viernes, 29 de junio de 2007

Villarrica: tres veces nacida...

INTERACCION SOCIOCULTURAL EN LA VILLA RICA:

Como ya mencionamos, con la fundación hispana de la Villa Rica en el área del lago Mallowelafkén, en abril de 1552, se da origen al período histórico local del cual emergen tres principales tipos de habitación de grupos humanos con sus posteriores legados y testimonios de carácter histórico culturales que podemos encontrar en la Villa Rica actual:
a) Los asentamientos hispanos conformados por la ciudad, encomiendas, fuertes y fortines.
b) Los asentamientos de indios amigos consistentes en aldeas, arrabales, fuertes, fortines y "pueblos de indios".
c) Finalmente, los reducidos sitios de los denominados "indios de guerra" o alzados; materializados en reductos de tipo bélico correspondientes a fuertes y fortines; emplazamientos que fueron erigidos durante el período bélico colonial de Villa Rica que se extendió por medio siglo, entre 1552 y 1602.
Tipos de interacción socio-cultural colonial: Los naturales del área de La Rica colonial interactuaron con los españoles de dos maneras:
a) La forma de interacción cultural integrada y amistosa manifestada en el mantenimiento de vínculos sociales de carácter comercial, laboral y religioso. Este tipo de interacción amistosa dio origen a un tipo social denominado "indios amigos o de paz"
b) La interacción hispano - mapuche violenta o bélica que se originó por la resistencia al sometimiento extranjero que dio origen al hostigamiento militar permanente o esporádico dirigidos a centros y focos de origen español y llevados a efecto por los mapuches beligerantes o sublevados, los que dieron origen al tipo social colonial disidente denominado "indios de guerra o alzados”.
RADIO URBANO Y DENSIDAD DE LA RICA COLONIAL:
"...Por abril en adelante poblé la Villa Rica, que es por donde se ha de descubrir la mar del norte: Hice cincuenta vecinos, todos tienen indios...” (Pedro de Valdivia al Emperador Carlos V; 26 de Octubre de 1552.)

De los 50 vecinos que instalara Pedro de Valdivia en la nueva fundación denominada "La Rica”, en abril de 1552; podemos afirmar que este número de vecinos se vio más que triplicado con el correr del tiempo. Afirmamos este antecedente citando a López de Velasco, quien en el censo de 1575 registra a la Ciudad Rica con la asignación de 120 vecinos y 12.000 "indios tributarios" (Gabriel Guarda: "Historia Urbana del Reino de Chile". Pág. 35. y Patricia Cerda Hegerl: ”Las Fronteras del Sur.” Pág. 34.)

La antigua Ciudad Rica contó inicialmente con doce cuadras en su planta urbana, las que al igual que su población, se vieron acrecentadas con el paso de los años. Así, la ciudad y sus habitantes, al correr medio siglo de fundada, logró ser un centro urbano de gran importancia en el Reino de Chile de la conquista.

Diego Arias de Saavedra:

La primera descripción del entorno geográfico y extensión urbana de la antigua Ciudad Rica la encontramos, de manera poética y sucinta, en la obra épica “Purén Indómito” del capitán y escritor colonial don Diego Arias de Saavedra; quien fuera vecino de la Villa Rica por algunos años y que posteriormente se traslado con su hacienda a la ciudad de La Imperial, de donde prevenidamente evacuó a los suyos hacia el norte; acertada decisión que efectuó a la luz de los primeros atisbos y rumores del eminente alzamiento mapuche de fines de 1598.
La calidad de vecino de La Rica del aludido literato hispano, lo sitúa como contemporáneo de los últimos años de la ciudad, y por tanto, esto nos induce a considerar su información como de primera fuente, y por ende, su breve descripción es un valioso testimonio que podría aproximarse a un antecedente de razonable veracidad:

“...Aquesta Ciudad Rica esta poblada
cerca de una laguna caudalosa,
de montes altos y árboles cercada,
Que fuera della apenas se ve cosa;
Esta una casa de otra algo apartada,
La ciudad prolongada y espaciosa,
Y ciento veinte y dos vecinos no cabían
En cuarenta y tres cuadras que tenían...”
(Diego Arias de Saavedra: “Purén Indómito.” Canto XII, Estrofa 918.)

A la luz de la información, aportada por la estrofa anterior, se rescata el detalle en que Arias de Saavedra atribuye a la ciudad 122 vecinos; ahora, considerando una familia promedio, por parte baja, de 5 o más integrantes, nos evidencia a priori, una hipotética población hispanocriolla fácilmente superior a las 600 almas que dieron vida a la ciudad colonial. El autor indica, igualmente, la existencia de 43 cuadras que divididas, según la ordenanza legal de la época, en cuatro solares cada una podríamos atribuir, teóricamente, la existencia de una infraestructura de más de 80 casas o edificios de carácter urbano que dieron forma y extensión a la antigua Villa Rica.
Consideramos la información de Arias de Saavedra de indiscutible importancia; sin embargo, las crónicas y descripciones referentes a las ruinas y restos de equipamientos urbanos posteriores al siglo XVI, igualmente, arrojan más detalles para así dar estructura al planteamiento de la tesis correspondiente a la densidad y urbanismo de la antigua población; detalles e hipótesis que expondremos y evaluaremos metódicamente en las páginas siguientes.


Guillermo Döll:

El profesor don Guillermo Döll, que fue parte de la comitiva que acompaño al Teniente Coronel de las Guardias Nacionales don Ignacio Agüero, que el 18 marzo de 1848, y por orden del Ministerio del Interior, llevo a cabo la “Toma de posesión simbólica de las ruinas coloniales de La Rica”. Durante la materialización de este histórico acontecimiento, Guillermo Döll, efectuó una relación de los hechos y una descripción de las ruinas de La Rica; el profesor Döll es quien nos entrega la primera importante descripción de la planta urbana de la antigua población colonial en lo que respecta al periodo republicano:

“...El examen de la planta les permitió verificar que sus calles habían corrido de norte a sur y de oriente a poniente y que una arteria se alargaba por espacio de unas 8 cuadras, debió ser la principal; también dieron con dos recintos con todas las trazas de haber sido antiguas fortificaciones; una en el sector sur, cruzada por un estero; y la otra, en el sector oeste, con restos de un edificio que talvez correspondió a una iglesia...” (Carta del Profesor Guillermo Döll: Fojas 29 y 30 documento citado por don Guillermo González Díaz en su obra “Villa Rica, Historia Inédita”. Pág. 232.)

-Documentos cartográficos:

Guevara, Körner y Subercaseaux::

A la luz del mapa de las ruinas de la planta colonial de la Ciudad Rica, levantado por Tomás Guevara el año 1902, la ciudad contaba con seis cuadras de largo por ocho de ancho. Según el mapa levantado por orden del coronel Emilio Körner y materializado por Otto Gudenschwager en 1903, la ciudad contaba con seis cuadras de largo por siete de ancho.

Los antecedentes de Guevara y Körner adolecen de la notable desventaja de haber sido levantados después de ser impactado y removido el suelo por parte de los colonos de principios del siglo XX. Por esto mismo, en nuestra apreciación particular, creemos que el antecedente de expansión urbana más fiable nos la entrega el Sargento Mayor, don Francisco Antonio Subercaseaux, que fuera parte presencial del primer arribo a las ruinas, previo a la tercera refundación de Villa Rica en enero de 1883.

Francisco Antonio Subercaseaux, al observar el suelo que cobijaba las ruinas, sin presentar este ninguna alteración de parte de los colonos, nos entrega una visión más amplia y fidedigna de la verdadera extensión urbana de la población colonial. Subercaseaux expone en su texto “Memorias de la Campaña de Villa Rica” que la ciudad tenía una dimensión que correspondía exactamente a 16 cuadras de largo por 10 de ancho:

“... Algunas calles abriéndose; una de las cuales, extendiéndose de oriente a poniente, mide 16 cuadras y 10 metros de ancho. Otra transversal tiene menos dimensiones contando con otras 10 cuadras...” (Francisco Subercaseaux: ” Memorias de la Campaña de la Villa Rica.” Pág.36.)

La disposición de medidas urbanas de la época colonial consideraba como base la “traza”, que equivalía a una manzana de 138 varas castellanas por lado, “sin incluir calle y vereda”, cuya longitud actual aproximada equivale a unos 120 a 125 metros por cuadra. Cada manzana se dividía en cuatro terrenos de aproximadamente 60 a 65 metros por lado y que cobijaban un solar particular cada uno. Finalmente, las arterias o calles correspondían a dimensiones aproximadas de 8 a 10 metros de ancho.

Con toda la observación de las disposiciones de protocolo de fundación y ordenanzas urbanas castellanas de la época, que Pedro de Valdivia y sus lugartenientes aplicaron en la conquista de Chile, nos atrevemos a señalar que, la ciudad habría contado, aproximadamente, con la siguiente extensión o radio urbano:

-10 cuadras de norte a sur más 5 calles, que corresponden, aproximadamente, a 1.250 metros de ancho.
-16 cuadras de este a oeste, más 8 calles, equivalentes, aproximadamente, a 2.064 metros de largo.

Las medidas anteriores, analizadas y proyectadas hoy en día, ocuparían la actual ciudad, aproximadamente, desde la ribera del lago hasta calle Pedro León Gallo, de norte a sur. De oriente a poniente, desde calle J.M.Carrera, hasta las dependencias del Balneario del Banco Estado de Chile, ubicado en Avenida Pedro de Valdivia esquina calle Colo Colo.


-Extensión urbana extraoficial:

Sin embargo, los vestigios arqueológicos indican una proyección extensa hacia el oriente y poniente, alcanzando, incluso, hasta las dependencias del actual Hotel Kolping en calle Isabel Riquelme por el oeste y de manera más uniforme y continua hacia el actual camino a Pukön, por el este; pues incluso, hemos identificado cimientos y restos de construcciones coloniales en el sector de calle Saturnino Epulef en los sitios pertenecientes al Sr. Eduardo Negroni y Sr. Washington López. También en la ex ”pampa del lago”, en el área que actualmente ocupa la tienda "Sodimac Constructor", sitio ubicado igualmente en calle Saturnino Epulef: En este lugar se encontró una placa conmemorativa escrita en latín y que recordaba la visita del obispo de La Imperial, Antonio de San Miguel en 1577, pieza arqueológica que pertenece hoy a la Diócesis de la Araucanía; y en octubre del año 2003, por medio de un estudio arqueológico preliminar de la Comisión Técnica de Monumentos Nacionales, se estableció que el “Sitio Sodimac” correspondía al lugar en que funcionó la antigua fabrica española de cerámicos, ladrillos y tejas. (Arqueólogo José Saavedra: “Informe Técnico del Sitio Arqueológico ‘Sodimac Constructor`, Villa Rica - Octubre de 2003.”)
Referente a los vestigios arqueológicos españoles que existen en las inmediaciones del área que cobijara el antiguo emplazamiento urbano colonial, presumimos que estas construcciones que estuvieron situadas tan alejadas del centro cívico de la ciudad, debieron comprender un conjunto de casas quintas de particulares o probablemente arrabales de Indios Amigos, o bien a emplazamientos habitacionales de auxiliares domésticos, como lo eran los negros y los sambos.
La proyección extraoficial anterior, se aproxima a las medidas de extensión urbana que señala don Juan Antonio Subercaseaux, en su texto “Memorias de la Campaña de la Vila Rica” a fines del siglo XIX; información historica, a la luz de las ruinas coloniales, que indica que la ciudad hispana contó con “16 cuadras de largo por 10 de ancho”.

DESCRIPCION GEOGRAFICA Y ARQUITECTONICA DE LA RICA COLONIAL:

Padre Miguel de Olivares:

El padre jesuita Miguel de Olivares, visitó el área de la Villa Rica por fines del siglo XVIII. Olivares inspeccionó con sumo detalle las ruinas de la planta de la ciudad, destacando además la imponente belleza del entorno natural: Comienza su descripción admirando la naturaleza, el lago y su isla, el río Toltén, las montañas, el volcán, los arroyos que cruzaban la ciudad. Finalmente remata su copiosa descripción con un breve catastro de ruinas de edificios coloniales, dejando así un breve, pero importante registro de las características urbanas de los emplazamientos hispanos del siglo XVI ubicados al sur del Bio Bio. Va aquí el testimonio que nos legó el padre Miguel de Olivares:

“... De aquí destacó el gobernador Valdivia a Jerónimo de Alderete con sesenta hombres pera que fundase cerca de la cordillera, como fundó por noviembre de 1552 (Sic.), una población a la cual llamo Villa Rica en 39 grados de latitud Austral, distante de la gran cordillera y del famoso volcán que tomó el nombre de la misma Villa, a siete leguas della. El asiento de la fundación es una campiña espaciosa y amena inmediata al desagüe del río Toltén que sale de un lago de 16 leguas de circunferencia, a la cual por su grandeza llaman los indios en su idioma Lafquén, que significa mar. Tiene este lago un montecillo en medio, tal como los mitologistas describen al Bindo de la laguna Aganipe: Su base es perfectamente circular, y sube en la misma forma de circulo cada vez menor, según se va elevando, hasta rematar en punta, y esta todo el hermoseado de yerbas y flores. Las aguas del lago en que habitan innumerables peces, son comúnmente mansas y fáciles de navegar, aunque a veces se encrespan, y levantan tumultuando sus cristales al violento soplo los vientos, contra cuyo imperio no tiene alguna defensa. Las tierras que caen al norte de esta laguna, son montuosas y silvestres; mas no tanto las que caen al sur, y entre sur y oriente, son mas llanas y desembarazadas, y así están bien cultivadas, pobladas de habitadores y llenos de numerosos atos de ganado. Del asiento de la ciudad hacia la parte del oriente, hay un recuesto que va bajando moderadamente, según se acerca a la laguna, y del en ella desaguan seis o siete gruesos arroyos que están en casi igual distancia unos de otros, y manifiestan por la semejanza y rectitud de su cause ser hechos a manos. Al notarlos no se ofrece otro pensamiento, sino que fueran acequias de otros tantos molinos de oro o de pan. De una suerte o de otra manifiestan que la ciudad fue rica o populosa; y esto ultimo se conjetura bien de sus ruinas que hemos registrado cuidadosamente y con reflexión a la corta vida de todas las cosas humanas y que también mueren las ciudades como los hombres. Se distinguen por sus sitios y medidas, la plaza, el castillo, la matriz, dos casas grandes, al parecer de regulares; otros edificios también grandes para gente rica y principal, y otros menores para el pueblo menudo...” (Padre Jesuita Miguel de Olivares: “Historia Militar, Civil y Sagrada de Chile.” Tomo IV. Cáp. XIV. Pág. 137.)
-Construcciones, edificios y áreas públicas:
Continuando con la breve descripción arquitectónica anterior, efectuada por el jesuita Olivares, incluimos un registro del equipamiento urbano y edificios públicos y particulares que existieron en La Rica entre los años de 1552 y 1602. Citamos, para esto, algunos antecedentes que recopiló y publicó don Santiago Lorenzo en un articulo intitulado “Las Ciudades Chilenas” texto que fue redactado con base en su conocida e interesante obra intitulada “Las Ciudades de Chile” (Editorial Andrés Bello, Santiago, 1983.)
Con el auxilio del documento bibliográfico aludido, más la suma de otras fuentes históricas, se puede concluir que a la antigua Villa Rica se le atribuyen oficialmente las siguientes construcciones y obras urbanas coloniales:
-Dos Fuertes y un Cuartel General o Capitanía. ( Dcto. Cartográfico: Emilio Korner - Otto Gudenschwager, 1903.)
-Una Cuadra Fuerte de seguridad general. ( Diego Arias de Saavedra. Purén Indómito. Canto XII. Pág. 231.)
-80 casas de particulares. ( Dcto. Cartográfico, Tomás Guevara, 1902.)
-Hospital “Santa María de la Gracia.” Obra Pía, fundado en 1575 por fray Antonio de San Miguel, Obispo de la Imperial. (Mosaico Histórico de la Villa Rica, Pág. 05.- Santiago Lorenzo. Las Ciudades de Chile. 1986.)
-Hospital para Indígenas. Fundado en 1582, por el vecino Pedro Aranda de Valdivia. (Pérez García. Protocolo Eclesiástico de la Imperial. Archivos de Concepción. Araucanía Misional Nº 67, Pág. 23.)
-Dos Escribanías: Pública y de Número. (Santiago Lorenzo Ob. Cit.)
-Casas de Regulares. (Ibidem.)
-Casas de Quintos. (Ibidem.)
-Ejidos. Cabildos. Corregimiento. (Ibidem.)
-Cárcel o Presidio. (Guillermo González. Villa Rica, Historia Inédita. Pág. 94, Nota Nº 158.)
-Fábrica de lienzos. (Inaugurada en 1573, G. González. Ob. Cit. Pág. 146.)
-Industria de cecinas. (G. González. Ibidem.)
-Fundición minera y casa de moneda. (G.González Ob. Cit. Pág.150; P. Treutler. Andanzas de un Alemán en Chile. Pág. 268.)
-Fábrica de cerámicos, ladrillos y tejas. (José Saavedra: Informe Técnico Arqueológico, Oct. 2003. - G. González. Ob. Cit. Pág.146.)
-Fábrica de artefactos de greda. (G. González. Ob. Cit. Pág. 150.)
-Parroquia o iglesia matriz: Con advocación a Santa María Magdalena. (Córdoba y Figueroa. Historia de Chile. Pág. 63.)
-Tres templos o iglesias mayores: Franciscano, Dominico y Mercedario. (Córdoba y Figueroa. Ob. Cit.)
-Tres conventos: Dominico, Mercedario y Franciscano - Este ultimo con advocación a Santa. María de las Nieves, fundado en 1574.- (Vicente Carvallo Goyeneche. Descripción Histórica y Geográfica de Chile. Tomo II. Pág. 186.)
-Cinco capillas: Doctrinas Mercedarias. (Fray Pedro Nolazco. Historia de las Misiones Mercedarias en América, Pág. 434 - 438.)
-Una ermita en honor a San Sebastián. (Obra Pía; Fundada por el vecino Juan de Almonacid, año 1567. Mosaico Histórico de Villa Rica, Pág.16.-Pérez García. Protocolo Eclesiástico de la Imperial. Archivos de Concepción. Araucanía Misional Nº 67, Pág. 23.)
-Un arrabal de indios amigos. (Gabriel Guarda. Historia Urbana del Reino de Chile. Pág. 47.)
-Dos molinos de harina. (Juan Antonio Subercaseaux. Memorias de la Campaña de Villa Rica. 1881-1883.)
-Cinco molinos auríferos. (Restos arqueológicos en analogía con la información de John Lee Schmidt y Francis Cole, año 1858. Doc. Epist. Trumbull / Vicuña Mackenna. La Edad del Oro en Chile. Pág. 54 - 55.)
-Un embarcadero. (Teniente Coronel Ignacio Agüero - Profesor Guillermo Döll. 14 de Marzo de 1848. Doc. Epist. Fojas 31-32.)
-Paseo del lago. (Diego de Rosales. Histórica Relación del Reino de Chile. Pág. 426.)
-Un pretil: Murete o muelle público “que ordenado como lozas a la orilla del lago servía para lavar.” (Diego de Rosales. Ob. Cit. Pág.426.)

POBLACIÓN HISPANA COLONIAL DE LA VILLA RICA:
Todas las ciudades y villas del siglo XVI y demás asentamientos con características semi urbanas como las improvisadas “casas fuertes” o encomiendas fortificadas en tiempo de guerra, correspondieron a centros de relaciones interétnicas. Por lo anteriormente señalado, la Ciudad Rica se debe adherir al tenor del aspecto social general del Reino de Chile del periodo de la Conquista: A saber, en La Rica colonial compartieron un mismo suelo los hispanos peninsulares, los hispanos criollos, los mestizos, mulatos, sambos, la población Indígena y en menor grado los esclavos negros.
Vecinos hispanos peninsulares e hispanos criollos:
Calculamos, mediante un estudio de los mapas de Tomas Guevara y Emilio Körner, que la ciudad antes de ser arrasada contó con un mínimo de 30 cuadras que divididas en 4 solares cada una nos da un promedio de 120 vecinos; resultado que coincide con el antecedente histórico del censo de 1575 en que López de Velasco asigna a La Rica 120 vecinos y 12.000 indios de paz. Contando estos 120 vecinos con un grupo familiar mínimo aproximado de 6 a 8 individuos, nos da un total de 720 a 960 habitantes hispano criollos para fines del siglo XVI. Otra información de interés se desprende de un documento cartográfico que corresponde al mapa de Tomás Guevara en que describe los restos de cimientos de 80 casas destruidas.
La aproximación poblacional de La Rica, que estima una densidad citadina e interrelación social de 720 a 960 vecinos, concuerda con los antecedentes históricos que aseguran que la población hispanopeninsular e hispanacriolla colonial, existente al sur del Bio Bio, fluctuaba entre los 5.500 y los 6.000 súbditos de la Corona Ibérica repartidos en 7 centros urbanos.
A la luz de los vestigios arqueológicos y antecedentes históricos y cartográficos, podemos deducir que centenares de españoles conformaron y dieron vida a la Villa Rica colonial; ciudad en la que desarrollaron sus vidas junto familiares y amigos, existencias que llevaron cabo en área urbana como vecinos titulares de solares y casas quintas, como también en el área rural del corregimiento colonial en calidad de vecinos feudatarios o encomenderos.


En la Ciudad Rica, como en toda Latinoamérica del siglo XVI, existieron condiciones o status sociales muy bien determinados como lo eran los hispanopeninsulares, que correspondían a los españoles originarios de la antigua Europa Ibérica. Estaban también los hispanocriollos que eran hijos de españoles nacidos en tierra americana. Proseguían en el orden social los mestizos, mulatos, los "indios amigos", los "indios de servicio" yanaconas o sambos, los esclavos negros y finalmente los "indios de guerra" o könas.

Para poder comprender un poco más el quehacer social cotidiano de la población hispana que se desarrolló en La Rica colonial, es necesario conocer a algunos de los individuos que dieron existencia y sustentaron aquella sociedad del siglo XVI en la Ciudad Rica. Para esto, hemos realizado una lista de vecinos villarricanos españoles preeminentes; los que presentaremos en orden de relevancia histórica local.

Cabe mencionar, que para realizar esta breve nómina hemos acudido a los textos de historia y sociedad colonial que rescatan antecedentes biográficos de algunos de los moradores de la antigua Villa Rica. Entre estos textos, figuran: "Las Antiguas Familias del Obispado de Concepción", de Gustavo Opazo Maturana; "Los Conquistadores Españoles" y "Formación de la Sociedad Chilena" ambos textos pertenecientes a don Tomas Thayer Ojeda; "La Ruina de la Villa Rica" de Fernando Allende Navarro; el "Nobiliario de la Capitanía General de Chile" de Don Juan Luis Espejo, y el libro “Villa Rica, Historia Inédita” de don Guillermo González Díaz.

Creemos que la nómina de vecinos que exponemos a continuación nos entrega una imagen generalizada de la estructura social hispanocriolla; es decir, de quienes desarrollaron sus vidas hace más de 450 años, entre los paisajes y suelos de la Villa Rica. A nuestro particular parecer, entre los habitantes de la Villa Rica española que merecen ser destacados y recordados por su relevancia social histórica, podemos indicar a los siguientes vecinos coloniales:

Rodrigo de Bastidas: Capitán de caballería de la Ciudad Rica. Fue el ultimo jefe militar y corregidor de la ciudad hasta ser arrasada en 1602. Nació aproximadamente por el año 1551. El reconocimiento oficial de sus méritos personales y servicios a la corona le llevaron a ocupar el cargo de corregidor de La Rica en 1598.
Contrajo nupcias con Ana Chavarri, hermana del famoso caudillo y capitán Marcos Chavarri, con la que tuvo un solo hijo llamado Rodrigo.
El capitán Bastidas es el icono en que convergen todos los acontecimientos de los últimos días de la antigua Villa Rica. Muere el 07 de febrero de 1602 inmediatamente después de la caída del fuerte, siendo sacrificado ritualmente por los mapuches.
Rodrigo de Bastidas es, sin duda, el personaje más importante y trascendente en la historia de La Rica colonial. Destacado por sus cualidades de jefe miliar manifestadas en su lealtad y heroísmo en defensa de los suyos, como por sus intransables valores, los que mantuvo firmes hasta entregar su propia vida en el insustentable esfuerzo que ya todos conocemos.

Marcos Chavarri: Criollo, nacido en Villa Rica. Fue hijo del vecino fundador don Juan Bautista Chavarri, que fuera encomendero de La Rica. Marcos Chavarri fue distinguido con el grado de capitán de caballería y ocupó el cargo de regidor de Villa Rica en 1593. Brilló por su astucia y valor combatiendo junto a Bastidas en el sitio del fuerte. Fue capturado por los mapuches en la quinta-huerto del templo de San Francisco, contiguo al fuerte, mientras procuraba abastecer a los sitiados con hortalizas y frutos recolectados. Salvó a la muerte gracias a su conocimiento del mapud’ungu y a las buenas relaciones instauradas, previamente, con los "indios amigos"; situación que lo llevó a servir como secretario oficial, lenguaraz e interlocutor válido en las relaciones hispano-mapuches. Vivió en cautiverio junto a su mujer, hija y suegra, logrando la libertad solo 25 años después de caída la ciudad Rica, esto en 1627.

Juan Beltrán: Mulato, oriundo de la Imperial. Se estableció como vecino de la Ciudad Rica entre los años 1575 y 1580. Contrajo matrimonio con una mujer mapuche. Don Martín García Oñez de Loyola lo distinguió con las jinetas de capitán de infantería el año 1592. El año 1598 figura como jefe del fuerte Maquegua o Makewa, al norte del lago Koliko. Por su fuerte personalidad, arrojo y bravura en la lucha fue temido y admirado por los "indios amigos y de guerra" quienes lo conocían como un combatiente legendario por sus famosas, heroicas y celebradas hazañas bélicas y exitosas escaramuzas.
Murió el año 1601 en una emboscada mapuche realizada en la Iglesia de San francisco, frente a la plaza de la ciudad, mientras iniciaba un patrullaje en busca de alimentos para los sitiados del fuerte.

Andrés de Vivero: Nació en Villa Rica el año 1565. Sus padres fueron los distinguidos vecinos de La Rica, don Álvaro de Vivero, quien fuera titular de una encomienda de las mejores, y doña Beatriz de Paz. Estudio en el seminario de la Imperial y fue ordenado solemnemente en el sacramento del sacerdocio, en la catedral del obispado colonial en esa misma ciudad. Ejerció como sacerdote en la Villa Rica hacia fines del siglo XVI. Tuvo un hermano llamado García Torres de Vivero que también fue sacerdote.
Una vez sitiada la ciudad el cura Andrés de Vivero se hizo célebre por sus incursiones a territorio enemigo en misiones de recolección de alimentos; en uno de estos intentos fue capturado por los mapuches por el año 1601, pereciendo martiriológicamente: Fue azotado cruelmente y después de esto le asaron vivo, y en presencia de los demás prisioneros hispanos, “ofreciendo este cura sus tormentos en alabanza del creador hasta último momento...” (Diego de Rosales. Ob. Cit.)

Pedro de Maluenda: Español peninsular. Nació en la ciudad de Burgos el año 1548. Llegó a Chile como conquistador junto al general Juan de Lozada. Se distinguió como soldado en las guerras de Granada, por lo que se le congratuló con el grado de capitán de caballería. Se radicó en la Ciudad Rica entre los años 1583 y 1592. El Gobernador Alonso de Sotomayor lo favoreció con una encomienda de las mejores emplazada en las tierras situadas al norte de La Rica.
Fue corregidor de la Ciudad Rica por 1585, ocupó además el cargo de Visitador de Pueblos de Indios. Casó con María Placencia Cortés, mujer oriunda de la Villa Rica, con la que tuvo dos hijos llamados Pedro y Juan. El año 1597 fue designado corregidor de la Ciudad Rica y en el desempeño este cargo encontró la muerte en 1598, en un enfrentamiento con los mapuches en un área de ciénagas ubicada al norte del lago Mallowelafkén, entre la Ciudad Rica y el fuerte Makewa. La noticia de su trágica muerte fue de público conocimiento en todo el Reino de Chile, hecho que conmocionó y puso en alerta a los habitantes de las siete antiguas ciudades del sur. Su hijo mayor, Pedro de Maluenda, vecino y soldado, fue muerto trágicamente durante la defensa de la Cuadra Fuerte por el año 1600. Su segundo hijo, llamado Juan, sobrevivió al sitio y desastre final de 1602.

Juan de Maluenda: Nació en Villa Rica el año 1588. Hijo del matrimonio conformado por quien fuera corregidor de la Ciudad Rica, don Pedro de Maluenda y doña María Plascencia y Cortés, nieta del famoso conquistador de México Leonardo Cortés.
Juan de Maluenda fue el único niño testigo de la resistencia y caída de la ciudad, como también de los últimos días de la Cuadra Fuerte, su asalto y destrucción el 7 de febrero de 1602, fecha en la que fue capturado a sus escasos 14 años de edad junto a su madre, abuela, dos primas y una tía. En 1606 alcanzó la libertad junto a su abuela materna. Su madre solo escaparía al cautiverio el año 1610. Una vez reencontrado con su progenitora, en 1612, se asentó con sus escasos familiares sobrevivientes en la Ligua, donde adquirió una hacienda de importancia. Contrajo matrimonio con la española peninsular Cristobalina de Benavides y Aguilera. En 1615 alcanzó el grado de Teniente General de Caballería y el 1621 fue promovido a Maese General de Campo. Se desempeño como corregidor de las ciudades de la Serena en 1621 y Santiago en 1627, ciudad en la que fallece por el año 1635.

Cristóbal Hernando Aranda de Valdivia: Nació en Villa Rica el año 1560. Hijo del que fuera capitán y Corregidor Perpetuo de Santiago por 1579 y posteriormente vecino encomendero de La Rica, don Pedro Aranda de Valdivia -sobrino del Gobernador Pedro de Valdivia- y de Doña Catalina de Saravia Escanvias y Dávalos. Cristóbal fue hermano del cura villarricano Martín Alonso Aranda de Valdivia, actual beato de la iglesia Católica, mártir misionero de Eliucura a manos de Anganamón en 1627. El año 1581 Cristóbal Hernando se presenta como heredero y sucesor titular de la encomienda de su padre, propiedad familiar que estaba ubicada en el valle cordillerano de Andelepe o Llangagüe, a siete leguas al sur oeste de La Rica. El año 1587 subió al valle de Andelepe a fortificar la encomienda de la cual era legatario y que administraba y sostenía por esos años, quedando como jefe y caudillo del Baluarte construido para protección del inmueble. Defendiendo esta fortificación encontró trágica muerte a manos de la toki Janekeo y su hermano el toki Kechuntureo, el mismo año de 1587.

Gabriel de Villagra: Nació en la ciudad de la Imperial el año 1560. Sus padres fueron don Gabriel de Villagra y doña Isabel de Villarroel, los que serían años mas tarde distinguidos vecinos de la Ciudad Rica. Contrajo nupcias con doña María Carrillo, con la que tuvo cuatro hijos. Fue procurador de La Rica lo que le llevó, a principios de 1599, a la adjudicación de una encomienda de manos del Gobernador Pedro de Vizcarra. Fue capturado durante el asalto y destrucción de la ciudad de Valdivia el año 1600, y fue presentado ese mismo año como rehén junto a su mujer ante las puertas de la Cuadra Fuerte de la Villa Rica, momento en que se escaparon astutamente de sus captores e ingresaron a la fortaleza hispana en la cual comunicaron al capitán Bastidas y a los sitiados la destrucción total de las ciudades de la Imperial y Valdivia, asestando los mapuches, por medio de estos fugados vecinos, un gran golpe psicológico y sensación de abandono a los defensores del baluarte de la La Rica.
Don Gabriel de Villagra se sumó a la defensa del fuerte resistiendo junto a Bastidas hasta el ultimo día, 7 de febrero de 1602, en que muere dando fiera resistencia a los numerosos y aguerridos mapuches.

Alonso Becerra Altamirano: Nació en Trujillo, España, por el año 1560. Figura como vecino de la Ciudad Rica solo desde el año 1580. En 1592 el Gobernador Martín García Oñez de Loyola lo designa Corregidor de la Villa Rica; en el ejercicio de autoridad de este cargo enfrentó la desaprobación generalizada de la población, manifestaciones que terminarían destituyéndolo en un confuso incidente que rescata don Diego Arias de Saavedra en su obra Purén indómito, Canto XII. En el mismo texto también se describe al capitán Alonso de Becerra salvando la vida al capitán Bastidas en una arriesgada incursión militar. Muere junto al capitán Gabriel de Villagra defendiendo la Cuadra Fuerte de la Villa Rica durante el ultimo asalto el 7 de febrero de 1602; igualmente, cayeron dando fiera lucha, junto al capitán Alonso Becerra, el carismático cura Sedeño y el valeroso capitán Domingo de Ursandi, “...que conjurados todos a morir por su Rey antes que rendirse, ofrecieron sus vidas en valeroso estéril arrojo y bravía lucha ante sus enemigos, que eran muchos...” (Rosales. Ob. Cit.)

Juan Álvarez de Luna: Nació en España el año 1530. Entre 1550 y 1557 participó en la conquista de México y luego en la de Perú. Llegó a Chile en 1558, trayendo 20 soldados armados, “sustentados y asalariados” con su propio capital. El Gobernador García Hurtado de Mendoza lo designó Corregidor de la Serena en el año 1554. Fue alcalde de Angol por 1560 instalándose junto a su familia en la Ciudad Rica solo unos años mas tarde. En La Rica destacó como vecino principal, siendo estimado y reputado en todo el Reino de Chile, por lo que su hogar fue común estancia para altos personeros y autoridades del reino, como lo eran gobernadores, maeses generales y coroneles de campo, obispos y otros. En 1579 Rodrigo de Quiroga lo congratula con el título y grado de Maese General de Campo. Casó con la imperialina hispanocriolla María Cortés y Zapata con la cual tuvo tres hijos, Ana, Beatriz y Francisco Álvarez de Luna, que morirían todos durante la defensa de la Cuadra Fuerte colonial, destacando su hijo Francisco, entre sus pares, por su valentía y arrojo.
Don Juan Álvarez de Luna fue uno de los vecinos más afamados y respetados entre la sociedad de la antigua Rica colonial. Murió en Villa Rica el año 1598.

Juan de Almonacid: Nació en Madrid, España el año 1519. En su calidad de peninsular fue amigo común de don Pedro de Valdivia y Francisco de Villagra, con los cuales participó desde un principio en la conquista de Chile. A comienzos de 1553 el gobernador Valdivia lo premió con una encomienda ubicada al sur del corregimiento de la ciudad de la Imperial y cercana a los límites con La Rica.
En 1555, al repoblarse la Villa Rica, se establece como vecino de esta ciudad, en la que sirvió por más de dos décadas en el cargo de Tesorero de la Real Hacienda. En 1575 en virtud de sus méritos personales y servicios a la corona el Gobernador, don Rodrigo de Quiroga, le asigna una encomienda. Nuevamente el año 1583 el Gobernador Alonso de Sotomayor le otorga otra encomienda de las mejores en el distrito del Corregimiento de La Rica. En su calidad de vecino encomendero de la Ciudad Rica prestó sus servicios y patrimonio para el buen desarrollo logístico de la guerra de Arauco, “...Bastimentos que eran de gran auxilio a los capitanes y mayor alegría de la tropa...” Su destacada devoción cristiana le llevó a donar parte de su fortuna para la construcción de una ermita en honor a San Sebastián por el año 1567; obra pía que se emplazó en una estancia de su propiedad cercana al área urbana y ubicada al sur de La Rica. (Sitio histórico "La Ermita" situada al noreste de la actual Villa Todos los Santos; sitio cultural impactado y perdido por obras de construcción efectuadas en septiembre de 2005. Ximena Navarro H. Arqueóloga U. C. Temuko. Nov. 2004.)
En 1584, don Juan de Almonacid, después de engorrosos trámites, obtuvo autorización para regresar a España; sin embargo, nunca pudo concretar su viaje a Europa, pues su anhelado viaje se vio truncado al perecer ahogado el año 1592, mientras efectuaba los preparativos para regresar a su madre patria.

Álvaro Rodríguez: Nació en Villa Rica el año 1571. Obtuvo el grado de Capitán de Caballería como congratulación a sus destacados servicios en la Guerra de Arauco. El año 1600 fue hecho cautivo por los mapuches al participar en la defensa de la ciudad de Valdivia, alcanzando su libertad cuatro años después. En 1606 figura como oficial en la fundación del fuerte de Boroa donde actuó como lenguaraz y secretario en las relaciones con los mapuches logrando, por medio de sus gestiones, el rescate y liberación de muchos cautivos entre los cuales figuran sus propios padres además de otros muchos apresados durante los sitios y destrucciones de La Rica, La Imperial y Valdivia. Se desconoce la fecha de su deceso.

Álvaro de Vivero: Figura como uno de los más antiguos y respetados pobladores de La Rica colonial. Fue vecino encomendero y fiel devoto cristiano. Casó con Beatriz de Paz, unión de la que nacieron dos hijos: don García Torres de Vivero y Andrés de Vivero, quienes abrazaron la vocación sacerdotal prestando sus servicios religiosos a la iglesia local de La Rica en el período comprendido entre las dos ultimas décadas del siglo XVI.

Pedro Camacho: Acompañó a Valdivia y Alderete en conquista del sur de Chile. Fue testigo y fundador de la Villa Rica en 1552. Fue alcalde de La Rica en dos períodos, el primero comprendido entre los años 1553 y 1554. Inició su segundo período alcaldicio el año 1562. Fue retado a duelo público en la plaza de la Ciudad Rica por el vecino Nuño Hernández Rasura, perdiendo la vida en ese "acto de honor y ajusticiamiento de cuentas" el mismo año 1562.

Fray Cristóbal Coronel, OSD: Todo indica que primer religioso que pereció en lo que fuera el primer asalto que dio origen al prolongado sitio y destrucción de la Ciudad Rica, fue un fraile llamado Cristóbal Coronel, perteneciente a la Orden de los Dominicos; convento que según los mapas coloniales figura como una de las construcciones o edificios más apartados de la Cuadra Fuerte que construyera el capitán Bastidas frente a la plaza de armas de la ciudad:

“ ...Quedaron los contrarios por señores
de la ciudad haciendas y campaña
soberbios, iracundos vencedores
humildes y vencidos los de España.
Robaron ¡OH sacrílegos traidores!
los templos, y con grande furia y saña
a Fray Cristobal Coronel mataron...”
(Diego Arias de Saavedra: “Purén Indómito.” Canto XII.)

Diego de Rosales también hace referencia a la muerte de este fraile de la Orden de Santo Domingo y la señala como una de las primeras bajas hispanas en el primer inesperado asalto mapuche a la Ciudad Rica el 25 de noviembre de 1598:

“...Saquearon la ciudad sin contradicción y luego le pegaron fuego, llorando las pobres señoras de ver abrasarse sus casas y al enemigo hecho señor de sus haciendas y alhajas. Mataron en esta ocasión los enemigos a un Fraile de Santo Domingo, que aunque el capitán había mandado, que toda la gente se retirara al fuerte dio en estarse orando en su convento...” (Diego de Rosales: “Historia General del Reino de Chile.” Tomo I, pág.701)



Vida y acontecer cotidiano:

Un antecedente que nos ejemplifica, aproximadamente, cómo era el acontecer social de la antigua Villa Rica hispana, se encuentra en el testimonio que nos entrega el cronista jesuita Diego de Rosales, en que relata la importante atracción que el lago ejercía sobre toda la población colonial, “gran laguna” en que los vecinos de la ciudad paseaban plácidamente, e igualmente, accedían en navíos y barcazas a sus asentamientos y encomiendas ubicados en los contornos ribereños de esta. Por otra parte, los indios amigos también utilizaron las aguas del lago como vía de acceso a sus aldeas o poblados. No cabe duda que el lago Mallowelafkén potenció el factor social al presentarse como área de esparcimiento, vínculo de comunicación y de comercio en aquella lejana época colonial:
"...El sitio de la Villa Rica es el más deleitoso, el más ameno y de mejor vista que hay en todo el reino, porque esta en una meseta un poco levantada a la orilla de una deliciosa laguna que esta en la parte austral, de seis u ocho leguas de circunferencia, de donde nace el famoso río de Toltén; cuando el tiempo esta sereno parece desde la eminencia de la ciudad un hermoso y reluciente espejo, y cuando los vientos lo turban, un pequeño mar humanamente bravo y suavemente espumoso; siempre se deja tratar y nunca avara de regalados peces y en guarda una isla que forma en medio mucha arboleda y deleitosas sombras para el recreo. Y era uno de los grandes que los vecinos y las damas de aquella ciudad tenían el discurrir por las apacibles aguas de la laguna en barcos, el ir a gozar de las frescuras de la frondosa isla, y de las meriendas y reglos que en ella servían al apetito; por esta laguna acarreaban con gran comodidad la tierra poblada de indios en grande abundancia, que el gobernador repartió liberalmente entre los primeros pobladores y vecinos, los cuales hicieron estancias en los pueblos de sus indios y por la laguna iban de unas parte en otras a cuidar de sus estancias y el trajín de sus cosechas, siendo la principal asistencia la ciudad..." (Padre Diego de Rosales: “Historia del Reino de Chile. Flandes Indiano”; Tomo I, Pág. 20.)
Los Mestizos:
La escasez de mujeres hispanocriollas, al sur del Bio Bio, llevó al numeroso contingente militar español a interactuar con las mujeres indígenas integrando a estas al medio social colonial. La interrelación, primeramente, se manifestó de manera liberal y desordenada; sin embargo, la importancia social del mestizaje, su aumento constante y su aceptación en el medio, llevó a que estos vínculos fueran regulados por las autoridades de la época, quienes finalmente establecieron las obligaciones religiosas y consecuencias jurídico civiles correspondientes a estos enlaces.
Por otra parte, y al mismo tiempo, con el desarrollo de la guerra, se registró una gran cantidad de cautivas, hispanopeninsulares e hispanocriollas, que fueron integradas a las tribus rebeldes generando la aparición de los mestizos en los territorios ocupados por agrupaciones indígenas hostiles que escapaban al dominio hispano. El grupo humano resultante de este contacto interracial, espontáneo o forzado, formo rápidamente un estrato social numeroso que ocupó los oficios básicos de servicio doméstico y de guerra. De esta manera los mestizos se constituyeron en los primeros representantes de la identidad chilena propiamente tal. (Osvaldo Silva Galdames: “Aproximaciones al Estudio del Mestizaje en Chile entre los Siglos XVI y XVII.”, Pág. 51. y “Familia, Matrimonio y Mestizaje en Chile Colonial.” Pág. 26.)
En cuanto a la presencia social mestiza en lo que fuera la populosa Ciudad Rica, conocido y trágico fue un hecho bélico acaecido el año 1584 que tuvo por protagonista a un mestizo llamado Alonso Díaz, quien amotinó un elevado grupo de mapuches y asoló las encomiendas ubicadas al noroeste de La Rica y La Imperial. Después del saqueo y pillaje el Mestizo Díaz instaló un fuerte en el área precordillerana, emplazamiento bélico que finalmente fue destruido por fuerzas militares de la Villa Rica. Este alzamiento y alboroto se conoció en todo el Reino de Chile y fue denominado en la época colonial como “La Insurrección del Mestizo Alonso Díaz.”
Igualmente, otro mestizo tuvo una vital incidencia en el desastre y pérdida de La Rica colonial. Por los últimos días de la Villa Rica, por enero de 1602, una gran fuerza militar a cargo del coronel Hernández de Ortiz subía desde la costa en auxilio de la sitiada Ciudad Rica. La orden de auxiliar a la ciudad había sido ordenada por del Gobernador Alonso de Ribera. Durante la marcha, ya en las proximidades de la población, las tropas de Hernández de Ortiz fueron hostigadas por una horda mapuche. Después de un cruento enfrentamiento y desbaratado el sorpresivo ataque, se capturó al desertor, proscrito y escurridizo “Mestizo Durán” que llevaba meses alborotando a las tribus mapuches en contra de la Corona. El Mestizo Durán fue interrogado y con su elocuencia y astucia convenció a los hispanos con la falsa historia que aseguraba que la Villa Rica había sido ya destruida, señalando el mestizo, que el mismo había participado en el asalto final. El coronel Hernández de Ortiz, veía en la declaración del Mestizo Durán la confirmación de las coincidentes falsas noticias que en el trayecto había recopilado entre los indígenas; ante tan catastrófica novedad dio por abortada la misión de rescate a los sitiados, decretando la sentencia de muerte del Mestizo Durán, que sin piedad fue empalado por alta traición. Los sobrevivientes de la sitiada Ciudad Rica fueron víctimas de la última fechoría y artimaña de este mestizo, que con su mentira selló su triste personal final, e igualmente, precipitó a la Ciudad Rica a un trágico inevitable fin que se consumaría solo escasos días después, en febrero de 1602. (Vicente Carvallo Goyeneche: “Descripción Histórico Geográfica del Reino de Chile” Tomo I, Pág. 244.)
Los Mulatos:
Este estrato social surgió de la interacción entre negros y blancos. En la Villa Rica, icono de este enlace interétnico fue el mulato Juan Beltrán, quien alcanzó la categoría y posición social de Oficial Real con el grado de Capitán de Infantería; por los últimos años del siglo XVI figura como cabo y caudillo del fuerte Makewa, el de mayor importancia de La Rica.
El Mulato Beltrán demuestra la plena integración social de los mestizos, por lo menos en lo que cuenta a la Ciudad Rica. Contrajo nupcias con una mujer mapuche. Murió por 1601 cuando estaba cargo de un piquete de oficiales y soldados que los mapuches asaltaron y aniquilaron en el convento de San Francisco, durante el sitio de la ciudad.
Los sambos:
Escaso es el registro de la existencia de sambos en La Rica colonial. Según el estudio arqueológico efectuado por Américo Górdon en la “Casa Fuerte Santa Sylvia” en el sector Caburgua -Huife, al interior de Pukön, se pudo establecer que en aquel asentamiento hispano, correspondiente a una encomienda de carácter económico mineralógico, existió una gran cantidad de indígenas peruanos que se habría ocupado en las faenas de extracción de metales nobles. (Américo Górdon: “La Casa Fuerte Santa Sylvia, Excavación de Sondeo.” Santiago, Año 1991.)
La gran cantidad de esclavos negros existentes en el Virreinato del Perú, arrojó desde temprana época colonial una interrelación con la población indígena mesoamericana generándose el grupo humano denominado civilmente como sambos. En la Araucanía el mapuche fue reticente a la interrelación e integración sociocultural, con los esclavos afroamericanos importados como piezas de valor comercial desde el Perú y las Gobernaciones de Córdoba y Buenos Aires, existiendo el registro de una limitada descendencia de estos. A la luz de los antecedentes expuestos, podemos deducir que la población de sambos de la antigua Villa Rica correspondió, principalmente, a un gran numero de individuos de filiación afroindígena provenientes del Virreinato del Perú, coincidiendo de este modo con el tenor sociocultural que imperó en la Capitanía General del Reino de Chile del siglo XVI y siguientes.
“Indios de paz” o “indios amigos”:
Considerando que cada solar hispano contó, por parte baja, con una cantidad de 3 “indios de servicio” y 2 esclavos negros como mínimo, repartidos estos entre los 120 vecinos, nos da la cifra de 600 auxiliares domésticos, que finalmente sumados a los habitantes hispanocriollos, nos da una universalidad sobre los 1.560 villarricanos, que habitaron en el radio urbano de la antigua ciudad colonial.
Ahora, si agregamos la suma de la eventual participación social de los denominados “Indios Amigos “ la población urbana colonial de La Rica se elevaría considerablemente por sobre las 2.160 almas. Afirmamos esta cifra citando al Cronista Diego de Rosales quien en su “Histórica Relación del Reino de Chile” relata que para el día del primer asalto de los mapuches contra la ciudad, el 25 de noviembre de 1598, en la Villa Rica se encontraban más de 600 indios amigos:
“...El enemigo quedo fuera por señor de la ciudad, la que saquearon sin contradicción, y luego le pegaron fuego, llorando las pobres señoras de ver abrasarse sus casas y al enemigo hecho señor de sus haciendas y alhajas, mataron en esta ocasión a un fraile de Santo Domingo, que aunque el capitán había mandado, que toda la gente se retirase al fuerte dio en estarse orando en su convento y a un buen soldado. Y los heridos fueron muchos y llevose el enemigo gran cantidad de mujeres y niños de los indios amigos, que estaban en la ciudad y que eran más de seiscientos...” (Diego de Rosales: “ Histórica Relación del Reino de Chile.” Tomo I. Pág. 701.)
El total general de “Indios de Paz” dependientes del Corregimiento de La Rica alcanzó, según el censo de 1575, a 12.000 almas que habitaban el radio urbano en los denominados “Arrabales de Indios Amigos”; además de los diseminados en las encomiendas o emplazamientos fortificados repartidos por el distrito, como también en “aldeas y pueblos de indios circundantes a la ciudad”. (Gabriel Guarda: “Historia Urbana del Reino de Chile.” Pág.35.)

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