viernes, 29 de junio de 2007

Villarrica: tres veces nacida...

FIN DE LA PRESENCIA ESPAÑOLA EN EL ÁREA DEL MALLOWELAFKÉN:
-Muerte del gobernador García Oñez de Loyola, sitio y destrucción de la Ciudad Rica, 1598 - 1602:

Con la muerte del Gobernador Martín García Oñez de Loyola, en Diciembre de 1598, se inicia el irreversible precipitado fin del la presencia y dominio de la Corona Española en la Araucanía. La muerte de Loyola tomó por sorpresa a la población colonial general, de la cual, sus autoridades en completa confusión no acertaban en la toma de una determinación y orden de desalojo de “las ciudades de arriba” o ciudades del sur, retardando la debida urgente reunión de sus habitantes en centros urbanos de seguridad. La orden de su majestad era fundar y poblar ciudades, y las autoridades de la época...”no habrían de hacer de contrario despoblándolas...”
Así, ante la retrasada e inoportuna reacción administrativa central, se tuvo que lamentar, que en menos de un año, la violenta insurrección indígena se presentara organizada, incontenible y letal; encontrándose destruidas y sitiadas por los mapuches las siete australes ciudades hispanas para fines de Noviembre de 1599; para esta fecha, la impecable campaña militar mapuche llevaba solo un año de ejecución y su éxito se extendería por otros tres años más, hasta lograr el aniquilamiento y exterminio de todo vestigio español al sur del Bio- Bio.
El asalto y sitio mapuche a la Ciudad Rica se inició el 24 noviembre de 1599, hecho bélico que sentenció y llevó a la inevitable lenta extinción de las vidas de sus vecinos hispanos, indígenas amigos y auxiliares domésticos. El capitán y Corregidor, don Rodrigo de Bastidas, acompañado de sus caudillos militares, capitanes Marcos Chavarri y Juan Beltrán, se esforzaron titánicamente en la empresa de estrategia, defensa y mantenimiento logístico de la “Cuadra Fuerte”, fortaleza que cobijó a la totalidad de los habitantes de La Rica durante un extenso y sacrificado periodo de tres años de resistencia. El hambre y las bajas producidas por los enfrentamientos con los bravos könas mapuches terminaron finalmente en trágico desenlace, en que la población colonial de alrededor de 750 habitantes hispanocriollos, 600 indios amigos y al menos 400 auxiliares domésticos, se vio reducida a solo 24 esqueléticos, famélicos y haraposos sobrevivientes españoles.
Citamos a continuación al cronista jesuita Diego de Rosales, quien se refiere a la extrema situación que acaecía entre la población de La Rica sitiada por los mapuches:
"...En el cerco de la Villa Rica encarecía el hambre el valor de la comida y hacía esta despreciar el oro y la plata aunque nunca falta quien lo codicie, aunque sepa que la ha de perder. Valía una morcilla de sangre de caballo, diez pesos de oro; un tasajo, catorce; un celemín de cebada, cuarenta. Hombre hubo que durante el hambre se comió media cuera de ante de Castilla y dos panes de jabón. Una mujer se comió, acabada de parir, la criatura de sus entrañas. Carne humana la comieron muchos, y de los indios que mataban hacían cecinas.
Creció tanto la necesidad que los hombres querían echar suertes para comerse unos a otros. Más, el esforzado capitán Bastidas, con su ánimo y mucha prudencia, les disuadió de una cosa tan abominable, persuadiéndoles a lo que era menos mal, que comiesen carne de los indios que se mataban, diciéndoles que con eso estarían más valientes y más gallardos para pelear, porque la gallardía de su valor juntarían con la valentía de los indios, convirtiéndola en sustancia...” (Diego de Rosales: "Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano" Pág. 381.)
Los hispanos que lograron sobrevivir a las precariedades, hambre y padecimientos de más de tres años terminaron siendo, en su mayoría, inmediatamente aniquilados en el ultimo enfrentamiento acaecido el 07 de Febrero de 1602. Los españoles que no sucumbieron en el ataque y asalto final de los triunfantes mapuches, dirigidos por el toki Kuminawel -El Tigre Rojo-, fueron capturados y llevados a la esclavitud, alcanzando algunos de estos hispanos la preciada libertad solo por alrededor del año 1624. De la otrora numerosa población colonial, solo seis escasos cautivos de La Rica fueron posteriormente canjeados por caciques mapuches, esto gracias a las gestiones de paz efectuadas por el padre jesuita Diego de Rosales. Entre estos sufridos, escasos y afortunados sobrevivientes al desastre de La Rica de 1602 la historia rescata los siguientes nombres: El adolescente Juan de Maluenda, su madre María de Plascencia, María Zapata, el capitán Juan Sarmiento de León y su hija nacida en cautiverio, el mercedario fray Juan de Lezcano y la mujer del capitán Bastidas, doña Ana Chavarri.
Otros hispanocriollos e hispanos peninsulares que escaparon al cautiverio y que habían sido apresados en combates acaecidos antes de la caída y destrucción de la ciudad, fueron los capitanes Marcos Chavarri, Pablo Fernández de Córdoba, Juan Vásquez de la Calzada y adolescente Rodrigo de Bastidas Chavarri, hijo del capitán y Corregidor Bastidas. Finalmente, de un total universal de indios amigos, auxiliares domésticos y vecinos hispanos de más de 2.000 almas, que dieron vida a la antigua sociedad colonial de la Villa Rica, solo 11 vecinos hispanos lograron evadir el cautiverio e incorporarse nuevamente a la vida cristiana que logró subsistir al norte del río Bio Bio:
"...Llegó el ultimo día de la ciudad, que a orillas del lago Mallohuelavquén, fundara el capitán Jerónimo de Alderete en 1552. Después de tres años de una lucha tan desigual, hubieron de hacer frente a un poderoso ataque dirigido por el cacique Cuminaguel, el que ordenó simultáneamente prender fuego a los restos del fuerte. Previamente el jefe mapuche mencionado, acompañado de un hijo menor de Bastidas, que tenía en su poder, les instó a rendirse, concediéndoles, en cambio, la vida a él y a los sitiados. La respuesta del valiente Bastidas no se hizo esperar y en un gesto de cólera sublime exclamó:
< ¡Fuego al cañón, fuego a los arcabuces ! >
Hombres y mujeres combatieron indomables con la altivez y heroísmo de siempre; pero como deja constancia don Juan de Maluenda, < ...con ser tan pocos, no perdíamos ningún punto de nuestra defensa, hasta que con fuegos y humacos que nos dieron los enemigos en el fuerte nos rindieron; estábamos conjurados de no rendirnos sino morir por nuestro rey y patria... >
Y en el último soplo de vida que selló la muerte definitiva de Villa Rica, el 7 de febrero de 1602, los restos de edificios o viviendas que permanecían aun en pie, quedaron reducidos a un hacinamiento de cenizas y residuos calcinados...” (Fernando Allende Navarro: "Los Caciques Gobernadores del Toltén, La Ruina de la Villa Rica y La Información de don Juan de Maluenda.", Págs. 186 y 187.)

Con la destrucción de la Villa Rica, se cerraba el capítulo histórico de la conquista. El Reino de Chile ya no volvería a ser el mismo. La soberanía de la Corona se había reducido geográficamente estableciendo como limite austral el río Bio Bio. Con la destrucción y abandono de la Ciudad Rica colonial, después de tres años de sitio o cerco militar; los mapuches toman nuevamente posesión de su mapu-tierra y establecen su legítimo dominio ancestral del área circundante a la ya extinta y arruinada Villa Rica:
“ ...Vino a perecer la Villa Rica a cabo de tres años de amargamente sufrir, la gente más valerosa y constante que ha tenido Chile y que puede ser ejemplo de tolerancia, fidelidad y heroísmo a muchos siglos y reinos...” (Diego de Rosales, cronista español del siglo XVII. “Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano.” Tomo. Pág.382.)
Fin de una época legendaria:

Cayó la Ciudad Rica el día 07 de febrero de 1602, y con ella se extinguía medio siglo de próspera vida colonial. El dominio mapuche se impuso a los españoles a punta de lanza, sangre, esfuerzo y sacrificio. Recobraba el pueblo mapuche su tierra; siendo, posteriormente, reconocido por la Corona Española como Estado de Arauco y potencia militar en el denominado “Wingka Kollog de Kullín”, parlamento de Quillín o “Paces de QuilÍín”, celebrado el 06 de enero de 1641 y tras el cual , mediante Cédula Real, el monarca Felipe IV firmaba la paz con los mapuches y prohibía terminantemente fundar pueblos dentro del territorio indígena, aspecto que los gobiernos españoles respetaron hasta que la Republica de Chile efectuó su penetración armada a la Araucanía el año 1861, hecho con el cual culminaron dos siglos de dominio y autonomía mapuche en los territorios situados entre los ríos Bio Bio y el Guadalafkén o Calle Calle.

Con la destrucción de Villa Rica volvía la tierra "Mapu" a los suyos y se habría un paréntesis de tres siglos en que la antigua Villa Rica colonial comenzaba a cubrirse ya de tupido bosque y selva, los que terminarían por sepultar el último bastión español que resistió al sur del Bio Bio. Se imponía así ante el extranjero o wingka el sentido libertario y genio militar del pueblo mapuche. La soberanía, asentamiento y aprovechamiento mapuche del territorio del área lacustre del Mallowelafkén perduraría hasta la invasión y ocupación militar de la Araucanía, de fines del siglo XIX, campaña militar de anexión que cubriría el período histórico republicano “de pacificación” comprendido entre los años 1861 y 1883.

ULTIMA INCURSIÓN MILITAR HISPANA AL AREA DE LA VILLA RICA:

“EL MALÓN DE CHALLUPÉN DEL AÑO 1649 ”:

A mediados del siglo XVII, la preocupación de las autoridades militares y administrativas hispanas de inspeccionar el área de las abandonadas ruinas de La Rica, se generó a raíz de los constantes asedios y correrías efectuadas por guerreros puelches, eternamente disidentes, que terminaban con sangrientos Malones a tribus, pueblos y aldeas de "indios amigos o indios de paz”. La calidad y denominación de “indios amigos “ correspondía a las tribus que en el parlamento o “paces” de Quillín del 06 de enero del año 1641 habían abrazado una actitud pacífica a cambio de protección y auxilio de parte de las autoridades españolas ante los constantes focos de violencia de los indios puelches, acérrimos y antiguos enemigos de la Corona Ibérica. Las tribus de indios amigos estaban beneficiadas por la corona española mientras fueran leales al tratado de Quillín del año 1641.

La más importante incursión militar hispana posterior a la caída de la ciudad la llevó a cabo el Gobernador Martín de Mujíca el año 1649, quien ordenó la expedición de un destacamento de 16 soldados regulares españoles más un refuerzo superior a 1.000 mocetones o guerreros mapuches -könas- pertenecientes a las tribus de paz de las parcialidades de Forowe o Boroa. La expedición se organizó en el fuerte de Boroa y estuvo al mando del capitán de caballería don Luis Ponce de León. Desde la plaza de Boroa se efectuó el avance expedicionario para llegar a la arruinada Villa Rica accediendo de este modo a la precordillera, tierra de los indios puelche, los que motivados por dos desertores holandeses y un negro prófugo habían saqueado y masacrado la parcialidad en que habitaban los indígenas amigos de Challupén, en el área sureste de la arrasada Villa Rica Colonial. (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano” Tomo II, Págs. 394 y 395; 485 y Sgtes.)

El capitán Luis Ponce de León, hijo del famoso capitán sobreviviente al desastre de La Rica don Juan Vásquez de la Calzada, por orden de Gobernador Martín de Mujíca arribó al área de Chapullén, situada al norte del lago Kalafkén, llevando, como dijimos, un ejército de 1.000 indios amigos al mando de 16 oficiales españoles; intimidante presencia militar que puso a salvo a la tribu de paz del cacique Pinchulaf, señor de esas tierras. Ponce de León logró pacificar y asegurar el área instalando, al parecer, una guarnición permanente que se habría concretado con la instalación del fuerte Pukura a orillas del lago.

Una vez controlada el área de Challupén, el operativo militar se trasladó a las tierras allende a la cordillera, hacia el lago Epulaukén o Epulafkén, el cual prestó su isla principal a lo que sería un encarnizado asalto naval a las posiciones de indios rebeldes. Al parecer este hecho figura como primer combate de tipo anfibio del periodo colonial siendo obviamente el primero en toda la historia de Chile. El lago perteneciente al distrito colonial del Corregimiento de la Villa Rica, denominado Epulafkén perdió su nombre original con el transcurso de los siglos, actualmente este lago se denomina Wechulafkén o Huechulauquén y pertenece a la zona limítrofe de la República Argentina.
Para una mayor información referente a este episodio bélico acaecido en las proximidades de la antigua Villa Rica, recomendamos conocer la obra del Padre Diego de Rosales "Histórica Relación del Reino de Chile", Tomo III; Págs. 394 a 399, en la cual el cronista relata extensamente este interesante episodio bélico colonial.

A pesar del correr de los siglos, las familias del sector de Challupén y Pukura, ubicadas en el Km. 12 camino Likán Ray -Koñaripe, aún recuerdan este episodio bélico relatado mil veces por “los antiguos” del lugar. El inconsciente colectivo rescata este acontecimiento histórico colonial a través de una leyenda conocida como “ El Malón de Challupén” que hasta nuestros días aún es relatada y la hemos escuchado en boca de los lugareños más de una vez. Esta leyenda con bases históricas irrefutables fue rescatada por la escritora Mayo Calvo en la década de 1970, y figura en su libro “Secretos y Tradiciones Mapuches”; editado el año 1978.

No hay comentarios:

Archivo del blog

Datos personales

Villarrica, Araucanía, Chile
Fue fundado el 16 de abril de 1998, por jóvenes de Villarrica.