el río Toltén, las montañas, el volcán, los arroyos que cruzaban la ciudad. Finalmente remata su copiosa descripción con un breve catastro de ruinas de edificios coloniales, dejando así un breve, pero importante registro de las características urbanas de los emplazamientos hispanos del siglo XVI ubicados al sur del Bio Bio. Va aquí el testimonio que nos legó el padre Miguel de Olivares:

“... De aquí destacó el gobernador Valdivia a Jerónimo de Alderete con sesenta hombres pera que fundase cerca de la cordillera, como fundó por noviembre de 1552 (Sic.), una población a la cual llamo Villa Rica en 39 grados de latitud Austral, distante de la gran cordillera y del famoso volcán que tomó el nombre de la misma Villa, a siete leguas della. El asiento de la fundación es una campiña espaciosa y amena inmediata al desagüe del río Toltén que sale de un lago de 16 leguas de circunferencia, a la cual por su grandeza llaman los indios en su idioma Lafquén, que significa mar. Tiene este lago un montecillo en medio, tal como los mitologistas describen al Bindo de la laguna Aganipe: Su base es perfectamente circular, y sube en la misma forma de circulo cada vez menor, según se va elevando, hasta rematar en punta, y esta todo el hermoseado de yerbas y flores. Las aguas del lago en que habitan innumerables peces, son comúnmente mansas y fáciles de navegar, aunque a veces se encrespan, y levantan tumultuando sus cristales al violento soplo los vientos, contra cuyo imperio no tiene alguna defensa. Las tierras que caen al norte de esta laguna, son montuosas y silvestres; mas no tanto las que caen al sur, y entre sur y oriente, son mas llanas y desembarazadas, y así están bien cultivadas, pobladas de habitadores y llenos de numerosos atos de ganado. Del asiento de la ciudad hacia la parte del oriente, hay un recuesto que va bajando moderadamente, según se acerca a la laguna, y del en ella desaguan seis o siete gruesos arroyos que están en casi igual distancia unos de otros, y manifiestan por la semejanza y rectitud de su cause ser hechos a manos. Al notarlos no se ofrece otro pensamiento, sino que fueran acequias de otros tantos molinos de oro o de pan. De una suerte o de otra manifiestan que la ciudad fue rica o populosa; y esto ultimo se conjetura bien de sus ruinas que hemos registrado cuidadosamente y con reflexión a la corta vida de todas las cosas humanas y que también mueren las ciudades como los hombres. Se distinguen por sus sitios y medidas, la plaza, el castillo, la matriz, dos casas grandes, al parecer de regulares; otros edificios también grandes para gente rica y principal, y otros menores para el pueblo menudo...” (Padre Jesuita Miguel de Olivares: “Historia Militar, Civil y Sagrada de Chile.” Tomo IV. Cáp. XIV. Pág. 137.)

Planta, elevaciones y cortes correspondientes a la tipología de viviendas del siglo XVI. Tomado de la obra ”La Vivienda Urbana en Chile Durante la Época Hispana” de Antonio Sahady V.
-Construcciones, edificios y áreas públicas:
Continuando con la breve descripción arquitectónica anterior, efectuada por el jesuita Olivares, incluimos un registro del equipamiento urbano y edificios públicos y particulares que existieron en La Rica entre los años de 1552 y 1602. Citamos, para esto, algunos antecedentes que recopiló y publicó don Santiago Lorenzo en un articulo intitulado “Las Ciudades Chilenas” texto que fue redactado con base en su conocida e interesante obra intitulada “Las Ciudades de Chile” (Editorial Andrés Bello, Santiago, 1983.)
Con el auxilio del documento bibliográfico aludido, más la suma de otras fuentes históricas, se puede concluir que a la antigua Villa Rica se le atribuyen oficialmente las siguientes construcciones y obras urbanas coloniales:
-Dos Fuertes y un Cuartel General o Capitanía. ( Dcto. Cartográfico: Emilio Korner - Otto Gudenschwager, 1903.)
-Una Cuadra Fuerte de seguridad general. ( Diego Arias de Saavedra. Purén Indómito. Canto XII. Pág. 231.)
-80 casas de particulares. ( Dcto. Cartográfico, Tomás Guevara, 1902.)
-Hospital “Santa María de la Gracia.” Obra Pía, fundado en 1575 por fray Antonio de San Miguel, Obispo de la Imperial. (Mosáico Histórico de la Villa Rica, Pág. 05.- Santiago Lorenzo. Las Ciudades de Chile. 1986.)
-Hospital para Indígenas. Fundado en 1582, por el vecino Pedro Aranda de Valdivia. (Pérez García. Protocolo Eclesiástico de la Imperial. Archivos de Concepción. Araucanía Misional Nº 67, Pág. 23.)
-Dos Escribanías: Pública y de Número. (Santiago Lorenzo Ob. Cit.)

-Casas de Regulares. (Ibidem.)
-Casas de Quintos. (Ibidem.)
-Ejidos. Cabildos. Corregimiento. (Ibidem.)
-Cárcel o Presidio. (Guillermo González. Villa Rica, Historia Inédita. Pág. 94, Nota Nº 158.)
-Fábrica de lienzos. (Inaugurada en 1573, G. González. Ob. Cit. Pág. 146.)
-Industria de cecinas. (G. González. Ibidem.)
-Fundición minera y casa de moneda. (G.González Ob. Cit. Pág.150; P. Treutler. Andanzas de un Alemán en Chile. Pág. 268.)
-Fábrica de cerámicos, ladrillos y tejas. (José Saavedra: Informe Técnico Arqueológico, Oct. 2003. - G. González. Ob. Cit. Pág.146.)
-Fábrica de artefactos de greda. (G. González. Ob. Cit. Pág. 150.)
-Parroquia o iglesia matriz: Con advocación a Santa María Magdalena. (Córdoba y Figueroa. Historia de Chile. Pág. 63.)
-Tres templos o iglesias mayores: Franciscano, Dominico y Mercedario. (Córdoba y Figueroa. Ob. Cit.)
-Tres conventos: Dominico, Mercedario y Franciscano - Este ultimo con advocación a Santa. María de las Nieves, fundado en 1574.- (Vicente Carvallo Goyeneche. Descripción Histórica y Geográfica de Chile. Tomo II. Pág. 186.)
-Cinco capillas: Doctrinas Mercedarias. (Fray Pedro Nolazco. Historia de las Misiones Mercedarias en América, Pág. 434 - 438.)
-Una ermita en honor a San Sebastián. (Obra Pía; Fundada por el vecino Juan de Almonacid, año 1567. Mosaico Histórico de Villa Rica, Pág.16.-Pérez García. Protocolo Eclesiástico de la Imperial. Archivos de Concepción. Araucanía Misional Nº 67, Pág. 23.)
-Un arrabal de indios amigos. (Gabriel Guarda. Historia Urbana del Reino de Chile. Pág. 47.)
-Dos molinos de harina. (Juan Antonio Subercaseaux. Memorias de la Campaña de Villa Rica. 1881-1883.)
-Cinco molinos auríferos. (Restos arqueológicos en analogía con la información de John Lee Schmidt y Francis Cole, año 1858. Doc. Epist. Trumbull / Vicuña Mackenna. La Edad del Oro en Chile. Pág. 54 - 55.)
-Un embarcadero. (Teniente Coronel Ignacio Agüero - Profesor Guillermo Döll. 14 de Marzo de 1848. Doc. Epist. Fojas 31-32.)
-Paseo del lago. (Diego de Rosales. Histórica Relación del Reino de Chile. Pág. 426.)
-Un pretil: Murete o muelle público “que ordenado como lozas a la orilla del lago servía para lavar.” (Diego de Rosales. Ob. Cit. Pág.426.)

En la Villa Rica colonial, la construcción urbana, la minería y la industria fabril tuvieron su mayor auge entre los años 1560 y 1575. El grabado muestra actividades metalúrgicas del siglo XVI.

POBLACIÓN HISPANA COLONIAL DE LA VILLA RICA:
Todas las ciudades y villas del siglo XVI y demás asentamientos con características semi urbanas como las improvisadas “casas fuertes” o encomiendas fortificadas en tiempo de guerra, correspondieron a centros de relaciones interétnicas. Por lo anteriormente señalado, la Ciudad Rica se debe adherir al tenor del aspecto social general del Reino de Chile del periodo de la Conquista: A saber, en La Rica colonial compartieron un mismo suelo los hispanos peninsulares, los hispanos criollos, los mestizos, mulatos, sambos, la población Indígena y en menor grado los esclavos negros.
Vecinos hispanos peninsulares e hispanos criollos:
Calculamos, mediante un estudio de los mapas de Tomas Guevara y Emilio Körner, que la ciudad antes de ser arrasada contó con un mínimo de 30 cuadras que divididas en 4 solares cada una nos da un promedio de 120 vecinos; resultado que coincide con el antecedente histórico del censo de 1575 en que López de Velasco asigna a La Rica 120 vecinos y 12.000 indios de paz. Contando estos 120 vecinos con un grupo familiar mínimo aproximado de 6 a 8 individuos, nos da un total de 720 a 960 habitantes hispano criollos para fines del siglo XVI. Otra información de interés se desprende de un documento cartográfico que corresponde al mapa de Tomás Guevara en que describe los restos de cimientos de 80 casas destruidas.
La aproximación poblacional de La Rica, que estima una densidad citadina e interrelación social de 720 a 960 vecinos, concuerda con los antecedentes históricos que aseguran que la población hispanopeninsular e hispanacriolla colonial, existente al sur del Bio Bio, fluctuaba entre los 5.500 y los 6.000 súbditos de la Corona Ibérica repartidos en 7 centros urbanos.
A la luz de los vestigios arqueológicos y antecedentes históricos y cartográficos, podemos deducir que centenares de españoles conformaron y dieron vida a la Villa Rica colonial; ciudad en la que desarrollaron sus vidas junto familiares y amigos, existencias que llevaron cabo en área urbana como vecinos titulares de solares y casas quintas, como también en el área rural del corregimiento colonial en calidad de vecinos feudatarios o encomenderos.


Trajes del periodo de la conquista del Reino de Chile utilizados por la sociedad española de la antigua Villa Rica del siglo XVI.

En la Ciudad Rica, como en toda Latinoamérica del siglo XVI, existieron condiciones o status sociales muy bien determinados como lo eran los hispanopeninsulares, que correspondían a los españoles originarios de la antigua Europa Ibérica. Estaban también los hispanocriollos que eran hijos de españoles nacidos en tierra americana. Proseguían en el orden social los mestizos, mulatos, los "indios amigos", los "indios de servicio" yanaconas o sambos, los esclavos negros y finalmente los "indios de guerra" o könas.

Para poder comprender un poco más el quehacer social cotidiano de la población hispana que se desarrolló en La Rica colonial, es necesario conocer a algunos de los individuos que dieron existencia y sustentaron aquella sociedad del siglo XVI en la Ciudad Rica. Para esto, hemos realizado una lista de vecinos villarricanos españoles preeminentes; los que presentaremos en orden de relevancia histórica local.

Cabe mencionar, que para realizar esta breve nómina hemos acudido a los textos de historia y sociedad colonial que rescatan antecedentes biográficos de algunos de los moradores de la antigua Villa Rica. Entre estos textos, figuran: "Las Antiguas Familias del Obispado de Concepción", de Gustavo Opazo Maturana; "Los Conquistadores Españoles" y "Formación de la Sociedad Chilena" ambos textos pertenecientes a don Tomas Thayer Ojeda; "La Ruina de la Villa Rica" de Fernando Allende Navarro; el "Nobiliario de la Capitanía General de Chile" de Don Juan Luis Espejo, y el libro “Villa Rica, Historia Inédita” de don Guillermo González Díaz.

Creemos que la nómina de vecinos que exponemos a continuación nos entrega una imagen generalizada de la estructura social hispanocriolla; es decir, de quienes desarrollaron sus vidas hace más de 450 años, entre los paisajes y suelos de la Villa Rica. A nuestro particular parecer, entre los habitantes de la Villa Rica española que merecen ser destacados y recordados por su relevancia social histórica, podemos indicar a los siguientes vecinos coloniales:

Rodrigo de Bastidas: Capitán de caballería de la Ciudad Rica. Fue el ultimo jefe militar y corregidor de la ciudad hasta ser arrasada en 1602. Nació aproximadamente por el año 1551. El reconocimiento oficial de sus méritos personales y servicios a la corona le llevaron a ocupar el cargo de corregidor de La Rica en 1598.
Contrajo nupcias con Ana Chavarri, hermana del famoso caudillo y capitán Marcos Chavarri, con la que tuvo un solo hijo llamado Rodrigo.
El capitán Bastidas es el icono en que convergen todos los acontecimientos de los últimos días de la antigua Villa Rica. Muere el 07 de febrero de 1602 inmediatamente después de la caída del fuerte, siendo sacrificado ritualmente por los mapuches.
Rodrigo de Bastidas es, sin duda, el personaje más importante y trascendente en la historia de La Rica colonial. Destacado por sus cualidades de jefe miliar manifestadas en su lealtad y heroísmo en defensa de los suyos, como por sus intransables valores, los que mantuvo firmes hasta entregar su propia vida en el insustentable esfuerzo que ya todos conocemos.

Marcos Chavarri: Criollo, nacido en Villa Rica. Fue hijo del vecino fundador don Juan Bautista Chavarri, que fuera encomendero de La Rica. Marcos Chavarri fue distinguido con el grado de capitán de caballería y ocupó el cargo de regidor de Villa Rica en 1593. Brilló por su astucia y valor combatiendo junto a Bastidas en el sitio del fuerte. Fue capturado por los mapuches en la quinta-huerto del templo de San Francisco, contiguo al fuerte, mientras procuraba abastecer a los sitiados con hortalizas y frutos recolectados. Salvó a la muerte gracias a su conocimiento del mapud’ungu y a las buenas relaciones instauradas, previamente, con los "indios amigos"; situación que lo llevó a servir como secretario oficial, lenguaraz e interlocutor válido en las relaciones hispano-mapuches. Vivió en cautiverio junto a su mujer, hija y suegra, logrando la libertad solo 25 años después de caída la ciudad Rica, esto en 1627.

Juan Beltrán: Mulato, oriundo de la Imperial. Se estableció como vecino de la Ciudad Rica entre los años 1575 y 1580. Contrajo matrimonio con una mujer mapuche. Don Martín García Oñez de Loyola lo distinguió con las jinetas de capitán de infantería el año 1592. El año 1598 figura como jefe del fuerte Maquegua o Makewa, al norte del lago Koliko. Por su fuerte personalidad, arrojo y bravura en la lucha fue temido y admirado por los "indios amigos y de guerra" quienes lo conocían como un combatiente legendario por sus famosas, heroicas y celebradas hazañas bélicas y exitosas escaramuzas.
Murió el año 1601 en una emboscada mapuche realizada en la Iglesia de San francisco, frente a la plaza de la ciudad, mientras iniciaba un patrullaje en busca de alimentos para los sitiados del fuerte.

Andrés de Vivero: Nació en Villa Rica el año 1565. Sus padres fueron los distinguidos vecinos de La Rica, don Álvaro de Vivero, quien fuera titular de una encomienda de las mejores, y doña Beatriz de Paz. Estudio en el seminario de la Imperial y fue ordenado solemnemente en el sacramento del sacerdocio, en la catedral del obispado colonial en esa misma ciudad. Ejerció como sacerdote en la Villa Rica hacia fines del siglo XVI. Tuvo un hermano llamado García Torres de Vivero que también fue sacerdote.
Una vez sitiada la ciudad el cura Andrés de Vivero se hizo célebre por sus incursiones a territorio enemigo en misiones de recolección de alimentos; en uno de estos intentos fue capturado por los mapuches por el año 1601, pereciendo martiriológicamente: Fue azotado cruelmente y después de esto le asaron vivo, y en presencia de los demás prisioneros hispanos, “ofreciendo este cura sus tormentos en alabanza del creador hasta último momento...” (Diego de Rosales. Ob. Cit.)

Pedro de Maluenda: Español peninsular. Nació en la ciudad de Burgos el año 1548. Llegó a Chile como conquistador junto al general Juan de Lozada. Se distinguió como soldado en las guerras de Granada, por lo que se le congratuló con el grado de capitán de caballería. Se radicó en la Ciudad Rica entre los años 1583 y 1592. El Gobernador Alonso de Sotomayor lo favoreció con una encomienda de las mejores emplazada en las tierras situadas al norte de La Rica.
Fue corregidor de la Ciudad Rica por 1585, ocupó además el cargo de Visitador de Pueblos de Indios. Casó con María Placencia Cortés, mujer oriunda de la Villa Rica, con la que tuvo dos hijos llamados Pedro y Juan. El año 1597 fue designado corregidor de la Ciudad Rica y en el desempeño este cargo encontró la muerte en 1598, en un enfrentamiento con los mapuches en un área de ciénagas ubicada al norte del lago Mallowelafkén, entre la Ciudad Rica y el fuerte Makewa. La noticia de su trágica muerte fue de público conocimiento en todo el Reino de Chile, hecho que conmocionó y puso en alerta a los habitantes de las siete antiguas ciudades del sur. Su hijo mayor, Pedro de Maluenda, vecino y soldado, fue muerto trágicamente durante la defensa de la Cuadra Fuerte por el año 1600. Su segundo hijo, llamado Juan, sobrevivió al sitio y desastre final de 1602.

Juan de Maluenda: Nació en Villa Rica el año 1588. Hijo del matrimonio conformado por quien fuera corregidor de la Ciudad Rica, don Pedro de Maluenda y doña María Plascencia y Cortés, nieta del famoso conquistador de México Leonardo Cortés.
Juan de Maluenda fue el único niño testigo de la resistencia y caída de la ciudad, como también de los últimos días de la Cuadra Fuerte, su asalto y destrucción el 7 de febrero de 1602, fecha en la que fue capturado a sus escasos 14 años de edad junto a su madre, abuela, dos primas y una tía. En 1606 alcanzó la libertad junto a su abuela materna. Su madre solo escaparía al cautiverio el año 1610. Una vez reencontrado con su progenitora, en 1612, se asentó con sus escasos familiares sobrevivientes en la Ligua, donde adquirió una hacienda de importancia. Contrajo matrimonio con la española peninsular Cristobalina de Benavides y Aguilera. En 1615 alcanzó el grado de Teniente General de Caballería y el 1621 fue promovido a Maese General de Campo. Se desempeño como corregidor de las ciudades de la Serena en 1621 y Santiago en 1627, ciudad en la que fallece por el año 1635.

Cristóbal Hernando Aranda de Valdivia: Nació en Villa Rica el año 1560. Hijo del que fuera capitán y Corregidor Perpetuo de Santiago por 1579 y posteriormente vecino encomendero de La Rica, don Pedro Aranda de Valdivia -sobrino del Gobernador Pedro de Valdivia- y de Doña Catalina de Saravia Escanvias y Dávalos. Cristóbal fue hermano del cura villarricano Martín Alonso Aranda de Valdivia, actual beato de la iglesia Católica, mártir misionero de Eliucura a manos de Anganamón en 1627. El año 1581 Cristóbal Hernando se presenta como heredero y sucesor titular de la encomienda de su padre, propiedad familiar que estaba ubicada en el valle cordillerano de Andelepe o Llangagüe, a siete leguas al sur oeste de La Rica. El año 1587 subió al valle de Andelepe a fortificar la encomienda de la cual era legatario y que administraba y sostenía por esos años, quedando como jefe y caudillo del Baluarte construido para protección del inmueble. Defendiendo esta fortificación encontró trágica muerte a manos de la toki Janekeo y su hermano el toki Kechuntureo, el mismo año de 1587.

Gabriel de Villagra: Nació en la ciudad de la Imperial el año 1560. Sus padres fueron don Gabriel de Villagra y doña Isabel de Villarroel, los que serían años mas tarde distinguidos vecinos de la Ciudad Rica. Contrajo nupcias con doña María Carrillo, con la que tuvo cuatro hijos. Fue procurador de La Rica lo que le llevó, a principios de 1599, a la adjudicación de una encomienda de manos del Gobernador Pedro de Vizcarra. Fue capturado durante el asalto y destrucción de la ciudad de Valdivia el año 1600, y fue presentado ese mismo año como rehén junto a su mujer ante las puertas de la Cuadra Fuerte de la Villa Rica, momento en que se escaparon astutamente de sus captores e ingresaron a la fortaleza hispana en la cual comunicaron al capitán Bastidas y a los sitiados la destrucción total de las ciudades de la Imperial y Valdivia, asestando los mapuches, por medio de estos fugados vecinos, un gran golpe psicológico y sensación de abandono a los defensores del baluarte de la La Rica.
Don Gabriel de Villagra se sumó a la defensa del fuerte resistiendo junto a Bastidas hasta el ultimo día, 7 de febrero de 1602, en que muere dando fiera resistencia a los numerosos y aguerridos mapuches.

Alonso Becerra Altamirano: Nació en Trujillo, España, por el año 1560. Figura como vecino de la Ciudad Rica solo desde el año 1580. En 1592 el Gobernador Martín García Oñez de Loyola lo designa Corregidor de la Villa Rica; en el ejercicio de autoridad de este cargo enfrentó la desaprobación generalizada de la población, manifestaciones que terminarían destituyéndolo en un confuso incidente que rescata don Diego Arias de Saavedra en su obra Purén indómito, Canto XII. En el mismo texto también se describe al capitán Alonso de Becerra salvando la vida al capitán Bastidas en una arriesgada incursión militar. Muere junto al capitán Gabriel de Villagra defendiendo la Cuadra Fuerte de la Villa Rica durante el ultimo asalto el 7 de febrero de 1602; igualmente, cayeron dando fiera lucha, junto al capitán Alonso Becerra, el carismático cura Sedeño y el valeroso capitán Domingo de Ursandi, “...que conjurados todos a morir por su Rey antes que rendirse, ofrecieron sus vidas en valeroso estéril arrojo y bravía lucha ante sus enemigos, que eran muchos...” (Rosales. Ob. Cit.)

Juan Álvarez de Luna: Nació en España el año 1530. Entre 1550 y 1557 participó en la conquista de México y luego en la de Perú. Llegó a Chile en 1558, trayendo 20 soldados armados, “sustentados y asalariados” con su propio capital. El Gobernador García Hurtado de Mendoza lo designó Corregidor de la Serena en el año 1554. Fue alcalde de Angol por 1560 instalándose junto a su familia en la Ciudad Rica solo unos años mas tarde. En La Rica destacó como vecino principal, siendo estimado y reputado en todo el Reino de Chile, por lo que su hogar fue común estancia para altos personeros y autoridades del reino, como lo eran gobernadores, maeses generales y coroneles de campo, obispos y otros. En 1579 Rodrigo de Quiroga lo congratula con el título y grado de Maese General de Campo. Casó con la imperialina criolla María Cortés y Zapata con la cual tuvo tres hijos, Ana, Beatriz y Francisco Álvarez de Luna, que morirían todos durante la defensa de la Cuadra Fuerte colonial, destacando su hijo Francisco, entre sus pares, por su valentía y arrojo.
Don Juan Álvarez de Luna fue uno de los vecinos más afamados y respetados entre la sociedad de la antigua Rica colonial. Murió en Villa Rica el año 1598.

Juan de Almonacid: Nació en Madrid, España el año 1519. En su calidad de peninsular fue amigo común de don Pedro de Valdivia y Francisco de Villagra, con los cuales participó desde un principio en la conquista de Chile. A comienzos de 1553 el gobernador Valdivia lo premió con una encomienda ubicada al sur del corregimiento de la ciudad de la Imperial y cercana a los límites con La Rica.
En 1555, al repoblarse la Villa Rica, se establece como vecino de esta ciudad, en la que sirvió por más de dos décadas en el cargo de Tesorero de la Real Hacienda. En 1575 en virtud de sus méritos personales y servicios a la corona el Gobernador, don Rodrigo de Quiroga, le asigna una encomienda. Nuevamente el año 1583 el Gobernador Alonso de Sotomayor le otorga otra encomienda de las mejores en el distrito del Corregimiento de La Rica. En su calidad de vecino encomendero de la Ciudad Rica prestó sus servicios y patrimonio para el buen desarrollo logístico de la guerra de Arauco, “...Bastimentos que eran de gran auxilio a los capitanes y mayor alegría de la tropa...” Su destacada devoción cristiana le llevó a donar parte de su fortuna para la construcción de una ermita en honor a San Sebastián por el año 1567; obra pía que se emplazó en una estancia de su propiedad cercana al área urbana y ubicada al sur de La Rica. (Sitio histórico "La Ermita" situada al noreste de la actual Villa Todos los Santos; sitio cultural impactado y perdido por obras de construcción efectuadas en septiembre de 2005. Ximena Navarro H. Arqueóloga U. C. Temuko. Nov. 2004.)
En 1584, don Juan de Almonacid, después de engorrosos trámites, obtuvo autorización para regresar a España; sin embargo, nunca pudo concretar su viaje a Europa, pues su anhelado viaje se vio truncado al perecer ahogado el año 1592, mientras efectuaba los preparativos para regresar a su madre patria.
Retrato y firma de don Ramiriañiz de Saravia, vecino, corregidor y encomendero de la Villa Rica por el año de 1568. Tomado de la “Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile” de José Toribio Medina. Segunda Serie; Tomo VI.

Álvaro Rodríguez: Nació en Villa Rica el año 1571. Obtuvo el grado de Capitán de Caballería como congratulación a sus destacados servicios en la Guerra de Arauco. El año 1600 fue hecho cautivo por los mapuches al participar en la defensa de la ciudad de Valdivia, alcanzando su libertad cuatro años después. En 1606 figura como oficial en la fundación del fuerte de Boroa donde actuó como lenguaraz y secretario en las relaciones con los mapuches logrando, por medio de sus gestiones, el rescate y liberación de muchos cautivos entre los cuales figuran sus propios padres además de otros muchos apresados durante los sitios y destrucciones de La Rica, La Imperial y Valdivia. Se desconoce la fecha de su deceso.

Álvaro de Vivero: Figura como uno de los más antiguos y respetados pobladores de La Rica colonial. Fue vecino encomendero y fiel devoto cristiano. Casó con Beatriz de Paz, unión de la que nacieron dos hijos: don García Torres de Vivero y Andrés de Vivero, quienes abrazaron la vocación sacerdotal prestando sus servicios religiosos a la iglesia local de La Rica en el período comprendido entre las dos ultimas décadas del siglo XVI.

Pedro Camacho: Acompañó a Valdivia y Alderete en conquista del sur de Chile. Fue testigo y fundador de la Villa Rica en 1552. Fue alcalde de La Rica en dos períodos, el primero comprendido entre los años 1553 y 1554. Inició su segundo período alcaldicio el año 1562. Fue retado a duelo público en la plaza de la Ciudad Rica por el vecino Nuño Hernández Rasura, perdiendo la vida en ese "acto de honor y ajusticiamiento de cuentas" el mismo año 1562.

Fray Cristóbal Coronel, OSD: Todo indica que primer religioso que pereció en lo que fuera el primer asalto que dio origen al prolongado sitio y destrucción de la Ciudad Rica, fue un fraile llamado Cristóbal Coronel, perteneciente a la Orden de los Dominicos; convento que según los mapas coloniales figura como una de las construcciones o edificios más apartados de la Cuadra Fuerte que construyera el capitán Bastidas frente a la plaza de armas de la ciudad:

“ ...Quedaron los contrarios por señores
de la ciudad haciendas y campaña
soberbios, iracundos vencedores
humildes y vencidos los de España.
Robaron ¡OH sacrílegos traidores!
los templos, y con grande furia y saña
a Fray Cristobal Coronel mataron...”
(Diego Arias de Saavedra: “Purén Indómito.” Canto XII.)

Diego de Rosales también hace referencia a la muerte de este fraile de la Orden de Santo Domingo y la señala como una de las primeras bajas hispanas en el primer inesperado asalto mapuche a la Ciudad Rica el 25 de noviembre de 1598:

“...Saquearon la ciudad sin contradicción y luego le pegaron fuego, llorando las pobres señoras de ver abrasarse sus casas y al enemigo hecho señor de sus haciendas y alhajas. Mataron en esta ocasión los enemigos a un Fraile de Santo Domingo, que aunque el capitán había mandado, que toda la gente se retirara al fuerte dio en estarse orando en su convento...” (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile.” Tomo I, pág.701)



Vida y acontecer cotidiano:

Un antecedente que nos ejemplifica, aproximadamente, cómo era el acontecer social de la antigua Villa Rica hispana, se encuentra en el testimonio que nos entrega el cronista jesuita Diego de Rosales, en que relata la importante atracción que el lago ejercía sobre toda la población colonial, “gran laguna” en que los vecinos de la ciudad paseaban plácidamente, e igualmente, accedían en navíos y barcazas a sus asentamientos y encomiendas ubicados en los contornos ribereños de esta. Por otra parte, los indios amigos también utilizaron las aguas del lago como vía de acceso a sus aldeas o poblados. No cabe duda que el lago Mallowelafkén potenció el factor social al presentarse como área de esparcimiento, vínculo de comunicación y de comercio en aquella lejana época colonial:
"...El sitio de la Villa Rica es el más deleitoso, el más ameno y de mejor vista que hay en todo el reino, porque esta en una meseta un poco levantada a la orilla de una deliciosa laguna que esta en la parte austral, de seis u ocho leguas de circunferencia, de donde nace el famoso río de Toltén; cuando el tiempo esta sereno parece desde la eminencia de la ciudad un hermoso y reluciente espejo, y cuando los vientos lo turban, un pequeño mar humanamente bravo y suavemente espumoso; siempre se deja tratar y nunca avara de regalados peces y en guarda una isla que forma en medio mucha arboleda y deleitosas sombras para el recreo. Y era uno de los grandes que los vecinos y las damas de aquella ciudad tenían el discurrir por las apacibles aguas de la laguna en barcos, el ir a gozar de las frescuras de la frondosa isla, y de las meriendas y reglos que en ella servían al apetito; por esta laguna acarreaban con gran comodidad la tierra poblada de indios en grande abundancia, que el gobernador repartió liberalmente entre los primeros pobladores y vecinos, los cuales hicieron estancias en los pueblos de sus indios y por la laguna iban de unas parte en otras a cuidar de sus estancias y el trajín de sus cosechas, siendo la principal asistencia la ciudad..." (Padre Diego de Rosales: “Historia del Reino de Chile. Flandes Indiano”; Tomo I, Pág. 20.)
Los Mestizos:
La escasez de mujeres hispanocriollas, al sur del Bio Bio, llevó al numeroso contingente militar español a interactuar con las mujeres indígenas integrando a estas al medio social colonial. La interrelación, primeramente, se manifestó de manera liberal y desordenada; sin embargo, la importancia social del mestizaje, su aumento constante y su aceptación en el medio, llevó a que estos vínculos fueran regulados por las autoridades de la época, quienes finalmente establecieron las obligaciones religiosas y consecuencias jurídico civiles correspondientes a estos enlaces.
Por otra parte, y al mismo tiempo, con el desarrollo de la guerra, se registró una gran cantidad de cautivas, hispanopeninsulares e hispanocriollas, que fueron integradas a las tribus rebeldes generando la aparición de los mestizos en los territorios ocupados por agrupaciones indígenas hostiles que escapaban al dominio hispano. El grupo humano resultante de este contacto interracial, espontáneo o forzado, formo rápidamente un estrato social numeroso que ocupó los oficios básicos de servicio doméstico y de guerra. De esta manera los mestizos se constituyeron en los primeros representantes de la identidad chilena propiamente tal. (Osvaldo Silva Galdames: “Aproximaciones al Estudio del Mestizaje en Chile entre los Siglos XVI y XVII.”, Pág. 51. y “Familia, Matrimonio y Mestizaje en Chile Colonial.” Pág. 26.)
En cuanto a la presencia social mestiza en lo que fuera la populosa Ciudad Rica, conocido y trágico fue un hecho bélico acaecido el año 1584 que tuvo por protagonista a un mestizo llamado Alonso Díaz, quien amotinó un elevado grupo de mapuches y asoló las encomiendas ubicadas al noroeste de La Rica y La Imperial. Después del saqueo y pillaje el Mestizo Díaz instaló un fuerte en el área precordillerana, emplazamiento bélico que finalmente fue destruido por fuerzas militares de la Villa Rica. Este alzamiento y alboroto se conoció en todo el Reino de Chile y fue denominado en la época colonial como “La Insurrección del Mestizo Alonso Díaz.”
Igualmente, otro mestizo tuvo una vital incidencia en el desastre y pérdida de La Rica colonial. Por los últimos días de la Villa Rica, por enero de 1602, una gran fuerza militar a cargo del coronel Hernández de Ortiz subía desde la costa en auxilio de la sitiada Ciudad Rica. La orden de auxiliar a la ciudad había sido ordenada por del Gobernador Alonso de Ribera. Durante la marcha, ya en las proximidades de la población, las tropas de Hernández de Ortiz fueron hostigadas por una horda mapuche. Después de un cruento enfrentamiento y desbaratado el sorpresivo ataque, se capturó al desertor, proscrito y escurridizo “Mestizo Durán” que llevaba meses alborotando a las tribus mapuches en contra de la Corona. El Mestizo Durán fue interrogado y con su elocuencia y astucia convenció a los hispanos con la falsa historia que aseguraba que la Villa Rica había sido ya destruida, señalando el mestizo, que el mismo había participado en el asalto final. El coronel Hernández de Ortiz, veía en la declaración del Mestizo Durán la confirmación de las coincidentes falsas noticias que en el trayecto había recopilado entre los indígenas; ante tan catastrófica novedad dio por abortada la misión de rescate a los sitiados, decretando la sentencia de muerte del Mestizo Durán, que sin piedad fue empalado por alta traición. Los sobrevivientes de la sitiada Ciudad Rica fueron víctimas de la última fechoría y artimaña de este mestizo, que con su mentira selló su triste personal final, e igualmente, precipitó a la Ciudad Rica a un trágico inevitable fin que se consumaría solo escasos días después, en febrero de 1602. (Vicente Carvallo Goyeneche: “Descripción Histórico Geográfica del Reino de Chile” Tomo I, Pág. 244.)
Los Mulatos:
Este estrato social surgió de la interacción entre negros y blancos. En la Villa Rica, icono de este enlace interétnico fue el mulato Juan Beltrán, quien alcanzó la categoría y posición social de Oficial Real con el grado de Capitán de Infantería; por los últimos años del siglo XVI figura como cabo y caudillo del fuerte Makewa, el de mayor importancia de La Rica.
El Mulato Beltrán demuestra la plena integración social de los mestizos, por lo menos en lo que cuenta a la Ciudad Rica. Contrajo nupcias con una mujer mapuche. Murió por 1601 cuando estaba cargo de un piquete de oficiales y soldados que los mapuches asaltaron y aniquilaron en el convento de San Francisco, durante el sitio de la ciudad.
Los sambos:
Escaso es el registro de la existencia de sambos en La Rica colonial. Según el estudio arqueológico efectuado por Américo Górdon en la “Casa Fuerte Santa Sylvia” en el sector Caburgua -Huife, al interior de Pukön, se pudo establecer que en aquel asentamiento hispano, correspondiente a una encomienda de carácter económico mineralógico, existió una gran cantidad de indígenas peruanos que se habría ocupado en las faenas de extracción de metales nobles. (Américo Górdon: “La Casa Fuerte Santa Sylvia, Excavación de Sondeo.” Santiago, Año 1991.)
La gran cantidad de esclavos negros existentes en el Virreinato del Perú, arrojó desde temprana época colonial una interrelación con la población indígena mesoamericana generándose el grupo humano denominado civilmente como sambos. En la Araucanía el mapuche fue reticente a la interrelación e integración sociocultural, con los esclavos afroamericanos importados como piezas de valor comercial desde el Perú y las Gobernaciones de Córdoba y Buenos Aires, existiendo el registro de una limitada descendencia de estos. A la luz de los antecedentes expuestos, podemos deducir que la población de sambos de la antigua Villa Rica correspondió, principalmente, a un gran numero de individuos de filiación afroindígena provenientes del Virreinato del Perú, coincidiendo de este modo con el tenor sociocultural que imperó en la Capitanía General del Reino de Chile del siglo XVI y siguientes.
“Indios de paz” o “indios amigos”:
Considerando que cada solar hispano contó, por parte baja, con una cantidad de 3 “indios de servicio” y 2 esclavos negros como mínimo, repartidos estos entre los 120 vecinos, nos da la cifra de 600 auxiliares domésticos, que finalmente sumados a los habitantes hispanocriollos, nos da una universalidad sobre los 1.560 villarricanos, que habitaron en el radio urbano de la antigua ciudad colonial.
Ahora, si agregamos la suma de la eventual participación social de los denominados “Indios Amigos “ la población urbana colonial de La Rica se elevaría considerablemente por sobre las 2.160 almas. Afirmamos esta cifra citando al Cronista Diego de Rosales quien en su “Histórica Relación del Reino de Chile” relata que para el día del primer asalto de los mapuches contra la ciudad, el 25 de noviembre de 1598, en la Villa Rica se encontraban más de 600 indios amigos:
“...El enemigo quedo fuera por señor de la ciudad, la que saquearon sin contradicción, y luego le pegaron fuego, llorando las pobres señoras de ver abrasarse sus casas y al enemigo hecho señor de sus haciendas y alhajas, mataron en esta ocasión a un fraile de Santo Domingo, que aunque el capitán había mandado, que toda la gente se retirase al fuerte dio en estarse orando en su convento y a un buen soldado. Y los heridos fueron muchos y llevose el enemigo gran cantidad de mujeres y niños de los indios amigos, que estaban en la ciudad y que eran más de seiscientos...” (Diego de Rosales: “ Histórica Relación del Reino de Chile.” Tomo I. Pág. 701.)
El total general de “Indios de Paz” dependientes del Corregimiento de La Rica alcanzó, según el censo de 1575, a 12.000 almas que habitaban el radio urbano en los denominados “Arrabales de Indios Amigos”; además de los diseminados en las encomiendas o emplazamientos fortificados repartidos por el distrito, como también en “aldeas y pueblos de indios circundantes a la ciudad”. (Gabriel Guarda: “Historia Urbana del Reino de Chile.” Pág.35.)

POBLACION INDÍGENA COLONIAL DE LA VILLA RICA:
Los “indios de guerra”: Quiebre de relaciones y unidad interna del pueblo mapuche:
Es de importancia destacar aquí, un aspecto de quiebre social mapuche generalizado y originado a raíz del contacto interétnico temprano hispano-Indígena, hecho que se manifestó en la irreconciliable disturbación de relaciones internas entre los denominados “ Indios Amigos ” quienes abrazaron la fe cristiana, aceptaron la “civilización“ hispana y se sometieron a la autoridad del Rey; y en su contraparte otro factor humano protagonista: Los “Indios de Guerra” quienes se opusieron consciente y rotundamente a la invasión occidental que amenazaba profundamente la autonomía-nación del pueblo mapuche, intuyendo en la intervención del wingka invasor la pérdida de su territorio y la consecuente desintegración de su ancestral cultura.
Así, de este modo, deduciendo los términos expuestos, nos encontramos con una confrontación tribal interna local de los mapuches desarrollada, en una parte, por los mapuches lacustres cristianos, o lafkenches “occidentalizados”, que eran aliados de los hispanos y combatían junto a las tropas del Rey, “indios amigos” de los cuales en la antigua Villa Rica fue icono el Cacique Kurimanke, quien con su familia e “indios leales”, pereció trágicamente defendiendo la ciudad junto a los soldados españoles del capitán Rodrigo de Bastidas. Por la otra parte, encontramos a los mapuches beligerantes o alzados que luchaban por la unidad política militar y la supervivencia cultural de sus pueblos, de los cuales fiel representante en el distrito de La Rica colonial fue la Toki Janekeo.
La competencia natural entre tribus mapuches que buscaban expansión territorial y consolidación vital, tienen fundados antecedentes pre y posthispánicos; estos conflictos internos perdurarían a través de los siglos incluso hasta el siglo XIX. Esta bien establecido, históricamente, que a mediados del siglo XVII, mapuches del Mallowelafkén y Kalafkén mantenían discordias ancestrales con las parcialidades puelches de la vertiente oriental cordillerana. Los puelches repudiaban el tratado de Quillín de 1641 por el cual eran beneficiados “en el comercio y la seguridad mutua” los mapuches del Mallowelafkén y Kalafkén; condición de garantías que perduraría mientras fueran respetadas las disposiciones de paz convenidas en el tratado. El año de 1649, una irrupción puelche trasandina a territorio mapuche occidental derivó en un Malón, o represalia armada que fue seguida de saqueos y muerte a discreción. El Malón de 1649 afectó a una tribu de Challupén, ante lo cual el cacique de la parcialidad, el Longko Pinchulef, solicitó a las autoridades hispanas la presencia y auxilio de tropas de la Corona. Los hispanos efectuaron un operativo militar en el que fueron apoyados por “indios amigos” de la parcialidad de Boroa o Forowe. Finalmente, el capitán Luis Ponce de León, al mando de 16 soldados hispanos secundados por 1.000 mapuches aliados, arribó al área de Challupén-Pukura, auxiliaron a los mapuches locales, dieron persecución y desbarataron las hordas de los belicosos puelches en un cruento enfrentamiento acaecido en el área del lago Epulafkén, actual lago Wechulafkén, allende a la cordillera, en el actual territorio de la República Argentina. (Padre Diego de Rosales: "Histórica Relación del Reino de Chile." Tomo III, Págs. 394 a 399)
Guerrero mapuche del siglo XVI.
Para inicios del siglo XIX, la pérdida del dominio y control español sobre sus colonias americanas y la independencia de las mismas, generaron la disminución del intercambio económico y la ausencia de resguardo militar que afectaron a las tribus que se relacionaban amistosamente o “trataban” con la Corona Ibérica. El desamparo provocó la necesidad de protección armada y la reactivación de relaciones de comercio con entidades la naciente República de Chile, para así permanecer con las ventajas de seguridad y garantías de prosperidad que se habían mantenido con las destituidas autoridades hispanas. Para mediados del siglo XIX aun se registraba la subsistencia de enemistades tribales y conflictos de intereses mapuches que afectaban la relación y “entendimiento” pacífico de los Aillarewes situados al sur del Leufu Kagtén o río Cautín. El lo que respecta al área del antiguo corregimiento colonial de la arruinada Villa Rica, durante fines del año 1848, ante las carencias de protección externa ante irrupciones y amenazas bélicas de peñis belicosos, los longkos del Mallowelafkén y Kalafkén manifestaron serias intenciones de autoanexión a la República de Chile; motivación que descansaba en razones que evocaban conflictos étnicos internos de seguridad tribal ancestrales que se mantenían con otras parcialidades y etnias. Finalmente, para el desarrollo de los sangrientos episodios del “Alzamiento Mapuche de 1881” se registra un radical cambio en los ánimos y relaciones de las tribus del Aillarewe del Mallowelafkén con las restantes parcialidades existentes entre los ríos Cautín y Toltén. El aspecto de “conciencia de amenaza” despertado por la invasión armada del Ejército de Chile o “Ejército del Sur” y la evidente perdida del territorio, factor fundamental para la supervivencia y subsistencia de la raza y cultura mapuche, movilizó a longkos y ülmenes a la unificación y resistencia armada que se desplegó, sin excepciones, desde el río Malleko hasta el río Wadalafkén o Calle Calle. (“Nampüllkafe”: Viaje de los Mapuches de la Araucanía a las Pampas Argentinas. Movilidad Espacial, Cultura y Sociedad en los siglos XIX y XX, Informe Final Proyecto Fondecyt, Nº 1000097, año 2002.)
Oficiales españoles auxiliados militarmente por un piquete de “indios amigos”. Grabado tomado de la obra “Historia de las Indias” del Padre Diego de Durán, siglo XVI.
Durante el siglo XVI, la división de voluntades como resultado de la elección de participación en la sociedad colonial occidental cristiana o la exclusión de esta, puso en una profunda confrontación a los hermanos de una misma etnia estableciéndose, a raíz de esto, profundos e irreconciliables odios entre los peñis mapuches; diferencias que finalmente se transformaron en represalias de sangre y fuego reciprocas, causando aquellos actos de violencia, numerosas e innecesarias muertes entre ambos bandos indígenas.
Por ultimo, es de importancia destacar que los europeos aprovecharon y optimizaron la división social que generaron los habitantes originarios bautizados, occidentalizados y colaboradores en el desarrollo de la conquista; fenómeno social que permitió, con la ayuda de estos ”indios amigos”, el sometimiento humano y el control armado territorial a manos de una disminuida población, de apenas 5.000 hispanos situados al sur del Bio Bio, por sobre los cientos de miles de almas que constituían la población originaria de la tierra-mapu o Araucanía. En fin, la colaboración de los denominados “auxiliares”, “yanaconas”, ”aliados”, o “indios amigos” fue un factor fundamental para el logro de la empresa de la conquista del sur del Reino de Chile, e igualmente de las demás capitanías, gobernaciones y virreinatos de América; pues, la misma situación de quiebre de relaciones y unidad étnico-social se manifestó por todo el nuevo continente a través de irreparables discordias que se presentaron “entre los hijos naturales de las nuevas tierras de las Indias occidentales”.

La Toki Janekeo: Asedio y destrucción del fuerte español Antepepe:

Por el año 1575 los indígenas puelches y williches celebraron una estratégica alianza entre tribus locales beligerantes, pacto que incluía parcialidades disidentes de la otra vertiente cordillerana. La organizada rebelión buscaba desestabilizar los emplazamientos hispanos situados al sur del río Toltén y frenar el avance de las huestes y cultura occidentales hacia territorios allende a los Andes y el extremo sur. Por el año de 1580, los mapuches rebeldes ya contaban con longkos y tokis que comandaban la alianza-resistencia; entre estos caudillos mapuches existió una mujer que conmocionó a los habitantes de La Rica colonial, esa mujer fue la toki Janekeo, también conocida como Yanekeo o Yanequén según algunos cronistas españoles.

Entre los mapuches del siglo XVI, Janekeo destacó notoriamente por encarnar los valores guerreros y sociales más nobles de su raza; figurando en la historia del antiguo Estado de Arauco como la primera y única mujer general entre los valientes guerreros o könas de su pueblo. Janekeo fue ”heroína en tiempo de héroes” y alcanzó fama por su bravura y valentía; también se destacó el brillo de su espíritu revestido por el gran amor que la hacía suspirar y llorar cada día más profundamente por la pérdida y ausencia de quién fuera el hombre de su vida y esposo: El toki Guepotaén, quien fuera muerto en un combate con los españoles mientras este se dirigía a buscarla a un sector cordillerano cercano a la Villa Rica con la finalidad de rescatarla de la amenaza de la guerra. Janekeo, al enterarse de la trágica muerte de su amado a mano de los wingkas, acudió a su hermano el toki Kechuntureo, quienes juntos resolvieron vengar la muerte del admirado, heroico y bravo Guepotaén; para esto, por fines del año 1586, amparados en el alzamiento armado puelche - williche, promovieron actividades armadas locales que tuvieron por objetivo asediar y desbaratar las posiciones castellanas ubicadas en el área situada al suroeste del río Toltén. A principios del año 1587 el levantamiento general puelche - williche ya era un hecho casi incontenible y presentaba graves inconvenientes a las encomiendas y fortificaciones del área cordillerana de las ciudades de Villa Rica, Valdivia y Osorno:

“...En esto se ocupaba aquella gente, cuando la famosa Yanequeo, digna de contarse entre las bravas y varoniles matronas que refieren las historias, trazando la venganza de la muerte de su marido Guepotaén, a quien quitaron la vida los españoles, como se vio en el capitulo pasado, llegó a su hermano Quechuntureo, y proponiéndole la gran soledad en la que la habían dejado, y el dolor y sentimiento que no podía de tan pérdida, le pidió la vengase de quien así la había ofendido: <> ” (Alonso de Ovalle: “Histórica Relación del Reino de Chile.” Pág. 255.)

Dentro del contexto armado generado por la poderosa alianza puelche - williche, una de las posiciones o plazas hispanas intervenidas y hostigadas por los tokis Janekeo y Kechuntureo, fue la encomienda fortificada del distrito de la Villa Rica denominada Antepepe o Andelepe por los españoles y que fuera también conocida como Antüleufe por los mapuches; esta encomienda asediada por los tokis hermanos estuvo ubicada en el actual valle de Llancahue, Llangagüe o Llankawe, al interior de Köñaripe, a 58.7 kms. al sureste de Villa Rica, en las coordenadas geográficas 39º 33`` L.S. y 71º 55`` L.O.

El titular de la encomienda fortificada del valle de Andelepe fue, en sus primeros años, el vecino de la Villa Rica don Pedro Aranda de Valdivia; pero sería su hijo el capitán de caballería de la Ciudad Rica, don Cristóbal Hernando Aranda de Valdivia, quien fortificaría y defendería la encomienda de Andelepe dando fiera y violenta lucha a los mapuches que asediaban constantemente los dominios y privilegios heredados de su padre en 1581.
Por fines del año 1586 la toqui Janekeo dirigía un poderoso ejército de bravos könas o guerreros y se prestaba a vengar la muerte de su esposo Guepotaén, y para cumplimiento de aquel juramento dirigió sus escuadrones hasta la fortaleza de Llankawe, al oeste del lago Kalafkén.

El asedio a la fortaleza de Llankawe se inició a principios de 1587 y después de numerosos asaltos y largos cercos la resistencia hispana culminó trágicamente por fines del mismo citado año, fecha en que los mapuches arrasaron la encomienda fortificada cobrando la vida de todos sus defensores. Después de este rotundo triunfo la Janekeo y su hermano Kechuntureo osada y temerariamente pusieron su atención en la Villa Rica, conjurando asediar y destruir la ciudad hasta extinguir todo vestigio hispano en el área precordillerana.

La destrucción del fuerte cordillerano del distrito la Villa Rica, situado en el valle de Andelepe, fue uno de los síntomas graves de rebelión mapuche desarrollada entre los años 1575 y 1587, los que generarían unos años después la precipitación del gran alzamiento mapuche de Noviembre de 1598; insurrección que cobraría la vida del Gobernador Martín García Oñez de Loyola y terminaría por desbaratar y arruinar la Ciudad Rica en febrero de 1602.



Weche dömo mapuche cai pichi puñeñ meu küpulwe. (Joven mapuche y su pequeño hijo en su cunita portátil.); y el Cronista colonial don Alonso de Ovalle. (Resaltó la figura de Janekeo en su obra “Histórica Relación del Reino de Chile”)

Janekeo; un gran corazón para el amor y para la guerra. Sin duda una de las más grandes mujeres del período colonial. Una mujer de carácter y temperamento dignos de una hija de la raza mapuche. Mujer y esposa digna de ser admirada y recordada por ser la primera general de la historia de Chile. Janekeo o Yanequeo es la mujer más interesante y menos famosa en la temprana historia colonial chilena; a tal punto fueron conocidas en su época su fidelidad y sentimiento profundo de esposa, como le fueron reconocidos igualmente su bravura y heroísmo en la guerra. Tantas fueron sus condiciones y talentos para el amor intenso y el cruento combate, que los cronistas hispanos llegaron a denominarla como "la Juana de Arco de la Araucanía.”

Queda en deuda, como siempre, el tributo, el honor y la fama para esta mujer cuyo ejemplo de dignidad, valentía y alta iniciativa, que aún hoy, más de cuatro siglos después, continúa siendo un modelo vigente para todas las chilenas del siglo XXI. Ojalá la historia, algún día, reivindique a esta ilustre hija de la raza mapuche, la primera gran mujer genuinamente chilena que destaca y recuerda la historia nacional en sus más remotos años.

Por último, la mención de la trágica y heroica historia personal de la toqui Janekeo, nos lleva a destacar y dejar bien claro, que la participación de la mujer mapuche en la Guerra de Arauco no era improvisada o casual, ni mucho menos accidental; al contrario, la colaboración femenina mapuche en los combates era según el Gobernador Alonso de Sotomayor “costumbre arraigada”:

“...Llevan también a sus indias para su servicio en la guerra, y si hallara algún remedio para excusar que no las tengan consigo, seré el hacerlo muy acertado y, en esto conviene ir muy despacio, porque el quitar de golpe una costumbre antigua y arraigada en los ánimos de la gente de guerra de aquel reino, que es llevar indias consigo, será muy dificultoso y se irán ofreciendo muchos inconvenientes, y poco a poco tendrán mejor remedio...” (Informe del Gobernador Alonso de Sotomayor a Felipe II, año 1583. “Sobre el Estado de las Cosas de Chile”. Texto citado por Nicolás Palacios en su libro “Raza Chilena.”; Pág. 54.)


La Mujer Mapuche mantuvo una activa participación en la Guerra de Arauco. Combatió al wingka español integrando valientemente los escuadrones junto a los bravos Könas o guerreros.

La presencia activa de la toki Janekeo en la Guerra de Arauco, resalta y sitúa históricamente la participación y colaboración de la mujer en a guerra de la conquista de Chile: Mujeres mapuches que lucharon junto a sus hombres para la liberación de su tierra del yugo español. Mujeres que lanza en mano fueron protagonistas de triunfos y derrotas bélicas y para las cuales la Janekeo es digna representante histórica de todas aquellas anónimas combatientes de la sangrienta y dilatada Guerra de Arauco:

“...Y es tanta la falta de gente por la mucha que ha muerto en esta demanda, que para hacer más cuerpo y henchir los escuadrones, vienen también las mujeres a la guerra, y peleando algunas veces como varones, se entregaron con grande ánimo a la muerte...” (Prólogo de Alonso de Ercilla en su obra " La Araucana." Edición Española, 1906.)

Varios fueron los hechos de armas acaecidos en el área cordillerana de La Rica colonial, actual localidad de Llankawe al interior de Köñaripe comuna de Panguipulli; la historia rescata y describe parte de aquellos sucesos que tuvieron como protagonista principal a la toki Janekeo, la que “entre aquellas valientes huestes alcanzó fama heroica”, fama y valentía coloniales que aún hoy muchos ignoran; pero sin embargo, quienes la han conocido a través de la blibliografía epica e histórica repiten y admiran ampliamente su gran hazaña. Para el propósito del reconocimiento y valor de la figura de la toki Janekeo, recomendamos estudiar la obra "Histórica Relación del Reino de Chile" de Alonso de Ovalle, Págs. 251 a 254.

ACTIVIDAD SOCIAL INTERÉTCNICA HISPANO-INDÍGENA EN LA VILLA RICA:
-Interrelación hispano-indígena:
El Indígena en el Reino de Chile, fue considerado jurídicamente como incapaz relativo, por tanto susceptible de la ejecución de ciertos actos jurídicos y civiles, esto según lo dispuesto el año 1558 en la Tasa de Santillán, cuerpo legal que otorgaba al indígena un salario llamado “Sesmo” que equivalía a la sexta parte del producto bruto de su trabajo. La actividad laboral tributaria era obligatoria para los varones entre 18 y 50 años de edad, quienes “guardaban reposo” solo los domingos y festivos. El indígena, por Cédula Real, estaba excluido de la esclavitud, siendo considerado como súbdito tributario de la Corona, por lo cual estaba obligado a pagar los impuestos y tributos anuales correspondientes, excluyéndose del trabajo y del pago de esta obligación económica solo a los caciques y los componentes de su familia hasta el tercer grado de parentesco.
Por su parte, el español a cargo del régimen de encomiendas estaba obligado a proteger, instruir y cuidar de los indígenas de los cuales era titular y responsable física, moral y espiritualmente. La carga de la esclavitud de la población indígena en el Reino de Chile, solo se decreto el 26 de Mayo de 1608 y prevaleció hasta fines de la colonia, periodo en el cual se excluye a la Villa Rica por haber sido destruida en el año 1602. Con este antecedente, se puede destacar, que el indígena en la corta existencia de la Villa Rica, no sufrió la carga de la esclavitud y fue partícipe de un contrato de servicios expreso y regulado por una autoridad específica denominada “Curador de Indios”, integrándose el componente social indígena en todos los ámbitos de la actividad colonial, existiendo históricamente testimonios de matrimonios y relaciones sociales, religiosas, militares, comerciales y otras diversas entre hispanocriollos y componentes del estrato social denominado “indios amigos”.
No obstante, a pesar de todas las garantías y cauciones dispuestas en las Ordenanzas Reales para la fiel observación de las “prolijas atenciones humanas y cristiano cuidado de los indios”, la realidad demostró un reiterativo abuso por parte de algunos conquistadores encomenderos, desmedro hacia la calidad de vida indígena y actitud tiránica que con el tiempo incubaría un odio ancestral al wingka e impulsaría al violento alzamiento armado mapuche. El año 1593 llegó a Chile el padre y misionero jesuita Luis de Valdivia, quien observó y censuró los desmanes y nocivas actitudes hispanas que mantenían en precarias condiciones humanas a una gran cantidad de infortunados indígenas; el padre Valdivia inicio una campaña prodignidad indígena dirigida al clero y sociedad civil colonial; el año 1618 llevó las denuncias hasta las altas cortes hispanas europeas. A su regreso a Chile, el resultado de la publicidad de estos descargos ante las autoridades, impulsó una nueva política militar-evangelizadora denominada “Guerra Defensiva”, actividad que disgustó a los terratenientes y autoridades españolas del Reino de Chile, quienes coludidos, finalmente, lograron la expulsión definitiva de la orden jesuita de territorio chileno por el año 1767.
Testimonio de la participación de la población indígena en la Villa Rica al ámbito social-religioso hispano criollo, es el hecho histórico que indica que para la celebración de semana santa de 1567 participaron de la aquellas de fiestas religiosas cerca de 2.000 indígenas tributarios bautizados pertenecientes al capitán Arias Pardo. Según testimonio del cronista Pedro Mariño de Lobera en su “Crónica del Reino de Chile” en su página 38, se rescata además, que para la celebración de la Fiesta de Pascua de Resurrección del año 1576 se reunió una cantidad de 10.000 indígenas cristianos en la plaza de la ciudad, participando estos, activamente, de aquel encuentro eucarístico.
A luz dela información anterior, cabe señalar también los antecedentes de don Claudio Gay, en que hace referencia a la Villa Rica, en su obra “Historia Física y Política de Chile” Págs 39:
“...En los conquistadores, como en los indios, habían penetrado profundamente los consejos del piadoso Prelado Marmolejo, y las tribus entraban en vida social, cristianos y laboriosos, constituyéndose en pueblos con una habilidad sin ejemplo hasta entonces...”
-Población colonial interétnica:
Anteriormente, hacíamos referencia a una población urbana de interrelación étnica, estimada en más de 2.000 almas; esta cifra de habitantes, que suma a hispanocriollos, mestizos, mulatos, indígenas, sambos y esclavos negros, no deja de ser abultada o numerosa para la época. Sin embargo, este antecedente explica, indirectamente, porqué la ciudad llegó a contar, en el momento de su mayor desarrollo urbano, social y económico, con tres fortificaciones permanentes, tres conventos y tres templos mayores de los padres Franciscanos, Mercedarios y Dominicos. La relación anterior refleja, más que la infraestructura militar-eclesiástica, una ardua preocupación por la estratégica administración bélica-religiosa destinada a la seguridad física y formación de las almas de los numerosos pobladores dependientes del distrito colonial.
El elevado número de habitantes se reafirma igualmente, por el antecedente documental cartográfico de las ruinas de la ciudad que arroja la existencia de dos grandes molinos para el sustento y abasto de la población; no obstante, los restos arqueológicos acusan la existencia de 6 tipos de muelas de piedra de molino de distintas características lo que indica una gran actividad de suministro alimenticio que solo tendría explicación en la consideración de una vecindad de un elevado numero de individuos.
Insistimos en el cálculo especulativo expuesto, manifestando que ante el histórico levantamiento general mapuche de 1598, el corregidor de la ciudad capitán Rodrigo de Bastidas, ordenó la construcción de un fuerte de grandes proporciones, centro de seguridad que ocupó la cuadra del solar del vecino don Luis de Oviedo. Las dimensiones aproximadas que tuvo el baluarte correspondería a una cuadra de 120 a 125 metros por lado. Presumimos que la construcción de esta Cuadra Fuerte se debió a que las fortificaciones de vigilancia y seguridad permanente, entre las que se cuenta el actual sitio histórico de Villa Rica, VR-7, no dieron abasto para cobijar a todos los habitantes debiendo el capitán y Corregidor Rodrigo de Bastidas, ante el primer asalto a la ciudad, ingresar la población hispana al recinto militar de proporciones, disponiendo como cerco humano, en el perímetro exterior del fuerte, a los indios amigos y sus familias al mando del cacique Kurimanke; los que después de ser diezmados en gran numero por la horda atacante fueron definitivamente recogidos al interior de la Cuadra Fuerte.
Igualmente, no podemos dejar de referirnos a la interacción hispano indígena como resultado del régimen de encomiendas de La Rica colonial. Cabe destacar, en este aspecto, el estudio realizado por el extinto arqueólogo don Américo Górdon desarrollado el año 1991, donde se excavó y sondeó un recinto en que existió una encomienda española colonial. Los vestigios de esta encomienda fortificada están ubicados en el sector de Kaburgua - Wife o Huife, al interior de Pukön. El sitio arqueológico se conoce técnicamente como “Casa Fuerte Santa Sylvia.” En esta encomienda fortificada Américo Górdon identificó una capilla que además fue utilizada como mausoleo familiar. El estudio final arrojó la identificación de 5 enterratorios de los cuales cuatro correspondían a hispanos y el restante a una mujer indígena; hallazgo que manifiesta el grado de participación activa en los ámbitos social y religioso que tuvieron los indígenas puelches, williches y pewenches con los hispanos de la Villa Rica del siglo XVI; se incluye además a otro grupo humano que se desenvolvió es esta antigua encomienda y que corresponde a los sambos, probablemente traídos desde el Virreinato del Perú y que se habrían desempeñado en los centros de explotación minerológica circundante al emplazamiento. (Américo Górdon: “Casa Fuerte Santa Sylvia. Excavación de Sondeo”. Actas del Primer Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Santiago. Tomo III. 1991.)
Por último, queremos destacar aquí, el resultado final de medio siglo de interacción étnico - racial que se generó en el periodo colonial de la Villa Rica y que tuvo resultados inmediatos durante el siglo posterior a su destrucción. Entre 1602 y 1708 continuó registrándose la procreación entre distintos grupos humanos de distinto origen socio-racial; con sus respectivas necesidades morales-cristianas, heredadas también del esfuerzo evangelizador del periodo colonial de La Rica. Así, podemos ver, la situación en que se encontraban hispanopeninsulares e hispanocriollos, indios amigos, negros, mestizos, mulatos y sambos que, forzados o no, subsistían y convivían integrados socialmente en el área de Mallowelafkén después de la destrucción de la Ciudad Rica; aspecto que no escapaba a la preocupación de las autoridades administrativas y religiosas de la época, debido al gran número que estos conformaban, registrándose durante todo el siglo XVII, loables y fructíferos esfuerzos por la atención social de estos elementos humanos disidentes por medio de la entrega de auxilio moral religioso o su rescate de la cautividad; hecho que incluso se extendería hasta bien entrado el siglo XVII.
En cuanto se refiere a interrelaciones étnico-raciales, posteriores al siglo XVI, existe un documento que expone don Claudio Gay en su obra “Historia Física y Política de Chile”, obra en la que se registra la preocupación del Padre Antonio Cobarrubias, Procurador General de la Compañía de Jesús, quién por mediados del año 1708 no perdía las esperanzas de emplazar una misión en la densamente poblada área de la arruinada Villa Rica; deseo que se materializó en una petición expresa de este anhelo y que expuso en una carta dirigida a la Real Junta de Misiones, fechada el 24 de septiembre de 1708, y en la cual hacía la siguiente referencia:
“...Es menester auxiliar en la fe a aquel inmenso gentío de indios, mestizos, negros, mulatos y sambos que, a mí declarado saber, pedían con grandes instancias doctrineros que los alumbraran con la luz de la Fe en la espaciosa Villa Rica, paraíso de aquellas tierras...” (Claudio Gay: “Historia Física y Política de Chile.” Documentos, Tomo I, Dcto. Nº XXXIV.)
Como resultado de la imperiosa situación de desamparo cristiano que afectaba a tantas almas en el área del antiguo distrito de la Rica, el gobernador de la ciudad de Valdivia, don Juan Cardoso, consciente de tal situación, y presionado por las suplicas del Padre jesuita Antonio Cobarrubias, que había logrado la rápida aprobación de la Real Junta de Misiones, decretó la creación de la Misión de Villa Rica, conocida también como “Misión de Toltén Alto”, que para júbilo de todos se fundaba en tierras de la reducción indígena de Danghill o Donguil, el 13 de noviembre de 1714. La obra sería subvencionada por las arcas del Virreinato del Perú y estaría a cargo de los padres jesuitas, “...los cuales habrán de asistir a la predicación del Santo Evangelio, conversión y enseñanza de los indios y cautivos de la Villa Rica...” (Claudio Gay. Ibidem. Ob.Cit.)
El júbilo y amparo espiritual generados por la presencia de los jesuitas duraría poco, ya que la misión de Villa Rica, situada a la altura del curso superior del río Donguil, sería destruida por la implacable rebelión mapuche de 1723, reduciéndose a cenizas los esfuerzos desplegados por las autoridades administrativas y religiosas de la época. (Gabriel Guarda: “Los Caciques Gobernadores de Toltén.” Articulo en BACHH; Cita 379, Pág. 57, Nº 78.- Claudio Gay: Ibidem. Ob. Cit. Dcto. XXXIV.)

En el periodo colonial poseer esclavos negros era símbolo de estatus y poderío económico debido a su alto precio, siendo solo utilizados en tareas menores y servicios domésticos

LOS ESCLAVOS NEGROS EN LA CIUDAD RICA:
-Interrelación negro-indígena:
La población colonial de raza negra o afroamericana, estaba conformada por esclavos traídos desde el Virreinato del Perú y desde las gobernaciones trasandinas de Córdoba y Buenos Aires. En el Reino de Chile del siglo XVI poseer esclavos negros era considerado un signo de status y de poderío económico a causa de su elevado costo de importación.
Los negros, eran denominados por la población mapuche con él termino despectivo de “Kuriche” y “Tapayu”. Esto indica, al parecer, que la interacción indígena- negroide fue poco común existiendo un numero muy reducido de sambos nacidos en la antigua Araucanía, figurando estos últimos muy escasamente en la historia del Reino de Chile. Probablemente este distanciamiento negro-indígena se debió, fundamentalmente, al reducido número de negros y en segundo término, a la calidad de esclavos que recaía sobre los negros y el cual era de carácter hereditario consanguíneo, condición social que no alcanzaba al indígena, puesto que existía una legislación u ordenanza legal determinada por la Tasa de Santillán, que aunque era poco observada, protegía a los indígenas de excesos, les establecía un salario denominado Sesmo, y otorgaba el carácter de individuo tributario de impuestos a la Corona, “ privilegios” que el negro-esclavo no ostentaba por ser solo considerado jurídicamente con la calidad de cosa mueble. El indígena en cambio, como ya expusimos, tenia una calidad jurídica de incapaz relativo pudiendo efectuar ciertos actos jurídicos y civiles, condición que sin duda abrió una brecha poco franqueable entre estas dos razas. Ahora, si sumamos a lo anterior el interés económico del “dominus hispanus” o dueño español de esclavos y a la vez titular de indígenas tributarios, podemos igualmente sostener que existió una tácita estricta prohibición de mestizaje entre estos, para así mantener la pureza del individuo negro, evitando de este manera la devaluación de su precio ante el eventual nacimiento de mulatos o sambos. Posteriormente de este aspecto “de incongruencia de sangres” indo-afro, se encargaría la iglesia Católica a través de la institución del régimen del Patronato; es decir, la reglamentada curaduría y protección de esclavos indígenas y negros existentes en todo el Reino de Chile y América.
El afroamericano, a pesar de su condición social de esclavo, siempre gozó de un mejor trato y atenciones que los indígenas, esto a raíz del elevado valor de intercambio económico que el individuo negro constituía; por tanto, la ocupación primordial del esclavo negro fue la atención de los servicios domésticos y labores menores, siendo muy poco utilizado en obras gruesas o trabajos de agricultura y minería.
Dejamos claro, que la esclavitud indígena se promulgó por Real Cédula el 26 de mayo de 1608 y que además, este cuerpo legal solo comenzó a regir en el Reino de Chile por fines del gobierno de Alonso García Ramón, en el año 1614. En la citada Real Cédula de 1608, se estipulaba que la esclavitud solo se remitiría a los individuos indígenas beligerantes que eran capturados como “piezas de botín de guerra”.
En la relación interracial indo-afro colonial, inevitablemente viene al recuerdo la escena del suplicio del gran toki Kaupolikán, quien al ver que iba a ser ejecutado por un esclavo negro, dio un puntapié a este y lo lanzó lejos del patíbulo mientras, a viva voz, reprochaba a los jefes militares hispanos por la consciente mal intencionada humillación a que era expuesto, exigiendo, como ultima voluntad, ser ultimado por un oficial hispanocriollo.
El comportamiento senofóbico anterior talvez se debía a las “ventajas sociales y legislativas” del indígena sobre el negro, aspectos que con el correr del tiempo, llevaron al siempre despierto inconsciente colectivo a captar, forjar e instituir una superioridad natural que presumía y demostraba el mapuche en su trato cotidiano con el individuo de raza negra; esta actitud de distanciamiento indo-afro se manifestó desde la colonia hasta bien entrado el siglo XX:
“...Hay que saber que el negro es para los indígenas siempre una figura cómica, y que su propia superioridad física e intelectual respecto de los negros les parece algo muy cierto y seguro...” (Fray Félix de Augusta: ” Lecturas Araucanas”. Pág. 320.)
Todo indica que la población afroamericana en la Villa Rica comprometió un importante numero de individuos. En una carta del Gobernador Rodrigo de Quiroga al Rey, este manifiesta el estado del Reino de Chile después de un violento seísmo, con características de terremoto, que afectó al sur de Chile, en el cual el Gobernador deja constancia que el fenómeno “... Afectó desde Angol a Chiloé, perdiéndose 100 indios en la ciudad Imperial, unos 20 pobladores en Valdivia y tan solo 3 esclavos negros en la Villa Rica...” (Carta de Rodrigo de Quiroga al Rey, 12 de febrero de 1576. En Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. Tomo II. Documento Número 4, cita 292.)
Los esclavos negros de La Rica después de 1602:
Una vez arrasada y abandonada la ciudad en febrero de 1602, los esclavos negros de La Rica fueron capturados e integrados a las tribus o parcialidades indígenas locales, continuando su existencia en estrecha interacción y relación con los indígenas. Quizás la ausencia de las brechas sociales legislativas hispanas disminuyó las diferencias de estas dos razas logrando, en el transcurso de los años, una amplia descendencia de la cual da cuenta el cronista Miguel de Olivares, sacerdote jesuita e historiador que en el siglo XVIII, visitó a las ruinas de Villa Rica y la correspondiente área cordillerana del paralelo 39 de la antigua ciudad, dando cuenta de la siguiente situación particular observada en esta área:
“...De los negros esclavos de los españoles quedaron muchos en poder de los indios cuando hubo la ruina y desolación de la ciudad, y de ellos viene la descendencia hoy todavía numerosa; y aunque mezclada con la sangre de los indios, se diferencia de ellos en la mayor oscuridad del color de la piel, en los rizos del cabello, en las narices remachadas y labios gruesos...” (Miguel de Olivares “ Historia Militar, Civil, y Sagrada de Chile.” Pág. 137 y 138.)
Refiriéndonos a la información del cronista Miguel de Olivares, cabe mencionar, que hasta nuestros días, en pleno siglo XXI, aún se ven mapuches con marcados rasgos afroamericanos, sobre todo en el área trasandina de Neuquén. Estos rasgos se conservan además acompañados de apellidos que manifiestan un pasado y descendencia negroide o exógena evidente, como son: Curiche, Tapayu, Huinca, Curihuinca, Curicuri, Curiangue, Curilef, etc.
La raza afroamericana dejó escasos vestigios en el pueblo chileno; a pesar del gran número de individuos existentes en el siglo XVI y siguientes. La escasa descendencia se debió principalmente a su paulatina disminución de “importación y adquisición” debido a su alto precio; por otra parte, a la falta de aclimatación y tuberculosis que los fue reduciendo precipitadamente; y un tercer factor consistió en que su calidad utilitaria se vio desplazada por los mestizos, que se presentaron como una nueva fuerza de trabajo más numerosa y por ende más económica.

FIN DE LA PRESENCIA ESPAÑOLA EN EL ÁREA DEL MALLOWELAFKÉN:
-Muerte del gobernador García Oñez de Loyola, sitio y destrucción de la Ciudad Rica, 1598 - 1602:
Con la muerte del Gobernador Martín García Oñez de Loyola, en Diciembre de 1598, se inicia el irreversible precipitado fin del la presencia y dominio de la Corona Española en la Araucanía. La muerte de Loyola tomó por sorpresa a la población colonial general, de la cual, sus autoridades en completa confusión no acertaban en la toma de una determinación y orden de desalojo de “las ciudades de arriba” o ciudades del sur, retardando la debida urgente reunión de sus habitantes en centros urbanos de seguridad. La orden de su majestad era fundar y poblar ciudades, y las autoridades de la época...”no habrían de hacer de contrario despoblándolas...”
Así, ante la retrasada e inoportuna reacción administrativa central, se tuvo que lamentar, que en menos de un año, la violenta insurrección indígena se presentara organizada, incontenible y letal; encontrándose destruidas y sitiadas por los mapuches las siete australes ciudades hispanas para fines de Noviembre de 1599; para esta fecha, la impecable campaña militar mapuche llevaba solo un año de ejecución y su éxito se extendería por otros tres años más, hasta lograr el aniquilamiento y exterminio de todo vestigio español al sur del Bio- Bio.
El asalto y sitio mapuche a la Ciudad Rica se inició el 24 noviembre de 1599, hecho bélico que sentenció y llevó a la inevitable lenta extinción de las vidas de sus vecinos hispanos, indígenas amigos y auxiliares domésticos. El capitán y Corregidor, don Rodrigo de Bastidas, acompañado de sus caudillos militares, capitanes Marcos Chavarri y Juan Beltrán, se esforzaron titánicamente en la empresa de estrategia, defensa y mantenimiento logístico de la “Cuadra Fuerte”, fortaleza que cobijó a la totalidad de los habitantes de La Rica durante un extenso y sacrificado periodo de tres años de resistencia. El hambre y las bajas producidas por los enfrentamientos con los bravos könas mapuches terminaron finalmente en trágico desenlace, en que la población colonial de alrededor de 750 habitantes hispanocriollos, 600 indios amigos y al menos 400 auxiliares domésticos, se vio reducida a solo 24 esqueléticos, famélicos y haraposos sobrevivientes españoles.
Citamos a continuación al cronista jesuita Diego de Rosales, quien se refiere a la extrema situación que acaecía entre la población de La Rica sitiada por los mapuches:
"...En el cerco de la Villa Rica encarecía el hambre el valor de la comida y hacía esta despreciar el oro y la plata aunque nunca falta quien lo codicie, aunque sepa que la ha de perder. Valía una morcilla de sangre de caballo, diez pesos de oro; un tasajo, catorce; un celemín de cebada, cuarenta. Hombre hubo que durante el hambre se comió media cuera de ante de Castilla y dos panes de jabón. Una mujer se comió, acabada de parir, la criatura de sus entrañas. Carne humana la comieron muchos, y de los indios que mataban hacían cecinas.
Creció tanto la necesidad que los hombres querían echar suertes para comerse unos a otros. Más, el esforzado capitán Bastidas, con su ánimo y mucha prudencia, les disuadió de una cosa tan abominable, persuadiéndoles a lo que era menos mal, que comiesen carne de los indios que se mataban, diciéndoles que con eso estarían más valientes y más gallardos para pelear, porque la gallardía de su valor juntarían con la valentía de los indios, convirtiéndola en sustancia...” (Diego de Rosales: "Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano" Pág. 381.)
Sorpresivo asalto indígena a un poblado ribereño hispano colonial. Grabado de Teodoro de Brys, siglo XVI.
Los hispanos que lograron sobrevivir a las precariedades, hambre y padecimientos de más de tres años terminaron siendo, en su mayoría, inmediatamente aniquilados en el ultimo enfrentamiento acaecido el 07 de Febrero de 1602. Los españoles que no sucumbieron en el ataque y asalto final de los triunfantes mapuches, dirigidos por el toki Kuminawel -El Tigre Rojo-, fueron capturados y llevados a la esclavitud, alcanzando algunos de estos hispanos la preciada libertad solo por alrededor del año 1624. De la otrora numerosa población colonial, solo seis escasos cautivos de La Rica fueron posteriormente canjeados por caciques mapuches, esto gracias a las gestiones de paz efectuadas por el padre jesuita Diego de Rosales. Entre estos sufridos, escasos y afortunados sobrevivientes al desastre de La Rica de 1602 la historia rescata los siguientes nombres: El adolescente Juan de Maluenda, su madre María de Plascencia, María Zapata, el capitán Juan Sarmiento de León y su hija nacida en cautiverio, el mercedario fray Juan de Lezcano y la mujer del capitán Bastidas, doña Ana Chavarri.
Otros hispanocriollos e hispanos peninsulares que escaparon al cautiverio y que habían sido apresados en combates acaecidos antes de la caída y destrucción de la ciudad, fueron los capitanes Marcos Chavarri, Pablo Fernández de Córdoba, Juan Vásquez de la Calzada y adolescente Rodrigo de Bastidas Chavarri, hijo del capitán y Corregidor Bastidas. Finalmente, de un total universal de indios amigos, auxiliares domésticos y vecinos hispanos de más de 2.000 almas, que dieron vida a la antigua sociedad colonial de la Villa Rica, solo 11 vecinos hispanos lograron evadir el cautiverio e incorporarse nuevamente a la vida cristiana que logró subsistir al norte del río Bio Bio:
"...Llegó el ultimo día de la ciudad, que a orillas del lago Mallohuelavquén, fundara el capitán Jerónimo de Alderete en 1552. Después de tres años de una lucha tan desigual, hubieron de hacer frente a un poderoso ataque dirigido por el cacique Cuminaguel, el que ordenó simultáneamente prender fuego a los restos del fuerte. Previamente el jefe mapuche mencionado, acompañado de un hijo menor de Bastidas, que tenía en su poder, les instó a rendirse, concediéndoles, en cambio, la vida a él y a los sitiados. La respuesta del valiente Bastidas no se hizo esperar y en un gesto de cólera sublime exclamó:
< ¡Fuego al cañón, fuego a los arcabuces ! >
Hombres y mujeres combatieron indomables con la altivez y heroísmo de siempre; pero como deja constancia don Juan de Maluenda, < ...con ser tan pocos, no perdíamos ningún punto de nuestra defensa, hasta que con fuegos y humacos que nos dieron los enemigos en el fuerte nos rindieron; estábamos conjurados de no rendirnos sino morir por nuestro rey y patria... >
Y en el último soplo de vida que selló la muerte definitiva de Villa Rica, el 7 de febrero de 1602, los restos de edificios o viviendas que permanecían aun en pie, quedaron reducidos a un hacinamiento de cenizas y residuos calcinados...” (Fernando Allende Navarro: "Los Caciques Gobernadores del Toltén, La Ruina de la Villa Rica y La Información de don Juan de Maluenda.", Págs. 186 y 187.)

Con la destrucción de la Villa Rica, se cerraba el capítulo histórico de la conquista. El Reino de Chile ya no volvería a ser el mismo. La soberanía de la Corona se había reducido geográficamente estableciendo como limite austral el río Bio Bio. Con la destrucción y abandono de la Ciudad Rica colonial, después de tres años de sitio o cerco militar; los mapuches toman nuevamente posesión de su mapu-tierra y establecen su legítimo dominio ancestral del área circundante a la ya extinta y arruinada Villa Rica:
“ ...Vino a perecer la Villa Rica a cabo de tres años de amargamente sufrir, la gente más valerosa y constante que ha tenido Chile y que puede ser ejemplo de tolerancia, fidelidad y heroísmo a muchos siglos y reinos...” (Diego de Rosales, cronista español del siglo XVII. “Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano.” Tomo. Pág.382.)


Máxima expansión de la presencia hispana a fines del siglo XVI. Tomado de la obra “Historia Urbana del Reino de Chile“ del Historiador Gabriel Guarda.

Fin de una época legendaria:

Cayó la Ciudad Rica el día 07 de febrero de 1602, y con ella se extinguía medio siglo de próspera vida colonial. El dominio mapuche se impuso a los españoles a punta de lanza, sangre, esfuerzo y sacrificio. Recobraba el pueblo mapuche su tierra; siendo, posteriormente, reconocido por la Corona Española como Estado de Arauco y potencia militar en el denominado “Wingka Kollog de Kullín”, parlamento de Quillín o “Paces de QuilÍín”, celebrado el 06 de enero de 1641 y tras el cual , mediante Cédula Real, el monarca Felipe IV firmaba la paz con los mapuches y prohibía terminantemente fundar pueblos dentro del territorio indígena, aspecto que los gobiernos españoles respetaron hasta que la Republica de Chile efectuó su penetración armada a la Araucanía el año 1861, hecho con el cual culminaron dos siglos de dominio y autonomía mapuche en los territorios situados entre los ríos Bio Bio y el Guadalafkén o Calle Calle.

Con la destrucción de Villa Rica volvía la tierra "Mapu" a los suyos y se habría un paréntesis de tres siglos en que la antigua Villa Rica colonial comenzaba a cubrirse ya de tupido bosque y selva, los que terminarían por sepultar el último bastión español que resistió al sur del Bio Bio. Se imponía así ante el extranjero o wingka el sentido libertario y genio militar del pueblo mapuche. La soberanía, asentamiento y aprovechamiento mapuche del territorio del área lacustre del Mallowelafkén perduraría hasta la invasión y ocupación militar de la Araucanía, de fines del siglo XIX, campaña militar de anexión que cubriría el período histórico republicano “de pacificación” comprendido entre los años 1861 y 1883.

ULTIMA INCURSIÓN MILITAR HISPANA AL AREA DE LA VILLA RICA:

“EL MALÓN DE CHALLUPÉN DEL AÑO 1649 ”:

A mediados del siglo XVII, la preocupación de las autoridades militares y administrativas hispanas de inspeccionar el área de las abandonadas ruinas de La Rica, se generó a raíz de los constantes asedios y correrías efectuadas por guerreros puelches, eternamente disidentes, que terminaban con sangrientos Malones a tribus, pueblos y aldeas de "indios amigos o indios de paz”. La calidad y denominación de “indios amigos “ correspondía a las tribus que en el parlamento o “paces” de Quillín del 06 de enero del año 1641 habían abrazado una actitud pacífica a cambio de protección y auxilio de parte de las autoridades españolas ante los constantes focos de violencia de los indios puelches, acérrimos y antiguos enemigos de la Corona Ibérica. Las tribus de indios amigos estaban beneficiadas por la corona española mientras fueran leales al tratado de Quillín del año 1641.

La más importante incursión militar hispana posterior a la caída de la ciudad la llevó a cabo el Gobernador Martín de Mujíca el año 1649, quien ordenó la expedición de un destacamento de 16 soldados regulares españoles más un refuerzo superior a 1.000 mocetones o guerreros mapuches -könas- pertenecientes a las tribus de paz de las parcialidades de Forowe o Boroa. La expedición se organizó en el fuerte de Boroa y estuvo al mando del capitán de caballería don Luis Ponce de León. Desde la plaza de Boroa se efectuó el avance expedicionario para llegar a la arruinada Villa Rica accediendo de este modo a la precordillera, tierra de los indios puelche, los que motivados por dos desertores holandeses y un negro prófugo habían saqueado y masacrado la parcialidad en que habitaban los indígenas amigos de Challupén, en el área sureste de la arrasada Villa Rica Colonial. (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano” Tomo II, Págs. 394 y 395; 485 y Sgtes.)

El capitán Luis Ponce de León, hijo del famoso capitán sobreviviente al desastre de La Rica don Juan Vásquez de la Calzada, por orden de Gobernador Martín de Mujíca arribó al área de Chapullén, situada al norte del lago Kalafkén, llevando, como dijimos, un ejército de 1.000 indios amigos al mando de 16 oficiales españoles; intimidante presencia militar que puso a salvo a la tribu de paz del cacique Pinchulaf, señor de esas tierras. Ponce de León logró pacificar y asegurar el área instalando, al parecer, una guarnición permanente que se habría concretado con la instalación del fuerte Pukura a orillas del lago.

Una vez controlada el área de Challupén, el operativo militar se trasladó a las tierras allende a la cordillera, hacia el lago Epulaukén o Epulafkén, el cual prestó su isla principal a lo que sería un encarnizado asalto naval a las posiciones de indios rebeldes. Al parecer este hecho figura como primer combate de tipo anfibio del periodo colonial siendo obviamente el primero en toda la historia de Chile. El lago perteneciente al distrito colonial del Corregimiento de la Villa Rica, denominado Epulafkén perdió su nombre original con el transcurso de los siglos, actualmente este lago se denomina Wechulafkén o Huechulauquén y pertenece a la zona limítrofe de la República Argentina.
Para una mayor información referente a este episodio bélico acaecido en las proximidades de la antigua Villa Rica, recomendamos conocer la obra del Padre Diego de Rosales "Histórica Relación del Reino de Chile", Tomo III; Págs. 394 a 399, en la cual el cronista relata extensamente este interesante episodio bélico colonial.

A pesar del correr de los siglos, las familias del sector de Challupén y Pukura, ubicadas en el Km. 12 camino Likán Ray -Koñaripe, aún recuerdan este episodio bélico relatado mil veces por “los antiguos” del lugar. El inconsciente colectivo rescata este acontecimiento histórico colonial a través de una leyenda conocida como “ El Malón de Challupén” que hasta nuestros días aún es relatada y la hemos escuchado en boca de los lugareños más de una vez. Esta leyenda con bases históricas irrefutables fue rescatada por la escritora Mayo Calvo en la década de 1970, y figura en su libro “Secretos y Tradiciones Mapuches”; editado el año 1978.


Guerrero o Köna Mapuche perteneciente a la etnia de los Puelches, acérrimos enemigos y vencedores de la Corona Española en el área colonial de la antigua Villa Rica. (Gentileza de María Fernanda Navarro Muñoz. Alumna de la Escuela Nº 1 ”Sagrada Familia”.-)


ABANDONO Y SILENCIO DE TRES SIGLOS:

Un paréntesis en la historia nacional de casi 3 siglos afectó a la antigua Villa Rica después de ser arrasada a principios del siglo XVII, el año de 1602; extenso periodo de “vacío histórico” que se manifestó a raíz de la desolación del área urbana de la ciudad, siendo franqueada o quebrantada esta condición solo en breves, contadas y arriesgadas oportunidades; ya que el sitio de las ruinas, en poder del pueblo mapuche hasta 1883, era considerado como lugar vedado en el que recaía la extrema prohibición de acceder al sitio o traza urbana que ocupara en antaño la ciudad. Esta costumbre prohibitiva alcanzaba y afectaba a los naturales de toda la zona circundante al lago Mallowelafkén y por ende, para los siempre curiosos extranjeros o wingkas existía una mayor restricción de acceso al sitio histórico.

Desde el 07 de febrero de 1602, en que Villa Rica fue arrasada hasta sus cimientos por el toki Kuminawel, la malograda ciudad no quedo del todo olvidada en el acontecer político y militar de las autoridades españolas de los siglos XVII y XVIII; menos aún de las autoridedes republicanas autoritarias y liberales chilenas del siglo XIX. Los intereses sobre el estratégico paso cordillerano hacia las pampas patagónicas con un atractivo fundamento comercial con las provincias de Córdoba y Buenos Aires, se materializó, más de una vez, en las frustradas intenciones de proyectos de repoblar la antigua plaza hispana. En estos proyectos y aspiraciones de refundación, la seguridad militar del área de la Villa Rica se presentaba como un factor de importancia relevante en la contención y freno a posibles alzamientos o rebeliones de los mapuches beligerantes, puelches y williches, asentados al sur del Toltén como también al interior cordillerano.

No obstante la estricta vigilancia mapuche desplegada sobre el área del lago Mallowelafkén, algunos curiosos aventureros o arriesgadas autoridades, hispanas y republicanas, se internaron hasta el área de las ruinas de la antigua Villa Rica, buscando franquear el paso cordillerano, o intentando dar con algún tesoro colonial o algún yacimiento mineralógico de interés económico relevante; otros arribaron con motivos de campañas militares de seguridad y contención; otros con un interés unicamente cristiano misional.

-Registro histórico de las incursiones, visitas y exploraciones desarrolladas a las Ruinas de la Villa Rica, entre los años 1602 y 1882:

Entre los antecedentes documentales administrativos e histórico bibliográficos referentes a los siglos XVII, XVIII y XIX, encontramos variados registros que mencionan a la desolada y abandonada Villa Rica. Las crónicas rescatan el desarrollo de exitosas incursiones a las ruinas coloniales, intentos de repoblamientos y exploraciones frustradas hasta el área del lago Mallowelafkén. En casi tres siglos de silencio la ruinosa planta de la otrora Ciudad Rica fue objeto de esporádicas visitas y precipitadas observaciones de la traza urbana colonial. Para conocer estas “visitas históricas” debemos recurrir a los siguientes episodios y registros coloniales y republicanos:

-El año 1604 el Gobernador Alonso e Ribera, en junta celebrada el 18 de Junio del citado año, promueve la urgente e imperiosa necesidad de repoblar la Ciudad Rica; proyecto que descansaba en un interés militar y económico que finalmente, por el aumento de la crisis de la Guerra de Arauco se vio frustrado. (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. Segunda Serie, Tomo VII, Documentos Nº 93 y 96 respectivamente.)

-En el año 1614, en el contexto de la Guerra Defensiva, el padre jesuita Luis de Valdivia efectúa una incursión hasta las belicosas parcialidades mapuches de Forowe o Boroa, de Kagtén o antigua Imperial y Mallowelafkén o Villa Rica. La evangelización y doctrina se vio truncada por el Martirio de Elikura; hecho de sangre acaecido en la actual área cordillerana Kunko-Lautaro en que, a manos del toki Anganamón, perdieron la vida que los padres Horacio de Vechi, Diego de Montalbán y Martín Aranda de Valdivia, este ultimo nacido en Villa Rica el año 1560. (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano” Tomo II, Págs. 394 y 395; 431 y Sgtes.)

-Entre los años 1627 y 1630 se reactiva la acción misionera jesuita que, en pos del río Toltén, alcanza el área de la abandonada Villa Rica con la intención de fundar una misión. Es así como los padres Diego de Rosales y Alonso del Pozo finalmente alcanzan las ruinas de la ciudad. Los padres, una vez explorada la planta de la antigua ciudad, se dirigieron hacia la cordillera con el interés de inspeccionar el paso o boquete de la Villa Rica.

Finalmente el cariño y confianza alcanzada con los mapuches locales les permitió frecuentar dicho paso en pos de las pampas patagónicas; de este modo, durante todo el siglo XVII, el paso cordillerano de la Villa Rica fue conocido como “El Paso de los Jesuitas” quienes a su vez bautizaron al mismo como “El Camino de las Flores”, por las bondades geográficas que este paso cordillerano manifestaba en todos sus términos. (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano” Tomo II, Págs. 435-440.)

El año 1756 el Gobernador de Chile, don Manuel Amat y Juniet efectuó una inspección del área lacustre que se materializó en un informe geográfico, hidrográfico y demográfico. La información recopilada fue elevada a Cortes Hispanas a fines del mismo año 1756.

-El año 1645 el Gobernador Martín de Mujica sube hasta el área de la Villa Rica a desbaratar algunas fortificaciones de los aguerridos indios puelche. La incursión se desarrolló en pleno invierno y se extendió desde Valdivia siguiendo el cause del río Cruces. Mujica después de cruentos enfrentamientos devuelve la paz a las parcialidades indígenas que “trataban” con los españoles, esto a la luz del parlamento de Quillín de 1641 que estableció un tratado de paz y colaboración mutua entre los mapuches lafkenches de los lagos Mallowelafkén y Kalafkén y los súbditos de la Corona. (Vicente Carvallo y Goyeneche: “Descripción Histórico-Geográfica del Reino de Chile”, Tomo III, Pág. 139 y sgtes.- Revista Chilena de Historia y Geografía. Tomo 53; Págs. 427 a 436.)

-El año 1649 nuevamente el área cordillerana de la Villa Rica presenta desordenes y violencia por parte de los indígenas puelches. Las escaramuzas o malones puelches afectaban a las tribus de paz de los lagos Kalafkén y Mallowelafkén. Para alcanzar la paz de la zona, los caciques locales beneficiados por las paces de Quillín firmada el año 1641, solicitaron la presencia de un ejército que los protegiera. Ante la solicitud el Gobierno de la Capitanía General envió desde el fuerte de Boroa al capitán Luis Ponce de León, que apoyado por seis oficiales hispanos y mil “indios amigos”, subió hasta la Villa Rica a poner orden. La presencia de las tropas de Ponce expulsaron a los puelches y devolvieron temporalmente la paz a la zona lacustre. (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano” Tomo II, Págs. 394 y 395; 485 y Sgtes.)

-El año 1714 las autoridades eclesiásticas y de la Corona aprueban la fundación de la Misión de Toltén Alto, en la parcialidad mapuche de Danghill o Donghill. Desde allí los misioneros se dirigían río arriba, hasta alcanzar las poblaciones indígenas diseminadas a orillas del lago Mallowelafkén y hacían extensiva su labor hacia las tribus cordilleranas. La misión y las incursiones evangelizadoras durarían solo hasta el año 1714, fecha en que la Misión de Toltén Alto fue destruida por una rebelión general mapuche iniciada a finales del mismo año precitado. (Gabriel Guarda: “Los Caciques Gobernadores del Toltén” Articulo en BAACH, Págs. 56 y 57, Nº 78.)

-El año 1716 las noticias de las riquezas mineralógicas de los cerros de la Villa Rica atraen hasta la zona lacustre la presencia del padre misionero Francisco Imons, perteneciente al convento franciscano de Valdivia. El padre Imons explora la zona y eleva un informe a su prior en donde expone la geografía local, los registros mineralógicos y el estado del paso cordillerano de la Villa Rica. (Informe del Padre Francisco Imons a su Superior, 16 de marzo de 1716. Pablo Treutler: "Andanzas de un Alemán en Chile" Págs. 269 -270.)

-En el año 1641 el cronista y misionero jesuita Miguel de Olivares efectúa trabajos de evangelización en el área del Mallowelafkén, alcanzando hasta la zona cordillerana y las pampas patagónicas. El Padre Olivares se ganó la confianza y amistad de los caciques y población indígena local. Al amparo de esta confianza y empatía mutuas, se le autorizó acceder a las ruinas de la antigua Villa Rica. Olivares pudo registrar con toda calma y detalle los extensos escombros de la legendaria población reconociendo perfectamente, entre estos, las casas principales, iglesia matriz, conventos y fortificaciones. Apunta además que los arroyos circundantes arrojaban vestigios de haber servido para faenas mineras y de molienda. Remata sus impresiones con una copiosa descripción geográfica de la zona. (Miguel de Olivares: “Historia Civil, Eclesiástica y Militar del Reino de Chile.” Pág. 137.)

-El año 1750, desde la Misión de San José la Mariquina, los esforzados frailes franciscanos alcanzan la ribera sur del Toltén y llevan su labor pastoral río arriba, con dirección a la arruinada ciudad, alcanzando las parcialidades mapuches orientales que custodiaban las ruinas de la antigua ciudad. (Gabriel Guarda: “Los Caciques Gobernadores del Toltén” Articulo en BAACH, Págs. 58 y 59, Nº 78.)

-El año 1756 el Gobernador Manuel Amat y Juniet, con la intención de repoblar la zona del Mallowelafkén, organiza un poderoso ejército y se interna a efectuar un catastro geográfico, hidrográfico e incluso demográfico de la zona del antiguo Corregimiento de la Villa Rica. Amat y Juniet, efectuó un extenso estudio geográfico que incluyó una detallada descripción de las parcialidades indígenas de aquella época; informe que elevó a la Cortes Hispanas a fines del mismo año 1756. (Revista Chilena de Historia y Geografía, Tomo 63; Págs. 427 y Sgtes.)

-En el año 1757 arriba al área lacustre y cordillerana de la Villa Rica el capitán del Dragones del Regimiento de Valdivia, don Vicente Carvallo y Goyeneche. La incursión de reconocimiento, control y seguridad del territorio subandino la desarrolló al mando de un numeroso y bien armado contingente, además de la compañía y asesoría de Ignacio Fontecilla y el explorador Justo Miguel de Heredia. (Vicente Carvallo y Goyeneche: “Descripción Histórico-Geográfica del Reino de Chile”, Tomo III, Págs. 186 y 187.)

-El año 1764 nuevamente los misioneros franciscanos se arriman a las aguas del Toltén buscando acceder a las ruinas de la Villa Rica y solicitar a los mapuches la autorización de instalar allí una misión, solicitud que fue terminantemente denegada, a pesar de las buenas relaciones que se los misioneros mantenían con los mapuches lafkenches locales. Finalmente, e inesperadamente, los mapuches del área de la ribera sur del Toltén solicitaron la instalación de una misión en el área baja del Toltén; sin embargo, aunque se contaba con el beneplácito de los caciques del suroeste del Toltén, la fundación se postergó por motivos del alzamiento mapuche del año 1767. Una vez pasada y superada la emergencia armada, los franciscanos logran fundar a mediados del año 1764 la Misión de Nuestra Señora de Copacabana de Toltén Bajo; desde la cual promovieron el evangelio hacia el Alto Toltén y zona precordillerana de la Villa Rica. La obra cristiana fue arrasada el año 1787 por mapuches beligerantes opositores a la presencia evangelizadora en aquellas latitudes. (Gabriel Guarda: “Los Caciques Gobernadores del Toltén” Articulo en BAACH, Págs. 59 y 60, Nº 78.)

El año 1848, El Teniente Coronel de las Guardias Nacionales, don Ignacio Agüero, llega hasta Villa Rica y efectúa una “Toma Simbólica” de sus ruinas centenarias.

-En Octubre de 1823 el Director Supremo, don Ramón Freire, ordena la repoblación de las ciudades de la Imperial, Valdivia y Villa Rica. El proyecto de repoblación y colonización de vio impedido por la crisis presentada por el desarrollo de la guerra que aún se sostenía contra España en el área del Archipiélago de Chiloé. (Manuel Anguita: “Leyes Promulgadas en Chile” Pág. 127.)

-A inicios del año 1845, el científico y profesor, don Ignacio Domeyko, efectúa un estudio del área de la Provincia de Valdivia a la cual, para esa época, pertenecía la arruinada Villa Rica. Ignacio Domeyko efectuó un informe natural y geográfico de las las zonas de los valles y precordillera. En el desarrollo de sus intereses científicos logró alcanzar los territorios que comprendieron el antiguo Corregimiento de la Ciudad Rica, viendo frustrado el acceso a las ruinas de la misma. (Ignacio Domeyko: “Recuerdos de un Viaje hecho en las Provincias Meridionales de Chile”; Enero-Febrero de 1845; Págs. 127 a 128.)

-En Marzo del año 1848, el Teniente Coronel de las Guardias Nacionales, don Ignacio Agüero, junto a las autoridades republicanas chilenas integradas por el Segundo Comisionado y Capitán de Caballería Cívica, don Pedro José Montecinos; don Francisco Aburto, Comisario de Naciones; Francisco Becerra, Teniente de Comisario; Joaquín Sapago, ayudante oficial; y los Capitanes de Amigos de Toltén y San José; más una comitiva de civiles que incluía al profesor Guillermo Döll, llega hasta las ruinas de la Villa Rica y efectúa una “Ocupación Simbólica” de la planta colonial. El Teniente Coronel Agüero y el profesor Döll efectúan una detallada revisión de los escombros de la antigua Villa Rica, entre los cuales identifican calles y plaza, además de la existencia de altas murallas e infraestructuras de cuarteles, conventos, solares y fortificaciones. (Ministerio del Interior; Intendencia de Valdivia; Volumen 250; año 1848-1853.- Carta del Profesor del Colegio Alemán de Valdivia, don Guillermo Döll. 18 de marzo de 1848, Fojas 29 a 32. )

-El año 1858 los aventureros norteamericanos John Lee Smith y Francis Cole arribaron hasta el área del Mallowelafkén, y con autorización de los caciques locales lograron examinar las ruinas de la población colonial. Smith y Cole se impresionaron al admirar los aún altos muros de antiguas construcciones y los restos de trapiches y maquinaria utilizada en la extracción de oro de lavadero que se encontraban diseminadas en los esteros que cruzaban la ciudad. (Benjamín Vicuña Mackenna: “La Edad del Oro en Chile”, Pág. 54.)
-En Marzo de 1860 llega al área de la antigua Villa Rica el explorador y aventurero alemán e ingeniero en minas don Pablo Treutler. El alemán, motivado por la existencia de cuantiosos tesoros ocultos en la planta de la ciudad colonial, más la histórica referencia de la existencia de ricos yacimientos de oro y plata en los territorios del Mallowelafkén motivaron, a riesgo de su vida, la visita a las ruinas de la antigua población hispana. Sin embargo, la tenaz oposición mapuche le impidió y prohibió el acceso a las ruinas centenarias, llegando solo hasta el área suroriental de Wingkakara, pudiendo solo aseverar que el cerro homónimo y el área en general poseían valiosos yacimientos mineralógicos. (Pablo Treutler: “Andanzas de un Alemán en Chile” Pág. 262 a 367.)

-El año 1866 visita las ruinas de la ciudad el padre Constancio de Trisobio, misionero capuchino fundador de la Misión de Bajo Imperial, actual Pto. Saavedra. El padre Constancio “subió” hasta Pitrufquén con la intención de fundar allí una nueva Misión. La intención del sacerdote fue frustrada por el hijo del cacique Paillalef, señor de Pitrufquén, quién aborrecía el cristianismo y dio la orden de asesinar al misionero. El sacerdote, buscando salvar su vida y ayudado por unos mapuches amigos, escapó río arriba hasta llegar a las ruinas de Villa Rica. Amparado por “el agüero” y prohibición indígena de ingresar a la traza de la antigua población hispana, el Padre Constancio examinó, de manera fugaz, la planta urbana y algunos escombros coloniales; desde allí se dirigió presurosamente hasta la Misión de San José de la Mariquina en donde relató los pormenores de su arriesgada aventura. (Araucanía Misional. Edición Especial Nº 67. Mosaico Histórico de la Villa Rica. Pág. 05.)

-En abril de 1868, el Intendente de Valdivia don Rafael García, con el apoyo del coronel Cornelio Saavedra, planifica la reocupación de las ruinas de la Villa Rica, el gobierno central otorga las medidas precautorias de seguridad para la materialización del proyecto; sin embargo, la guerra que inesperadamente se presento contra España, nuevamente postergó el proyecto de toma de posesión y colonización. (Cornelio Saavedra: “Ocupación de Arauco” Págs. 100-101.)

-El año de 1869, el Comandante de la Baja Frontera, oficial argentino M. J. Olascoaga, al mando del Coronel Cornelio Saavedra, proyecta una incursión hasta las ruinas de Villa Rica, iniciando la marcha desde la ciudad de Valdivia vía río Cruces. La marcha se vio interrumpida por los mapuches a la altura de la parcialidad de Cheske, distante a solo 10 kms. de las ruinas de la Ciudad Rica. Olascoaga, impelido y obligado a retirarse de territorio indígena, y evitando un incidente mayor, dio la orden de regreso a la ciudad de Valdivia. En su informe final Olascoaga detalla el mantenimiento de una extensa red vial por la que se unían las densamente pobladas parcialidades mapuches. (Estudios de Cartografía y Topografía del Ejército Argentino. “Geografía de Chile” de M. J. Olascoaga. Pág. 191. Año 1867.)

-El año 1877 arriba a la zona de la arruinada Villa Rica el ingeniero, contratista y vecino valdiviano don Germán Ebner. El ingeniero Ebner se contacta con los mapuches locales y expone la solicitud para efectuar estudios referentes a la proyección de una futura ejecución de obras públicas y privadas que mejorarían el camino San José-Villa Rica, además de habilitar para carretas el paso cordillerano hacia Argentina. El proyecto de ingeniería de Germán Ebner fue desechado a raíz del estallido de la Guerra del Pacifico el año 1879. (Ministerio del Interior. Intendencia de Valdivia. Volumen Nº 754. Oficio Nº 368. Años 1876- 1883.)

-Por fines del año 1882, antes de efectuarse del arribo del Ejército del Sur, comandado por el coronel Urrutia y la consecuente celebración del parlamento de Wampotue o Putue, nuevamente el ingeniero y contratista Germán Ebner accede a las ruinas de la histórica Villa Rica. Esta vez el ingeniero se hizo acompañar por el Intendente de Valdivia don Anfión Muñoz y algunos funcionarios del servicio de caminos. La reducida comitiva se presenta sin escoltas especiales. Se concreta una reunión con más de 400 mapuches lafkenches del Mallowelafkén representados por sus caciques y capitanes. Los mapuches escucharon atentamente las propuestas en una sencilla ceremonia que presidió el Intendente Anfión Muñoz. La autoridad de la República, de buena fe, expuso a los mapuches las ventajas y beneficios de los proyectos a ejecutar; posterior a esto se dio tiempo para tranquilizar los ánimos asegurando que la libertad y dominios territoriales mapuches no se verían vulnerados a raíz del adelanto vial. La propuesta fue recibida con beneplácito por toda la concurrencia indígena, que cerró la reunión con un caluroso aplauso. No obstante lo anterior, el arribo del Ejército del Sur, al mando del coronel Urrutia, presentaría otra realidad a los mapuches del área del Malowelafkén y el Kalafkén. Su independencia-nación y sus dominios territoriales se verían vulnerados con el Parlamento de Wampotue o Putue, celebrado el 31 de Diciembre de 1882. (Ministerio del Interior. Intendencia de Valdivia. Volumen Nº 754. Oficio Nº 372. Años 1876- 1883.)

PARLAMENTO DE PUTUE, 31 DE DICIEMBRE DE 1882:
Área del Mallowelafkén; ultimo bastión del pueblo mapuche independiente:
El 01de enero de 1883, bajo el gobierno del Presidente don Domingo Santa María, se puso fin a la dilatada y sangrienta Guerra de Arauco. Como consecuencia del final de esta extensa guerra, igualmente concluye la existencia independiente del antiguo Estado de Arauco o Nación Mapuche, establecida centenariamente al sur del Bio-Bio y al norte del río Wadalafkén o Calle Calle; proceso y consolidación de pueblo-nación independiente que se había iniciado con el reconocimiento formal de la Corona Española en el “Wingka Kollog de Kullín” más conocido como Parlamento o “Paces de Quillín”, celebrado en las cercanías de Purén el 06 de enero de 1641; tratado en que el monarca Felipe IV firmaba la paz con los mapuches, le otorgaba el titulo de Potencia Militar, reconocía a sus Longkos y Ülmenes, (autoridades y líderes), aceptaba su autonomía y prohibía la fundación de pueblos y colonias hispanas dentro del territorio soberano indígena. El carácter soberano e independiente del pueblo mapuche culminó con el parlamento de Wampotue o Putue, celebrado en el área oeste de la Villa Rica, provocando la respectiva inmediata materialización de la toma y posesión armada de las ruinas de la ciudad colonial por el Ejército del Sur, al mando del entonces Coronel Gregorio Urrutia Venegas y su correspondiente estado mayor.
Con la presencia del “nuevo wingka” de origen republicano en el área del Mallowelafkén moría, quizás, el Verdadero Chile, el Chile Originario: el Estado de Arauco, y con el también perecía la vigencia de los versos de Alonso de Ercilla con los cuales, en su obra “La Araucana”, alabó al pueblo mapuche; versos que le dieron al poeta hispano la razón literaria e histórica durante tres siglos de resistencia, avatares y luchas desarrolladas y superadas por “la gente de la tierra”:
“ ...Chile fértil provincia y señalada en la región antártica famosa
de remotas naciones respetada
por fuerte principal y poderosa.
La gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido jamás por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida...”

Para fines de 1882, ante el incontenible avance de unidades del Ejercito de Chile, la soberanía y dominio territorial indígena, o Wellmapuche, se había reducido a la zona geográfica existente entre los ríos Toltén y Cruces. Con el histórico Parlamento de Putue o “Parlamento de Villa Rica”, celebrado el 31 de Diciembre de 1882, se concreta y finaliza el antiguo anhelado proyecto nacional de anexión definitiva, forzada a “manu militari”, de la extensa faja territorial mapuche comprendida entre los ríos Bio- Bio y Calle Calle. La otrora indómita Araucanía se incorporaba a la República de Chile con la inmediata ocupación militar del área lacustre del Mallowelafkén. El 01 de Enero de 1883, al mismo tiempo que el centenario Estado de Arauco dejaba de existir, la Villa Rica renacía de sus ruinas por tercera vez y se incorporaba activamente a la vida nacional republicana.
Principales Longkos mapuches junto a sus caciquillos. Fotografía del año 1882.

-Incursión militar chilena al territorio mapuche del Mallowelafkén:
A fines de Diciembre de 1882, el entonces Coronel Gregorio Urrutia Venegas, Comandante del Ejército del Sur, dirigía la proyección y penetración armada compuesta por unidades de artillería, infantería y caballería de la República de Chile que tenían como objetivo alcanzar la ribera sur del nacimiento del río Toltén. Una de las principales motivaciones de la incursión obedecía al éxito del desarrollo de la primera parte de la empresa de anexión forzada del territorio mapuche iniciado el año 1861 por el Comandante en Jefe de la Baja Frontera, Coronel Cornelio Saavedra; primera etapa de ocupación que concluyó el año 1869. Dentro de este contexto de “pacificación armada” y dominio territorial chileno el área lacustre precordillerana de las ruinas y territorios del antiguo corregimiento colonial de la Villa Rica figuraban como el último reducto mapuche independiente y cuyos suelos aún no pertenecían la soberanía nacional. La preocupación e interés gubernamental aumentaban al conocerse en Santiago la información que acusaba una incursión militar Argentina a la zona cordillerana de Villa Rica, cuya temeraria exploración fue desarrollada y dirigida, a mediados de 1882, por el General del Ejército Argentino don Conrado Villegas.
El General Villegas, acompañado de una bien armada y numerosa tropa, había alcanzado hasta el valle del río Trankura y cercanías de Pukön con la intención de instalar allí una fortaleza que contuviera los malones e incursiones de los könas o guerreros Puelches-Williches que alentaban la insurrección de las tribus trasandinas Rankulches, Tewelches, Pampas y Pewenches. El Gobierno Federal Argentino combatía a las numerosas parcialidades indígenas patagónicas en la denominada “Conquista o Campaña del Desierto” o “Guerra de las Pampas”, violenta campaña militar que impulsaron fervientemente los Presidentes argentinos don Domingo Faustino Sarmiento y don Nicolás Avellaneda. La campaña militar trasandina tenía la intención de terminar “de una vez por todas” con “la barbarie indígena” y sus dominios en tierras patagónicas; represión bélica que causó el lamentable etnocidio o exterminio a varias tribus de costumbres araucanas y araucanas propiamente tales, que hasta entonces habitaban el Puelmapu o tierra mapuche del este.
Regimiento de Caballería “Granaderos”. Unidad de exploración del Ejército de Chile. Año 1882.
A mediados de 1882, todo el territorio mapuche al norte del río Kagtén o Cautín había sido incorporado a la soberanía chilena; para proteger aquel aún inestable dominio territorial, el Ejército del Sur había dispuesto el emplazamiento de una extensa y organizada línea defensiva o cadena de fortificaciones. Ante el incontenible panorama anterior algunos longkos mapuches lacustres-precordilleranos viajaron a Santiago “a parlamentar ” manteniendo diálogos y relaciones formales con Ministros del Gobierno de Chile y el Presidente don Domingo Santa María. En aquellos “encuentros e intercambios de parecer” los caciques en unanimidad habían desaprobado las intenciones de anexión de sus territorios ancestrales al la Republica de Chile por parte del Ejército del Sur, manifestando además sus disgustos ante el no-tratamiento de “potencia a potencia” y la ausencia de “parlamentos” que hasta ese entonces el Gobierno de turno del Presidente Santa María no consideraba y que las anteriores autoridades españolas y chilenas si habían observado, atendido y respetado bajo el amparo del tratado “Wingka Kollog de Killín”, más conocido como “las paces” o Parlamento de Quillín, celebrado en las cercanías de Purén, el 06 de enero de 1641 y en el cual la Corona Española del Rey Felipe IV, mediante Cédula Real, reconocía formalmente la existencia del Estado de Arauco prohibiendo la fundación de ciudades hispanas en territorios de soberanía mapuche. La extensión autónoma mapuche abarcaba las tierras e individuos situados entre los ríos Bio Bio y Calle Calle. Durante los primeros días de la independencia el tratado internacional denominado “Paces de Quillín” fue considerado y ratificado por el Director Supremo don Bernardo O’Higgins y los Gobiernos republicanos posteriores al año 1810.
No obstante lo anterior, a finales de diciembre del año 1882, ante los infructuosos resultados de los “parlamentos” efectuados en la capital, los mapuches-lafkenches del área del Mallowelafkén, advertidos y conscientes del inminente arribo de las tropas comandadas por el coronel Gregorio Urrutia a sus territorios, habían tomado las medidas necesarias en caso de una irrupción armada violenta por parte de los wingkas chilenos. En la memoria colectiva mapuche estaba aún fresco el recuerdo de la masacre del cerro Ñielol o Ñelol, batalla que el 09 de noviembre de 1881 había quitado la vida a más de 100 mapuches-cautines o Cagténes que se opusieron a la invasión chilena y usurpación de sus tierras, como también lo hicieran sus demás peñis mapuches en las batallas del Malleko, del fuerte Kollipulli, Lumako, Budi, Toltén, Imperial, Tirúa y Longkotipay; episodios sangrientos en los cuales las tropas del Ejército del Sur, al mando del coronel Urrutia, igualmente habían masacrado en gran número a los könas y mocetones mapuches que se sumaron al movimiento de resistencia armada que se oponía a la invasión chilena; enfrentamientos bélicos desiguales que constituyeron la desarticulación violenta del ultimo Gran Alzamiento General Mapuche del año 1881; aspecto sanguinario y atroz que revela el verdadero sentido de las operaciones militares que se desplegaron para lograr con éxito la materialización de la mal denominada “Pacificación de la Araucanía”. (José Bengoa: “Historia del Pueblo Mapuche” Capitulo IX. -El Alzamiento General de 1881- Pág. 287- 313.)
Ante el duro e inevitable recuerdo del mortífero poder militar chileno desplegado sin cuartel en las áreas del Malleko, la costa, el Kagtén o Cautín y los faldeos del cerro Ñielol, los mapuches-lafkenches del Mallowelafkén y áreas ribereñas adyacentes a este, reaccionaron sigilosamente y se organizaron militar y políticamente. Corrió la flecha ensangrentada en manos del Werkén o mensajero, como se hiciera en antaño, reuniéndose en los llanos de Putue más de 300 könas Kawallutulinko o lanceros de caballería; se contaba además con el refuerzo de unos 1.500 könas Namuntulinko o guerreros de infantería que aun “le quedaban” a los caciques locales. Todos los mapuches del área del Mallowelafkén se mantuvieron atentos a la acción y desarrollo de los eventos. Por el lado chileno la tropa o ejército del Coronel Urrutia estaba conformado por el Batallón Movilizado “Angol”, con 302 hombres; el Batallón Movilizado “Ñuble”, con 298 hombres; un Batallón de Artillería, con 51 hombres; y la Brigada “Carabineros de Angol” con 187 hombres, que sumaban una fuerza armada total de 829 hombres.
Desde el periodo de la independencia hasta mediados del siglo XIX las relaciones de los mapuches lafkenches del Mallowelafkén y autoridades de la República de Chile siempre habían sido pacíficas. La interacción chileno-mapuche de aquel entonces se sostenía a través de visitas oficiales y parlamentos que abarcaban intereses comunes, como lo eran las actividades misioneras cristianas y el desarrollo del ámbito comercial.
Existen registros que los longkos y ulmenes del área lacustre precordillerana habían efectuado viajes a la capital y desarrollado diálogos con Ministros y Presidentes de turno. Si bien el año 1848, existieron serias intenciones locales de autoanexión a la República de Chile por razones de seguridad mapuche ante conflictos étnicos internos, finalmente, los sangrientos episodios del “Gran Alzamiento Mapuche de 1881” terminaron por quebrar y suspender las relaciones con los chilenos, factor que cambió profundamente los otrora pacíficos ánimos de las tribus del Aillarewe del Mallowelafkén. Para inicios del año 1882 se oía al sur del río Toltén el legendario grito de guerra ¡ Marichiwey !, el cabalístico y efectivo “ ¡Diez Veces Venceremos ! que entre llantos de muerte, algarabía y cantos, aquel pueblo había repetido en antaño; grito de guerra y arenga espontánea que ya había sido conocida, siglos atrás, por los invasores incas y también por los conquistadores hispanos, siempre antes de la batalla y la victoria final. (Horacio Lara: “Crónica de la Araucanía” Tomo II, Págs. 450.- “La Comunidad de Putue Cuenta su Historia.” Pág. 66.- “Nampüllkafe” :Viaje de los Mapuches de la Araucanía a las Pampas Argentinas. Movilidad Espacial, Cultura y Sociedad en los siglos XIX y XX, Informe Final Proyecto Fondecyt, Nº 1000097, año 2002.)
Könas efectuando un Waikitún o ejercicios de guerra con lanzas de koliwe. Fotografía de fines del siglo XIX.
Putue, lugar de amplios espacios llanos, era ideal para el despliegue de la temida caballería mapuche o Kawellutulinko en caso de precipitarse el combate; el sitio elegido para el encuentro era perfecto: el leve ángulo conformado por las abruptas riberas del río Toltén aseguraban la imposibilidad de cualquier escape o evacuación enemiga. No obstante, en caso de presentarse un episodio desfavorable a los mapuches, estos conocían un secreto acceso hacia la ribera sur del Toltén que presentaba un área de vadeo del río que los comunicaría con la parcialidad de Lilko o Eltunwe, resguardándose y reorganizándose allí, como también astutamente y del mismo modo lo habían hecho sus antepasados en los cruentos combates con los españoles de la antigua Villa Rica. A la luz de los antecedentes estratégicos presentados, el territorio de la parcialidad de Putue o Potuhué, se presentaba como el sitio estratégico militar optimo más cercano a las ruinas de Villa Rica y por tanto en aquella área se acordó recibir a los wingkas chilenos, a primera hora del 31 de diciembre de 1882.
Putue sería el lugar en el cual se llevaría a cabo el relevante ultimo parlamento histórico en que los mapuches asistieron como pueblo libre y nación autodeterminante, después de haber dominado por casi tres siglos el área lacustre del Mallowelafkén; lago en cuyas riberas estaba el recuerdo de las sepultadas ruinas de la antigua Ciudad Rica, memoria ancestral del triunfo alcanzado en la antigua guerra contra el wingka español.

Organización político-militar mapuche y oposición a la presencia chilena:
Finalmente en el día, hora y lugar señalados y representando a la soberanía de la Nación Mapuche o centenario Estado de Arauco, se opusieron a la invasión efectuada por la República de Chile los longkos de los Levos o antiguas parcialidades del gran Aillarewe del Mallowelafkén, entre los cuales se contaban los caciques de Wampotue o Putue, don Leandro Penchulef ; el cacique don Luis Aburto Aquiñanco, señor de Niguén y don Saturnino Epulef, cacique y señor de la parcialidad de Villa Rica. Las crónicas de la época registran que los escuadrones de caballería mapuche se habían desplegado divididos en filas y cada uno de ellos contaba con cornetas y trutrucas para dar sus ordenes de guerra. Los könas con vivo ánimo, que manifestaba la evidente tenaz oposición a la presencia wingka, sostenían sus banderas montados sobre briosos caballos engalanados exhibiendo el amenazante empuñamiento en alto de las temidas waikis o lanzas vencedoras de la Corona Española.
No obstante, la intención de resistencia e indomable ánimo mapuche con la imponente presencia del poderoso y amenazante Kawellutulinko, o caballería mapuche, lamentablemente, y al final del parlamento, no pudieron imponerse a la intimidante artillería de los cañones Krupp de 70 libras, ni a las poderosas carabinas calibre 45 “Goberment”, ni a los efectivos rifles Remington y Winchester que traía consigo el Ejército del Sur, y que por esa misma fecha eran disparados “con triste fatal éxito” en las arenas del norte de Chile, durante los sangrientos episodios de la Guerra del Pacífico. (Horacio Lara: “Crónica de la Araucanía” Tomo II, Pág. 451)
El tono amistoso y la acertada actitud diplomática utilizada por Urrutia y su Estado Mayor en el desarrollo del diálogo con los longkos del Mallowelafkén habían sido un buen acierto. El tono paternal y pausado de los diálogos del coronel habían procurado convencerlos de las ventajas de la civilización, actitud que terminó armonizando los ánimos. Finalmente, a través de este comportamiento amistoso, acompañado de promesas de un mejor futuro, se logró llevar a buen termino el parlamento. De estos hechos históricos, con verdadera satisfacción, el coronel Urrutia pudo decir algún tiempo más tarde, refiriéndose a la táctica que empleó durante la campaña de la ocupación de la Villa Rica:
“Habiendo procedido de otro modo, esos hombres habrían muerto con la lanza en mano antes de rendirse uno solo, si hubiéramos usado el rigor injusto con ellos y hubiéramos pisado Villa Rica en son de guerra, a muerte y sin cuartel, la sangre se habría derramado inevitablemente sobre aquellos históricos suelos...” (Araucanía Misional. Mosaico Histórico de la Villa Rica. Pág. 30.- Archivo de Guerra. “Cuartel General del Ejército del Sur: 1882 - 1883”. Archivo Nacional, en adelante A.N.)
Al finalizar el Parlamento de Putue, después de intercambiar intensos diálogos apoyados por los “lenguaraces” o traductores Becerra, Meza y Novoa; los longkos Aburto y Penchulaf, cohibidos por la presencia del numeroso contingente y moderno poderío militar chileno, e ilusionados por las promesas de bienestar, prosperidad y ayuda del Gobierno de Chile, se allanaron a la disposición de paz que presentaba amistosamente el coronel Urrutia como emisario del Presidente don Domingo Santa María; “Sr. Gobierno” que, según Urrutia, prometía “...la felicidad de todos y de ellos mismos...” (Horacio Lara: Ibidem. Ob. Cit.)
No obstante el beneplácito y autorización mapuche final, la historia registra que en el transcurso del parlamento se presentó una discordancia que se mantuvo hasta el final, poniendo una cuota de amargo descontento y tensión en la mayor parte de los presentes: el cacique Saturnino Epulef había manifestado abiertamente sus reparos y disconformidad, dejando entrever una parte de la incubada primaria resistencia general mapuche a los designios oficiales del gobierno; el longko Epulef había reaccionado irritado e indignado ante el inesperado vuelco de voluntades y “situación de ánimo” que se había generado entre sus peñis y sus pares, los caciques Penchulef y Aburto. El longko Epulef, después de Penchulef y Aburto, ocupaba el tercer lugar en el orden de preeminencia o antigüedad de los caciques, esto a la luz del inmemorial admapu o derecho mapuche de la costumbre local, ante lo cual contra su ánimo y voluntad, Saturnino Epulef, al ser minoría debió acatar disciplinadamente el beneplácito de ocupación otorgado por los otros dos caciques principales, tras lo cual se procedió a dar termino al parlamento. Una ves finalizada la celebración oficial, se instruyó brevemente a los caciques en una serie de prohibiciones civiles que impedían la celebración de ciertas costumbres mapuches como lo eran el Kürreyewün o matrimonio poligámico indígena, que hasta ese entonces se constituía a través del Ngapitun o inmemorial rapto de la novia a viva fuerza. En cuanto a las prohibiciones penales se impeló a desistir de la práctica del Kalkutún o ajusticiamiento colectivo de un presunto brujo o individuo declarado nocivo para la parcialidad. (“La Comunidad de Putue Cuenta su Historia” Pág. 66.)
Una vez completadas las instrucciones civiles y penales básicas, se procedió al intercambio de regalos y presentes para celebrar el acuerdo. El coronel Urrutia inmediatamente ordenó al oficial ingeniero, capitán Manuel Romero, una rápida y superficial exploración general del terreno histórico para iniciar los desmontes correspondientes, entregándole el mando de una patrulla de zapadores para cumplimiento de aquella misión que incluía el despeje de un área ribereña en donde se efectuaría el acto oficial de Toma de Posesión y una misa de campaña de acción de gracias al día siguiente.

Longkos o Caciques Mapuches de fines del siglo XIX.

REFUNDACIÓN DE LA VILLA RICA EL 01 DE ENERO DE 1883:
Toma de posesión de las ruinas de Villa Rica:
Al medio día del 31 de diciembre de 1883, después de concluido el histórico parlamento, la patrulla de zapadores, que dirigía el capitán Romero, abría paso entre la espesa selva a la comitiva del coronel Urrutia y al grueso de la división a su mando. El grupo recorría una “antigua huella” o estrecho sendero que nacía en Putue, recorría la ribera sur del Toltén y finalmente se internaba hasta las ruinas de la antigua población colonial, cuyo acceso se presentaba interrumpido por un profundo estero que les impidió el avance. Aquel afluente era el limite que dividía los territorios del cacique Epulef, señor de Villa Rica, con los dominios del cacique Penchulef, señor de Putue. (Antiguo “Estero Pino”, entubado hoy bajo calle Gral.Carrera.) Inmediatamente al otro lado del caudaloso estero se encontraban las ruinas de la antigua Villa Rica, que al oriente colindaban con el área del antiguo emplazamiento mapuche de Huichill -Huichill o Wechill-Wechill, cuyo regente era el cacique Epulef. (Actual área Playa Pukara, Estero Iribarren, La Puntilla.) Inesperadamente, desde las ruinas de la antigua ciudad colonial, apareció el cacique Epulef, quien vadeando el estero enfrentó al coronel Urrutia; el cacique con evidente malestar impidió el avance de los chilenos y prohibió el acceso a las centenarias ruinas coloniales. Urrutia a duras penas y apoyado por sus lenguaraces o interpretes Becerra, Meza y Novoa, logró finalmente atenuar el ímpetu del cacique acogiendo el mandato que este imponía, culminando en aquel estero el avance de la comitiva de los chilenos. Epulef se retiró a la tranquilidad de su hogar; no obstante el coronel Urrutia, unas horas más tarde, igualmente ordenó el inicio de las faenas de desmonte y descampe del área que se había alcanzado, disponiendo que la ocupación de las ruinas de la Villa Rica de todas maneras se materializaría al día siguiente.

El presidente de Chile, don Domingo Santa María, promovió la definitiva anexión del área mapuche del Mallowelafkén o Villa Rica a la soberanía nacional, por fines del año 1882. El 01 de enero de 1883, el entonces coronel Gregorio Urrutia, efectuó la toma de posesión y anexión del territorio mapuche de Mallowelafkén a la soberanía de Chile y refundó la Villa Rica sobre sus ruinas coloniales, después de estar casi tres siglos bajo el dominio indígena.
La mañana del día 01 de enero de 1883, como había sido dispuesta la orden, la comitiva republicana ya pisaba los suelos que cobijaban las ruinas de la antigua Villa Rica. Los soldados y oficiales comenzaban a revisar los escombros de antiguos edificios y a recorrer un tramo que orillaba el lago; sin embargo, la alegría del deber cumplido y la emoción de participar en un acontecimiento histórico se vio coartado por un hecho que no había sido considerado: ante la sorpresa y asombro general, el noble y bravo cacique Epulef, en postrera expresión que rescataba el arrojo, valentía y centenario espíritu libertario de su pueblo, haciendo honor a los grandes jefes mapuches de antaño, como ultimo recurso, armado de valor y junto a un numeroso grupo de sus mejores könas o guerreros se disponía a impedir por la fuerza la ocupación de sus tierras adyacentes al lago Mallowelafkén enfrentando temerariamente a la poderosa comitiva oficial. El ambiente general se tornó incómodamente tenso, Epulef estaba resuelto a resistir a las pretensiones de anexión de sus territorios a la República de Chile y como altivo longko que era no se dejaría avasallar tan fácilmente, a pesar del poderío militar de la tropa que acompañaba al coronel Urrutia. Una vez que un hermano del cacique Epulef, que acompañaba la comitiva de Urrutia, logró calmar los amenazantes y acalorados ánimos se dio lugar a un breve intercambio de palabras entre los jefes de ambos bandos opuestos. Epulef notoriamente molesto de manera seria y respetuosa exigió al coronel Urrutia que abandonara sus dominios inmediatamente, dejando claro que tal hecho era una arbitrariedad que atropellaba su propiedad y la paz de su gente. Sin embargo, el coronel Urrutia con una faceta muy distinta a la presentada el día anterior, durante el parlamento y encuentro junto al estero limítrofe, lo interpeló enérgicamente a desistir de su testarudez, o de lo contrario debería atenerse a las consecuencias de su inoportuno desacato y rebeldía:
“...Urrutia no fue el mismo de la jornada anterior y en tono enérgico y cortante díjole que aunque el Gobierno le había enviado en una misión de justicia y paz, no estaba dispuesto a tolerar más tropiezos y que tomaría toda la tierra que estimara necesaria. El noble Epulef, a punto de llorar de impotencia, se retiró sin pronunciar palabra...” (Horacio Lara: ”Crónica de la Araucanía”. Tomo II. Pág. 452- 453.- Guillermo González Díaz: ” Villa Rica, Historia Inédita.” Pág. 277.)
La postura atrevida y las palabras duras de Urrutia, el consejo y ruego de los presentes, más la amenazante presencia de las dispuestas tropas del Ejército del Sur, llevaron al noble longko a desistir de la resistencia en defensa de sus dominios, evitando con esto el desarrollo de un episodio con un triste y trágico desenlace para los peñis mapuches que leal y animosamente lo acompañaban. Epulef reuniendo a sus mocetones les habló con tono paternal, tras lo cual, junto a ellos, procedió a retirarse del área histórica; de esta manera las ruinas coloniales quedaban a merced del libre transito y disposición de la comitiva chilena.
El coronel Urrutia veía alejarse al abatido longko Epulef, que se internaba definitivamente en la frondosa selva de enmarañado voki, gruesos kilantos y árboles centenarios que cubrían las ruinas de la antigua Villa Rica: se cerraba así un paréntesis de 280 años de abandono y ausencia de la cultura occidental en el área del Mallowelafkén, desde que el capitán español Rodrigo de Bastidas cayera a manos del bravo Toki Kuminawel, “El tigre Rojo”, mientras defendía la hispana ciudad colonial el 07 de febrero de 1602.
La plana mayor del coronel Urrutia comenzaba los preparativos protocolares y formalidades que materializarían la toma de posesión oficial y anexión definitiva del área de las ruinas de la antigua Villa Rica a la soberanía chilena. Una vez despejado un amplio espacio se procedió a izar el pabellón nacional entonando el himno nacional bajo los acordes de la banda del regimiento. Inmediatamente se confeccionó el acta oficial y se selló la celebración con descargas de fusilería y salvas de artillería de honor, mientras la bandera flameaba en una pequeña colina frente al lago. Concluido el acto solemne, sobre los ya chilenos suelos que guardaban las centenarias ruinas de la urbe colonial, el coronel Urrutia despachaba, sin demora, un telegrama dirigido al Ministro de Guerra, fechado el 01 de enero de 1883:
“Con fecha de hoy he tomado posesión de las ruinas de la ciudad de Villa Rica lo que tengo el honor de comunicar a U.S. felicitándolo por tan plausible acontecimiento..” (Archivo de Guerra. “Cuartel General del Ejército del Sur: 1882 - 1883”. Archivo Nacional, en adelante A.N.)
A primeras horas de la tarde del 01 de enero de 1883 el capellán franciscano, padre Julián Rondini, celebraba la misa de acción de gracias en un amplio claro situado a orillas del lago Mallowelafkén. Algunos curiosos mapuches de las inmediaciones acompañaban a las exhaustas tropas del Ejército y paisanos chilenos que se disponían a tomar un merecido descanso en las acogedoras playas del lago. En tanto el coronel Urrutia, junto a su plana mayor, buscaban un sitio estratégico para levantar una fortaleza.

Toma de posesión de las ruinas de la Villa Rica por el Ejército del Sur, el 01 de enero de 1883.Con este hecho histórico Villa Rica volvía a nacer por tercera vez, integrándose a la vida republicana. Fotografía perteneciente a la Colección del Museo Regional de la Araucanía.
Primera misa de campaña en la refundada Villa Rica; el 01 de enero de 1883. Eucaristía de acción de gracias celebrada por el capellán franciscano Julián Rondini.

Por finales de enero de 1883, una vez efectuados el trabajo mayor de descampe, limpieza y nivelación de terrenos y emplazada la población con su nueva vecindad, el coronel Urrutia dispuso, para la seguridad de la soberanía nacional de la recién anexada área precordillerana de Villa Rica, el levantamiento de una fortificación a cargo de un bien equipado escuadrón del regimiento “Carabineros de Angol”. La construcción de un fuerte en pleno corazón de la nueva Villa Rica buscaba atenuar los aún encendidos ánimos de independencia que presentaban algunos focos de la población indígena local, que manifestaban una latente disconformidad como reacción reprimida ante la invasión de sus territorios. El emplazamiento de seguridad finalmente se construyó en el área de la actual 7ª Comisaría de Carabineros; curiosamente, cercano al área en que los hispanos habían instalado la “Cuadra Fuerte” que cobijó a la población colonial entre noviembre de 1599 y febrero de 1602.
Para el cabal cumplimiento de las ordenes instruídas por el Gobierno del Presidente Santa María, a Urrutia y sus oficiales les faltaba aún la exploración y control de las áreas de Pukön, Palguín y el interior cordillerano de las áreas de Maichi, Llaima y Trankura Alto. La orden gubernamental se vería materializada el 27 de febrero de 1883, cuando Urrutia dispuso el levantamiento de un fuerte sobre la península de Pukön; nacía así el pueblo y balneario homónimo. Todavía quedaba pendiente la urgente construcción de un centro de seguridad y vigilancia en la ribera sur del Toltén; misión que se cumplió con el levantamiento del emplazamiento militar fortificado de Koipuwe o “Fuerte Coipúe”, entre febrero y marzo del mismo año 1883. Meses más tarde se construyó otro fuerte en el área precordillerana de Palguín, a fines del año de 1883. A finales de 1884 el territorio lacustre cordillerano de Villa Rica contaba ya con una cadena de fortificaciónes chilenas dispuestas en las localidades anteriormente aludidas; para esa fecha el coronel Urrutia, en un enojoso asunto que le confrontaba con el Ministro de Guerra, cuestionado y lesionado en su prestigio por algunos “inconvenientes” presentados en el desarrollo de su campaña militar, había renunciado ya a la comandancia del Ejército del Sur, el 04 de mayo de 1883. (Leandro Navarro: “Crónica Militar” ; Tomo II, Págs. 246 y 247.)
El año 1890 comenzaron las mejoras de una antigua huella indígena, situada en la ribera sur del Toltén, que conectaría a Villa Rica con las poblaciones de Pitrufkén, Freire y Temuko. Para fines del citado año, la inmemorial y rústica vía de tránsito ya había sido adaptada para el uso de carretas; por medio de las mejoras de esta vía se facilitó el arribo de nuevos vecinos al área lacustre, y se acrecentó el comercio de provisiones y víveres, aspecto logístico que aseguró la subsistencia vital de la refundada Villa Rica, que había nacido nuevamente desde sus ruinas centenarias y figuraba ya incorporada plenamente a las actividades de la vida republicana. El 24 de Abril de 1895, bajo el gobierno del Presidente don Jorge Montt, se dicta un reglamento que disponía los requisitos para ser titular de las concesiones de sitios fiscales para la futura masiva repoblación de Villa Rica, teniendo como base la Ley Referente a Fundaciones en Territorio Indígena, promulgada con fecha 04 de diciembre de 1866.
Para 1896, la Inspección General de Tierras y Colonización, da comienzo al levantamiento topográfico que daría a la Villa Rica su aspecto urbano actual. Para el año 1897 la nueva planta urbana indicaba 191 sitios para particulares, 17 sitios para construcciones fiscales y una plaza de armas. De la misma manera, entre 1896 y 1897, el Gobierno central vía ley Nº 345 del 07 de Abril de 1897 procedía a la autorización de concesiones de propiedad rural de hijuelas fiscales a colonos en un área que incluía territorios ubicados en la ribera norte del río Toltén y lago Mallowelafkén; además de la zona sur del lago Willipilún o Huilipilún. La ley “de Colonización” disponía lo siguiente: “...una hijuela de 60 hectáreas por padre de familia y 30 hectáreas suplementarias por hijo varón mayor de 16 años (...) los titulares deberán saber leer y escribir y no haber sido condenados por crimen o simple delito (...) se encomienda el proceso de adjudicación a la Inspección General de Tierras y Colonización...”

Casas de los primeros colonos que se instalaron en Villa Rica. Fotografía de fines del siglo XIX. Colección Museo Regional de la Araucanía.
Familia mapuche del área lacustre precordillerana; principios del siglo XX.
El proyecto de colonización se incluía al contexto del proceso de fomento y reactivación nacional que incluía a las provincias de Malleco, Cautín y Valdivia. Para los años 1901 y 1902 el gobierno preparaba el arribo de los primeros colonos al área lacustre, aspecto que incluía la entrega de extensos territorios. La ejecución y materialización del referido proyecto de colonización preocupó y alarmó a los mapuches locales que se vieron expropiados y sometidos al régimen de “Reserva Indígena”. De esta manera las familias originarias locales fueron trasladadas a reducciones ubicadas en los faldeos del volcán Villa Rica, y al norte y oriente del lago Kalafkén. Reducciones o “concentraciones” que se establecieron en boscosos y disminuidos territorios de poco interés forestal y escasas expectativas agrícolas. Reducciones que finalmente constituyeron 144 comunidades Indígenas diseminadas en toda el área rural lacustre precordillerana de la naciente futura comuna.
El año 1902 se manifiesta la existencia de “triquiñuelas”, alteración de deslindes y abusos inmobiliarios por parte de algunos colonos, actitudes de atropello que afectaron en gran medida la propiedad y el ánimo de los mapuches lacustres. Ante esta irregularidad que afectaba a los mapuches, se sumaba además la desesperación de ver retrasadas las gestiones de entrega de “Títulos de Merced” de las “Hijuelas Fiscales” por parte de las autoridades de gobierno que constituían la “Comisión Radicadora”. Motivados por los abusos, desesperanzas y disconformidad generalizada, los caciques locales solicitaron la urgencia en la clarificación de gestiones y establecimiento jurídico definitivo de sus dominios inmobiliarios que se estaban retrasando desde el año 1896. No obstante, la postergación de los intereses mapuches, la desatención y demora de trámites por parte de personeros de gobierno llevó a la organización comunitaria mapuche a denunciar públicamente las irregularidades, para evitar con esto cualquier intento de usurpación o apropiación indebida de parte de colonos chilenos y extranjeros.
De esta manera, en enero del año 1902, los caciques locales solicitaron la intervención y representación de los hermanos capuchinos quienes escucharon, registraron atentamente las carencias y solicitudes expuestas. De este modo, el 31 de marzo de 1902 los hermanos capuchinos se reunieron en una “Junta” con los caciques de las reducciones de Putue, Purakina, Mukén, Liumalla, Challupén, Pukura, Trailafkén, Cheske, Pukön, y Leltume o Neltume. Después de esta reunión el padre Sigisfredo Schneider, de profesión abogado, junto a los demás hermanos expusieron formalmente los abusos y preocupaciones a las altas autoridades de gobierno, constituyéndose en los intermediarios oficiales de los intereses indígenas. La razón de la denuncia de vulneración de propiedad indígena incluía también, timaciones, asaltos, salteos, robos de animales y otros ilícitos; pero en lo principal exponía “la desvergonzada codicia de pillastres inmorales sobre tierras que eran centenarias herencias del mapuche, y que fueron subastadas por miles de hectáreas a veinte o treinta centavos la hectárea.” (“Crónica de la Misión Capuchina de Villa Rica”. Años 1902-1903, Págs. 83-84.)
La “Junta” de 1902 dio paso a un importante parlamento que fue celebrado en la misma Misión el 04 de octubre de 1903. La trascendental ceremonia reunió a los caciques y cortejos de las reducciones de Putue, Voipire, Kitratuwe, Ciruelos, Mukén, Konkil, Kiñelelfún, Leltume, Los Chilcos, Pukön, Melwi, Kilentúe, Koyam, Foikemallín, Tralkawe, Dalkako, Pinowe, Nomekuikui, Ketrún, Pilinwe, Traiguén, Liumalla, Copiwelpi, Cheske, Trapel, Konkilko, Peleko, Challupén, Pukura, Trailafkén, Kolga y Purakina. (Araucanía Misional. Edición Especial Nº 67. Mosaico Histórico de la Villa Rica. 75 años de la Parroquia el Sagrario. Pág. 07.)
Ante la responsabilidad de representación pública y legal de los intereses indígenas, los padres de la misión efectuaron un censo y catastro de propiedad rural de la población indígena del entonces departamento de Villa Rica. El censo capuchino arrojó un universo de 2.596 individuos, aspecto que no incluyó a las familias mapuches de Pukön, Trankura y Trankura Alto; desarrollándose tal efecto de censo y catastro en años posteriores. El año 1907, gracias a las gestiones de los padres capuchinos, se regularizó el dominio de inmuebles rurales a favor de los mapuches de Villa Rica, y por fin la comisión radicadora expedía los primeros Títulos de Merced que aseguraron la propiedad indígena local. (“Crónica de la Misión Capuchina.” Años 1902 y 1903, Págs. 85, 86, 114.- Informe de la Intendencia de Valdivia, Mayo de 1908. Memoria del Ministerio del Interior, en adelante MMI, al Congreso Nacional: 1908; Anexos a la Primera Sección, Pág. 967.)
En 1898, los fundadores y primeros encargados de la “Misión de Villa Rica” fueron los hermanos Capuchinos Italianos; posteriormente, a principios del siglo XX, tomaron la obra evangelizadora los Capuchinos Alemanes de Baviera. En la fotografía, de 1898, y posando junto al lago Villa Rica, los hermanos Capuchinos Italianos: P. Iluminato de Génova, P. José de Imola. P. Octaviano de Nizza, P. Alejo Barletta, y P. Juan de San Juan.

Primeros colonos:
Entre las primeras familias que se asentaron en las riberas del lago Mallowelafkén, en la recién refundada Villa Rica republicana, se destacaron los siguientes vecinos, que se emplazaron en el área entre los años 1883 y 1900:
Leopoldo Acuña, Esteban y Cosme Almonacid, José Alvarado, Bonifacio Becerra, Carlos Becker, Luciano Berrogaín, Martín Burgos, Florentino y Fortunato Carrasco, Fermín Cuevas, Enrique Felis, Miguel Gaete, Pablo Garay, Bonifacio González, Otto Gudenschwager, José Miguel y José María Guerrero, Clemente Holzaphel, Romás Landero; Lucas, Andrés, Julio y Washington López; Pedro Mansilla, Benicio y Gregorio Mardones, José y Manuel Moraga, Teodoro Nass, Ignacio Ñancupán, Anastasio Peña, Rosario Rodríguez, Pedro y Alberto Rosas, Antonio Pantaleón Sáez, Pedro Pablo Tapia, Carmen Toro, Pablo Andrés Tuza, Pablo Valencia, Felipe Velásquez, y Crispín Zapata. (Crónicas de la Misión Capuchina de Villa Rica. Págs. 23, 30 y 31.- Araucanía Misional Nº67. “Mosaico Histórico de la Villa Rica” Pág. 06.- Guillermo González Díaz, “Villa Rica, Historia Inédita.” Pág. 306.)
Desde la refundación de Villa Rica, en enero de 1883, la población comenzaba a crecer lentamente; sin embargo, podemos darnos cuenta que el floreciente villorrio de fines del siglo XIX, según el cronista Gustave Verniory, para el año 1895 no pasaba de ser “Un poblacho que poseía un conjunto natural que formaba un maravilloso paisaje, uno de los más hermosos que he contemplado en mi vida...” (Gustave Verniory: “Diez Años en la Araucanía.” Pág. 381.) Igualmente, según el viajero santiaguino José Alfonso, para aquella época Villa Rica solo era “...Un caserío con apenas una calle transitable y con una sola residencial familiar donde se recibía a los forasteros.” (José Alfonso: “Un Viaje a Valdivia”; La Civilización Alemana en Chile; en Revista de Chile, Pág. 36.)
La residencial familiar anteriormente aludida por el viajero José Alfonso pertenecía al colono Teodoro Nass de Wargni, cuyos servicios de hospedaje eran anunciados y advertidos a través de un pintoresco y notorio letrero colgado en el frontis de la residencial y que exponía la siguiente nota: “No se recibirá ningun alojado por menos de $3 y más también se cobrará según la cirscunstancia de las personas. Se advierte a quienes deseen alojar en este negocio privado que yo solamente recibiré personas muy distinguidas, formales y de buenas costumbres. Las personas que han viajado por distintos puntos comprenderán por si mismos que en estos apartados pueblecitos que recién se están formando no se pueda exigir todo como en las grandes ciudades: así que mis alojados espero que se conformarán con las comodidades que tengo. Teodoro Nass.-” (José Alfonso: “Un Viaje a Valdivia”; La Civilización Alemana en Chile; en Revista de Chile, Pág. 36.- Guillermo González Díaz: Vila Rica, Historia Inédita”, Pág. 313.)
Familia Nass - Peters. El colono don Teodoro Nass de Wargni (1865 -1930) impulsó el verdadero nacimiento de la nueva Villa Rica; en 1896 acogió en su residencial a visitas ilustres como el científico Otto Philippi y el botánico alemán F.W. Neger. Cooperó activamente en la construcción de la Misión Capuchina en 1899; en 1902 hospedó al historiador Tomás Guevara y en 1903 al general instructor de Ejército Emilio Körner, al mariscal austriaco Von Einsenstein y al embajador alemán Von Reichenan.
Primeros logros y progresos significativos de fines del siglo XIX:
Como se desprende de las notas anteriores, para los últimos años del siglo XIX, Gustave Verniory describía a Villa Rica como “un poblacho”; el viajero Juan Alonso le daba el titulo de “caserío”, y según el colono Teodoro Nass, el pequeño villorrio de Villa Rica, por el año 1895, solo era “un apartado pueblecito que recién se estaba formando.” Las declaraciones precitadas no se apartan de la realidad de la Villa Rica de fines del siglo XIX, época en la cual el pueblito estaba semiaislado del acontecer regional y mantenía solo un débil comercio proveedor con el pueblo de Freire, cuyo camino acondicionado para el uso de carretas, debía ser franqueado a caballo en un esforzado y dificultoso viaje que duraba 7 horas.
No obstante el aislamiento geográfico anterior, con el lento paso del tiempo y el arribo de nuevos colonos e inmigrantes el “pueblecito” comenzó a ampliar y mejorar su radio de vecindad urbana y densidad poblacional rural; de este modo nuestra Villa Rica alcanzó, con el paso de los años y colectivos esfuerzos, logros y progresos significativos que mejoraron notoriamente la calidad de vida de los primeros habitantes. Esta parte que describe el quehacer de la Villa Rica de fines del siglo XIX, como también principios y mediados del XX, la desarrollaremos de manera breve y puntual; pues, existen ya varios textos que describen con mayor detalle aquellos años de refundación, crecimiento y consolidación de la población, ente los cuales podemos mencionar los conocidos e interesantes textos intitulados “Crónicas de la Misión Capuchina y las Hermanas Maestras de la Santa Cruz”; “Cuatrocientos años de la Villa Rica, 1552-1952.”; “ Mosaico Histórico de la Antigua Villa Rica”; “Villa Rica, Historia Inédita”, etc. De esta manera exponemos resumida y sucintamente los primeros avances y logros significativos que a esfuerzo y paciencia lograron los primeros vecinos instalados en esta ahora pujante zona lacustre:
-Los primeros logros referente al bienestar social se presentaron solo a los primeros meses del tercer repoblamiento o refundación de Villa Rica, acaecido el 01 de enero de 1883. Para mediados de aquel año la población se vio favorecida con la presencia de una posta militar que se instaló en la plaza de la ciudad prestando atención medica gratuita a los mapuches del área y a los recién asentados colonos chilenos. Posteriormente, para fines del mismo año, en el mes de octubre de 1883, se concretaba la instalación del correo y telégrafo. A inicios del año 1886 el Ejército de Chile pone en servicio una barcaza a vapor que transportaba personal militar entre las fortificaciones de Villa Rica y Pucón. La presencia de la barcaza fiscal benefició, igualmente, a los pobladores civiles del área lacustre precordillerana. Las primeras defunciones de vecinos radicados motivaron la rápida tramitación y aprobación sanitaria para la apertura del cementerio en 1887; el terreno para el campo santo fue donado por un vecino particular.
-En 1887 comienza a prestar sus servicios la residencial familiar del colono don Teodoro Nass, que recibiría a importantes autoridades del que hacer diplomático, científico y militar. Entre fines de 1888 y mediados de 1889 se desmanteló el “Fuerte Villa Rica” y parte de los maderos de sus empalizadas se utilizaron para la improvisada construcción de puentes sobre los nueve profundos y caudalosos esteros y arroyos que cruzaban o circundaban la población. Entre los años 1889 y 1896 La conexión vial mejora con la habilitación de los caminos Villa Rica -Temuko, Villa Rica-Pukön, Villa Rica-San José de la Mariquina.
Por fines del año 1896 se procede al fajado de sendas en la espesa selva, aspecto que favoreció a algunas comunidades indígenas y vecinos rurales. Unos años más tarde el fajado de sendas dio paso a una nutrida red de vías de tránsito secundarias que mejoraron el desplazamiento de ganado y actividades de comercio menor.
-En los primeros años, después de refundada la Villa Rica republicana, dos fueron los hechos de importancia que impulsaron definitivamente el crecimiento de la nueva población. El primero consistió en el establecimiento de la Misión de los hermanos capuchinos italianos. La obra misional, que favoreció al área lacustre de Villa Rica, fue ordenada y financiada por el Presidente Federico Errazuriz Echahurren, a través del Decreto Supremo Nº 362 del 11 de Abril de 1898. En el verano de 1899 el padre capuchino italiano Alejo Barletta establece la misión y escuela materializadas, ambas dos, en una humilde casa habitación de una sola planta. A mediados del año 1901 se concreta la anhelada construcción de una amplia Casa Misional de dos plantas que contaba con enfermería y hospedería. Posteriormente, en el año 1903, la comunidad veía con alegría la inauguración de la iglesia misional que se levantó junto a la primera construcción.
Para fines de 1886 el Ejército puso en funcionamiento la barcaza a vapor “Fiscal” para el transporte de personal militar que sostenían los fuertes de Villa Rica y Pukön.

HECHOS Y VIVENCIAS DEL SIGLO XX:
Consolidación y desarrollo sostenido de un pueblo:
Con la llegada del nuevo siglo, Villa Rica comenzaba a presentar las primeras actividades comerciales que estuvieron basadas en la agricultura centrada en el cultivo de trigo, avena, hortalizas, la crianza de ganado y la explotación maderera; esta ultima actividad se presentó como una inminente rentable veta económica.
El año 1904 el Gobierno de Chile, con la intención de reactivar el comercio local, entregó en concesión el territorio norte del lago Villa Rica y la prolongación norte de la ribera del río Toltén. La concesión solo beneficiaría a particulares con intenciones de inversión agrícola, ganadera y maderera. Inmediatamente, y durante el mismo año se instalaron en aquella área 20 familias de inmigrantes alemanes. Finalmente, entre las actividades cotidianas de subsistencia de los primeros colonos se ubicó, en primer lugar, la explotación maderera: Los troncos de árboles nativos eran labrados con hachazuela y transformados en “durmientes”; posteriormente se utilizó para este efecto la tecnología de los aserraderos a vapor. Los “durmientes” eran utilizados para construcción de líneas férreas y madera dimensionada; la preciada mercadería, proveniente de bosques y cerros circundantes, era trasladada por las aguas del lago desde los fundos madereros existentes en la ribera norte y también del área cordillerana de Pukön.
Desde Villa Rica la madera nativa era transportada, peligrosamente, en almadías, piraguas o balsas a través del curso del río Toltén, hasta llegar al pueblo de Pitrufkén. Para el año 1904, el lento traslado de maderas por el lago se facilitó, agilizó y acrecentó gracias a la iniciativa de los vecinos Pantaleón Sáez y Diego Navarrete, quienes construyeron los lanchones de remolque y carga maderera conocidos como “El Santa María” y el “Santa Magdalena”; estas dos primeras embarcaciones zozobraron, poco después, debido a fallas extructurales. Los restos de estos vapores o motonaves aún se pueden observar sumergidos al costado izquierdo del Muelle Viejo, frente al nacimiento del río Toltén. A mediados del año 1904 el colono e ingeniero alemán, don Otto Gudenschwager, finaliza la construcción de su primer lanchón particular o “vapor de remolque” que surcó las aguas del Mallowelafkén; la sencilla embarcación conocida como “Emma” naufragó tiempo después, al ser abandonada por la tripulación en medio brava tormenta de puelche.
El año 1908, nuevamente el colono Otto Gudenschwager ordenó la construcción de otra barcaza o vapor de transporte de pasajeros llamado “El Santa Rosa” que también, ocasionalmente, hacía las veces de remolque. Ante el éxito empresarial de transporte lacustre y fluvial, otros vecinos vinculados al rubro maderero y venta de áridos, con el transcurso de los años, aportaron con otros cuatro vapores de remolque maderero, carga de arena y ripio: “El Atún”, “El Mallolafquén”, “El Alessandri” y el legendario carguero y remolque “La Meley”, en el cual prestaba sus servicios el igualmente mítico vecino calderero de apellido Matamoro a quién, según los relatos rescatados de la memoria local, el patrón de la embarcación, de origen alemán, hiciera famoso en todo el pueblo con la expresión “¡...Más Vapog Matamosco... maaás vapooog...!”, frase jocosa que todos le vociferaban en todas partes y a toda hora.
La rentable actividad molinera fue el otro factor esencial que facilitó la vida de los pobladores gracias a las instalaciones de molienda de los vecinos Jiménez, Gudenschwager y del Valle; con los años estos mismos emprendedores jefes de familia, e incipientes empresarios, aportarían, junto a don Enrique Lucas, los generadores eléctricos que brindarían luz artificial y alumbrado público a la nueva creciente población. Para inicios del siglo XX, entre los años 1901 y 1915, se radicaron nuevos vecinos, en su mayoría inmigrantes extranjeros, quienes impulsaron el rubro comercial y maderero. Entre estos nuevos vecinos destacaron don Oscar Schleyer, Fermín Iribarren, Federico Trapp, Bernardo Laborde, Elector Acuña, Juan Agnes, Tomás Leiva y Ernesto Wagner.

Vecinos colonos de la Villa Rica: De izquierda a derecha, los alemanes don Enrique Felis Wiese, don Federico Trapp Betz y el francés don Martín Iribarren Aretzorena.

-Independencia administrativa de Villa Rica:
El Departamento de Villa Rica logró constituirse en comuna solo a 33 años de ser refundada y poblada por tercera vez. El celebrado hecho se materializó mediante el Decreto Supremo Nº 2.281, dictado por el Presidente de la República don Juan Luis Sanfuentes, el 07 de junio de 1916.
En mayo de 1918 se constituyó el primer gobierno edilicio comunal, el que estaba conformado por los vecinos Carlos Becker, Lucas Hernández y Celestino Rodríguez como alcaldes; Elector Acuña, Juan Francisco Jaramillo, Adolfo Muñoz y Florencio Vallejos como regidores. La comuna de Villa Rica hasta esa fecha pertenecía, y dependía política y administrativamente, a la Provincia e Intendencia de Valdivia, desligándose de su jurisdicción solo el 30 de diciembre de 1927, acto oficial constituido por el Decreto con Fuerza de Ley Nº 8.552, dictado por el Presidente don Carlos Ibáñez del Campo.
Por medio de la presencia eclesiástica en la Villa Rica, con la cual los padres, frailes y hermanas entregaban atención espiritual, educacional y sanitaria, la nueva población comenzó lentamente a consolidarse como un centro neurálgico de relaciones sociales y comerciales de toda la zona lacustre y cordillerana. Entre los años 1916 y 1930 el pueblo de Villa Rica continúa creciendo sostenidamente en comercio y población; dentro de este periodo se radican los emprendedores vecinos don Martín Iribarren, Amín Puali, Egon Berckoff, Manuel Legaza, Manuel Puerto, Federico Keller, Segundo Aravena, Dictino Niño de la Horra, Leopoldo de Miguel, Nemesio Márquez; todos con un gran aporte de capital e incentivo empresarial local.

Avances y logros de principios y mediados del siglo XX:
A principios del siglo XX, entre 1900 y 1901, el pueblo contaba ya con dos tiendas comerciales pertenecientes a los vecinos Clemente Holzaphel y Luciano Berrogaín, quién además mantenía una droguería o botica. Por fines del mismo año 1901 la familia Jiménez instala el primer molino en un estero a orillas del lago. Por la misma fecha, uno de los primeros aserraderos locales era puesto en marcha por los vecinos Elector Acuña y Juan de la Calzada Zapata. El 31 de marzo de 1902 se efectúa la primera “Junta” mapuche-capuchina en la Casa Misional local. La reunión tuvo como objetivo la denuncia de usurpaciones, abusos y delitos que afectaban a la población indígena. Debido a la materialización de los anteriores ilícitos, la presencia policial lacustre se inició con la instalación de un cuartel policial a cargo del Cuerpo de Gendarmes de las Colonias, a mediados de 1902. Además, aquel mismo año se entrega a la comunidad el uso del muelle fiscal situado frente al nacimiento del río Toltén. A finales de 1902 se crea la “Escuela Completa de Niñas Nº 5” de la cual fue primera Directora la Sra. Mercedes López.
-El 04 de octubre de 1903 se celebra el “Gran Parlamento de Villa Rica”, en el que una treintena de caciques mapuches se reunieron con los hermanos capuchinos de la misión. En el concurrido encuentro se acordó la representación publica y legal de parte de los sacerdotes ante las autoridades, para así lograr una eficaz defensa de los intereses indígenas. Como resultado del Parlamento Mapuche-Capuchino, se proyectó la pronta materialización de un censo y catastro de las propiedades mapuches y la urgente regularización de títulos de merced. En el aspecto empresarial maderero, durante el mismo año de 1903, comienzan a operar dos aserraderos conocidos como “El Schleyer” emplazado al otro lado del lago, y “El Becker” situado dentro del radio urbano de la población.
-En 1904, ante la gruesa actividad maderera y el crecimiento del pueblo de Pukön, se activa el servicio de “lanchones” o motonaves de carga-remolque; en 1908 se suma un servicio de transporte lacustre de pasajeros.
-El año 1906, por Decreto Supremo, se crea la Reserva Forestal Nacional de Villa Rica, abarcando bosques fiscales que en primera instancia estaban destinados a territorios de colonización. Durante el periodo comprendido entre los años 1906 y 1908, entran en funcionamiento las primeras escuelas fiscales y cristianas: la “Escuela de Hombres Nº 4” en el año 1906, y el establecimiento del centro escolar de las hermanas educadoras de congregación de La Santa Cruz, provenientes de la casa matriz de Río Bueno, el 11 de mayo de 1908.
-El año 1907 se habilitan los caminos Villa Rica-Longkoche y Villa Rica-Gorbea. El mismo año de 1907 los vecinos se ven curiosamente sorprendidos: el vecino Elector Acuña trae una “moderna” maquina trilladora con la cual se optimiza la agricultura local.
-En 1908 se abren las dependencias del Registro Civil y el Colegio Santa Cruz comienza a funcionar con una matrícula de 30 alumnas. En 1909 es celebrada la inauguración del necesario y flamante reloj público, que fue instalado en la torre del templo de la misión capuchina. En 1910 se levantan las primeras capillas rurales para atención de la población campesina adyacente; y además, el vecino Ernesto Wagner funda la “Sociedad Agrícola y Ganadera Lanín”, que se especializa en crianza de ganado bovino overo-negro europeo.
El nuevo siglo XX se inició con una ferviente actividad misionera capuchina que benefició socialmente a una vasta población mapuche que recibió educación, atención medica y orientación jurídica de parte de los “Curitas Alemanes”. En las fotografías, de izquierda a derecha, los esforzados misioneros de Villa Rica: Padre Remigio de Geinzheim, Padre Atanasio de Egelsee y el Padre Guido Beck de Ramberga, quien posteriormente sería el primer Obispo del Vicariato Apostólico de la Araucanía.
-En 1912 se draga y ensancha el nacimiento del río Toltén, parte de su lecho y orillas, en beneficio y favor del transporte maderero fluvial. El año 1913 la fe Protestante se instala en Villa Rica a través de la iglesia “Alianza Cristiana y Misionera“ que levanto su templo en pleno centro de la ciudad y acogió las necesidades de la numerosa vecindad evangélica local. A principios del año 1914 un coche a caballos inicia el servicio de transporte hasta Freire; el viaje duraba 3 horas. Entre los años 1912 y 1915 aparecen los primeros talleres artesanales familiares particulares y también algunos centros de actividad manual dependientes de la misión capuchina, aspecto comercial de servicios básicos que incluía panaderías, tostadurías, herrerías, talabarterías y carpinterías. En 1916 se inaugura la primera planta eléctrica que dio paso al alumbrado público. En 1918 se constituye el primer gobierno municipal. El año 1921 la actividad comercial registra la instalación de dos grandes emporios de víveres, abarrotes y bastimentos de ventas al por mayor y por menor; además se registran 24 pequeños almacenes de ventas al detalle o menudeo. El 31 de Mayo de 1921, el deporte organizado se constituye con la fundación del primer club deportivo “Unión Fútbol Club”. El año 1922 la información noticiosa y difusión religiosa y cultural se hace presente con la aparición del primer periódico intitulado “El Eco de Villa Rica”. Durante el año 1923, ante el arribo de los primeros turistas se procede al establecimiento y habilitación de los primeros hoteles de Villa Rica y del área lacustre.
El 31 de Mayo de 1921 se constituye la primera organización deportiva de Villa Rica, el Club Deportivo “Unión Fútbol Club.”
A mediados de la década de la 1920, la Escuela Misional Nº 1 estaba plenamente consolidada y avocada, principalmente, a la educación del pueblo mapuche local.
-En 1924 se inaugura el puente carretero sobre el río Toltén, y para mediados del mismo año un pequeño vehículo a motor unía a Freire y Villa Rica en un trayecto que duraba 5 hrs. Para esta fecha en la zona lacustre ya existe un turismo organizado que ofrecía servicios hoteleros que eran nutridos, permanentemente, por visitantes nacionales y extranjeros que arribaban al área de Pukön; para aquella fecha el turismo local ya ofrecía excursiones al volcán, ascensos al crater y visitas a las termas de Palguín y volcán Lanín. El mismo año 1924, para incentivo del turismo y comodidad de los visitantes, se pone en funcionamiento el vapor de transporte de pasajeros “Alessandri”. Entre 1924 y 1926 se pavimentan las primeras calles centrales de Villa Rica. A fines de 1926 llegan los primeros profesionales especialistas relacionados con el área de la salud, a saber, 1 farmacéutico, 1 matrona, 1 practicante de obstreticia y un masajista. El año 1927 Villa Rica deja de pertenecer a la jurisdicción del Departamento de Valdivia y se incorpora activamente al departamento de Cautín.
-Para 1930 se acabarían “los trajines” a vapor, carreta y caballo entre Villa Rica y Pukön: el esfuerzo de los vecinos y autoridades de las dos crecientes comunas efectuaron el mejoramiento del rustico camino carretero que ya se prestaba al transporte de pasajeros por medio de la primera “góndola” o micro perteneciente a don Enrique Félis; ”La góndola de Felis”, en el transcurso de un año, extendería sus servicios hasta Freire y Temuko. El año 1933, en el área del transporte y comunicación, Villa Rica se conectaría comercialmente a todo el país por medio de la inauguración de la vía férrea, estación y muelle del “Ramal Villa Rica”. El mismo año 1933 se instalan las primeras grandes industrias o barracas madereras de dimensionado y venta directa; aspecto comercial que remató en un gran ofrecimiento de empleos y mano de obra que provocaron el arribo y radicación definitiva de nuevos vecinos y sus respectivas familias, quienes gracias a este rubro lograron satisfacer sus necesidades laborales y concretar sus sueños de nuevas realizaciones; nacía así la anónima gran antigua familia villarricana que se originó en la década del ’30 y de la cual muchos somos parte. El año 1934 los hermanos Amín y Maruf Puali Nasser, inician sus actividades empresariales fundando una sociedad comercial que instaló sus dependencias en la esquina suroeste de calles Pedro de Valdivia y Vicente Reyes. Su legado comercial se mantiene con éxito hasta nuestros días a través de los Supermercados “Oriente”.
El año 1930 los hermanos Amín y Maruf Puali Nasser arriban a Villa Rica desde el lejano Líbano y el año 1934 consolidan una Sociedad Comercial que subsiste exitosamente hasta nuestros días. En la fotografía Amín Puali y sus dos hijos.
-En 1936 se inauguran las grandes dependencias de la industria maderera “Leopoldo de Miguel S.A.” abarcando la producción maderera en bruto y elaborada. En 1937 inicia sus actividades la empresa maderera “Figueroa y Márquez Cía. Ltda.”; la empresa se instaló en el “Barrio Pukara” y se especializó en maderas de construcción inmobiliaria; sus dueños y administradores eran los vecinos don Enrique Figueroa y don Nemesio Marquez. Las grandes empresas madereras y su oferta de ocupación laboral permanente serían, como ya indicamos, el primer gran incentivo de arribo y radicación definitiva de decenas de obreros madereros y sus familias provenientes del norte y sur del país. El 12 de agosto de 1938, el sostenido aumento del radio urbano y por ende arquitectónico, llevó a la necesaria fundación del “Cuerpo de Bomberos de Villa Rica.” A mediados de 1938, don Bernardo Laborde Laffitte, compra el ya conocido “Hotel Central”, que funcionaba desde inicios de la década del ’30, adquiere un vehículo Ford modelo A, con el cual inicia paseos y excursiones por la zona lacustre y el volcán. Pronto los servicios del “Hotel Central” gozarían de fama en todo el país gracias el servicio turístico de primer orden y la afamada cocina francesa que deleitaba a sus huéspedes. Durante el mismo año de 1938, los vecinos Carlos Weber y Ernesto Wagner constituyen la sociedad comercial “Compañía Molinera Villa Rica Ltda.” que a la vez da origen a un barrio obrero y de paso aporta un gran incremento económico y jerarquía comercial a la ciudad. También el año 1938 se estrena la primera película sonora en dependencias del teatro de la Misión Capuchina.

Tres vecinos impulsores del progreso y bienestar de la Villa Rica de mediados del siglo XX. De izquierda a derecha los empresarios madereros: Don Leopoldo de Miguel Hernando; don Nemesio Márquez; y el empresario hotelero don Bernardo Laborde Laffitte.

-El año 1940, surcaban las aguas del Mallowelafkén las motonaves y lanchas “Elisa”, “Cisne”, “Picaflor”, “Patria”, “Luz”, “Rapida” y “Marinchen”, además de otros numerosos yates de calado menor. Esta la constante actividad de tránsito lacustre de carga, transporte y descarga maderera por parte de motonaves y lanchas de remolque y pasajeros, más la existencia de un elevado numero de embarcaciones menores, la ley Nº 6.669 del año 1940 permitió el establecimiento de la Capitanía de Puerto “Lago Villa Rica”. El mismo año de 1940 deja de existir la “Reserva Forestal de Villa Rica” y se crea el “Parque Nacional Villa Rica” abarcando una superficie de 61.000 hectáreas de territorio andino y subandino. Se culmina el año de 1940, con la celebración del Congreso Eucarístico dirigido por Monseñor Guido Beck de Ramberga.
-El año 1941 se crea la “Sociedad Maderera Fénix”, que aporta gran cantidad de ocupaciones laborales y potencia la industria maderera local entregando a ferrocarriles un promedio de seis carros de 30 toneladas mensuales. La elevada actividad de maquinarias y transporte, tanto madereras como agrícolas, genera la instalación de la bomba de gasolina y lubricantes COPEC, que tuvo como primer administrador a don Enrique Solano Fonseca. A inicios del mismo año de 1941 llega a nuestra ciudad la “Iglesia Evangélica Metodista Pentecostal”. El 09 de marzo de 1941, se inaugura la Escuela Nº 56 “Metodista” a cargo de la profesora Sra. Ernestina Barahona Inostroza.
-El año de 1942, la mantención de la amplia red vial lacustre y sus respectivas obras de arte o puentes lleva a la instalación de la oficina y taller de maquinarias de la Dirección de Obras Fiscales, actual Dirección de Vialidad del Ministerio de Obras Públicas.
-El año 1942 la Señorita Elena García, junto 30 alumnos, inicia las actividades educacionales de la “Escuela Parroquial Nº 62 del Barrio Obrero Pukara”, que tuvo su primeras dependencias en calle Aviador Acevedo, entre calles Wagner y Caupolicán. Posteriormente, el año 1945 el vecino Sr. Humberto Becker donó una hectárea de terreno en donde, bajo el amparo eclesiástico, se construyó la nueva Escuela Misional, manteniendo su actual ubicación. El año 1947 el padre Arcángel construye la primera capilla del colegio; y en marzo de 1951 llegan las primeras Hermanas Franciscanas de Purulón; para esa fecha la Escuela Pukara contaba ya con 150 alumnos. Tras el cambio de dirección de la Escuela Pukara, la Señorita Elena García, agotando los medios y esfuerzos posibles, fundó la “Escuela Particular Darío Salas” que se instaló en la esquina suroeste de la intersección de calles Colo Colo y Presidente Ríos. La sencilla escuelita estaba destinada a favorecer a los hijos de los obreros madereros del área urbana sur de Villa Rica.
El año 1942, en el sector del “Barrio Obrero Pukara” y con solo 30 alumnos, comienza a funcionar la “Escuela Parroquial Nº 62 Pukara”; sus primeras maestras fueron la recordada señorita Elena García y las Srtas. Fresia y Rosalía. El año 1951 las Hermanas Franciscanas de Purulón se encargan de la administración de la Escuela Misional “Pukara”, actual Nº 62 “Alberto Hurtado”.
Voluntarios de la Tercera Compañía de Bomberos de Villa Rica; Fundada el 31 de Mayo de 1945.
-El año 1945, con fecha 31 de Mayo, se funda la Tercera Compañía de Bomberos. El año 1946 el progreso y tecnología industrial se instala en Villa Rica a través de la “Gran Industria de Servicio Ford”, que estuvo a cargo de don Carlos Spiess; sus dependencias y talleres se instalaron en la intersección de calles Alderete y Epulef. El 08 de Agosto del año 1945 inicia su atención, la oficina de Impuestos Internos de Villa Rica. El 03 de Febrero del año 1946 es fundado el “Club Aéreo Civil de Villa Rica” que contó con una cancha de aterrizaje y un avión Fairchald aportado por la Dirección de Aeronáutica; posteriormente se adquiere un avión Luscombe, después de que el primero se estrellara con consecuencias fatales para uno de los socios.
-En abril año 1946 se comienza a construir el actual edificio del obispado y se crea la “Escuela de la Cruz Roja Juvenil Chilena”, siendo su primera rectora la Srta. Zunilda Zabala. El mismo año 1947 se dispone el traslado de la sede del Vicariato de la Araucanía, desde San José de la Mariquina hasta Villa Rica, hecho que se materializa con la llegada del Obispo Guido Beck de Ramberga, el 21 de Marzo de 1948, quien inauguró el flamante edificio del actual obispado. De la Diócesis de Villa Rica. Para mediados de 1948 Villa Rica ya contaba con obispo y sede vicarial, constituyéndose la ciudad en el centro eclesiástico regional del entonces Vicariato Apostólico de la Araucanía.
-El 15 de marzo de 1950 se funda la Escuela Particular Nº 156 “Barrio Estación”. En 1956, el Obispo Guido Beck, recibió como obispo auxiliar a Monseñor Guillermo Hartl de Laufen, aumentando la importancia de la sede católica del área lacustre. El año 1951 se inauguran las nuevas dependencias de la “Industria Molinera Villa Rica S.A.”
-Quizás el más importante hecho acaecido desde la refundación de la ciudad a fines del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, fue la celebración del Cuarto Centenario de la fundación de Villa Rica, en Abril de 1952, acto que contó con la presencia de importantes autoridades nacionales entre las que destacaba el Excmo. y Rvdmo. Cardenal José María Caro Rodríguez.
El año 1951 se inauguraron las nuevas dependencias de la industria “Molinera Villa Rica S.A.”. E l edificio se ubicó en la esquina de calles presidente Ríos y Aviador Acevedo. El adelanto empresarial colocó a Villa Rica como eje agrícola comercial de toda el área lacustre.
-Otro hecho de interés, que aún es recordado con tristeza por algunos antiguos vecinos, fue el siniestro que afectó a la antigua Misión Capuchina, incendio que la redujo a cenizas el 18 de febrero del año 1953. Se perdió con el incendio de este antiguo sacro edificio, la posibilidad de que nuestra ciudad contara hoy con un Monumento Nacional de carácter arquitectónico. El mismo año 1953 Monseñor Guido Beck bendice y hace entrega de las dependencias del nuevo Colegio de Humanidades, que funcionaba desde el año 1948.
-El año 1956 se inaugura la nueva Catedral de Villa Rica. El año 1958 se celebra el Congreso Mariano con una multitudinaria procesión de la imagen de la Virgen María por las engalanadas calles de la ciudad. El mismo año el padre Juan Cancio inaugura y entrega a la comunidad cristiana el nuevo templo de la Parroquia San Francisco de Pukara. El año 1959 se bendice y entrega a la comunidad la capilla del Colegio Santa Cruz.
-El año 1965 se inauguran las dependencias del anhelado y necesario Hospital de Villa Rica. Este mismo año la Escuela Industrial “San José” se traslada a sus nuevas dependencias de Avenida Pedro de Valdivia, su antiguo lugar de funcionamiento se transforma en el nuevo Centro Juvenil “Casa San Jorge” a cargo del padre Pablo Webering. A mediado de la década de los ’60 los recorridos de transportes de pasajeros, iniciados por Enrique Felis en 1930, se extienden hasta Temuko, gracias a que entre los años 1967 y 1969 el camino Villa Rica - Freire - Temuko estaba completamente pavimentado, logrando con esto el arribo de una gran cantidad de turistas, iniciándose de este modo la consagración definitiva de las comunas de Villa Rica y Pukön como centro de interés turístico regional y nacional.
Muchos son los aspectos de interés que se registraron en la naciente Villa Rica de la primera mitad del siglo XX; los vecinos que contaban con mayor edad, y que alcanzamos a entrevistar, aún guardaban preciados y bellos recuerdos del pequeño “Pueblo de Villa Rica”, con sus numerosos y rústicos puentes sobre esteros y arroyos que formaban parte de calles barrosas, con “amarraderos” y bebederos para caballos y por las cuales se accedía a los emporios, boticas, tostadurías, droguerías, suelerías, cantinas y saladeros de cueros. Eran aquellos Villarricanos que despertaban al amanecer con el eco del silbato vaporoso del ferrocarril, de las barracas- aserraderos y de las motonaves que surcaban el lago. “Eran otros tiempos” decían ellos; “tiempos de caballos, carretones y góndolas.” Recordamos aquí la pintoresca y picaresca frase de una antigua vecina que refleja la historia personal que forjó por estos terruños: “En Villa Rica yo... la he sufrío y la he gozáo...” expresión oriunda y coloquial de un alma sencilla que expone, en tono de placida conformidad, que los suelos de Villa Rica son un buen y hermoso lugar para vivir la vida en plenitud, con sus bemoles de buenos y malos momentos.
En fin, intentamos rescatar, en estas líneas, una pequeña parte de la memoria histórica referente al “antiguo pueblito de Villa Rica” que imaginamos, aún siendo niños, a través de las palabras gastadas de nuestros “tatas” o abuelos, quienes con sencillos relatos nos intentaron representar, a su manera, y con toda la difusa imagen evocadora de añosas e intimas vivencias los hermosos recuerdos e interesantes relatos que finalmente, lamentablemente, se fueron con ellos, pero quedaron para siempre impresos en nuestra memoria, en nuestro corazón, y hoy en la historia de nuestra ciudad, a través de este texto.
Tratamos aquí una época de la Villa Rica que ya es historia lejana; historia que recién comienza a ser registrada. En esta labor de compilación y estructuración del pasado de una comunidad, la fotografía se presenta como un auxiliar didáctico en el descubrimiento y apreciación de identidad y raíces individuales y colectivas. Conscientes de que una imagen vale más que mil palabras, a continuación presentamos un registro de fotografías que exponen un aspecto de lo que fue la añorada Villa Rica de nuestros queridos bisabuelos y abuelos.
Misión Capuchina de Villa Rica, fundada en 1899. La construcción de su edificio y templo se concretaron entre los años 1901 y 1903. Sus dependencias existieron detrás del actual Templo Catedral, en el sitio de la casa pastoral de la Parroquia “El Sagrario” en calle Anfión Muñoz, entre San Martín y Arturo Prat. Un incendio afectó a la Casa Misional, el 18 de febrero de 1953, y la redujo a cenizas completamente.
Vapor de transporte de pasajeros y remolque “Santa Rosa” atracado en el viejo muelle de Villa Rica. Navío perteneciente a don Otto Gudenschwager, construido y puesto en servicio el año 1908.

Fotografía de la calle principal de Villa Rica a principios del siglo XX.-Actual calle General Urrutia- Al fondo y a la izquierda se distingue la Misión Capuchina.

El año 1908, las Hermanas de Congregación de La Santa Cruz, arribaron desde la Casa Matriz de Río Bueno, e instalaron su colegio en Villa Rica. En la Fotografía las hermanas fundadoras Carola Andreoli, sor Carlota y sor Crescencia junto a su pequeña fraternidad.
El año 1916, la instalación de un generador eléctrico y extensiones de alumbrado público fueron de los primeros avances tecnológicos significativos para la naciente población de Villa Rica. Su dueño y administrador fue don Enrique Lucas; funcionó al costado izquierdo de la actual “Subida de Piedra”.

El año 1924, la construcción del puente carretero sobre el río Toltén fue el segundo gran progreso comunal celebrado por los vecinos de Villa Rica. Sobre los vestigios de este primer puente de madera se proyecta la construcción del nuevo y tercer puente para el año 2006.

El año 1927 se inició el proyecto ferroviario denominado “Ramal Longkoche - Villa Rica” cuyas obras finalizaron el año 1933.En la fotografía, de 1934,se observan las dependencias de la flamante nueva Estación Ferroviaria de Villa Rica.

La industria maderera se instaló en Villa Rica desde principios des siglo XX y alcanzó su máximo apogeo la década de 1930. En la fotografía la recién inaugurada Barraca “Leopoldo de Miguel” en 1936, fuente de ocupación laboral que benefició a muchos vecinos de la creciente población.
Colegio Santa Cruz, a mediados de 1945. Una de las primeras grandes construcciones urbanas de la refundada Villa Rica.
Voluntario Maquinista, Jaime Aguilera, frente al primer cuartel y primer carro bomba de la Tercera Compañía de Bomberos de Villa Rica; fundada el 31 de Mayo de 1945.
Nube piroclástica de la erupción del volcán Villa Rica, año 1948. Fotografía tomada por el hermano Capuchino Onofre Reichart.
Patio de la estación de Villa Rica en 1951.
Celebración del “Cuarto Centenario de Villa Rica”, Abril de 1952. En la fotografía, el Alcalde de Villa Rica, general de Ejército en retiro Sr. Juan Contreras G.; el Cardenal José María Caro y Monseñor Guido Beck de Ramberga, Obispo de la Araucanía.
El nuevo Templo Catedral de la Parroquia “El Sagrario” de Villa Rica era una feliz realidad para fines del año 1956.

Vecinos de la Villa Rica en conmemoración de un aniversario más de la ciudad. Al fondo el escudo de armas de la ciudad corona la asamblea. Fotografía de mediados del siglo XX.
Funerales de Monseñor Guido Benedicto Beck de Ramberga. Primer Obispo del Vicariato Apostólico de la Araucanía. Año 1958.

El recién inaugurado puente “Rodrigo de Bastidas” sobre el río Toltén, a fines de la década de 1950.


La recién inaugurada Catedral de Villa Rica fue el edificio más afectado con el terremoto de Mayo de 1960. En la fotografía la antigua fachada del templo destruida por el violento seísmo.

Antigua Municipalidad de Villa Rica a mediados de la década de 1960. El edificio había sido entregado a la comunidad el año 1949.

Fotografía de una de las explosiones estrombolianas nocturnas que iniciaron la erupción volcánica del año 1971. Preludio de una década violenta.

EL PASADO RECIENTE DE LA VILLA RICA:
“La historia es cuestión de supervivencia. Si no tuviéramos pasado, estaríamos desprovistos de la impresión que define a nuestro ser...” (Ken Burns: “The Civil War: Historians Respond.” Oxford University Press.)
Avanzando, a grandes rasgos, por la segunda mitad del siglo XX y después de observar el anterior registro fotográfico, debemos, como complemento de las imágenes, señalar que algunos de los aspectos de interés que sorprendieron a los habitantes del área lacustre de Villa Rica, fueron el gran terremoto del año de 1960 y las violentas manifestaciones eruptivas del volcán Rukapillán que se desarrollaron en los años 1908, 1948, 1950, 1964, 1971 y 1984. No obstante lo anterior, y sin menospreciar los numerosos antecedentes de hechos y logros que hicieron la historia del siglo XX en nuestra ciudad, creemos que el mayor episodio histórico de relevancia llegan “per saltum” desde aquel lejano final del siglo XIX y principios de siglo XX hasta los meses de septiembre y octubre de 1973; fecha en que por motivos de la profunda disturbación nacional interna se presentaron actos de violencia y atropello sistemáticos a los derechos humanos que finalmente precipitaron a la materialización de inexcusables y terribles crímenes de lesa humanidad.
La conmoción nacional de la época alcanzó inevitablemente a Villa Rica y tuvo su punto máximo de trágica expresión la madrugada del 11 de Octubre de 1973 en que se ejecutaron más de 30 detenidos políticos en el puente Rodrigo de Bastidas, sobre el río Toltén, continuando las detenciones y desapariciones los días posteriores. Entre las personas que perecieron en este lugar se encontraban ciudadanos detenidos por la denominada “Caravanita Chica”, iniciada en Valdivia el 04 de octubre y finalizada en Villa Rica el día 12 del mismo mes, comitiva militar que afectó a las comunas lacustres y cordilleranas de las IX y X regiones. Los restos mortales fueron desaparecidos en las aguas del Toltén e inhumados otros, en áreas circundantes a la ciudad. Hoy en pleno año 2005 la mayoría de la sociedad nacional y local, independiente de las ideas o razones políticas que profesen, considera estos hechos como una tragedia humana vergonzosa que nadie desea se repita nunca más.
Hasta nuestros días los familiares, amigos y partidos políticos afines conmemoran cada año las ejecuciones sobre el puente Toltén, hecho que lleva a reflexionar la condición de dignidad humana en algunos episodios de la historia de nuestra patria, para así enfrentar mejor el futuro y sus avatares; conmemoración de un triste hecho histórico local que permanecerá en la memoria y alma comunal y nacional por muchos años más.
En septiembre del año 2005 se aprobó el levantamiento de un monumento a los ejecutados políticos del 11 de Octubre de 1973 sobre puente del río Toltén de Villa Rica; memorial que será construido al costado derecho del camino que lleva a Temuko, en el sector noroeste del puente Rodrigo de Bastidas.

RELACIÓN DE LOS HECHOS DE 1973 ACAECIDOS EN VILLA RICA:
-Detenidos desaparecidos del área de Villa Rica; Septiembre de 1973:
Después del derrocamiento del Presidente Salvador Allende por fuerzas militares y de orden conjuntas, el 11 de Septiembre de 1973, y por disposición del Decreto Ley Nº 04 del mismo día, la actual Región de la Araucanía fue dividida en cuatro zonas declaradas en estado de emergencia quedando bajo el control político y administrativo de oficiales del Ejército, quienes ocuparon los cargos de las Intendencias Provinciales y de las Gobernaciones respectivas. La zona de emergencia de Cautín-Temuco (Cagtén -Temuko), incluía el área de Villa Rica, cuidad que, para esa fecha, tenía como primera autoridad comunal al militante Demócrata Cristiano, don Juan Martini Becerra.
Las repercusiones del hecho de armas y quiebre institucional, liderados por el general Augusto Pinochet, llegaron de lleno a la zona lacustre de Villa Rica, presentándose aquel mismo día 11 de septiembre las primeras detenciones políticas y continuando estas los días y meses posteriores. Los patrullajes preventivos, allanamientos y detenciones estuvieron a cargo de Carabineros del área lacustre y una compañía del Regimiento Nº 8 “Tucapel” de Temuko. Ya para el día 13 de septiembre se registraba la desaparición, y presunta ejecución, de 8 militantes de las Juventudes Socialistas de Villa Rica. Estos jóvenes, ante la sospecha de peligro de su integridad física, tras ser detenidos y fichados por las autoridades policiales y militares locales, decidieron salir de la ciudad expresando su intención de cruzar la cordillera por el sector de Kurarewe. El grupo de jóvenes fue detenido por una patrulla de Carabineros en el área de Pukön, en el río Turbio a 08 kms. de la localidad de Pichares, mientras se dirigían hacia Argentina vía un paso cordillerano no habilitado. Los aprehensores se trasladaban en una camioneta particular perteneciente a un vecino de la ciudad de Pukön.
Se presume que la totalidad de los integrantes del grupo fueron conducidos al centro de detención y tortura correspondiente a la Subcomisaría de Pukön; posteriormente y presuntamente, fueron trasladados al Regimiento Nº 8 “Tucapel” y allí habrían sido fusilados después de un juicio militar sumario. Otras fuentes aseguran que los detenidos, que eran trasladados a Temuko, no alcanzaron a llegar a tal destino y fueron ejecutados en su paso por Villa Rica, inmediatamente después de su captura e interrogación en la Subcomisaría de Pukön. Los fusilamientos en la ciudad de Villa Rica se habrían efectuado, presuntamente, por personal militar de Ejército a cargo de un funcionario del escalafón de suboficiales, que para la fecha de los hechos ostentaba el grado de Sargento Primero. Las ejecuciones se habrían materializado a orillas del lago, a un costado del Balneario del Banco Estado, en la antigua “Quinta” que existió en la esquina suroeste de la intersección de calles Aviador Acevedo y Avenida Costanera; área que para esos años era un sitio abandonado que presentaba abundante maleza y frondosa vegetación, carácter eriazo que perduró hasta mediados de la década de 1990.
Actualmente, en eI informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, o Informe Rettig, Tomo I, Pág.393, la totalidad de estos jóvenes Socialistas de Villa Rica figuran oficialmente como detenidos desaparecidos:
1.-Héctor Domingo Aguayo Olavarría, 16 años, estudiante.
2.-Juan Cabrera Figueroa, 20 años, estudiante.
3.-Alejandro Escobar Vásquez, 18 años, estudiante.
4.-Raúl Marcial Figueroa Burckhardt, 22 años, estudiante.
5.-Elías Dagoberto González Ortega, 25 años, empleado del Balneario
del Banco del Estado de Villa Rica.
6.-Hugo Arner González Ortega, 23 años, estudiante.
7.-Carlos Schmidt Arriagada, 21 años, empleado de la Corporación de la Vivienda ( Corvi.)
8.-Ricardo Augusto Schmidt Arriagada, 20 años, estudiante.
Con fecha 24 de agosto de 1990, motivados con el regreso de la democracia, la familia del joven desaparecido político, Alejandro Escobar Vásquez, militante del partido Socialista de Villa Rica, inició una denuncia por presunta desgracia en el Juzgado de Letras de Villa Rica. El Juez de Villa Rica se declaró incompetente y remitió los autos al Juez del Crimen de Pukön. (Juzgado de Letras de Villa Rica. 24 de agosto de 1990. Causa Rol Nº 2.851.)
Se acogió la declinatoria del tribunal de Villa Rica y la competencia fue aceptada por el Juez del Crimen de Pukön, quién decretó orden amplia de investigar y ofició, en primer término, a la Comisaría, Subcomisaría y unidades policiales del área lacustre, con la finalidad de indagar sobre los hechos basándose en un antecedente formal que descansaba en el acceso y conocimiento los de registros cronológicos de servicios y detenciones que cada unidad policial posee conforme a los reglamentos e instrucciones institucionales de la ley vigente. Las autoridades locales de Carabineros respondieron no tener ningún tipo de antecedentes referente a los hechos generales sindicados en la fecha referida, ni tampoco al caso particular de la detención del ciudadano Alejandro Escobar Vásquez, manifestando que “Los libros de novedades o de Guardia tienen una duración de vigencia que oscila entre los 3 y/o 4 meses, posteriormente se guardan en el archivo de cada unidad policial por el espacio de un año para luego de cumplido el plazo ser incinerados...”
La esterilidad de la indagatoria, en cuanto a las unidades policiales locales, determinó decretar la solicitud de información a oficiales policiales superiores regionales, para lo cual se ofició a la Prefectura de Carabineros de Cautín, con el objeto de que remitiera la nómina del personal que servía en las unidades policiales de Villa Rica, Pukön y Kurarewe, entre los meses de septiembre y diciembre del año 1973. A pesar de los oficios del juez de Pukön, la Prefectura de Carabineros de Cautín no remitió la información requerida para el esclarecimiento de los hechos, ante lo cual, con fecha 11 de Abril de 1991, se solicitó la intervención del General Director de Carabineros, Rodolfo Stange O’elcklers, quien a través del oficio Nº 2.229 respondió al tribunal señalando “Que no era posible acceder a la solicitud en virtud a que la información requerida reviste de carácter de secreta conforme al Articulo 436 Nº 1 del Código de Justicia Militar...”
Ante el fracaso de obtener información de parte de autoridades policiales, el tribunal de Pukön, con fecha 23 de Julio de 1991, ofició al Comandante en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte, con el objeto de que el jefe militar entregase un informe con la nomina de personal de oficiales y suboficiales que servían en el Regimiento de Infantería Nº 8 “Tucapel” de Temuko entre los meses de septiembre y diciembre del año 1973. Según el juez instructor que remitía el oficio los antecedentes requeridos eran cruciales para el desarrollo del proceso y esclarecimiento de la verdad, manifestando lo siguiente: “Antecedentes fidedignos y concordantes hacen presumir que personal del ejército de la dotación del Regimiento Tucapel de Temuco habrían tenido intervención o al menos conocimiento de la detención en el año 1973 de varios vecinos de la jurisdicción de Villa Rica, Pucón y áreas cercanas, algunos de los cuales hasta la fecha no han sido habidos, y con el objeto de intentar establecer cual fue la suerte definitiva de dichos ciudadanos...”
En Agosto de 1991, en oficio reservado, el Jefe del Estado Mayor General del Ejército, don Rodrigo Sánchez Casillas, respondió que a juicio del alto mando institucional la información solicitada era de aquellas a que se refiere el inciso final del Articulo Nº 144 del Código de Justicia Militar, razón por la cual al tratarse de documentos secretos que pueden afectar la seguridad de la defensa de la Nación en general y de la institución en particular, no era posible acceder a lo solicitado. Ante la imposibilidad judicial de recabar información oficial de parte de las instituciones uniformadas, con fecha 30 de Agosto del año 1991, el Juez investigador declaró cerrado el sumario y sobreseyó temporalmente la causa “hasta que se presenten nuevos o mejores antecedentes y datos de investigación...”
Con fecha 26 de Septiembre de 1991, la Corte de Apelaciones de Temuko aprobó en consulta la resolución antedicha. Por su parte la familia del joven militante socialista de Villa Rica, Héctor Aguayo Olavarría, también perteneciente al grupo de jóvenes desaparecidos en septiembre de 1973, presentó una denuncia por presunta desgracia con fecha 21 de enero de 1991 ante el Juzgado del Crimen de Pukön, la que se roló con el Nº 2.726, encontrándose, a la fecha, en estado de tramitación.
9.-Igualmente difundida fue la muerte del vecino de Villa Rica, conscripto José Gastón Buchhorsts Fernández, perteneciente al Regimiento Nº 2 “Cazadores” de Valdivia, quien fue ejecutado el 20 de Septiembre de 1973, por haber efectuado una fuga y deserción tras ser arrestado por negarse a participar en un fusilamiento que afectó a civiles capturados en la ciudad de Valdivia. El conscripto Buchhorts habría sido aprehendido mientras intentaba atravesar la cordillera por un paso del área de Pukön, siendo posteriormente ejecutado en los faldeos del volcán Villa Rica. Su cuerpo fue desaparecido, encontrándose en esta condición hasta el día de hoy. (Informe Rettig. Tomo I, pág. 397.)
10 -En Villa Rica, especial conmoción causó la ejecución del vecino Héctor Hernaldo Velásquez Mardones, 29 años, artesano mueblista, militante de las Juventudes Comunistas, domiciliado en calle Gral. Körner 770, a quien, a las 15:15 hrs. de la tarde del día 03 de noviembre de 1973, un civil que residía en Villa Rica y dos oficiales reservistas del Ejército, con el grado de teniente, procedieron a retirarlo de su hogar violentamente. La víctima de la detención opuso tenaz resistencia, ante lo cual se le redujo disparándole en los pies frente a sus padres y familia; posteriormente fue trasladado en un vehículo particular -camioneta blanca- hasta el puente Toltén donde fue sentado sobre la baranda sur y ejecutado a sangre fría con tres certeros tiros a la altura del tórax e inmediatamente fue arrojado al río desde el mismo lugar, desapareciendo definitivamente su cuerpo en las aguas del Toltén. (Informe Rettig. Tomo I, Pág. 393.)
Inmediatamente después de acaecido el secuestro, los padres de la víctima fueron advertidos e informados del asesinato de su hijo, ante lo cual sin perdida de tiempo fueron a verificar los rastros de sangre sobre el puente los que, según la información de testigos presenciales, correspondían a su hijo Héctor Hernaldo. El violento e ilegal procedimiento fue observado por varios civiles testigos del hecho, quienes guardaron silencio por temor a represalias y evitaron informar del crimen a las autoridades policiales y judiciales. Solo en el transcurso de un año, en noviembre de 1974, los padres de la víctima denunciaron lo hechos a la Fiscalía Militar de Temuko. La indagatoria o investigación de la justicia militar duró solo 48 hrs. después de la cual se dictó una rápida resolución basada en la “insustanciación” de las declaraciones de los denunciantes. Con esta precipitada decisión el Fiscal Militar finalizó y cerró el proceso de investigación “Por no encontrarse justificada la perpetración de un delito” (Fiscalía Militar de Temuko. Causa Rol Nº 1.638.- 06 de Noviembre de 1974.)
Doña María Audelina Mardones Castro, madre del artesano y militante de las Juventudes Comunistas de Villa Rica, Héctor Velázquez; ejecutado político y desaparecido. Fotografía captada junto a la baranda sur del “puente Toltén”, en el sitio exacto en que fue asesinado su hijo y desde el cual fue arrojado a las aguas del río desapareciendo para siempre. La Reconstitución de escena del crimen se efectuó el día 15 -06 de 2004 por orden del Tribunal Oral en lo Penal de Temuko.
El año 2003 el ministro de fuero, Fernando Carreño, sometió a proceso a los tres civiles que participaron en los hechos que terminaron con la desaparición del joven comunista Héctor Velásquez Mardones. La reconstitución de escena, ordenada por el Tribunal Oral en lo Penal de Temuko, se llevó a cabo el día 15 de junio de 2004. A la luz de los antecedentes irrefutables aportados por testigos de los hechos, a principios del año 2005, se dictó sentencia en primera instancia con la que se condenó al ex teniente de reserva del Ejército, Nelson Thielemann, a una pena de 10 años y 1 día de presidio bajo los cargos de autor del secuestro calificado y asesinato; y a Juan Insunza, como coautor de los hechos, correspondiéndole a este una pena de 3 años y 1 día. Con este proceso y condena, finalmente, se hizo justicia y se esclarecieron las circunstancias de la muerte de Héctor Velásquez Mardones después de 32 años de ocurridos los hechos, y luego que la causa fuera sobreseída por la Justicia Militar de la época que hace un cuarto de siglo, el 06 de noviembre de 1974, en conformidad con el artículo Nº 409 del Código de Procedimiento Penal, había cerrado la indagatoria -o proceso de investigación- “Por no encontrarse justificada la perpetración de un delito”, esto a solo 48 hrs. después de haber sido interpuesta la denuncia por los padres de la víctima. (Fiscalía Militar de Temuko. Causa Rol Nº 1.638.- 06 de Noviembre de 1974.)
11.-Por otra parte, Reinaldo Catriel Catrileo, 42 años, pequeño agricultor, representante de la Comunidad Indígena “Ancalef”, fue amedrentado físicamente y detenido en su domicilio ante sus familiares por efectivos militares, el 11 de Noviembre de 1973, siendo estas las ultimas noticias de su paradero antes de figurar como detenido desaparecido hasta nuestros días. (Informe Rettig. Ibidem.)
12-En el área cordillerana, el 14 de Septiembre de 1973, desaparece desde su fundo en Puente Basa, comuna de Kurarewe, Alberto Segundo Kruteler Quijada, 47 años de edad, militante Comunista y dirigente vecinal. Fue ejecutado por efectivos de Carabineros que eran acompañados por una patrulla militar del Regimiento Nº 8 “Tucapel” de Temuko, los cuales procedieron a torturarlo y darle muerte dentro de su fundo, desapareciendo luego sus restos mortales. Las osamentas de Alberto Kruteler fueron encontradas por lugareños, en un predio contiguo, el año 1977. Los escasos restos mortales y parte de las vestimentas fueron remitidas al Instituto Medico Legal de Santiago para que, a través de su reconocimiento forense, se lograra iniciar un proceso de investigación y esclarecimiento de los hechos. Lamentablemente las osamentas de Kruteler fueron desaparecidas, coartando esta situación las intenciones de formalización de un juicio penal contra los eventuales autores.
Con el restablecimiento de la democracia, el 12 de Junio de 1990, mediante un informe del director del Cementerio General de Santiago, se logró establecer que las osamentas de Kruteler habían sido ingresadas e inhumadas en una fosa común y posteriormente incineradas. Con este antecedente formal, recién el 24 de agosto de 1990, la viuda de Alberto Kruteler, doña Wilma Soldán Bratz, denuncia los hechos que terminaron con la vida de su cónyuge en el Juzgado del Crimen de Pukön.
Gracias al aporte de los nuevos antecedentes formales y la declaración de algunos testigos, los familiares de Kruteler lograron establecer, jurídicamente, el efectivo trágico deceso de este agricultor, acaecido el 14 de Septiembre de 1973. Inmediatamente se iniciaron las acciones legales para dar con los responsables de los hechos, para lo cual se abrió un sumario, el cual en sus gestiones jurídicas preliminares para la identificación de los presuntos autores, solicitó al entonces General Inspector de Carabineros, don René Varas Asenjo, la nomina del personal que prestó servicios en el lugar y la época de los hechos. El 12 de marzo de 1991 el General Varas respondió a la parte interesada, expresando que los antecedentes solicitados tenían el de carácter secreto, por lo que no podía evacuar la información requerida. Ante la imposibilidad del oficial superior policial de aportar con antecedentes que favorecieran a la verdad y la justicia, se recurrió al entonces Director de Carabineros don Rodolfo Stange O`elckers solicitando nuevamente la nomina de funcionarios institucionales que prestaron servicio en la Comisaría de Villa Rica, Subcomisaría de Pukön y Tenencia de Kurarewe en los años 1973-1974. El 30 de Septiembre de 1991, el alto mando de Carabineros respondió que la información debía ser solicitada vía un exorto emanado de la Corte Suprema, ya que aquellos antecedentes requeridos referentes “al lugar y época de los hechos” revestían el carácter de secreto según lo dispuesto en el Articulo 436 Nº 1 del Código de Justicia Militar.
Ante la imposibilidad de obtener información crucial, a través de los altos oficiales policiales, se procedió a la solicitud de los antecedentes de interés recurriendo a la Corte Suprema, vía exhorto; sin embargo, con aquel máximo tribunal nacional compuesto aún, en su mayoría, por ministros simpatizantes del régimen militar, se logró una resolución negativa para la parte de los familiares de Alberto Kruteler. Con este lapidario hecho jurídico se procedió a declarar cerrado el sumario, ante lo cual, el 22 de Octubre de 1991, la Corte de Apelaciones de Temuko aprobó el sobreseimiento temporal de la causa por no contar con los antecedentes necesarios para el desarrollo de las etapas posteriores del proceso. De este modo los hechos referentes al secuestro y ejecución del militante comunista don Alberto Kruteler Quijada, acaecidos el 14 de septiembre de 1973, permanecen aún en la oscuridad del desconocimiento público y aun exentos de la justicia. (Informe Rettig. Tomo I, Pág. 394.- Proceso penal iniciado por doña Wilma Soldán Bratz, cónyuge de Alberto Kruteler; ejecutado político. Juzgado del Crimen de Pukön, 24 de agosto de 1990.)
13-Ya iniciado el mes de Octubre de 1973, funcionarios de Carabineros detuvieron a Mariano Loncopán Caniuqueo, 42 años, agricultor y militante del Partido Comunista. Sus familiares lo vieron en manos de sus aprehensores en las cercanías del lugar de su domicilio y desde entonces se perdió todo rastro de él, permaneciendo hasta nuestros días en calidad de detenido desaparecido. (Informe Rettig. Tomo I, Pág. 394.)
En Villa Rica desde el mismo día 11 de Septiembre de 1973 se inició la represión y hostilidades contra militantes de izquierda y simpatizantes del derrocado régimen de Allende. Esta situación, ordenada por el nuevo Gobierno, perduraría hasta el primer semestre del año 1974.

-La “Caravanita Chica”: 04 al 11 de Octubre de 1973:
Si bien la violenta represión a militantes de izquierda, por parte de agentes del estado y civiles simpatizantes del nuevo régimen, se desarrolló en Villa Rica inmediatamente desde el primer día del pronunciamiento militar, esta situación cobró su punto máximo de alerta y actividades por principios de Octubre de 1973; fecha en que se incrementaron los despliegues locales de personal militar “bajo situación de guerra interna”. La acción en conjunto, despliegue y operativos de fuerzas estuvo a cargo del entonces coronel de ejército Alejandro Medina Lois, quien durante la noche del 04 y 05 de octubre de 1973 inició la denominada “Caravanita Chica”, movilización que comenzó en la Cárcel Pública de Isla Teja de la ciudad de Valdivia, recinto carcelario del que fueron retirados 10 prisioneros del grupo del “Comandante Pepe”, dirigiéndose después hasta el área del río Pichoy donde la totalidad de los prisioneros fueron ejecutados; desde allí se dirigieron hasta la Comisaría de Lanko, donde retiraron a militantes de izquierda detenidos los días anteriores y continuaron después hacia Panguipulli y Likiñe. Posteriormente la comitiva se desplegó e internó hacia las localidades de Chihuío o Chiwío, Trafún, Puerto Fuy, Piriweiko, Neltume; alcanzando incluso, más al sur, hasta la lejana área de Futrono, a saber, hasta las localidades de Llifén, Kurriñe, Chabronco y Folilko. Los operativos militares desarrollados en la denominada “Caravanita Chica” se enmarcan dentro del despliegue militar de la “Caravana de la Muerte” materializada y dirigida, a nivel nacional, por el general Sergio Arellano Stark.
La caravana militar, iniciada en Valdivia el 04 de Octubre culminó trágica y violentamente en el puente Rodrigo de Bastidas, sobre el río Toltén de Villa Rica, el día 11 del mismo mes. Para aquella fecha el comandante de la Cuarta División de Ejército, que incluía la zona militar Cautín-Valdivia, era el general Sr. Héctor Bravo Muñoz; la Prefectura de Carabineros de Cautín (o Kagtén), estaba a cargo del teniente coronel Sr. Eduardo Lavanderos; la máxima autoridad de la Séptima Comisaría de Villa Rica era el mayor Sr. Ramón Torrealba Guzmán y la Policía de Investigaciónes local tenía como jefe al Inspector Sr. Ulises González L.
A través de los diversos procesos judiciales, con sentencias definitivas o aún en proceso, se a logrado establecer que las tropas que llegaron a Villa Rica, en Octubre de 1973, provenían desde los campamentos militares emplazados en las áreas de Likiñe, Puerto Fuy y Piriweiko; desde aquellos lugares algunas unidades tácticas fueron movilizadas a distintas zonas lacustres y cordilleranas de las IX y X regiones, efectuando una exhaustiva operación rastrillo en busca de elementos subversivos de izquierda y civiles armados adeptos al derrocado Gobierno del Presidente Allende. Las tropas fueron desplegadas en la zona militar de la IV División por orden de la Dirección del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, a través de la Dirección de Operaciones del Ejército que estaba a cargo del general Nilo Floody Buxton.
El general Nilo Floody, asesorado por los oficiales superiores Santiago Sincleir y Jerónimo Pantoja, entregó el mando de las unidades operativas al entonces Director de la "Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales del Ejército” el coronel Alejandro Medina Lois, quién ordenó la formación de una “Brigada Especial Contra Guerrillas” cuya misión principal era neutralizar y aniquilar a unidades subversivas de izquierda que se encontraban ocultas en el contrafuerte cordillerano de la IV División del Ejército. Para el éxito de la operación militar se planificó la denominada “Operación Peineta” que quedó al mando del mayor Carlos Parera Silva, comandante de un batallón de comandos-paracaidistas de la Escuela de Fuerzas Especiales del Ejército con base en Peldewe, comuna de Colina.
El coronel Medina Lois y el mayor Parera Silva se trasladaron a la zona oriental de las IX y X regiones, allí se encontraron con unidades de infantería, caballería y artillería que ya operaban en el área. Se dispuso la inmediata coordinación de las tropas y se integró a estas a personal de Carabineros de Chile quienes, en conjunto, conformaron las unidades de operaciones tácticas que efectuaron rastreos y allanamientos en busca de material bélico, elementos subversivos dispersos y grupos paramilitares terroristas que, presuntamente, permanecían aun activos.
Las unidades tácticas estaban organizadas y lideradas por “grupos de choque” de “boinas negras”, que detuvieron ilegalmente, secuestraron, vejaron, torturaron, ejecutaron y desaparecieron a militantes de izquierda y a personas sin participación política reconocida. Estos grupos militares desplegados estaban compuestos por integrantes de la tristemente celebre “Comisión Especial” correspondiente a una compañía de Boinas Negras de la Escuela de Fuerzas Especiales de Peldewe-Colina; un escuadrón del Regimiento de Caballería Nº 2 “Cazadores“ de Valdivia; una compañía del “Batallón Logístico” de Valdivia; contingente del Regimiento de Artillería Nº 1 “Maturana”, y personal de la Fuerza Aérea perteneciente al Grupo Nº 3 de Helicópteros de la Base Aérea “Maquewe” de la ciudad de Temuco. Posteriormente, se sumaron a estas fuerzas los efectivos del Regimiento Nº 8 “Tucapel” y funcionarios de Carabineros del Retén de Likiñe, Kurarewe, Subcomisaría de Pukön, 7ª Comisaría de Villa Rica y civiles de estos sectores. De los integrantes de las comisiones de “Búsqueda”, “allanamiento“ y “detención” se reconoció, posteriormente, a algunos civiles que vestían uniformes institucionales y portaban una extensa lista con los nombres de los detenidos. El personal y grupos que desarrollaron el operativo se movilizaban en vehículos institucionales del Ejército, vehículos particulares, una camioneta del Servicio Agrícola y Ganadero (S.A.G.), vehículos policiales, una ambulancia del Retén de Likiñe, y contaron también con el apoyo de un helicóptero de la Fuerza Aérea proveniente de la Base Aérea “Makewe” de Temuko. (Informe Rettig. Tomo I, Pág. 402.)
Los efectivos del Ejército que, entre el 04 y 05 de Octubre de 1973, se trasladaron desde Valdivia hasta el área cordillerana de Panguipulli-Likiñe, actuaron divididos en grupos conformados también por Carabineros y algunos civiles, los cuales una vez cumplidos sus objetivos tácticos se reunieron el día 10 de octubre en el cruce de Köñaripe-Llankawe, punto cercano a todos los lugares en que se efectuaron las detenciones. Allí tomaron el camino a Villa Rica continuando con el desarrollo de las detenciones e interrogatorios. Una vez instalados en Villa Rica se reunieron con el personal de Carabineros local y efectivos del Regimiento Nº 8 “Tucapel” de Temuko, que en conjunto habían efectuado patrullajes, allanamientos y detenciones en esta ciudad y en el área de Pukön-Kurarewe.
Alrededor de las 02:00 hrs., en la madrugada del día 11 de octubre, en el puente sobre el río Toltén, se procedió a ejecutar a los capturados durante los allanamientos e incursiones de la caravana militar y posteriormente arrojaron sus cuerpos a las aguas. La mañana del día 11 de octubre algunos cadáveres masacrados fueron observados junto al lecho del río. Ante esto, por la tarde del mismo día, algunos vecinos militantes de izquierda temerariamente se dirigieron al río e inspeccionaron los restos mortales, identificando solo a tres de estos antes de que se sumergieran definitivamente en el río; las tres víctimas fueron reconocidas como integrantes del Partido Comunista y del “Sindicato Esperanza del Obrero” del complejo forestal de Panguipulli.
Cerca del área de “Prado Chico” fueron observados dos cuerpos más, el primero solo llevaba pantalones grises y “ojotas” (sandalias confeccionadas de neumático), su torso desnudo presentaba varios impactos de proyectiles a la altura de la zona toráxica y un profundo corte en el costado izquierdo; la segunda víctima vestía una blusa o camisa blanca, su pantalón marrón oscuro estaba “amarrado” o afianzado con un cabresto (cuero de vacuno trenzado), su cráneo estaba destrozado en la zona temporal-parietal derecho y presentaba un corte transversal a la altura de la cavidad abdominal; ambos dos, estaban amarrados de pies y manos. Las fuentes orales se atrevieron a establecer, vagamente, la identidad de las víctimas y el motivo de sus ejecuciones:
“Eran campesinos... porque tenían amarrados sus pantalones con cabresto y usaban chalas, el primero era de edad, el segundo era cabro joven, los dos eran mapuches... era gente humilde. Se dice que los mataron por que tenían armas para hacer la guerra... que armas iban a tener, si no les alcanzaba ni para zapatos ni cinturón...”
Más víctimas fueron observadas por un grupo de personas que efectuaban trabajos en las orillas del río Toltén; los cuerpos fueron retirados de las aguas e inhumados cautelosamente. Otros tres cadáveres masacrados fueron hallados en el área de Koipuwe, se procedió a retirarlos de las aguas e improvisadamente fueron cubiertos con piedras, para evitar así la acción de roedores y aves; no hubo tiempo para identificar a las víctimas debido a que la acción se efectuó en forma rapida para evitar ser sorprendidos por los frecuentes patrullajes aéreos que efectuaba un helicóptero militar sobre el lecho del río.
Por mediados de octubre de 1973, en el área ribereña del Fundo San Carlos, camino a Temuko y cercano a la confluencia de los ríos Toltén y Pedregoso, calicheros que trabajaban en el lugar observaron una macabra escena: 9 cuerpos habían sido atrapados por los remolinos de la corriente del sector; la situación perduró por varios días, pero no se efectuó ningún tipo de denuncia por temor a posibles represalias. Debido al avanzado estado de descomposición se logró identificar solo un cadáver que correspondía a un joven militante del Partido Comunista de Villa Rica. Otras personas encontraron en la ribera sur del río Toltén, al inicio del camino que lleva a Putue, partes desgarradas y miembros cercenados o amputados de cuerpos humanos junto a algunas prendas de vestir ensangrentadas.
Los relatos de testigos presenciales manifiestan que los cuerpos, recuperados u observados, estaban atados de pies y manos con alambres y cordones de calzado; el modus operandi establecido en el Informe Rettig, señala, además, que algunos cuerpos habían sido amarrados e introducidos a sacos con piedras a fin de que no flotaran; no obstante ello, varios de estos cadáveres salieron a la superficie presentando numerosos impactos de proyectiles, además de señales de ensañamiento físico violento como aberrantes cercenamientos de sus órganos sexuales, cortes y amputaciones en manos y dedos, cortes en el estomago y degollamientos. De estas macabras escenas y situaciones se dio inmediato aviso a Carabineros de Villa Rica, los cuales, por orden del jefe de turno, procedieron a empujar los cadáveres a la corriente del río para que este los llevase aguas abajo, involucrando en esta acción a varios civiles los que bajo apercibimiento y amenazas, y premunidos con “palos”, fueron obligados a impulsar los cuerpos hacia la corriente del río. Otras fuentes también aseguran que:
“Aparecieron al menos siete cuerpos que se podían observar desde la baranda sur del puente; estaban dando vueltas en el mismo lugar porque la corriente no se los llevaba, los Carabineros utilizaron un bote para tomar los cuerpos hinchados que habían salido a flote y de inmediato los ‘rajaban’ con un arma blanca para que así estos se volvieran a sumergir...”
Varios días después de las ejecuciones, algunos cuerpos fueron rescatados por civiles e inhumados en algunas áreas de las riberas del Toltén, sin lograr la identificación de estos, debido al avanzado estado de descomposición en que se encontraban y a los patrullajes aéreos y fluviales que personal uniformado efectuaba permanentemente.
Testimonios, múltiples, verosímiles y concordantes de vecinos del sector, registrados por la Comisión Rettig, dan cuenta de haber oído gritos y disparos en el puente sobre el río Toltén de Villa Rica, alrededor de las 02 hrs. de la madrugada del día 11 de Octubre, y haber visto rastros de sangre al día siguiente en barandas, veredas y acera del puente Rodrigo de Bastidas. Los vestigios de sangre diseminada en el lugar fueron lavados y eliminados por personal del Cuerpo de Bomberos local en el transcurso de la mañana del mismo día 11 de Octubre. (Informe Rettig. Tomo I, Pág. 403.)
Se estima que los ejecutados en el puente de Villa Rica superan el medio centenar; pero oficialmente solo se reconoce una treintena de víctimas. No existe documentación, ni se tiene conocimiento formal del desarrollo de consejos de guerra, procesos judiciales militares sumarios o “cortes marciales” con sentencias capitales; igualmente, no se registran posteriores gestiones judiciales civiles-militares indagatorias, ni denuncias administrativas al respecto.
El amargo recuerdo de horrores inimaginables aún esta vigente en el alma de la gente más antigua de Villa Rica. Tristes testimonios que se han repetido secretamente, una y cien veces, a través de los años. A pesar de que el inexorable tiempo avanza, los espíritus de muchos hombres y mujeres se quedaron atrás, sumergidos en aquellos convulsivos días que nuestra patria, y en especial nuestra ciudad vivieron. Se perdieron amores, se destruyeron esperanzas. ¿A quién le interesa hoy aquellos hechos? El villarricano sabe muy bien que sucedió; también muchos saben que tienen que callar, guardar en silencio sus tragedias y pesadillas vivídas, por que aunque el tiempo transcurre, el temor y la tristeza aún inunda a muchos que ahí estuvieron.
En Villa Rica, el 11 de Octubre de 1973, en el puente sobre el río Toltén, a las 02: 00 hrs. de la madrugada, se ejecutaron a los militantes y activistas políticos capturados en la denominada “Caravanita Chica, iniciada en Valdivia el día 04 del mismo mes. Se estima que las ejecuciones de Villa Rica sumaron más de medio centenar; no obstante, oficialmente se reconoce solo una treintena de víctimas.

-Represión contra militantes y activistas de Izquierda de Villa Rica:
Inmediatamente después de las ejecuciónes, sobre el puente del río Toltén, se continuó la represión contra militantes de izquierda locales por parte de personal de las Fuerzas Armadas y Carabineros; estos detenidos políticos y sospechosos de integrar grupos subversivos, fueron trasladados hasta los centros de prisión y tortura de la zona lacustre y cordillerana de Villa Rica. Los centros de detención y tortura estaban constituidos por los “cuarteles de presidio e interrogación” entre los que se menciona la Séptima Comisaría de Villa Rica, Cuartel de Investigaciones de Villa Rica, Subcomisaría de Pukön, el Cuartel Militar de Llafenko y el Retén o Tenencia de Kurarewe y Retén Puente Allipén.
Desde los centros de detención y tortura los prisioneros eran trasladados hasta Temuko y Valdivia, presuntamente a las Fiscalías Militares correspondientes a estas guarniciones. Ante esta presunción, familiares de las víctimas y detenidos de Villa Rica, Panguipulli y Likiñe se acercaron hasta las autoridades uniformadas de Valdivia y Temuko, indagando y consultando primeramente en Cárceles Públicas, y posteriormente en las Fiscalías, Unidades Militares, Comisarías y Prefecturas de Carabineros; ya que personal de aquellos cuerpos policiales y unidades militares habían participado en la detención y asesinato de sus seres queridos; las autoridades militares y de Carabineros respondieron evasivamente, indicando que carecían de los antecedentes puesto que los hechos habían sido efectuados por una comitiva de Santiago a cargo del general Alfredo Medina Lois, por lo cual, ellos no eran responsables, ni reunían los antecedentes solicitados.
Ante la solicitud del paradero o información, por parte de los familiares de detenidos desaparecidos, las autoridades de la época se excusaron declarando desconocer los hechos de represión, puesto que estos habían sido materializados por efectivos de otras guarniciones militares y prefecturas policiales.
La existencia de preguntas sin respuestas y la creciente desesperación exacerbada por la grave situación de represión y persecución contra algunos militantes de izquierda de Villa Rica y la zona; familiares de estos se acercaron al Obispado de Villa Rica, sede del entonces Vicariato Apostólico de la Araucanía, cuyo pastor era monseñor Guillermo Hartl de Laufen. El obispo Hartl, durante el periodo 1970-73, se había manifestado abiertamente como ferviente antimarxista, a través de coloquiales declaraciones que le provocaron publicitadas amenazas de muerte. Posteriormente, la autoridad eclesiástica local se manifestó condescendiente al pronunciamiento militar del 11 de septiembre, pues, meses antes de este, monseñor Guillermo había solicitado explícitamente “ejemplos de firmeza frente al marxismo” para así evitar la propagación de las tomas de propiedad privada efectuadas por organizados grupos activistas de izquierda. Ante las amenazas de muerte, que recaían sobre el obispo, la comunidad católica organizó un acto de desagravio en el cual recibió apoyo público por parte del “Comando Multigremial de Profesionales de Villa Rica” integrado por abogados, médicos, docentes, cientistas, contadores; y del cual era Secretario Gral. el vecino Leoncio García.
Motivado por fundados temores de posibles ocupaciones, tomas o disturbios, el “Comando Multigremial” organizó patrullajes nocturnos con los cuales, a través de la oportuna denuncia a Carabineros, buscaba evitar apropiaciones de edificios, sitios particulares y públicos. Por aquella misma fecha, debido a la incertidumbre y disturbación social, se identificó a algunos miembros del clero local que portaban armas automáticas de grueso calibre para resguardo y defensa de inmuebles eclesiales ante inminentes ocupaciones o tomas populares. No obstante la anterior disposición, a solo unos días después del Pronunciamiento Militar, el obispo Hartl, el clero y comunidad católica local, dispusieron una estrecha red de auxilio y protección que coordinó cautelosamente el Rvdo. Walter Ekemeier junto a algunos catequistas.
A pesar de las recatadas diligencias del “círculo de ayuda católico”, algunos de sus componentes fueron hostigados permanentemente por personal uniformado que vigilaba sus movimientos asistiendo a las reuniones de catequesis de los niños y adultos, o interviniendo estas reuniones de improviso. No obstante las complicaciones anteriores, y arriesgándose a represalias, la comunidad de la iglesia local acogió a militantes de izquierda afectados por la represión de agentes del Estado logrando trasladar a unos afectados hasta lugares más seguros, e incluso evacuar a otros al extranjero. Esta disposición de Monseñor Guillermo sus sacerdotes y feligreses obedeció al llamado pastoral e instrucciones eclesiales que el Cardenal Raúl Silva Henríquez dispusiera, el 13 de septiembre de 1973, a través de un documento del Comité Permanente del Episcopado. El referido documento solicitaba a todos los pastores de las iglesias chilenas, católicos y protestantes, intervenir en favor de los detenidos y perseguidos políticos, declaración que además señalaba expresamente:
“Pedimos moderación frente a los vencidos...que no haya innecesarias represalias...” (Informe Rettig. Tomo I. Pág. 443. Cardenal Silva Henríquez. Santiago, 13 de septiembre de 1973.)
Ante la disposición, postura y mandato eclesiástico central, Monseñor Guillermo Hartl, olvidando su ideología política antimarxista, abrazo humildemente su voto de obediencia y acogiendo el llamado del Cardenal Silva Henríquez, personalmente visitó el centro de prisión y tortura correspondiente a la Séptima Comisaría de Villa Rica, constatando allí el estado de los detenidos y abogando por estos ante las autoridades de turno, a quienes les solicitó mesura en sus actos y el aporte en la obtención de respuestas para los familiares de los detenidos, ejecutados y desaparecidos. No obstante lo anterior, a pesar de todos los esfuerzos del obispo y el sacerdote Juan Kurembach, encargado de Cáritas Chile Filial Villa Rica, no se logró la colaboración local ni regional para obtener respuestas veraces, ni el auxilio solicitado en cuanto a efectuar denuncias formales a las autoridades de la época; continuando la aquejante situación en que los prisioneros, perseguidos y familiares de ejecutados y detenidos desaparecidos se encontraban.
Por otra parte, a la misma situación de impotencia e involuntaria inoperancia que afectó a la autoridad eclesiástica local, se vieron igualmente expuestos el entonces Juez de Policía Local, don Sergio Zapata Camus y al Juez de Letras de Villa Rica, don René García Villegas, quienes impelidos, directa e indirectamente, no pudieron efectuar ningún tipo de acción jurídica que acogiera las denuncias y querellas contemporáneas a septiembre y octubre de 1973; sin embargo, a pesar de todo tipo de obstáculos jurídico-administrativos, recién a mediados de 1975 y principios de 1976, el Juez García logró decretar algunas gestiones indagatorias judiciales de oficio referentes solo a un mínimo de casos de ejecuciones y desapariciones. La madrugada del 19 de septiembre de 1982, los antecedentes recavados a través del desarrollo y sustanciación de las escasas acciones jurídicas de oficio se vieron frustradas por el voraz incendio que afectó las dependencias del Juzgado, perdiéndose en el siniestro los expedientes referentes a estas causas simbólicas de lesa humanidad y desapareciendo completamente las evidencias de la existencia de las citadas causas de crímenes de lesa humanidad y represiones al margen de la legalidad. El siniestro se atribuyó, especulativamente y extraoficialmente, a la acción de algunos conocidos vecinos involucrados, directa e indirectamente, en atropellos de Derechos Humanos correspondientes a las causas en curso que llevaba el tribunal de Villa Rica. La experiencia del magistrado de Villa Rica, don René García Villegas, durante el golpe militar y meses posteriores, esta plasmada en su libro “Yo Soy Testigo. Dictadura, Tortura e Injusticia”; texto editado el año 1987, en que el autor relata su particular apreciación de los hostigamientos, persecuciones, represalias, excesos y crímenes de aquel entonces.

Algunos civiles de Villa Rica, plenamente identificados, participaron en patrullajes, allanamientos y prácticas de secuestros, detenciones, torturas y ejecuciones, efectuadas durante los denominados “toques de queda”, e igualmente colaboraron activamente en el traslado de los detenidos hasta los Centros de Prisión y Tortura correspondientes al Cuartel de Investigaciones y a la Séptima Comisaría de Villa Rica. De acuerdo a los antecedentes oficiales, este ultimo recinto de prisión y tortura funcionó durante septiembre y diciembre de 1973 y ocasionalmente en 1974. Todo indica que la persecución represión y violaciones a los Derechos Humanos de militantes y simpatizantes de izquierda fueron efectuadas por ciudadanos civiles y agentes del Estado, cuyas practicas criminales se desarrollaron, de manera sistemática, durante los meses posteriores al pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973 y subsistieron hasta fines del año 1974. (La síntesis de los hechos expuestos en las páginas anteriores fue estructurada sobre la base del testimonio de fuentes informantes para el Equipo Nizkor, documento fechado el 05 de Mayo de 2002: Honorinda Lagos Sepúlveda, cónyuge de Isaías Fuentealba Calderón, ejecutado político.- Elcira Figueroa y Mirta Álamos, familiares de los ejecutados políticos Salvador Álamos Rubilar y su hijo Salvador Álamos Figueroa.- Margarita del Carmen Valenzuela, madre de Eliseo Tracanao Valenzuela, ejecutado político.- Wilma Soldán Bratz, cónyuge de Alberto Kruteler Quijada, ejecutado político.- Sergio Ramírez, Isaías Fuentealba, León Gómez Araneda; y fuentes orales de Villa Rica.- “Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación” o Informe Rettig, 1991.- “Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura” o Informe Valech, 2003.- y Archivos de la Vicaría de la Solidaridad Santiago, 1973 -1974.)
Después del pronunciamiento militar de 1973 el Obispo de Villa Rica, Monseñor Guillermo C. Hartl de Laufen (1904 - 1977), siendo fiel al mandato episcopal del Cardenal Silva Henríquez, a pesar de su abierta postura antimarxista, visitó la Séptima Comisaría y demás recintos de Prisión y Tortura del área lacustre; conoció el estado de los detenidos y solicitó a las autoridades de turno mesura en los actos, además de un comportamiento ético cristiano en el cumplimiento de sus deberes policiales y militares.

-Centros de Prisión y Tortura locales:
Los centros de prisión y tortura del área lacustre y cordillerana de Villa Rica, estaban conformados por los denominados “cuarteles de presidio e interrogación” centros en los que, al margen de todo proceso judicial, se mantuvieron privados de libertad a algunos activistas sociales, militantes políticos de izquierda y simpatizantes del derrocado régimen del Presidente Salvador Allende.
En Villa Rica, el principal centro de presidio y tortura lo constituyó la antigua dependencia e inmuebles de la Séptima Comisaría de Carabineros de Villa Rica, que de acuerdo a los antecedentes oficiales funcionó durante el periodo Septiembre de 1973 - Diciembre de 1974. Este centro de reclusión se nutría de prisioneros mediante detenciones, capturas y secuestros; los detenidos eran incomunicados y torturados, algunos de los cuales, posteriormente, figuraron en calidad de ejecutados o desaparecidos. Otros prisioneros políticos y torturados locales, más afortunados, recobraron su libertad y treinta años más tarde, en agosto del 2003, aportaron sus testimonios para la redacción del “Informe de la Comisión Nacional sobre la Prisión Política y Tortura” o Informe Valech.
El testimonio de más de 60 personas que figuran como víctimas identifican como activos centros de prisión y tortura las siguientes dependencias del área de Villa Rica y comunas vecinas:
1.-Séptima Comisaría de Villa Rica.
2.-Cuartel de Investigaciones de Villa Rica.
3.-Subcomisaría de Pukön.
4.-Cuartel Militar de Llafenko, perteneciente al Ejército de Chile.
5.-Retén o Tenencia de Kurarewe.
6.-Retén “Puente Allipén”, Comuna de Freire.
Desde los seis Centros de Prisión y Tortura, anteriormente señalados, los prisioneros eran trasladados hasta Temuko y Valdivia, presuntamente a las Fiscalías Militares correspondientes a estas guarniciones. Los presos políticos y torturados locales declararon los hechos acaecidos y los “métodos” aplicados en los centros de “presidio e interrogación” de Villa Rica. Algunos funcionarios militares, policiales y también civiles que efectuaron detenciones y que posteriormente actuaron en calidad de ”activos represores” han sido sindicados e identificados con nombres, apellidos y grados correspondientes:
“Según los testimonios de mujeres y hombres detenidos en este lugar, que era una casa con piso de madera, y caballerizas al fondo del patio, allí fueron mantenidos en celdas pequeñas, frías y húmedas, ya que las mojaban constantemente. Los presos permanecían incomunicados. Algunos detenidos eran encerrados en calabozos junto con caballos. Los declarantes consignaron haber sufrido golpes, quemaduras con cigarrillos, fueron amarrados y arrastrados por el piso, obligados a mantenerse en posiciones forzadas, sufrieron colgamientos, simulacros de fusilamientos y amenazas de maltrato a familiares directos. Algunos fueron sacados del recinto y conducidos al puente del río Toltén, que estaba a 300 metros de distancia, y allí eran sometidos a simulacros de fusilamientos y a amenazas de ser lanzados al río.” (Comisaría de Villa Rica como Centro de Detención y Tortura, 1973 y 1974. “Informe de la Comisión Nacional sobre la Prisión Política y Tortura.” Pág. 386.)
La Subcomisaría de Pukön también funcionó como activo Centro de Prisión y Tortura, desde septiembre de 1973 hasta el primer semestre de 1974, siendo este “un recinto de tránsito donde los detenidos permanecían corto tiempo”, y desde el cual los presos políticos eran trasladados a Villa Rica y especialmente a la ciudad de Temuko. En la Subcomisaría de Pukön, los detenidos permanecían aislados e incomunicados en calabozos; también se efectuaron torturas entre las que se testimonia el uso del “submarino”, simulacros de fusilamiento, obligación de presenciar y escuchar torturas e interrogatorios de otros detenidos. (Subcomisaría de Pucón como Centro de Detención y Tortura 1973 y 1974. “Informe de la Comisión Nacional sobre la Prisión Política y Tortura.” Pág. 386.)
La declaración introductoria del Informe Valech señala que las víctimas de prisión y tortura manifestaron, expresamente, que la información aportada fuese revelada solo en el transcurso de 50 años más, permaneciendo actualmente todas las declaraciones en calidad de clasificadas, para con esto, resguardar la convivencia nacional y evitar represalias al margen de la legalidad. Durante el desarrollo de este trabajo nos encontramos con una dura realidad, historias y testimonios de víctimas de prisión y tortura, las cuales reconocen plenamente a sus represores activos y pasivos; sin embargo, no incluiremos nombres de víctimas ni victimarios, ni circunstancias, ni métodos aplicados, siendo, con esto, consecuentes con la confianza y confidencialidad aportada por los testigos con quienes compartimos sus relatos personales e íntimos; villarricanos que valientemente revivieron, en su memoria, sus amargas experiencias en beneficio del futuro conocimiento de la verdad histórica de los hechos locales, relatos que hemos registrado, extensa y minuciosamente.

Los Centros de Prisión y Tortura del área lacustre de Villa Rica funcionaron entre Septiembre - Diciembre de 1973 y hasta mediados del año 1974.
-Ejecutados políticos del puente sobre el río Toltén y detenidos desaparecidos en la zona de Villa Rica y Likiñe -Panguipulli:
Las víctimas que señalaremos a continuación, fueron detenidas en las zonas lacustres y cordilleranas de las IX y X regiones; posteriormente fueron ejecutadas, al margen de todo debido proceso, sobre el puente Rodrigo de Bastidas de Villa Rica. Los victimarios son identificados como agentes del estado que violaron el derecho a la libertad, atentaron contra la vida de sus prisioneros y posteriormente ocultaron o desaparecieron los cuerpos impidiendo a sus familiares darles una digna sepultura. Estas víctimas de atropellos a los Derechos Humanos permanecen en calidad de detenidos desaparecidos. En el aspecto Judicial actual, estos militantes de izquierda detenidos, ejecutados y desaparecidos, figuran como víctimas de la ”Operación Peineta” correspondiente a denominada ”Caravanita Chica” iniciada en Valdivia el 04 de Octubre y finalizada en Villa Rica, entre los días 11 y 12 de Octubre de 1973. La “Caravanita Chica” se encuadra, judicialmente, dentro del contexto de las operaciones tácticas correspondientes al despliegue nacional de la “Caravana de la Muerte” dirigida por el general Sergio Arellano Stark.
Entre los testimonios obtenidos referentes al “modus operandi” o manera de proceder de las “Comisiones Especiales “ de la época involucradas en atropellos a los Derechos Humanos, consta el testimonio extrajudicial de la familia de Salvador Álamos Rubilar, de 45 años de edad, casado, padre de 9 hijos, industrial maderero de Likiñe y militante del Partido Socialista:
“...Por su parte la familia de Salvador Álamos Rubilar señala que el afectado fue detenido con anterioridad a su desaparición definitiva, permaneciendo en esa condición desde el 18 al 28 de septiembre de 1973. La cónyuge del detenido, doña Elcira Figueroa, señaló que la detención fue efectuada por presunta vinculación con una emboscada fallida al Retén de Neltume. Sus aprehensores en dicha oportunidad fueron Carabineros; lo detuvieron Junto a su hijo Salvador de 17 años de edad. Álamos Rubilar y su hijo fueron torturados. Posteriormente su arresto del día 10 de octubre de 1973 lo efectuaron militares en presencia de su hija Mirta Álamos, quien señaló que en el vehículo en que subieron a su padre amarrado de pies y manos y su vista vendada, había más detenidos...” (Equipo Nizkor. Documento fechado el 05 de Mayo de 2002.)
Inmediatamente después de la detención de Salvador Álamos Rubilar, su cónyuge, doña Elcira Figueroa, inició su búsqueda en distintos lugares en entre los que se cuentan el Batallón Logístico de Valdivia, Cárceles Publicas, Fiscalía Militar de Temuko, etc. La desesperada búsqueda terminó abruptamente meses después, al enterarse que su marido había sido ejecutado sobre el puente del río Toltén de Villa Rica, la madrugada del 11 de octubre de 1973.
-Investigación de los jueces Juan Guzmán Tapia, Alejandro Solís y Fernando Carreño:
Solo a principios del nuevo siglo se comienza a conocer y establecer judicialmente los hechos acaecidos en la “Caravanita Chica”. Las actividades para esclarecer la verdad las inició el ministro de fuero, Juan Guzmán Tapia, quien el 21 de mayo de 2001, resolvió someter a proceso al ciudadano Luis Osvaldo García Tapia, en calidad de autor de secuestro calificado del militante del Partido Socialista, Luis Armando Lagos Torres, de 50 años de edad, con domicilio en Likiñe, viudo y padre de 9 hijos; que para la fecha se desempeñaba como obrero maderero. Lagos Torres, junto a otros detenidos políticos, figura como ejecutado en el puente sobre el río Toltén de la ciudad de Villa Rica.
Las investigaciones o indagatorias judiciales, de casi cuatro años, establecieron que las personas detenidas en los allanamientos efectuados en la denominada ”Caravanita Chica”, en las zonas boscosas de Likiñe -Panguipulli y Köñaripe, fueron detenidas al margen de la legalidad o fueron secuestradas violentamente después de lo cual se les ejecutó sin mediar una sentencia capital derivada de un juicio sumario militar o corte marcial. Se estableció que el día 10 de octubre de 1973 los capturados y detenidos restantes, entre los que se encontraba Luis Torres Lagos, fueron trasladados hasta la ciudad de Villa Rica; posteriormente, en la madrugada del día 11 de octubre, fueron llevados hasta el puente sobre el río Toltén; allí se efectuaron sus ejecuciónes, al margen de todo debido proceso, y luego se ocultaron o desaparecieron sus cuerpos, permaneciendo hasta la fecha en calidad de detenidos desaparecidos.
Finalmente, al desarrollo del proceso anterior se adjuntó la querella del abogado Nelson Caucoto, a favor de 5 familias del área de Likiñe. Las investigaciones presentaron pruebas irrefutables que se anexaron a la sustanciación del proceso en curso y por las cuales el juez Alejandro Solís dictó sentencia a inicios del año 2005. La sentencia estableció crímenes relacionados con la violación de derechos humanos acaecidos en Villa Rica, durante el mes de octubre de 1973. El juez Juan Guzmán identificó e inculpó a un militar y un civil como autores de secuestro, asesinato y desaparición de los ciudadanos Modesto, Ernesto y Alberto Reinante Raipán; obreros del Complejo Maderero y Forestal de Panguipulli. Se estableció, igualmente, la participación de los imputados en la muerte y desaparición de otros 11 campesinos del sector de Likiñe.
Las sentencias, que fueron dictadas por el juez Alejandro Solís, afectaron al coronel Hugo Alberto Guerra, quien bajo los cargos de secuestro y desaparición fue condenado a 18 años de presidio. Por su parte el civil y empresario Luis Osvaldo García, quien para la fecha de los crímenes era propietario del “Complejo Termas de Likiñe”, fue condenado a 5 años y un día por el secuestro calificado de una de las víctimas, que correspondió al ciudadano Luis Lagos Torres.
En febrero de 2006, el juez Fernando Carreño inicia las investigaciones referentes a los “Ejecutados del Puente Allipén”. Testimonios verosímiles y concordantes señalan que en aquel puente se habría ejecutado a 7 militantes y simpatizantes de izquierda. Los crímenes de lesa humanidad habrían sido perpetrados por funcionarios de Carabineros de la dotación de Pitrufquén. El juez Fernando Carreño visitó e inspeccionó el lugar de los hechos constatándose aún los impactos de proyectiles sobre las Barandas del puente. La reconstitución de escena, a cargo del Tribunal Oral en lo Penal de Temuko, se efectuó a mediados de Marzo del año 2006.

-Ejecutados del puente Rodrigo de Bastidas de Villa Rica, 11 de octubre de 1973:
Entre los nombres de las víctimas de octubre de 1973, que figuran en las nominas oficiales correspondientes a ejecutados políticos de Villa Rica, se identifican militantes de izquierda relacionados, directa o indirectamente, con el Movimiento Campesino Revolucionario (M.C.R.); miembros del Sindicato “Esperanza del Obrero” del Complejo Maderero Panguipulli (S.E.O.); militantes del Partido Socialista (P.S.); activistas del Movimiento de Izquierda Revolucionario (M.I.R.), y algunos ciudadanos sin militancia política conocida (S. M.P.C.)
1.- Salvador Álamos Rubilar, 40 años, casado, 4 hijos, comerciante. Industrial maderero. (P.S.)
2.-José Héctor Bórquez Levicán, 30 años, casado, 4 hijos, obrero maderero. (S. M. P. C.)
3.- Daniel Antonio Castro López, 68 años, casado, 7 hijos, comerciante, corresponsal del diario
“El Clarín “ en Temuko. (P.S.)
4.- Carlos Alberto Cayumán Cayumán, 31 años, casado, 5 hijos, obrero maderero. (S. M.P.C.)
5.- Mauricio Segundo Curiñanco Reyes, 38 años, soltero, artesano carpintero. (P. S.)
6.- Carlos Segundo Figueroa Zapata, 46 años, casado 6 hijos, obrero maderero. (P.S.)
7.- Isaías José Fuentealba Calderón, 29 años, casado, 2 hijos, jefe de área
del complejo maderero. (M. C. R.)
8.- Luis Armando Lagos Torres, 50 años, viudo, 9 hijos, obrero maderero. (P.S.)
9.-Alberto Segundo Reinante Raipán, 39 años, casado, 4 hijos, obrero maderero. (M. C. R.)
10.- Ernesto Juan Reinante Raipán, 29 años, soltero, obrero maderero. (M. C. R.)
11.- Modesto Juan Reinante Raipán, 18 años, soltero, obrero maderero. (M. C. R.)
12.-Alejandro Antonio Tracanao Pincheira, 22 años, viudo, 2 hijos, obrero maderero. (M. C. R.)
13.- José Miguel Tracanao Pincheira, 25 años, soltero, obrero maderero. (M. C. R.)
14.- Eliseo Maximiliano Tracanao Valenzuela, 18 años, soltero, obrero maderero. (M. C. R.)
15.- Bernarda Rosalba Vera Contardo, 27 años, casada 1 hijo, embarazada de 4 meses,
profesora. (M. I. R.)
16.- Luis Alfredo Rivera Catricheo, 54 años, obrero maderero. (S. M. P. C.)

-Detenidos desaparecidos 04 -05 Octubre de 1973:
1.- Sergio Jaime Bravo Aguilera, 24 años, casado, obrero maderero. (S. M. P. C.)
2.- Pedro Purísimo Barría Ordóñez, 23 años, soltero, estudiante universitario,
dirigente campesino. (M. C. R.)
3.- Luis Enrique Guzmán Soto, 21 años, soltero, obrero maderero. (S. M. P. C.)
4.- Santiago García Morales, 24 años, soltero, obrero maderero. (S. M. P. C. )
5.- Rubenir Saavedra Bahamondes, 20 años, soltero, obrero maderero. (S. M. P. C. )
6.- Víctor Saavedra Muñoz, 24 años, soltero, obrero maderero. (S. M. P. C. )
7.- Víctor Eugenio Rudolph, 32 años, casado, obrero maderero. (S. M. P. C.)
8.- Luis Valenzuela Ferrada, 30 años, casado, obrero maderero. (S. M. P. C.)
9.- Luis Pozo Jara, 19 años, soltero, obrero maderero. (S. M. P. C.)

-Detenidos desaparecidos 12 de Octubre de 1973:
1.- José Arriagada Cortés, 19 años, soltero, suplementero. (S. M. P.C.)
2.- José Arriagada Zúñiga, 30 años, casado, topógrafo. (S. M. P. C.)
3.- José Carrasco Torres, 43 años, casado, 3 hijos, contador del Sindicato de
Campesinos de Lanalwe. (M. C. R.)

A mediados de octubre de 1973 las aguas de los ríos Pichoy y Toltén devolvieron varios cuerpos correspondientes a prisioneros ejecutados en la denominada “Caravanita Chica”. Los cadáveres presentaban aberrantes señales de ensañamiento físico violento, algunos cuerpos alcanzaron a ser identificados antes de perderse definitivamente en las aguas, otros que alcanzaron a ser rescatados fueron inhumados de manera cautelosa y secreta.

-SITIOS DE INTERÉS HISTÓRICO - MORAL DEL AÑO 1973:
“Hay una muerte peor que la muerte misma: la muerte de la memoria; aquella inesperada pérdida de los recuerdos que precipita el forzado, y a veces consciente, nacimiento del profundo y oscuro olvido de la verdadera secreta historia que cada país violentado guarda en lo más profundo del corazón de sus ciudadanos...” (Ken Burns: “The Civil War: Historians Respond.” Oxford University Press.)
La constante investigación referente a sitios de interés etnográfico y de carácter histórico arqueológico local, nos llevó a encontrarnos, inevitablemente, frente a la tragedia acaecida el año 1973, conociendo de diversas fuentes orales la indicación de lugares situados en las inmediaciones de la ciudad y en los que presuntamente se hallarían los restos mortales de detenidos desaparecidos sepultados en fosas comunes. En aquellos lugares indicados se observó la presencia sospechosa de efectivos militares del Ejército en tenida de campaña -entre los cuales se reconoce civiles con uniformes institucionales- y personal de Carabineros de Chile, esto durante octubre de 1973, como igualmente en los días, meses e incluso años posteriores al histórico pronunciamiento militar.
La información referente a estos lugares de inhumación era un tabú para finales de la década de los años 80; parecía existir una concordancia tácita de la población local referente al “olvido”, “ignorancia” o “amnesia colectiva” de hechos constituyentes de atropellos a los derechos humanos y lugares de ejecución e inhumaciones ilegales, ya sea por temor o conveniencia. A pesar del silencio la verdad se imponía como “secreto a voces”, existiendo, en cuanto a este tema, un ambiente de complicidad que abarcaba a toda la sociedad local. Posteriormente, el año 1990, con la consolidación del estado democrático en el país, bajo el periodo presidencial de transición del Presidente Patricio Aylwin Azócar, se generaron los medios formales y protección legal para una debida entrega de antecedentes correspondientes a crímenes de lesa humanidad, modus operandi, víctimas y victimarios, bajo la más estricta reserva y confidencialidad; logrando con esto rescatar y encausar la información a las autoridades pertinentes designadas por el gobierno de turno, para con los antecedentes recopilados efectuar la constitución base y posterior redacción del “Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación”, o Informe Rettig, que se materializó con éxito el año 1991.
Después del histórico informe Rettig, el Presidente de la República don Ricardo Lagos Escobar, durante el año 2002, generaba nuevamente un espacio para efectuar declaraciones de hechos criminales contra la integridad física y moral humana, métodos aplicados, identificación de agentes de estado represores, víctimas, y antecedentes generales por los cuales se identificarían y determinarían lugares de prisión y tortura a nivel nacional, para con estos, establecer la verdad histórica a través del denominado ”Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura” o Informe Valech, que se entregó al conocimiento de la ciudadanía el año 2003. Con la estructuración y publicidad de estos dos históricos informes se cerraban un capítulo de la vida nacional y los hechos acaecidos tras el pronunciamiento militar comenzaron a perder la calidad de “historia olvidada”, “recuerdos no deseados”, “íntimos secretos”, “información reservada institucional”, o “antecedentes y recuerdos familiares o personalísimos”.
Nuestra particular recopilación de antecedentes de vulneración a los derechos humanos, violencia política y las fuentes informantes de los sitios de fosas comunes en Villa Rica se materializaron gracias al aporte de 12 vecinos relacionados directa e indirectamente con los hechos y 7 soldados conscriptos que prestaron su servicio militar en la época del pronunciamiento militar del 73. Estos testigos aportaron antecedentes que corroboraron la existencia de ejecuciones e inhumaciones improvisadas, individuales y colectivas. Las fosas comunes referidas guardarían los restos mortales de militantes políticos ejecutados en Villa Rica, de los cuales según los testimonios particulares aportados, la gran mayoría no pertenecían a nuestra comuna, si no que provenían desde “otros lugares” de las IX y X regiones; detenidos políticos que, hipotéticamente, estuvieron o “pasaron” por los centros de detención y de tortura locales lacustre-precordilleranos de la época.
Hoy en pleno año 2005, aún se descubre la reserva y el recatado temor a la indicación de sitios de inhumación causadas por la crisis política de 1973, sea por el aún presente temor a “represalias” o más bien a una condena social por haber callado y mantenido en secreto la indicación de aquellos lugares por tanto tiempo y no haber efectuado ninguna denuncia formal al respecto. Si bien la veracidad de los testimonios que conocimos no es irrefutable, nos parece de interés, y de importancia inexcusable, el señalar aquellos sitios en que, especulativamente, se observaron sospechosos movimientos de patrullas militares durante mediados y fines del año 1973, e incluso meses y años posteriores al pronunciamiento militar del 11 de septiembre.
La realidad histórica manifiesta que durante los años posteriores al pronunciamiento militar de 1973, muchos de los cuerpos de ejecutados políticos fueron sistemáticamente retirados de los lugares originales de inhumación, o como señala el Informe Rettig: “ fueron removidos o reubicados por agentes del Estado”. Las actividades de exhumación que el informe Rettig señala, fueron materializadas, principalmente, durante el año 1978 y siguiente. Además, extraoficialmente, se señala que entre los años 1986-87 y finales de 1988 los sitios de interés fueron, presuntamente, “visitados” por civiles y/o militares que se encargaron de eliminar osamentas y posibles evidencias de los hechos criminales. No obstante lo anterior, ante esta eventual disturbación, remoción, intervención o exhumación de las áreas de interés; igualmente, es necesario hacer mención de aquellos sitios referidos, presenten o no presenten restos de osamentas actualmente.
Los sitios de interés histórico-moral del año 1973, descritos e identificados en los que, especulativamente, se efectuaron ejecuciones y se habrían inhumado cadáveres correspondientes a militantes políticos de izquierda y simpatizantes del derrocado régimen del Presidente Salvador Allende, en el área de Villa Rica serían los siguientes:
- A mano derecha o sector noroeste del inicio del camino que actualmente lleva al Vertedero Municipal, camino a Putue, aproximadamente, a unos 30 mts de las riberas del río Toltén.
- Río abajo, a unos 3,5 kms. del Puente Rodrigo de Bastidas, en la ribera sur del sector denominado “La Hichona” existiría una fosa obliterada correspondiente a una inhumación efectuada por civiles que habrían recuperado cuerpos masacrados desde las aguas del Toltén.
- En el sector de “La Puntilla” camino a Pukön; la fosa común se hallaría, aprox. a unos 50 mts. al sureste del antiguo “muelle ferroviario”, a 20 -25 mts de la ribera del lago e igualmente a unos 25 mts al norte de lo que fuera la antigua línea férrea del lugar.
- En la antigua “Quinta “, sitio eriazo que existiera en el sitio suroeste de las intersecciones de las calles Costanera y Acevedo. La fosa se encontraría a unos 50 o 60 metros de calle Aviador Acevedo, en la esquina noroeste del sitio perteneciente Balneario del Banco Estado, y a unos 10 a 15 mts. aprox. de la avenida Costanera. Visitamos el área descrita el año 1996 encontrando 3 vainillas de munición calibre 7.62 rotuladas como N.A.T.O. ’68, casquillos que probablemente corresponderían a parte de los tiros efectuados en las ejecuciones in situ.
- Sector “Playa Linda - Wichatío”, a mano derecha, cruzando el puente Wichatío, con dirección Villa Rica - Pukön. En este lugar se efectuaron ejecuciones y los cuerpos fueron depositados en fosas comunes después de ser cubiertos con cal.
- Sector “Prado Chico”, a orillas del río Toltén, en el predio de don Bernardo Curio. En este lugar yacerían varios cuerpos que fueron retirados de las aguas del río, a fines de octubre de 1973, y que fueron sepultados de manera improvisada.
- Otro sitio señalado corresponde al Cementerio Municipal de Villa Rica. La fosa común se encontraría en el sector suroeste del campo santo, a unos 80 mts. aprox. de la línea férrea. A fines del año 1997, debido a la extensión de obras y excavaciones de sepulturas, se conoció el hallazgo de osamentas en el Cementerio Municipal. Se constituyó en el lugar personal Monumentos Nacionales y de la Policía de Investigaciones de Chile. La noticia se conoció en los medios de publicidad locales como “El hallazgo de osamentas indígenas.” Una vez retirados los restos mortales hallados, supervisamos superficialmente el área identificando restos de calzado, botones plásticos y telas correspondiente a una camisa de nylon. El área del hallazgo de las osamentas era el descrita como “sitio de fosas comunes del año 1973.” Hasta el día de hoy no existe un informe técnico, ni una explicación pública clara del tratamiento posterior de las “osamentas indígenas” que fueron recuperadas.
Por último, se indican otros cuatro sitios de interés histórico-moral fuera de la Comuna de Villa Rica:
-El primero corresponde al área de Köñaripe, en un sitio ubicado al oeste de las bifurcaciones de los caminos que llevan a Llankawe, Likiñe y Koñaripe. En este lugar, la tarde del día 10 de octubre de 1973 se habrían ejecutado a militantes y simpatizantes de izquierda detenidos por la “Caravanita Chica” provenientes de Likiñe; los cuerpos de los ejecutados habrían sido quemados e inhumados en el mismo lugar.
-También se identifica como lugar de ejecuciones e inhumaciones el área conocida como “La Pasarela del Trankura”, situada a 08 kms. de Kurarewe. En aquel lugar aún existirían osamentas de ejecutados políticos, exactamente en la parcela Nº 21.
-Otro lugar indicado es el “Puente Allipén”, comuna de Freire. En este lugar habrían sido ejecutados al menos 7 vecinos de Pitrufkén, cuyos cuerpos fueron arrojados a las aguas del río. Como testimonio de estos fusilamientos quedaron registrados varios impactos de proyectiles en las barandas del puente y que aún son posibles de identificar plenamente; en estos presuntos crímenes de lesa humanidad se relaciona a personal de Carabineros de Pitrufkén que prestaron servicios en aquella comuna durante periodo de crisis político-social nacional de 1973.
-Igualmente, a mano izquierda, pasado el puente Allipén, camino a la ciudad de Freire, existe un inmueble particular que para el periodo del pronunciamiento militar habría funcionado como un improvisado Centro de Detención y Tortura perteneciente a Carabineros. Se incluye, además, el área ribereña suroeste del puente Allipén como un sitio en donde se efectuaron ejecuciones e inhumaciones de militantes políticos de Izquierda que provenían de la ciudad de Pitrufkén y de Villa Rica; estos ultimos correspondían a civiles que habían sido captrurados durante los operativos desplegados en el área lacustre precordillerana; detenciones arbitrarias que fueron efectuadas por contingente militar de Temuko, Valdivia; y por personal de Carabineros de Villa Rica, Pukön, Kurarewe, Köñaripe y Likiñe.

Superando el pasado: “No hay mañana sin ayer...” :
El triste antecedente que marcó a toda una generación a principios de la década de los ‘70, también es parte de la historia reciente de nuestra Villa Rica; ojalá en un futuro próximo se puedan materializar investigaciones profesionales y forenses en las áreas descritas anteriormente, para así lograr un posible reconocimiento oficial formal de los sitios y la consecuente identificación científica de las víctimas políticas, que especulativamente en aquellos sitios existen, y que aún no encuentran un lecho de descanso digno, ni tampoco el cobijo amoroso de familiares y amigos sobrevivientes.
Hoy, a fines de 2005, la sociedad chilena y villarricana están asimilando y superando la hasta entonces “negada realidad” que se precipitó inconteniblemente a toda la sociedad por medio de los informes Rettig y Valech; se percibe la tenue pero constante superación de un pasado que se esfuerza en ser recordado con sentimiento y con alturas de mira, no olvidado, pero aceptado e integrado maduramente en el acontecer local y del país; esto más allá de la existencia de víctimas y victimarios responsables, indistintamente, de la intransigencia e inestabilidad política gubernamental anterior al pronunciamiento militar, o como los ejecutores de atropellos a los Derechos Humanos posteriores a este.
El año 2004, a raíz de la investigación de redes de terrorismo internacional, se inició una inesperada desclasificación de documentos de la CIA por parte del Senado Norteamericano; el hecho incluyó archivos referentes a Latinoamérica exponiendo desconocidos antecedentes relacionados a la intervención de factores politicos externos que llevaron a la crisis economica, política y social chilena de principios de la década de 1970. La desclasificación de informes confidenciales de la CIA recién comienza a arrojar luces de las hasta ahora secretas y metódicas influencias extranjeras que precipitaron el pronunciamiento militar del 73. Aspecto que inevitablemente llevará a las futuras generaciones a analizar los hechos históricos bajo el entonces contexto del escenario global internacional de la Guerra Fría.
Desde el comienzo de la década del año 2000, en vísperas del bicentenario de nuestra patria, han comenzando a existir indemnizaciones pecuniarias y compensaciones simbólicas, morales y sociales para las víctimas de tan oscuro pasaje nacional; por otra parte, se manifiesta tácitamente una gran sanción ético-moral <> a los represores que, igualmente, como seres humanos y compatriotas merecen ser comprendidos y considerados benéficamente por los familiares de las víctimas políticas e integrados, sin resquemores, a nuestra convivencia social actual, sin perder de vista que muchos de ellos han declarado, judicial y extrajudicialmente, haber sido víctimas de una visión distorsionada del real cumplimiento del deber y servicio a la patria, que somos todos nosotros. Tenemos la fortaleza suficiente para transformar el dolor en memoria, la memoria en unidad nacional y a esta en futuro compartido.
Hoy, por fin, podemos comenzar a mirar con serenidad nuestro reciente oscuro y triste pasado nacional; aires nuevos y nuevas generaciones van dejando atrás la extrema y nociva polarización política de “Izquierda y Derecha” que afectó al país después el pronunciamiento militar del 73; aunque aun subsisten aislados remanentes de discordia y antagonismo de la política de antaño, el sentimiento de unidad e integración a nivel nacional cobra día a día más fuerza; esta aspiración de unidad social chilena es compartido y difundido especialmente por las juventudes políticas actuales, quienes como militantes hoy prefieren autodenominarse simplemente como “de la oposición o de gobierno”.
No obstante sus anhelos de justicia e igualdad, la siempre hiperactiva juventud, politizada o no, clama también por espacios de participación e interacción. Aquella juventud se queja diciendo que “nadie los pesca”, buscan ser participes activos de una sociedad que según su apreciación “no tiende la mano”; desean divertirse, trabajar y amar en un ambiente más seguro y más prospero. A aquellos jóvenes de Villa Rica, del área lacustre y la región les queda aún una tarea pendiente: La construcción de una sociedad más respetuosa del ser humano, más tolerante y más justa:
“¿Decid que los tiempos son malos?
Entonces sed vosotros mejores...
Los tiempos serán mejores; pues:
¡ Vosotros sois el tiempo ! ”
(Agustín de Hipona 354 - 430 d. de C.)

LA VILLA RICA DEL SIGLO XXI:
-Consolidación del progreso, educación y turismo local; y la imperceptible formación de la historia local:
Hoy, en pleno inicio del nuevo milenio, la historia es distinta, los tiempos han cambiado y se respiran mejores aires en la Villa Rica. Creemos que la existencia de variadas casas de educación superior en nuestra ciudad es un factor que impulsará a los hijos de Villa Rica a dar un mejor futuro a la sociedad de la que son parte. El establecimiento de grandes casas comerciales, centros de servicios básicos particulares y públicos, hoteles de elite y nuevas empresas reportarán, igualmente, un mejor bienestar y pasar económico a todos.
Del mismo modo la cultura se expande y arraiga en la zona lacustre, en todas sus facetas y ámbitos, música, teatro, cine arte, ferias del libro, folklore, charlas filosóficas y espirituales, convenciones holísticas, talleres de crecimiento personal, y centros que permiten redescubrir la importancia etnográfica del pueblo mapuche, etc. En definitiva, un universo de esparcimiento cultural impensado solo hace pocos años atrás; todos aspectos positivos que sin duda impulsan a crear una sociedad mejor, no obstante la siempre presencia de remanentes negativos que en todo tiempo y lugar existen y de los cuales, lamentablemente tampoco esta libre nuestra Villa Rica.
Presidente de la República, don Ricardo Lagos Escobar, junto a un grupo folclórico de Villa Rica. Inauguración del complejo habitacional “Villa Los Volcanes”; año 2004.
Solo abarcaremos hasta aquí la situación de la Villa Rica de los últimos años, pues creemos, que la existencia de importantes y necesarios medios de comunicación radiales, audiovisuales y escritos, están recopilando detalladamente los hechos noticiosos y de interés público de la comuna y su entorno. De esta manera, la historia de Villa Rica se registra y escribe cada día sin darnos cuenta, historia que se consolida a través de pequeños logros y hechos cotidianos que ya van quedando atrás, pero que un día serán parte de nuestro pasado comunal; antecedentes y hechos que pasan desapercibidos y en los que se rescatan tantas historias como:
-La vida y legado sin fronteras del villarricano de corazón y recordado hermano capuchino Onofre Reichart.
-La merecida medalla olímpica de don Carlos Lucas.
-La primera Muestra Cultural Mapuche.
-El emplazamiento de la Universidad Católica con sede local;
-La primera clasificación de una pareja en un nacional de cueca materializada por los hermanos Luz y Rodrigo Vergara.
-Los triunfos nacionales e internacionales de Patricia Vhymeister, Víctor Cárcamo y Karel Rubeska y Joel Mayo.
-La elección de la Sra. Ingrid Prambs como primera autoridad comunal en la historia de la ciudad.
-El actual 95% de la electrificación comunal en el 2005.
-El anhelado proyecto de la creación de la Provincia de Villa Rica y la creación de la comuna deLicán Ray.
-La construcción del nuevo puente sobre el nacimiento del río Torteen.
-La materialización de la tan esperada y necesaria costanera, etc.
En fin, hechos cotidianos casi imperceptibles a la generalidad, pero que con el pasar de los años se descubre que son la historia que se materializa cada día a logro de esfuerzos desplegados anónimamente por artesanos, obreros, comerciantes, empleados, empresarios, estudiantes, dueñas de casa, profesionales; es decir, por todos los 45.531 habitantes que actualmente somos herederos del patrimonio cultural y legado histórico de esta “Patria Chica” que nos cobija: Nuestra cuatro veces centenaria Villa Rica.


Verba Volant Scripta Manent!
Las palabras Vuelan lo escrito Permanece!
Marco Aguilera Oliva. Villarrica -Chile. 2006.-

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